Capítulo 13

—Tengo que pensarlo —mi escueta respuesta a su propuesta.

—¿Qué es lo que tienes que pensar? —preguntó con clara molestia—, ¿si es que quieres o no vengar a Aizen? En mi opinión no hay nada que pensar, se hace y ya.

—No es tan fácil, Grimmjou. Yo no soy alguien fuerte —expliqué—. Si peleara contra ti, aun si tuvieras manos atadas y ojos cerrados no te ganaría; ¿cómo pretendes que enfrente a alguien que mató a Aizen? Es imposible.

—Por eso seré tu mano derecha, mocosa cabeza hueca —insistió él,-

Yo solo lo miré con fastidio y suspiré con pesadez.

—Pues una cabeza hueca con una estúpida mano derecha no va a sernos de mucha ayuda —dije.

—Puedo ser parte de esto —dijo Harribel uniéndose a la conversación. 

—Es que ni siquiera sé si hay "esto" —dije como queriendo disculparme con una chica que siempre me había tratado bien—... Estoy cansada, ¿les importaría? —pregunté. 

Ambos negaron y se fueron.

»¿Qué es lo que quieres hacer? —me pregunté una vez que estuve a solas, y como no tenía esa respuesta me dediqué a descansar. 

Estaba en serio cansada, tanto física como emocionalmente. Era una mierda.

Pasé unos días pensándolo demasiado, y al final concluí que si ya lo había decidido lo haría, además ahora no estaba sola y ¿qué más daba si sociedad de las almas era destruido?, al final, Hueco mundo era más mi hogar.

Con la ayuda de Grimmjou y Harribel logramos conseguir más espadas y arrancars que nos apoyaran en nuestra misión de atacar sociedad de las almas. No fue tan difícil, muchos volvieron solos pues, aunque en realidad nadie me apoyaba, todos deseaban recuperar eso que habían tenido con Aizen.

Las noches no volvió a ser lo mismo, pero el palacio volvió a estar de pie. La organización no era la misma, pero estábamos organizados de nuevo. Eran diferentes rostros, pero nuestro objetivo seguía siendo el mismo. Yo no tenía ninguna motivación de iniciar una guerra, pero seguía siendo la hija de Aizen. Era así como estaban las cosas y yo seguía sin estar convencida.

—¿Esto tiene algún sentido? —pregunté en voz alta. Harribel me miró confundida y expliqué algo que no preguntó—. Ni siquiera es mi sueño, no quiero vengar la muerte de Aizen, muy en el fondo sé que no lo hizo bien, él traicionó Sociedad de las almas, se lo merecía, ¿no?

Harribel levantó una ceja pero aun así no dijo nada. Había tenido tiempo ya de reflexionarlo y no me parecía que fuera correcto pelear una lucha que ni siquiera me pertenecía.

Es cierto que aún no sabía quién mató a mi madre, pero ahora estaba segura de que Kuchiki Byakuya no tenía nada que ver con ello. Además, aún estaba el hecho de que Kana había amado Sociedad de las Almas y la gente de allí, y que muchos Shinigamis amaron a mi madre.

—¿Quieres vacaciones? —preguntó Grimmjou. Eso me sorprendió, él estaba siendo amable conmigo, o al menos fue lo que pensé hasta que volvió a abrir la boca—. Estás más inútil que nunca. 

«Imbécil» pensé, pero no contesté, solo hice un intento inútil de fulminarlo con la mirada y dejé atrás el salón comedor donde siempre nos reuníamos.

—Debería volver a Sociedad de las almas —pensé en voz alta mientras caminaba por el pasillo a mi habitación.

—Eso nos sería de ayuda —dijo el que me siguió sin que me diera cuenta—, necesitamos los planos del lugar.

Eso era cierto, ahora yo no solo era parte del plan, también era la cabeza; y era una cabeza que no estaba pensando nada claro, y aún estaba el hecho de que necesitaba saber que había detrás de la muerte de mi madre, pues ella definitivamente fue asesinada.

Pensando en todo esto decidí a regresar a Sociedad de las almas, me despedí de quien debiera despedirme, aunque más bien pareció que les pedí permiso de irme, sobre todo cuando Grimmjou me dio su despedida. 

—Regresa segura de lo que quieres o no vuelvas —dijo él—... solo envía los planos.

Lo miré con furia y me tragué el insulto que me nacía escupirle en la cara, pero no sería una discusión con Grimmjou lo último que hiciera en Hueco mundo.

Mis habilidades habían mejorado considerablemente. Estuve dos meses fuera de Sociedad de las almas y era, por mucho, más fuerte, más centrada y más hábil. Uno puede aprender tanto de los que nos rodean.

Llegué a Sociedad de las almas pasada la media noche para librar el primer reto, llegar a mi destino sin perderme. Era tan estúpidamente complicado que me burlé de mí. Seguro ahora podía darle una paliza a Renji pero seguía sin ser capaz de llegar a ninguna parte.

Al final, después de mucho caminar, llegué a la base de la cuarta división. Entré logrando no ser vista por nadie y revisé de nuevo un lugar que ya había revisado.

Algo estaba mal, en ese lugar debería haber más de lo que podía ver. «¿Cómo daría con eso?» mi gran problema.

Algo cansada y, muy poco entusiasta, me recargué en un muro que se hizo aire y caí en una especie de cuarto secreto donde encontré lo que buscaba, aunque tal vez era lo que no quería.


Continúa...


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