Prólogo.
Audrey Rose había tratado de ignorar la presencia de los VKs desde que aquellos cuatro chicos de la Isla habían llegado a Auradon, hasta que Jane comenzó a acercarse a Mal.
Y lo siguiente que la hija de Aurora supo fue que su mejor amiga le había pedido a la ojiverde que arreglara su cabello. Y cuando la VK hizo aquel truco con mas muchachas de la escuela, pero especialmente con su mejor amiga, fue cuando Audrey no pudo soportarlo mas.
— ¿Crees que ellas hayan pagado por esos cortes de cabello? —Le preguntó a su novio en los pasillos de la preparatoria, mientras Jay coqueteaba con las AKs y Jane se acercaba lentamente hacia el resto, mostrando su característico y tímido desinterés lésbico. —Ella también se lo hizo al cabello de Jane, y el Hada Madrina no esta feliz con respecto a eso.
Pero su pareja no parecía entender la gravedad de la situación.
— ¿Cuál es el problema?
Ese chico era idiota, o no quería ver lo que tenía frente a sus ojos.
— ¡Es magia malvada! Claro, primero empieza con el cabello, luego continúa con los labios; y las piernas, y la ropa, y entonces todo el mundo se verá bien y entonces... ¿dónde estaré yo? —Se lamento la princesa de Auroria.
Cuando comenzó a quejarse con Ben, él no estuvo dispuesto a oírla.
—Escucha, Audrey...
La castaña no había querido prestarle atención al resto de las palabras de su novio, pues estaba muy ocupada fantaseando con una vida en la que no tuviera que cumplir con las expectativas de su familia.
«Estaré junto a Jane»
Claro que no lo dijo en voz alta, simplemente interrumpió al príncipe con una excusa sobre irse a la prueba de vestido para su coronación y que lo vería más tarde en el juego de Tourney.
Resulta que aquel día, el heredero al trono de Auradon la humilló delante de toda la escuela, al confesar su amor por Mal.
Audrey corrió a ocultarse en el vestuario de chicas, nadie fue tras ella para consolarla.
Cuando pudo volver a arreglar su maquillaje, regresó al lugar, solo para notar como Jane –que vestía un traje de armadura, pues era la mascota del equipo de los Caballeros de Auradon– sonreía al ver bailar a Carlos junto a Ben; quien le cantaba una serenata a la chica de cabello morado.
Apenas ese show terminó, Audrey subió a las gradas para interrumpir a la pareja, tomando el micrófono.
—Chad es mi novio ahora, e iré a la coronación con él, así que ya no necesito tu bondad. —Declaró, luego la descendiente de Aurora besó al rubio, rompiendo el corazón de la pequeña hada; pero el futuro rey aprovechó la oportunidad para robarle el micrófono.
— ¡Mal! ¿Irías a la coronación conmigo?
Audrey sonrió, anhelando que la VK se opusiera.
— ¡Sí!
Aquello decepcionó a la castaña, quien se apartó de Chad y bajó de las gradas, alejando a la gente de su camino. Y entonces vio que Jane estaba llorando, por su culpa, pero no podía encargarse de ella ahora.
Regresó a su hogar, en donde volvería a ser la decepción de la familia Rose.
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Al día siguiente, Jane trataba de alcanzar a su mejor amiga en el pasillo de la escuela, quien era demasiado orgullosa como para admitir sus sentimientos.
— ¡Audrey! ¡Ya deja de evitarme, por todas las calabazas mágicas! —Le rogó la pequeña hada, hasta que la castaña se detuvo cuando llegó a su casillero y lo abrió. —Vamos a hablar de lo que pasó en el partido.
—No te estoy evitando, la vida de una princesa como yo es muy ocupada, simplemente ayer no tuve tiempo para leer los 150 mensajes de texto que me dejaste. —Mintió la hija de Aurora, eligiendo uno de los 15 labiales que guardaba en su casillero y abriéndolo. —No sucedió nada que sea digno de mencionar. —Se limitó a evadir el tema y comenzó a ponerse un poco más de labial.
—Tuviste esta vida ocupada de princesa durante dieciséis años y siempre tuviste tiempo para mí, así que no me pongas esa excusa tonta, si no querías hablarme; debiste decirlo. —Replicó la chica de ojos azules, quien detestaba que la contraria tuviera las agallas para mentirle en la cara. —Besaste a Chad. A tu mejor amigo, en el que nunca te habías fijado, ¿por qué?
—Jamás diría tal cosa porque no quiero hacerte daño. —Se apresuró a aclarar la descendiente de Aurora, para luego mirarse en uno de los cinco espejos que tenía dentro de su casillero, asegurándose de que ahora su maquillaje estuviera realmente perfecto. —Por la misma razón por la que le estabas dando sonrisitas a De Vil cuando lo veías bailar luego del partido.
—Sé que nunca serías capaz de lastimarme a propósito, Aud—Afirmó la pequeña hada, mirándola con atención, como si fuera la persona mas importante que tuviera en frente; porque de hecho, así era. Elevó una ceja cuando escuchó el último comentario, pues aquello definitivamente no se lo había esperado. —¿Estas celosa?
—No. —Se opuso la princesa de Auroria, acomodando su cabello para luego cerrar el casillero y suspirar hondo. —Mira, Jane, será mejor que cuando estemos en publico; hagamos de cuenta que todo esta bien entre nosotras. —Dicho esto, no esperó la respuesta de la contraria y se retiró, la menor la siguió con la mirada y se resignó a seguirle la corriente; pues no deseaba perder a la chica que amaba.
