Capítulo 15
—Ho... hola —balbuceé con una risita nerviosa en el rostro y mi tío me golpeó la frente con su dedo mientras reclamaba montón de cosas con la mirada.
—¿Dónde diablos estabas? —preguntó.
«Otro»
¿Por qué todos preguntaban lo mismo?
—Por ahí —respondí y él puso cara de fastidiado.
No era mi intención fastidiarlo, pero no le iba a decir la verdad.
—¿Estás bien? —preguntó sentándose a mi lado.
«Al fin alguien que se preocupaba por mí y no por mis acciones. Esa es la diferencia entre familia y no familia» pensé.
—Pues estoy más tranquila —expliqué—, lejos tuve tiempo de asimilar un montón de cosas y decidir otras cuantas.
—¿Vas a quedarte en Sociedad de las almas?
—Probablemente sí, pero quiero quedarme en la casa de Aizen.
—Ya te dije que no puedes.
—¿Por qué no?, es mi casa, la quiero de vuelta. Dime con quien tengo que hablar para recuperarla. Quiero vivir allí.
—Esa no es tu casa, es la casa de Aizen y ahora está bajo el resguardo de la División Cero.
—¿Por qué la División Cero? —pregunté entre curiosa y temerosa—. Sabes, siento que hay un montón de cosas que me estás ocultado. Esto es muy sospechoso pero no preguntaré si me dejas vivir en esa casa, por favor Ukitake Jiisan.
—No... y no es solo porque yo no quiera, no creo que la División Cero te entregue la casa. No eres nada de Aizen.
—¡Soy su hija! —dije con la voz tan alta que varios de los congregados en ese lugar me miraron.
—No lo eres —explicó con calma el peliblanco—, eres la hija de Kuchiki Byakuya.
—¿Y él no tiene influencias con la División Cero?
—No Maya, no puedes aprovecharte de tu padre de esta manera, mucho menos después de haber intentado matarlo.
—Eso no fue mi culpa —alegué—, si ustedes dos hubieran hablado conmigo y hubieran sido claros desde el principio yo no habría imaginado ni planeado nada tan peligroso y estúpido.
—Igual no creo que ni él pueda ayudarte con lo de la casa —respondió Ukitake jiisan matando todas mis esperanzas de entrar a ese lugar por la puerta de enfrente.
—¿Dónde te quedarás? —preguntó Renji está vez.
—No lo sé —respondí—, en serio esperaba poder quedarme en esa casa. No quiero causar más problemas.
—Yo no creo que a Byakuya le moleste que regreses a su casa —habló Ukitake jiisan—, al contrario, creo que le haría algo feliz.
Me pregunté si realmente eso le haría feliz, pues que le hiciese feliz me haría feliz a mí.
—No lo sé —dije.
—¿Qué es lo que te preocupa? —cuestionó el pelirrojo y no respondí.
Aunque la respuesta no era tan difícil, desencadenaba una situación complicada, mucho más si mi meta era seguir con mis planes actuales.
—Tal vez no estoy lista para tener otro papá —dije—, y lo más probable es que él no esté preparado para tener una hija, mucho menos si la hija soy yo.
Ukitake jiisan asintió molestándome.
—En eso tienes razón, ya es difícil sin el parentesco —dijo el que amaba como mi familia.
—¿Me dejas quedarme en tu casa? —pregunté a mi tío haciendo una carita tierna.
Él me sonrió, apretó mis mejillas y tajante dijo que no, dejándome con pocas opciones.
«Tal vez...»
»Si tan solo tuviera un amigo que me hospedara... —fui interrumpida por otro tajante no, ahora de Renji.
»Desalmados —me quejé y ambos se rieron de mi puchero—. Igual no quería quedarme en Sociedad de las almas —dije y la cara de Ukitake se volvió preocupación pura.
—¿Vas a irte de nuevo? —preguntó bastante contrariado, causándome malestar por hacerle sentir mal.
—No soy una buena Shinigami —dije intentando romper la tensión del ambiente—, ni siquiera le podría ganar a Kempachi.
—Pero al capitán Zaraki Kempachi nadie le gana —explicó Renji y yo asentí en risa.
Pero no podía seguir de bromas, por eso, después de respirar profundo, volví a hablar con seriedad.
—No creo que sociedad de las almas sea para mí —declaré—, volveré al mundo humano, así haré una vida normal.
Pero Ukitake no estaba de acuerdo.
—Maya —dijo—, aquí está tu familia, estoy aquí, también está Kiyone y tu papá, estás mejor aquí. Ve a vivir con Byakuya.
—No quiero eso —informé y hablé con sinceridad por primera vez—. Ese hombre me emboba, no me será difícil amarlo y no quiero amar a alguien que no me amará —expliqué a los dos que me acompañaban.
—¿Quién dijo que no te amaría? —preguntó detrás de mí una voz muy conocida, haciendo que me atragantara con saliva esta vez.
«¿Por qué a todo el mundo le dio por aparecerse detrás de mí?» me pregunté un poco fastidiada.
Continúa...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top