011. Dizzy.

Cause since I've come on home, well my body's been a mess, and I've missed your ginger hair and the way you like to dress, won't you come on over, stop making a fool out of me, why don't you come on over, Dizzy?

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  Carlos estaba perfeccionando los últimos detalles de uno de sus bocetos cuando su celular sonó, rápidamente lo tomó y aceptó la llamada que estaba recibiendo.

—Mujer, más te vale que llames para disculparte. —Puntualizó el pecoso.

— ¿Por qué? —Quiso saber Evie, quien estaba en el baño del estudio de danza, limpiando sus zapatos.

—Oh, eres tú. —Exclamó el hijo de Cruella, un poco decepcionado. —Lo siento, creí que eras As.

— ¿Quién? —Lo interrogó la princesa malvada, confundida.

—Astrid Beast. —Dijo el VK, como si fuera lo más obvio del mundo.

—No, bailé para ella en Broadway Cares. —Replicó su mejor amiga, tirando el papel higiénico con el que acababa de limpiar sus zapatos al cesto de basura.

—Sí, bueno, le presté unos Loubitins vintage a esa ladrona para el almuerzo de los ganadores de los premios Tony y ella asegura que me los devolvió. —Protestó De Vil, indignado. —Pero ¿por qué me estás llamando? ¿Está todo bien? Creí que te habían desterrado a...

—Te llamo porque te necesito. Nada está bien, C. A la Isla, sí, y todo esto es un desastre. Yo soy un desastre. —Se lamentó la descendiente de Regina, derrotada. —En resumen, se presentó una gran oportunidad para bailar frente al Genio. Y... —Prosiguió, hasta que oyó unos sollozos, provenientes de otro de los baños.

—Se acabó. Renuncio. —Se escuchó la voz de Ginny.

—Espera. —Murmuró la chica de cabello azul, caminando hacia el baño del que provenía la voz y abriendo la puerta, encontrándose con una niña rubia; sentada al lado del inodoro, abrazando sus piernas mientras lloraba. La primera alejó un poco el celular de su oído.

— ¿De verdad soy tan mala? —Dudó la menor.

—Sí. —Afirmó Evie, sincera.

—Oh. Yo solo quiero ser buena en algo. —Dijo Ginny, antes de volver a sollozar. —Encontraré algo más que hacer.

—Voy a... cerrar esto. —Mencionó la descendiente de Regina, incómoda y sin saber cómo lidiar con aquella situación.

—Gracias, señorita Evie. —Habló la menor en voz baja, justo antes de que la otra VK le cerrara la puerta para darle privacidad.

— ¿Sigues ahí? —Quiso saber la princesa malvada.

—Tu instinto maternal es bastante ambicioso. —Exclamó Carlos. —Nena, tú necesitas toda la ayuda posible. Mañana mismo Dude y yo estaremos allá, no hay core four sin mí, E.

— ¿Harías eso por mí? Eres el mejor amigo del mundo, C. Te veré pronto, te adoro con todo mi corazón. —Le dijo la chica de cabello azul.

—Todo el mundo me ama. —Alardeó el descendiente de Cruella para luego reír. —Sí, ok, adiós; estás interrumpiendo mi momento de inspiración. —Se despidió antes de colgar la llamada, mientras Evie abandonaba el baño y se dirigía hacia el estudio, pero se detuvo al abrir la puerta y darse cuenta de que Madre Gothel estaba sentada en el suelo; junto a Helena y Ariana.

—Subir la pierna es como la diferencia entre una banana y una zanahoria. —Dijo la mayor, mostrándole ambos alimentos a las pequeñas, colocó la banana en el suelo para hacer una pequeña pero necesaria demostración. —Miren, si algo está torcido, no puede mantener el equilibrio. —Añadió, soltando la banana, que cayó al suelo.

—Pero... Si está derecho... —Continuó la villana de Corona, posicionando la zanahoria en el suelo, que no se cayó.

— ¡Oh! —Exclamaron las niñas, sorprendidas.

— ¡Por todos los espíritus malditos! ¡Es como si eso estuviera hechizado con magia! —Dijo la descendiente de Madre Gothel. —Espera, ¿por qué ella no dijo eso?

Helena comenzó a hacer señas rápidamente.

—Porque es una bruja egoísta. —La tradujo Ari, y asintió con la cabeza.

—Oh no, tesoro, no la llames así. —Le pidió la adulta, negando con la cabeza lentamente, mientras le hacía señas para que la comprendiera. —La señorita Evie es muy especial, ella siempre quiso ser perfecta y tenía tu edad cuando ella decidió que necesitaba convertirse en una bailarina increíble. Así que, ella comenzó a esforzarse más y más, ella olvida que hay otra gente no es tan perfecta como ella.

  Al oír eso, Evie se dio cuenta de que Madre Gothel jamás se había olvidado de ella. Siempre la había tenido presente y siempre había visto el potencial que tenía.

—Así que nosotras tenemos que ser realmente pacientes con ella. —Les rogó la villana de Corona, las pequeñas asintieron con la cabeza rápidamente. — ¿Okay?

—Okay. —Accedió Ari, mientras que Helena seguía asintiendo con la cabeza y levantaba los pulgares en señal de estar de acuerdo.