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Luego de un pequeño caos provocado por Leah y su nieta durante el Día de la Familia, que culminó en que Chad perdiera la consciencia por unos cinco minutos gracias a Evie –aquello fue lo mejor de la celebración, según Jane, pero jamás lo admitiría en voz alta–; los core four habían huido de la fiesta.
Para la hora del almuerzo, ninguno de los cuatro había probado su comida, habían perdido el apetito luego de que aquel príncipe los expusiera ante todos.
En las mesas que se encontraban detrás de los chicos de la Isla, se encontraban los AKs, que los ignoraban. Jane y Audrey hablaban, estando tomadas de las manos.
Hasta que Ben, quien venia desde el lado contrario del patio, se acerco a los VKs.
—Hey, chicos. ¿Cómo están todos? Si. Hey, escuchen, olvídense de eso; ¿ok? No fue nada, olvídenlo, déjenlo ir. —Pidió el hijo de Bella y Bestia, caminando alrededor de los cuatro hasta que se coloco detrás de Mal y comenzó a masajear sus hombros al notar lo tensa que ella estaba. —Mañana, después de la coronación, les prometo que estarán bien.
Evie unió sus manos, que ahora sostenían su mentón, mirando a la pareja real con seriedad. No le creía ni una sola palabra. El castaño la miró y luego se acercó hacia el oído de su novia.
—Debo irme. —Le susurró, sin dejar de masajear sus hombros, después se enderezó y miró al resto del grupo. —Los veré mas tarde, chicos. —Dicho esto, se apartó de la VK para abrocharse los botones del saco azul que usaba mientras se retiraba.
Doug se acercó a los chicos de la Isla, sosteniendo su saco por encima de su hombro.
—Escucha, Evie, quiero hablarte sobre lo que pasó antes. Yo solo... —Comenzó el enano, pero el hijo de Cenicienta vio aquello y se levantó de su asiento en la mesa.
—Doug. —Lo interrumpió el rubio, el enano giró la cabeza para mirarlo. Audrey también lo observaba.
—Es mi culpa, Doug, lo siento. —Admitió Evie.
—Doug. —Insistió Chad, el enano nuevamente se giró.
— ¿Qué? —Le recriminó el hijo de Tontin, luego suspiró derrotado, volviendo a ver a la chica de cabello azul.
—Doug...—Murmuró Evie.
—Lo siento, no puedo...—Se disculpó el enano, comenzando a retroceder lentamente, para luego dirigirse hacia la mesa en la que se encontraba el descendiente de Cenicienta. "Ok" Le dijo antes de tomar asiento junto al grupo, mirando a la villana de reojo, quien empujó suavemente su plato de comida; estaba demasiado triste como para comer.
Y entonces Jane y Audrey se acercaron a los chicos de la Isla.
— ¿Cuánto cree ella que esto va a durar? Mal solo es un intento de mala influencia. —Comentó la castaña, deteniéndose justo detrás de la ojiverde, asegurándose de que la última la oyera.
—Sí. —Concordó la pequeña hada, acercándose hacia el oído de Mal. —Quiero decir, él nunca va a convertir a una villana en reina. —Añadió, mirando a Evie, quien la observó con odio cuando ambas AKs comenzaron a reír para acto seguido alejarse para hablar con algunas chicas.
Mal sacó su libro de hechizos y lo abrió, buscando una pagina en especifico, hasta que la encontró.
—Postizos con rizos, deshagan el hechizo. —Murmuró el encantamiento mientras movía sus dedos, y unos instantes después, la magia hizo efecto.
Jane gritó con todas sus fuerzas cuando su cabello volvió a la normalidad y todas las chicas que se encontraban a su alrededor comenzaron a reírse, incluida Audrey, quien se cubrió la boca.
Mal y Evie se incorporaron de sus asientos y la primera se giró para encarar a las chicas de Auradon, mientras que la otra VK tenía una mano en su cadera.
—Tengo mucho mas de donde vino eso. —Les advirtió la ojiverde.
—Disculpa, ¿quién te crees que eres? —La interrogo Audrey, imitando la pose de Evie y sonriendo con cinismo.
— ¿Parece que estoy bromeando? —Replicó la chica de cabello morado. La sonrisa de la castaña desapareció y, cuando Mal volvió a abrir su libro para buscar otro hechizo, la chica de Auroria tomo la mano de Jane para largarse de ahí corriendo; junto a los demás AKs.
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El día de la coronación llegó, y Audrey estaba dando un par de vueltas para mostrar su vestido, cuando Jane llegó junto a ella con timidez pero ni siquiera fue capaz de dirigirle la palabra después de lo que había sucedido durante el día anterior. La castaña se giró para tocar el brazo de Chad y entonces hizo contacto visual con la pequeña hada, el rubio alejó a su novia de la menor disimuladamente, simulando que quería presumir a su chica frente a sus padres.
Unos minutos después, Ben apareció en el castillo, y ahí fue cuando el verdadero caos comenzó; pues antes de que el pudiera ser bendecido con la varita del Hada Madrina, Jane le arrebato el artefacto a su madre que comenzó a disparar varios rayos, rompiendo varias ventanas. La AK bajo las pequeñas escaleras; manteniendo distancia entre la familia real y tratando de controlar el objeto mágico que era demasiado poderoso.
