Capítulo 17


De repente parecía que el día de no estaba de su lado, una fuerte lluvia comenzó y ambos habían corrido tanto que no sabían en donde estaban.

—Mira ahí hay una cabaña -Hadarah le siguió en silencio, estaba aterrada pero sabía que al lado del Duque no estaría en peligro.

—¿Venían detrás de usted o de mi?

—De ti... llevaban rato viéndote - Hadarah se dejó caer al suelo, era una cabaña abandonada, estaba polvorienta y podía jurar que si recorría más a fondo veria las goteras.

—¿Qué haremos? - el frío no se hizo esperar, Regis la observo brevemente y se acercó a ella.

—Esperemos a que pare de llover - El coloco su capa en los hombros de la menor —No queda de otra - Hadarah asintió.

Se sentía bien estar a su lado los dos solos, pero el terrible lugar en el que estaban era simplemente horrible.

—Señor - Regis se giro a verla —Venga.

—Tengo que vigilar.

—Venga - el mayor solto un suspiro y se acercó, Hadarah tomó su mano y lo obligó a sentarse —Hace mucho frío y dicen que un abrazo funciona para dar calor.

—No creo que tus brazos lleguen.

—Hablo de los suyos señor - Regis asintió a medias y abrió sus brazos, Hadarah sonrió algo tímida y se acomodo en el enorme pecho del Duque, la capa los cubrió por completo. —Así esta mejor  - Hadarah cerró sus ojos.

—No deberías de acostumbrarte... - pero sus palabras quedaron en el aire, pronto pequeños ronquidos se escucharon —Ah niña tonta.































Los guardias miraron con temor al heredero de Angenas, Calisto los apuntaba con su espada mientras estos pedían piedad.

—¿Qué sucede aquí? -la duquesa hablo firme, Calisto bajo su espada y la miro.

—Estos idiotas perdieron a mi hermana - Angela le arrebato la espada y les apunto.

—Justo ahora pareciera que el cielo se nos viene encima y mi amada hija esta desaparecida, tienes dos opciones o van a buscarla y mueren en el intento o escapan y mueren, ¡ahora largo! -ambos hombros salieron corriendo junto a dos grupos de guardias.

—Madre ¿Qué haremos? - Angela tomó su mano.

—Busca a Adionis, que salga a buscarla, yo iré con tu padre y tu ordena a los caballeros.




























Regis observo los plateados cabellos de Hadarah, estos brillaban incluso en la oscuridad, eran sedosos y bien cuidados, si cuerpo era pequeño y con curvas y sus manos no eran ni la mitad de las suyas.

—Apuesto a que Eros hizo esto... quiso alejarme y acabamos aquí  -un susurro bajo salió de sus labios —Cada vez es más oscuro, dudo que podamos irnos hoy.

—Duque  -su voz salió baja pero el logro escucharla por la cercanía, aún seguía dormida.

—Duerme -la acomodo mejor en sus brazos y siguió observando el lugar — Si enciendo una fogata posiblemente acabemos incendiando el lugar, así que solo queda estar abrazados...

Para el estar tan cerca de otra mujer que no fuera su esposa le resultaba extraño.

—Amelia...

La noche paso tan lluviosa como la tarde, la madrugada dio aviso al cese y finalmente ambos pudieron salir del profundo bosque.

—Dara - la joven se removió en sus brazos —Debemos irnos ya.

—Voy -un pequeño bostezo salió de sus labios, Regis la ayudo a ponerse de pié, la envolvió nuevamente en su capa y salió.

—Todo esta despejado, es momento de salir.

—Si señor - Hadarah se acerca a la puerta y miro los alrededores, lodo y ramas, no tenía sus zapatos por lo cual caminar le sería difícil.

—Sube a mi espalda - Hadarah abrió sus ojos y nego  —Sube Dara -la joven lo pensó un momento y se acerco a el, el Duque se agachó y Hadarah logró subir.

—¿Me llamo Dara?

—No - ella soltó a reír.

—Me alegra que nos volviéramos tan cercanos - Regis prefirió ignorarla y comenzó a caminar. —¿Cree que esos hombres sigan por ahí?

—Espero que no - Hadarah asintió.

Estar en la espalda del Duque le resultaba incómodo, esta la sostenía de las pantorrillas con fuerza.

—Mire ahí viene alguien - Regis se puso en posición, pero un rostro familiar se dejó ver.

—¡Hadarah! - Adonis bajo del caballo con rapidez y corrió hacía ellos —¿Qué sucedió? ¿Estas herida?

—Estoy bien  - Adonis la cargo tan pronto estuvo cerca, la reviso y se aseguro de que no estuviera herida.

—Estábamos muy preocupados, me alegra saber que estas bien -Hadarah lo abrazo.

—Fue gracias al Duque.

—Gracias su excelencia  - Regis asintió —Vamos a casa, el carruaje esta al final del bosque, Duque por favor venga con nosotros  -el asintió y siguió a la caravana.

Al llegar a la Mansión Angenas el Duque se abalanzó sobre su hija y lloro por algunos minutos, la Duquesa le miraba con reproche y el mayor simplemente sonrió contento.


—Ya papá no llores - el Duque se alejo un poco y se limpio el rostro.


—¿No te da vergüenza Duque? -la duquesa nego.


—Duque Ploen, muchas gracias por proteger a mi hija - Alpheus le agradeció, Regis asintió.



—Permitanos darle una habitación para asearse, Ana llévalo por favor  -la sirvienta se acercó y le indico que ingresara, Calisto se acercó a Hadarah y la cargo.


—Mi princesa - Hadarah sonrió —Me preocupaste.



—Me distraje, lo siento...



—Al menos tuviste a alguien que te rescatará  - Calisto le guiño un ojo y sonrió.















El Duque Alpheus y el Duque Ploen se reunieron luego de que este último estuviera listo, ambos hablaron al calor del día y sus palabras sólo fueron escuchadas por el viento.

























Los días pasaron y pronto la competencia de caza que organizaba el emperador se llevó acabo, Angenas, Ploen y demás casas de renombre se reunieron en el coto de caza del emperador, se prometía una alegre competencia y el ganador obtendría una reliquia familiar del imperio.




—¡Lia! -Hadarah se acerco a ella y la abrazo. —Me alegra verte.


—Siento no haber ido a visitarte, papá me contó todo.


—Gracias a el estoy bien - Jubelian sonrió —Vamos Liche esta por allá - Jubelian tomó la mano de Hadarah y ambas caminaron hasta el toldo que habían preparado para ellas.

















































Presten atención en los detalles del siguiente capítulo, se viene lo bueno.

Subí una nueva historia de este mismo género pero no está basada en ningún webtoon.

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