— ¿Puedo decirles un secreto? —Dudó Madre Gothel, las niñas se acercaron un poco más a ella. —A veces me siento como una banana. —Confesó en voz baja.

— ¿Qué hay de ustedes? ¿Son bananas o zanahorias? —Las interrogó la adulta, haciendo señas con sus manos.

— ¡Una zanahoria! —Respondió Ari con entusiasmo, mientras que la hermanita de Mal tomaba la zanahoria y la señalaba. La adulta aplaudió varias veces, feliz.

— ¡Oh sí! ¡Estoy muy orgullosa de ti! ¡Buen trabajo! —Las felicitó, chocando los cinco con ambas.

La princesa malvada desvío la mirada, mientras colocaba su cabeza contra el marco de la puerta, sin duda alguna tenía mucho que aprender sobre aquellas niñas.

  Afortunadamente, mañana llegaría el mejor maestro que podía pedir.

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Bueno, a veces salgo sola.

 Comenzaba a atardecer cuando Evie salió a correr, tal y como siempre lo hacía, escuchando música con sus auriculares y su celular en su mano; hasta llegar a un pequeño valle sombrío, en el que alguien había dejado una bicicleta junto a un casco.

  Evie se detuvo al ver eso, pues vio a una persona bailando entre las flores marchitas.

Y miro a través del valle.

 La hija de Drizella daba saltos, entusiasmada, mientras que la recién llegada se quitaba sus auriculares para prestarle mejor atención a los movimientos de la joven.

Y pienso en todas las cosas que estás haciendo.

La pelirroja bailaba para dejar ir aquellos sentimientos feos que odiaba tener, pues la agobiaban, así que dio vueltas y arrancó varias flores marchitas para arrojarlas al aire; mientras que Evie sonreía y comenzaba a acercarse a ella, quien ahora pateaba césped, flores y piedras, hasta que levantó la vista para encontrarse con la princesa malvada.

Y en mi cabeza, lo imagino.

—No tienes que detenerte. —Le dijo Evie, acercándose a ella.

—De todas maneras, tengo que irme a casa. —Se excusó la pelirroja, bajando la mirada, hasta que la mayor se aproximó a ella hasta estar a su lado.

—Si te conectas a tu centro y tensas el torso, tendrás más control sobre tu cuerpo. —Le aconsejó la chica de cabello azul.

—Super, gracias. —Habló Dizzy, sin confiar en ella luego de todo lo que le había hecho, entonces comenzó a caminar.

—Y si hay algo de lo que quieras hablar... que tal vez no puedas hablar con Drizella o con tu abuela, yo ya pasé por eso, así que... —Prosiguió Evie, logrando que la menor se detuviera y la mirara.

—Entendido. —La interrumpió la pelirroja, sin importarle si sonaba un poco descortés. — ¿Puedo irme ahora?

—Mira, Dizzy, solo estoy intentando ayudarte. —Comentó la descendiente de Regina.

—Ya no estamos en clase, así que no tengo que escuchar nada de lo que tú digas. —Replicó la nieta de Lady Tremaine, encarándola.

Porque desde que he llegado a casa, mi cuerpo es un desastre.

— ¿Cuál es tu problema? —Se atrevió a preguntar Evie, viendo a la menor, cuyo cabello había recogido en dos trenzas; algo que ella no solía hacer muy a menudo... pues Dizzy siempre había dicho que las trenzas le quedaban mejor a la mayor. — ¿Qué te pasó? Tú no eras así antes.

Y he extrañado tu cabello pelirrojo.

— ¿Antes de qué? —La interrogó la menor, ladeando la cabeza. — ¿Antes de que te fueras o antes de que mi papá muriera? —Cuestionó, seria. Evie la inspeccionó de arriba hacia abajo, notando su ropa sencilla, pero sin perder el estilo que caracterizaba a una Tremaine.

Y he extrañado la manera en la que te gusta vestirte.

—No, no uses eso como excusa. —Le pidió la princesa malvada. —Yo también tuve que crecer sin un papá.

— ¿Él murió? —Preguntó Dizzy.

Así que ¿no te acercarás?

—No. Mi papá decidió abandonarme. ¿Quieres hablar de eso? —Replicó la chica de cabello azul.

¿No intentaras dejar de hacerme sentir como una villana?

—Bueno, de tal padre, tal hija; supongo. —Masculló la descendiente de Drizella.

¿Por qué no te acercarás, Dizzy?

— ¿Disculpa? —Preguntó la joven bailarina.

¿Dizzy?

—Te marchaste sin siquiera decir adiós. —Le recriminó la menor, dolida y decepcionada.

¿Dizzy?

—Dizzy, la gente vive sus propias vidas. Acostúmbrate a eso. —Dijo la princesa malvada. —Además, no estaba saliendo contigo.

Oh, Dizzy, Dizzy, Dizzy, Dizzy.

—Claro, de esa manera me habrías enviado un mensaje, pero ¿a quién le importa la estúpida chiquita de la Isla, de todas maneras? —Le echó en cara la pelirroja antes de alejarse de ahí hasta llegar al lugar en donde había dejado su bicicleta, se colocó el casco y se subió al vehículo para entonces irse, mientras que Evie la veía alejarse de ella.

¿Por qué no te acercarás, Dizzy?

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