Los presentes entraron en pánico, tratando de protegerse a sí mismos.
—Niña, ¿qué estas haciendo? —La interrogó el Hada Madrina, confundida.
—Si tú no vas a hacerme hermosa, yo misma lo haré. —Aseguró Jane, tratando de controlar la varita, cuyo poder era tanto que la hacia girar en su lugar. Ben corrió a proteger a Mal, mientras que todos los demás retrocedían. — ¡Bibbidi bobbidi boo!
«No tienes que hacer esto, para mí eres la más hermosa del reino, hadita» pensó Audrey. «Aunque bueno, si yo estuviera sufriendo tanto como ella, yo no habría amenazado a todos con la varita»
— ¡Busquen refugio! —Gritó Adam, mientras el hada madrina y su esposa se aferraban a sus brazos, con los que intentaba protegerlas.
Fue entonces cuando Mal se apartó de su novio y corrió hacia la pequeña hada, comenzando a forcejear con ella para quitarle la varita mágica.
«Ni se te ocurra lastimarla, no lo merece».
— ¡Ten cuidado, Mal! —Le advirtió Bella, preocupada, viendo como las adolescentes forcejeaban hasta que la chica de la Isla se apoderó del artefacto mágico. Jane la miró, luego observo a su alrededor y salió corriendo, buscando refugio. Se colocó al lado de Lonnie, quien la refugió detrás de ella con un movimiento de su brazo.
—Mal, dame la varita. —Pidió Ben, encarando a su novia.
—Retrocede. —Demandó la chica de cabello morado, justo cuando sus amigos se acercaron a ella.
—Está bien. —Trató de calmarla el príncipe.
—Ben, ¡dije que te alejes! —Exigió la villana, apuntándolo con el artefacto mágico.
— ¡Te lo dije! —Gritó Audrey, acercándose a ellos por impulso, hasta que Mal se giró para apuntarla a ella con la varita y todos gritaron; Leah se apresuró a tomarla por la cintura mientras que Chad la sostenía por un hombro, mirando la situación con espanto.
—Vámonos. —Exclamó Carlos.
—Es hora de la venganza. —Añadió Jay.
—Apresúrate, Mal. —Suplicó Evie.
— ¿Realmente quieren hacer esto? —Los interrogó el príncipe de Auradon.
— ¡No tenemos elección, Ben! —Se lamentó la ojiverde. —Nuestros padres...
—Sus padres tomaron sus decisiones. —Intervino el castaño. —Ahora ustedes deben tomar las suyas. —Los alentó.
—Creo que quiero ser buena. — Admitió Mal luego de unos minutos.
—Eres buena. —Le recordó el príncipe.
— ¿Cómo lo sabes? —Le gritó su novia.
—Porque... porque estoy escuchando a mi corazón. —Respondió el chico Bestia.
—Yo también quiero escuchar a mi corazón. —Confesó la ojiverde, bajando la varita y girándose para ver a sus mejores amigos. —Y mi corazón me esta diciendo que nosotros no somos nuestros padres. —Añadió y soltó una risita nerviosa.
—O sea, robar cosas no te hace feliz. El Tourney y la pizza de la victoria con el equipo te hacen feliz. —Prosiguió Mal, dirigiéndose a Jay, para luego mirar al pecoso. —Y a ti, rascarle la barriga a Dude te hace feliz, ¿quién lo hubiera pensado? —Continuó y volvió a reír para entonces mirar a Evie.
—Y Evie... No tienes que fingir ser tonta para conseguir a un chico, eres muy inteligente y muy hermosa. —Le recordó, ambas rieron y la chica de cabello morado soltó un suspiro. —Y yo no quiero dominar el mundo con el mal, eso no me hace feliz. Quiero ir a la escuela, y estar con Ben, porque Ben me hace realmente feliz. —Añadió, girándose hacia el para mostrarle el anillo de Bestia que estaba en su dedo, aquel que el príncipe le había pedido que usara; luego se volteó para encarar al grupo de chicos de la Isla.
—Que nosotros cuatro seamos amigos me hace realmente feliz, no destruir cosas. —Habló Mal, luego estiró su brazo hacia delante. —Yo elijo el bien, chicos.
Los tres VKs la observaron, sin saber que hacer, hasta que el joven ladrón estiró su brazo hacia donde estaba el de su mejor amiga.
—Yo también elijo el bien. —Exclamó Jay, sincero. Ambos miraron a la descendiente de Regina.
—Yo elijo el bien. —Anunció ella, estirando su brazo y colocando su mano libre en su cadera, con una enorme sonrisa en su rostro. Los tres observaron al menor.
—Así que, solo para ser claros, ¿no tenemos que preocuparnos acerca de lo enojados que nuestros padres estarán? —Cuestionó De Vil, causando que Mal riera con incomodidad. —Porque van a estar realmente molestos.
—Sus padres no pueden alcanzarlos aquí. —Le aseguró Ben, logrando calmar a los cuatro.
—Ok, entonces... el bien. —Accedió el pecoso, estirando su brazo hacia el centro.
Mal rio una vez mas y giró la cabeza para ver a su pareja, haciéndole un gesto con la misma para que se aproximara hacia ellos.
