003. Evil Like Me.
❝Mother, tell me what to do❞
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Evie se encontraba sentada con la espalda contra la puerta de su departamento, en el que había un cartel rojo en el que se leía:
«AVISO DE DESALOJO.
LA CERRADURA HA SIDO REEMPLAZADA».
Y ustedes se estarán preguntando: “¿Por qué esta pobre chica no va a llorarle a su vecino, en lugar de estar en el medio del pasillo como una idiota?” pues aquí les tengo la respuesta: ella ya lo había intentado, pero lamentablemente su mejor amigo no estaba en casa.
Él siempre dedicaba dos horas de su día a sacar a pasear a su mascota, Dude, a cualquier lugar a donde el perro decidiera ir.
Y la chica de cabello azul había estado en el pasillo durante una hora, pero ¿saben qué? Ella no era una persona paciente.
La joven se llevó una mano a la cabeza, en donde aún tenía restos de crema debido al incidente con el pastel, así que se metió el dedo a la boca y saboreó la crema; justo cuando el sonido de la notificación que indicaba una solicitud de video llamada entrante proveniente de su celular la hizo regresar a la realidad. Se sacó el dedo de la boca y tomó el aparato, lo colocó frente a ella y finalmente aceptó la llamada.
—Hola, mamá. —Saludó la VK, forzando una sonrisa.
—Ahí está mi manzanita. ¿Qué hay de nuevo? —La interrogó su progenitora, quien se encontraba dentro de su auto.
Mírate, mírame, no sé quién debo ser; madre.
—No mucho. —Informó Evie, negando con la cabeza. —Solo estoy pagando... el derecho de piso.
¿Está bien? ¿Está mal... ser una villana en la oscuridad?
—Ya va a llegar. Tienes el talento, cariño, para el maquillaje; la moda y el baile. Y si en Auradon no saben reconocerlo, entonces envenénalos a todos tal y como yo te lo enseñé. —La consoló su madre. — ¿Estas en el pasillo?
—Sí. Es que... espero un pedido. —Se excusó la chica de la Isla, quien luego se mordió el labio inferior, nerviosa.
Madre, dime qué hacer.
— ¿Lo demás está bien? ¿Necesitas algo? —Preguntó Regina, quien siempre había hecho todo lo necesario para que su descendiente tuviera una oportunidad. —Sé que durante el último año has estado trabajando muy duro en Evie's 4 Hearts, pero también sé perfectamente que es difícil hacer que un negocio como ese logre crecer, también soy consciente de que un castillo no es nada económico y si no tienes dinero para seguir pagando el alquiler en esa sucia residencia puedes venir a casa y lo soluciona...
—No, madre. Todo está bien. —Mintió la joven diseñadora. —Llegó mi comida, así que...
—Sí, ok. —Le dijo la adulta, rápidamente. —Llámame más tarde, cuando puedas, no importa si es de noche. —Pidió entonces.
—Sí, lo haré. —Accedió la chica de cabello azul. —Adiós. —Se despidió antes de finalizar la video llamada.
La VK miró a su alrededor y suspiró hondo, pensando en qué mierda iba a hacer con su vida, hasta que unos instantes después; su teléfono volvió a sonar. Ella miró la pantalla, en la que tenía un mensaje nuevo de su madre.
«No puedes engañarme. Ven a casa».
La chica de la Isla maldijo entre dientes, le clavó el visto y luego se dispuso a escribir tres mensajes, el primero fue para Audrey.
«Aud, ¿tu abuela sigue en el hospital? Espero que se mejore. Ahora, no pierdas la cabeza, pero tengo que regresar a la Isla por unos días. No me extrañes mucho».
El segundo mensaje estaba destinado a Jane, la hija del hada madrina que, además de ser la mano derecha de Audrey, era también una de las jefas de seguridad de la Corona. Bueno, la jefa de seguridad que conformaban las hadas, porque la jefa de seguridad real es Lonnie.