—Ven. —Le dijo la VK, el joven avanzó lentamente hacia ellos hasta quedar al lado de Mal y estiró su puño hacia el centro, mientras que los invitados aplaudían y la ojiverde depositaba su cabeza en el hombro de su novio.
La paz y tranquilidad duró unos segundos, pues un gran estruendo se oyó, provocando que ambos se apartaran y todos se distanciaran un poco cuando una gran nube de humo verde ingresó por una ventana rota hasta posicionarse en medio de los VKs y la familia real.
— ¡Regresé! —Anunció Maléfica con una enorme sonrisa perversa en su rostro, con el Ojo de Dragon en su mano.
—No puede ser. —Murmuró su descendiente, sosteniendo la varita con firmeza. —Vete a la mierda, madre.
La recién llegada no pudo evitar comenzar a reír.
—Ella es graciosa. —Confesó la Emperatriz del Mal entre risas. —Eres muy divertida. Ahora, dame la varita. —Exigió, y la menor extendió su brazo hacia ella para darle el artefacto.
— ¡No! —Gritó Ben, y Mal aprovechó la oportunidad para lanzarle el objeto mágico al Hada Madrina, quien lo atrapó.
—Bibbidi bobbidi. —Comenzó a recitar la mujer, moviendo su varita mágica con velocidad.
—Boo —Se burló Maléfica, elevando su cetro y haciendo que todo el mundo –excepto ella y los VKs– quedaran paralizados.
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Después de que Maléfica fuera derrotada –específicamente, termino convertida en lagartija–, el Hada Madrina deshiciera el hechizo que paralizó a todos y Ben le prometiera a Mal que la próxima vez la rescataría a ella –aunque la VK le dijo que no permitirían que se presentara una segunda oportunidad–, la chica de cabello morado se acercó al Hada Madrina y a Jane; quienes estaban delante de la familia Rose.
—Yo te quiero, pero estas metida en grandes problemas. —Le aseguró la adulta a su descendiente, apuntándola con la varita mágica, hasta que Mal colocó su mano sobre el hombro de la mayor.
—No sea muy dura con Jane. Yo fui la que puso todas esas ideas locas en su cabeza. —Pidió la ojiverde, quien estiró su brazo libre hacia la pequeña hada, ella tomó su mano. —Tú eres hermosa, por dentro y por fuera. Tu mamá tenía razón sobre eso.
La hija de Aurora escuchó eso y comenzó a prestar atención a la conversación ajena, manteniendo la distancia que las separaba. «Así que fue su culpa» pensó la princesa de Auroria.
—Creo que soy muy afortunada de que ella sea mi mamá. —Confesó Jane, sonriendo.
—Si, yo también lo creo. —Le dio la razón la chica de la Isla, entonces soltó a la menor, su madre uso su varita mágica para indicarle que se retiraran y ambas se alejaron.
Audrey se acercó tímidamente hacia Mal, mientras Leah las observaba. La chica de cabello morado le sonrió a la princesa, quien ladeó la cabeza, la primera hizo una reverencia ante ella; que la segunda imitó y las dos rieron al mismo tiempo. Mal se giró, para ver como uno de los sirvientes usaba el vidrio en el que guardaban la varita mágica para encerrar a su madre allí.
— ¡Hey! ¡Ten cuidado, es mi mama! —Le recriminó la villana mientras caminaba hacia allí, el muchacho hizo una reverencia ante ella y se retiró. La chica de cabello morado se aproximó hacia donde se encontraban sus amigos junto a su novio, abrazados.
—Que comience esta fiesta ya. —Sugirió Jay, provocando que la ojiverde riera y los cinco no tardaran en hacer los coros: —Ohay, ohay, hey.
Un rato mas tarde, todos se encontraban danzando fuera del palacio, celebrando un nuevo comienzo para todos. Audrey estaba buscando a Jane para poder sacarla a bailar, pues la menor estaba sentada sola en uno de los bancos, pero antes de que pudiera aproximarse hacia ella; Carlos y Jay tomaron asiento a su lado. Le ofrecieron sus manos, animándola a unirse a la diversión, la pequeña hada las tomó y los tres se incorporaron.
Carlos hizo que Jane diera una vuelta y ambos se sonrieron, para entonces subir al escenario para bailar junto a los demás, mientras que Jay tomaba asiento en uno de los escalones. Audrey, viendo que esa seria su mejor opción para estar cerca de ella, se dirigió hacia el villano para sacarlo a bailar; para poder demostrar sus excelentes talentos como bailarina.
Horas más tarde, cuando la hija de Aurora ya había regresado a su hogar, la joven -quien ahora usaba un cómodo pijama de seda rosado y estaba descalza- estaba escribiendo en su diario: «In another life, I would be your girl, we'd keep all our promises, be us against the world, in another life, I would make you stay, so I don't have to say you were the one that got away, the one that got away...»
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Seis meses más tarde, Audrey se había cansado de ver los patéticos intentos de Carlos para acercarse a Jane –que nunca terminaban siendo exitosos, porque afortunadamente para ella los menores aún seguían siendo amigos–, había terminado su relación con Chad y cuando su familia comenzó a recriminarle por eso, ella se subió en una limusina y se marchó con sus Hadas Madrinas lo más rápido posible.
A la única que les había dado explicaciones habían sido Jane y Lonnie, porque nadie más se había preocupado por ella, ni siquiera Ben.
Así que mientras la hija de Aurora estaba en un spa con Flora, Fauna y Primavera, la descendiente del Hada Madrina había tomado el lugar de Audrey como presidenta del Comité de Decoraciones para el Cotillón Real y se había unido al equipo de porristas.
La chica de ojos celestes estaba en el balcón del gimnasio de Auradon Prep, junto con el resto del escuadrón de porristas, viendo una práctica de esgrima –dirigida por Jay– en la que Carlos se esforzaba por dominar la espada; hasta que Lonnie los interrumpió, demostrando que las chicas podían hacer cualquier cosa que hicieran los chicos.
En otras palabras, le pateó el trasero a Jay, para luego pedirle que la dejara entrar al equipo; ya que necesitaban a un miembro más. Pero antes de que el moreno pudiera aceptar, Chad los interrumpió dando un estúpido discurso sobre respetar el reglamento –Jane estaba acostumbrada a vivir con una madre exigente con respecto a eso, pero cuando el hijo de Cenicienta se portaba como un imbécil con su mejor amiga y la humillaba delante de todos, la pequeña deseaba sacar su varita mágica y quemarle el trasero; pero no lo hacía porque no podía meterse en problemas– que hizo que el hijo de Jafar se viera obligado a oponerse ante el pedido de la joven guerrera.
—Lo siento, el entrenador confía en mí. —Habló el capitán del equipo, con una expresión seria. —Y no seguiré siendo capitán si ignoro el reglamento.
—Si mi madre hubiera pensado así, habría perdido la guerra. —Le recriminó Lonnie, decepcionada y frustrada.
Chad soltó una risita y miró a Jay para luego volver a ver a la descendiente de Mulán.
—Okay. —Dijo el rubio, incrédulo, la guerrera se dio la vuelta para marcharse y el príncipe estiró el brazo en el que tenía el objeto que establecía un montón de idioteces y cosas que debían seguirse. —El reglamento, el reglamento. —Añadió a modo de burla.
La hija de Mulán soltó un suspiro, reprimiendo las ganas que tenía de darle su merecido, forzó una sonrisa y se fue del gimnasio.
—Muy bien, chicos. —Habló el VK, dándole un suave golpe en el hombro al descendiente de Cenicienta. —La práctica terminó, vámonos. —Dijo, y todos comenzaron a dispersarse.
Carlos se incorporó de su asiento, mirando a la porrista en el balcón, que revisaba su agenda mientras se retiraba.
— ¡Jane! —La saludó el pecoso, subiéndose a uno de los cubos con los que practicaban para llamar su atención, la menor se giró para verlo. —Jane, hey.
—Hey, Carlos, ¿qué pasa? —Dudó la hija del hada madrina, sonriéndole con dulzura.
—Uhm...—Comenzó a hablar el descendiente de Cruella, pero un ladrido los interrumpió y el muchacho giró la cabeza solo para ver como su mascota saltaba hacia uno de los asientos para observar la escena, su dueño volvió a mirar a la pequeña hada. —No mucho, ¿y tu?
—Demasiado. —Admitió la ojiceleste. —Íbamos a elegir el banner azul y dorado para el Cotillón pero no podemos encontrar el tono correcto de azul.
—Oh, si, eso si es una lástima. —Le dio la razón el VK, aunque la verdad era que no comprendía de que estaba hablando la chica. —Hablando del Cotillón...
—Lo se. —Lo interrumpió Jane. —Todos hablan del baile las 24 horas del día, es como si nunca hubieran ido a uno antes.
—Uhm... Nunca he ido a uno. —Admitió Carlos con algo de vergüenza, entonces la menor se dio cuenta del error que había cometido.
—Oh... Eres afortunado. —Se apresuró a hablar la pequeña hada. —De todas maneras, yo siempre termino sirviendo las bebidas con mi mamá. Este año estoy en el comité de decoración porque Audrey se fue de vacaciones al spa con Flora, Fauna y Primavera.
—Jane, tal vez deberíamos... —Dijo el pecoso.
— ¿Ignorar todo esto? Realmente, desearía poder hacerlo. —Aclaró la porrista. —Es tan lindo tener un amigo que sienta lo mismo. —Añadió, moviendo su brazo hacia el con entusiasmo.
—Oh, te comprendo. —Mencionó De Vil, tocándose el hombro como si la chica lo hubiera golpeado, ambos rieron hasta que el sonido de una notificación proveniente del celular de la pequeña hada arruinó el momento; la hadita tomó el objeto.
—Tengo que irme. —Informó la menor, enseñándole la pantalla del objeto en la que se veía una fotografía de la hija de Aurora, ya que la princesa de Auroria la estaba llamando. —Por cierto, gran práctica.
—Si. —Le dio al razón el VK.
—Nos vemos mas tarde. —Le dijo Jane, sonriendo, para luego darse la vuelta y comenzar a alejarse mientras atendía la llamada. —Hey, Aud.
Carlos la vio marcharse hasta que desapareció de su vista y entonces miró a su mascota, quien se veía apenado.
—No era el momento correcto, ¿está bien? —Se justificó el hijo de Cruella, estirando su brazo en el que no tenia la espada para luego dejarlo caer al costado de su cuerpo mientras giraba para ver la dirección en la que la chica se había ido, frustrado.
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Un rato más tarde, Carlos había regresado a su habitación en la residencia y se había cambiado de ropa, ahora estaba sentado en su cama: tecleando en su computadora portátil mientras que Dude se encontraba en su cama para perros; a un lado de su dueño. La televisión estaba encendida, repitiendo la nota que le habían hecho a Mal, pero ninguno le estaba prestando atención.