«Jane, ¿podrías hacerme un pequeño favor? Necesito que me autorices un permiso para ir a la Isla, lo necesito ya que soy la Consejera Real y todo eso».
Finalmente, el tercer mensaje, era para su mejor amigo.
«Carlos, todo está empeorando aquí, así que volveré a casa. No tienes que venir conmigo, sé que aún te asusta volver a ver a tu madre, así que puedes quedarte. Yo te llamaré si te necesito. Te quiero, pequitas. Solo espero no quedar atrapada ahí de nuevo».
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Cuando Evie estacionó su moto en la Plaza de la Isla, en donde su madre la estaba esperando, la recién llegada se quitó el casco y sacudió su cabello. Se bajó del vehículo y su progenitora la rodeó con sus brazos.
— ¡Manzanita! ¡Estas más linda que la última vez que te vi! —Exclamó Regina, sin soltarla.
—Me viste hace menos de dos horas, madre. —Le recordó su descendiente, algo avergonzada, por lo tanto se apartó de ella.
—Me refiero a la última vez que te vi personalmente, no a través de unas pantallas. —Aclaró la adulta, separándose y mirándola con atención. — ¿Has hablado con tu papá?
—No. —Respondió la menor, seria, entonces suspiró. —Oh my gosh. Espero que él no haya visto ese video mío. Ni ella ni la gente de aquí, me moriría. —Mencionó, avergonzada.
—No seas tan engreída. —La reprendió su madre. —Aquí tienen otras cosas de que preocuparse.
—Sí. —Susurró la chica de cabello azul, sin estar completamente convencida, pues había estado lejos durante mucho tiempo.
—Seguro yo solo lo sé porque soy la única que quiere saber todo sobre tu vida en Auradon. —Trató de consolarla la villana. —Pero aún puedes envenenar o convertir en ancianas a esas ratas que se burlaron de ti, y en cuanto a esa tal Leah Rose, le puedes arrancar el corazón y dárselo de comer a los...
— ¡Mamá! —La interrumpió Evie, avergonzada. —Odio el Internet, así que mejor vayamos a casa. —Se quejó antes de comenzar a caminar, llevando su moto por la calle, siendo seguida por su progenitora.
Luego de que avanzaran por algunas calles, debieron detenerse cuando un escuadrón de VKs pasó corriendo delante de ellas.
—Vamos, inútiles. Vamos, levanten los pies. —Ordenó el adulto que se encontraba a cargo de ellos.
—Vamos, Wicked Serpents. —Susurró Regina, haciendo una mueca de indignación.
—A este paso, seremos los más lentos. Le Fay, más rápido. —Exigió el mayor, apretando los puños.
—Eso intento, entrenador. —Dijo Kheaden, el hijo de Morgana, colocando ambas manos sobre sus rodillas mientras intentaba descansar un poco para luego continuar corriendo.
—Tú también, Ricitos de Oro, vamos; ignorante. —Insistió el adulto, harto de tantos mocosos.
—Veo que el equipo aún apesta. —Dijo Evie, mientras oía como el entrenador seguía dando instrucciones.
— ¡Hades! —Le llamó la atención su progenitora, harta de que le hicieran perder su tiempo.
— ¡Regina! —Exclamó el Dios del Inframundo a modo de saludo. — ¡Es una carrera, tarados! —Gritó antes de ir corriendo tras los VKs.
—Lo eché a perder, mamá. —Se lamentó la chica de cabello azul, mientras avanzaban por las calles nuevamente, en donde niños estaban escondidos para tratar de hurtar algo decente. —Soy un fracaso.
Ambas se detuvieron frente a un enorme cartel en el que se leía:
«LOST HOPE VS ROYALTON.
¡NO ES IMPOSIBLE!»
— ¿Sabes qué te haría sentir mejor, manzanita? —Sugirió su madre, intentando subirle el ánimo. Tomó su mano y comenzó a caminar en dirección hacia el mercado de la Isla de los Perdidos. —Chicle.
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