—Como salir de la friendzone. —Murmuró el pecoso, mientras buscaba eso en Google, para luego girar la cabeza para ver a su mascota. —Te veo leyendo sobre mi hombro. —Le dijo, para luego sonreír y acariciar su cabeza con cariño.
— ¡Déjenme en paz, malditas garrapatas, tú también, Charming! —Gritó la hija de Maléfica, abriendo la puerta del cuarto y metiéndose ahí luego de ser perseguida por los paparazzis -y el hijo de Cenicienta que se estaba haciendo pasar por paparazzi solo para molestar a la Dama de la Corte-, la cerró de un portazo y apoyó la espalda contra la misma; respirando de manera agitada. Carlos levantó la mirada solo para ver como su mejor amiga le colocaba el seguro a la puerta y luego comenzaba a caminar de un lado a otro por toda la habitación; deteniéndose frente a la televisión. Tomó el control remoto que estaba encima de una pequeña mesa y tardó varios intentos en encontrar el botón correcto para apagarla, dejó el objeto donde estaba mientras llevaba una de sus manos a su frente y seguía caminando de un lado a otro; perdiendo el control de si misma cuando sus ojos comenzaron a brillar durante unos segundos y luego aquel brillo desapareció.
—Wow... Tranquila, chica. —Le aconsejó el chico de cabello blanco y negro.
— ¿Qué? —Lo interrogó Mal, estresada. —¿Crees que esto es tan fácil? ¡Tú no tienes personas tomándote fotos cada maldita vez que abres la puta boca para decir BU, no es que yo pueda decir BU pero ya sabes...! —Añadió, acercándose hasta quedar a un lado de su cama, para luego suspirar y bajar la mirada.
—Lo siento. —Se disculpó el dueño del cuarto, alzando una ceja y volviendo a ver la computadora.
—Carlos, ¿a veces no extrañas gritarle a la gente y hacer que huyan de ti? —Quiso saber la rubia, captando la atención de su mejor amigo, quien soltó una risita incómoda.
—Estas pensando en mi madre, y usualmente yo estaba en el otro extremo del cuarto, recibiendo los gritos así que no realmente, no. —Replicó el pecoso con sinceridad, mientras la recién llegada negaba con la cabeza levemente mientras apartaba la vista, hasta que el menor recordó algo importante. — ¡Oh, hey! —Añadió, cerrando la computadora y dejándola a un lado de la cama para luego levantarse de la misma, captando la atención de Mal quien giró la cabeza para verlo más rápido de lo que Aurora cayó dormida.
Pasaron unos cuantos segundos en los que ambos permanecieron callados, hasta que el menor volvió a hablar; mientras Dude abandonaba su cama para perros para acomodarse mejor en el colchón de su dueño.
— ¿La trajiste? —Quiso saber el chico de cabello blanco y negro, la Dama de la Corte soltó un suspiro mientras bajaba la mirada, haciendo aparecer algo en sus manos; que no pudo mostrar porque la puerta fue abierta por el príncipe mas insoportable de todos, quien ingresó al cuarto y se aseguro de que no hubiera nadie en el pasillo para luego cerrar la puerta con delicadeza, girándose y lanzando una pequeña llave al aire para entonces agarrarla nuevamente; hasta que hizo contacto visual con ambos VKs.
—Hola. —Los saludó Chad, señalándolos con algo de incomodidad, pero disimulando aquello con una sonrisa falsa. Apuntó hacia la impresora 3D que se encontraba en la habitación con una de sus manos. —Vine a usar tu impresora 3D. No tardaré más de un segundo. —Se justificó, el perro le gruño.
Lo cierto era que el hijo de Cenicienta había estado escuchando la conversación, estando detrás de la puerta, desde el momento en el que Mal había entrado.
— ¿Cómo conseguiste la llave de mi habitación? —Lo interrogó De Vil, serio. El rubio miró el objeto que tenia en la mano como si no supiera que había tenido eso en la mano desde... hace varias noches.
— ¡Oh! La imprimí la ultima vez que estuve aquí. —Se justificó el ex novio de Audrey, los VKs intercambiaron miradas, para luego volver a ver al AK; que ahora señalaba la impresora de los chicos de la Isla. —Ustedes estaban durmiendo. Es solo que... tú impresora es mucho mejor que la mía y tú instalaste todos esos hacks, todo funciona mucho mas rápido y...
— ¡Fuera! —Lo interrumpió Carlos, estirando su brazo para señalarle la salida, luego lo dejó caer a un lado de su cuerpo. —Ahora.
—Está bien, está bien. —Accedió el príncipe de mala gana, dándose la vuelta.
—Chad. —Lo llamó el pecoso, entonces el rubio se giró, elevando sus brazos con frustración.
— ¿Que? —Lo interrogó el príncipe.
—Deja la llave. —Pidió el hijo de Cruella, señalando el objeto que el AK aun tenia. El rubio miró la llave nuevamente y avanzó hacia la mesa en la que se encontraba la impresora, dejando el objeto allí de mala gana para entonces dirigirse hacia la puerta, mirándolos por ultima vez con mala cara para entonces abandonar el cuarto dando un portazo. El VK observó a su mejor amiga nuevamente. —Mal. Mi poción. —Le pidió, captando su atención.
—Mh, sí. —Murmuró la ojiverde, abriendo un recipiente chiquito que había hecho aparecer con su magia y sacando una pequeña pastilla roja que le enseño al pecoso.
—Así que... ¿esta cosa me hará decir lo que realmente siento por Jane? —Dudó el menor de los VKs, algo confundido.
—Sí, es decir, es una gomita de la verdad; así que tómala o déjala. —Le confirmó Mal.
—Perfecto. —Exclamó el pecoso.
—Espera, ¿estas seguro de que quieres comerla? —Intervino la rubia, alejando la pastilla de su alcance. —Porque esta cosa te hará decir la verdad todo el tiempo, no importa que, y la única razón por la que te estoy preguntando esto es porque se que si yo comiera esto ahora mismo, haría que me regresaran a la Isla, lo cual no suena super desagradable pero ya sabes... —Aclaró, hablando mas rápido debido a los nervios que la carcomían.
—Si. —Dijo el chico de cabello blanco y negro, encogiéndose de hombros. —Supongo que me arriesgare.
—Bien. —Accedió Mal, dejando caer el brazo con el que sostenía la pastilla a un lado de su cuerpo.
En ese momento, Chad despegó la oreja de la puerta del cuarto del joven VK, ya había escuchado bastante. Sacó su celular del bolsillo de su chaqueta gris y no tardó en marcar el número que tenía en favoritos.
— ¿Audrey? Soy yo de nuevo. —Dijo el rubio, ignorando que su ex novia probablemente había visto su nombre en el identificador de llamadas y le había contestado para mandarlo a la mierda por ser un pesado. — ¡No cortes la llamada, esta vez te contacté porque hay algo importante que tienes que saber! Es sobre Jane.
— ¿Qué te pasa ahora con mi hadita favorita, Charming? —Inquirió la descendiente de Aurora. —Te juro por todas las rosas que si la estás molestando de nuevo, te voy a llevar al museo de la oreja y voy a obligarte a pincharte el dedo con la rueca de Maléfica por meterte con mi chica.
— ¡Esta vez no soy yo el que quiere hacerle daño! —Protestó el descendiente de Cenicienta, un poco ofendido, mientras comenzaba a alejarse por el pasillo para evitar que los VKs lo descubrieran. —Carlos quiere hechizar a Jane.
— ¿¡Carlos quiere hacerle qué a mí persona favorita en el mundo!? —Se atrevió a preguntar la nieta de Leah, indignada. — ¿¡Cómo es eso posible!? ¡Él ni siquiera tiene magia! —Se quejó.
— ¡Él no la tiene, obviamente, lo único que De Vil tiene es un montón de pulgas! Pero le pidió ayuda a Mal para hacer ese encantamiento. —Aclaró Chad, haciendo una mueca. — ¿¡Qué tal si la quieren hechizar para convertirla en malvada y dominar el mundo con el mal!? —Exageró.
—Ugh, tendrá pulgas y pelos de su perro maleducado, ¡no entiendo cómo Ben pudo regalárselo! ¿¡Recurrió a esa!? Debí haberlo sospechado. Tienes que hacer todo lo posible para mantener a Jane lejos de él. —Dijo Audrey, decidida. —Yo regresaré para el Cotillón y recuperaré a mi chica.
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Unos días mas tarde, luego de que los VKs fueran a buscar a Mal a la Isla de los Perdidos junto a Ben, un secuestro y una charla de chicas entre los core four; Carlos estaba paseando con Dude por uno de los jardines de Auradon Prep, ambos aún usaban vestimenta de cuero.
—Charla de chicas, un éxito. —La mascota rompió el silencio. Si, leyeron bien, el perro habla. Es larga la historia.
—Si. —Le dio la razón el hijo de Cruella. —Excepto cuando se trata de invitar a salir a Jane, entonces soy toda una gallina.
—Voy a parafrasear a uno de los chicos mas valientes que conozco. —Habló el perro, su dueño se detuvo y Dude tomó asiento en el césped, mientras el menor de los VKs se agachaba para quedar a su altura. —Si no le gustas a ella, entonces ella no es la indicada para ti.
—Tú realmente eres el mejor amigo del hombre. —Admitió De Vil, haciéndole caricias en el mentón, para luego acariciarle la cabeza. —Vamos, amigo. —Le indicó, levantándose y caminando hacia la residencia para cambiarse de atuendo, pues el pecoso debía asistir a la practica de R.O.A.R.
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Una hora mas tarde, la pequeña hada caminaba por los alrededores de Auradon Prep, con una lista en su mano izquierda y el celular que sostenía con su mano derecha; por el cual hablaba con su madre, cuando Carlos -con su uniforme de R.O.A.R- corrió hacia ella, deteniéndola.
—Jane, Jane. ¡Jane! ¡Hey! —Mencionó el recién llegado, ella soltó una pequeña risita al verlo. — ¿Quieres ir al Cotillón conmigo?
—Si, claro. Todos iremos en un carruaje a las 6. —Accedió la chica de ojos celestes. —No, no, no. Los cubre-lápices están en la cabina, al lado del babor. —Le dijo a la persona con la que estaba hablando por teléfono.
—No, quiero decir... conmigo. —Repitió el chico de cabello blanco y negro, lentamente.
—Si, ¿quieres que pase a buscarte a tu cuarto? —Dudó la descendiente del hada madrina, dejando escapar una pequeña risa dulce, volviendo a concentrarse en dar las indicaciones que le estaban pidiendo a través de la llamada. —No, no, no. Entonces, cuando estas en el barco, a la izquierda. Si, si. Bien. No, no, no. No a la derecha, a la izquierda.
—Uh... Esto va a ser complicado. —Dijo Carlos, armándose de valor y estirando el brazo para tomar la mano de la porrista con la que estaba sosteniendo el celular en su oído, bajándola suavemente. —Jane, ¿serías mi cita para el Cotillón? Y si no me odias absolutamente para cuando termine, uhm, ¿tú considerarías; tal vez, que nosotros seamos más que amigos? ¿Tal vez? —Pidió, la AK soltó una risita nerviosa.
— ¿Como novio y novia? ¿Donde podremos tomarnos de las manos en lugar de golpearnos el uno al otro durante todo el tiempo? ¿Y nos podremos enviar mensajes, y puedo decirte lo grandioso que eres? Porque, Carlos, tú eres realmente grandioso. Y yo... ¡Y yo soy la chica más afortunada del mundo! —Habló la pequeña hada, bastante rápido. —Eres tan lindo y tierno.
— ¡Yo también! ¡Soy la chica más afortu...! Quiero decir, chico. El chico más afortunado. —Le dio la razón el pecoso, viendo como la porrista comenzaba a dar saltitos, para luego detenerse y rodearlo con sus brazos. El menor se quedó sorprendido durante varios segundos, porque casi nunca recibía muestras de cariño –excepto las que Jay, Mal y Evie le daban–, pero luego le correspondió el gesto; cerrando los ojos y disfrutando del momento.
—Jane, ¿puedes escucharme? —Los interrumpió la voz con la que la menor hablaba por teléfono, provocando que ambos se apartaran.
—Oh, lo siento. Te veré mas tarde. —Murmuro la chica de ojos celestes.
—Si, totalmente. —Accedió el VK, viendo como la muchacha volvía a acercarse el celular al oído para continuar hablando mientras se alejaba. El chico de cabello blanco bajó la mirada hacia donde se encontraba su cachorro, quien lo había acompañado y se había mantenido en silencio.
—Buen chico. —Lo felicitó su mascota. Su dueño soltó una risita y acarició su cabeza varias veces. —Oh si, nene, si. —Dijo, hasta que el chico dejó de hacerlo.
—Vamos, Dude. Andando. —Habló el hijo de Cruella, comenzando a caminar. — ¡Si!
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Chad tomó la corona que acababa de sacar de la impresora 3D y le dio un beso.
—Finalmente. —Dijo el hijo de Cenicienta, quien ya estaba vestido con su traje para el Cotillón Real. Se acercó hacia el espejo y se colocó la corona en la cabeza, observó su reflejo y volvió a acomodarse la corona. — ¿Qué es eso? ¿Por que no, Audrey? Todavía no he elegido a mi reina. —Dijo, alejándose un poco del espejo, con una mano en la cadera para luego darse la media vuelta; mirando su reflejo otra vez.
— ¿Por qué no, Audrey? ¿Porque estas enamorada de Jane? Eso no importa, ella no es nadie relevante en nuestra historia de amor. —Volvió a repetir el rubio, cuando el sonido de su celular –que había dejado en la mesa de la habitación– lo interrumpió, así que se acerco. — ¿Quién podría estar llamándome? —Se preguntó, agarrando el objeto y viendo el identificador de llamadas para luego soltar un grito y llevarse las manos a la cabeza, dejando caer el teléfono al suelo.
— ¡Audrey! ¡Audrey! —Gritó el príncipe, arrojándose al suelo y tomando su celular con movimientos torpes, bastante nervioso. Fue entonces cuando Carlos ingresó al cuarto, ya que la puerta estaba abierta.
— ¡Chad! Esta es mi habitación, Chad. —Se quejó el recién llegado, justo cuando el rubio estiró el brazo libre para pedirle que se callara, mientras que con su otra mano aceptaba la llamada de una vez y acercaba el teléfono a su oído. — ¿Qué dálmatas te pasa, idiota? ¿Vamos a tener una conversación sobre limites?
— ¿Audrey? —Dijo el hijo de Cenicienta a modo de saludo.
—Hey, Chad. Jamás pensé que diría esto de nuevo, pero te necesito. —Le dijo la descendiente de Aurora, con un tono de voz bastante fastidioso.
— ¿Si? —Exclamó el rubio, sorprendido y entusiasmado.
—Sí, pero no te ilusiones. —Le aclaró la princesa. —Mis hadas madrinas y yo estábamos regresando a Auradon, pero tuvimos un problema.
— ¿Si? —Repitió Chad, levantándose hasta quedar de rodillas, sosteniéndose de una silla.
—Veníamos en la limusina y se pincho un neumático cuando llegamos al bosque de Sherwood, ¿podrías venir a buscarnos? No quiero llegar tarde al baile.
—Sí, eso es una noticia maravillosa. —Accedió el rubio, para luego girarse a ver al VK, a quien no podría importarle menos lo que pasaba con el príncipe de los estúpidos. —Su neumático se pinchó en el bosque de Sherwood y quiere que vaya para solucionarlo.
—Eso esta a seis horas de distancia de aquí. —Le dijo el pecoso.
— ¿En serio? ¿Solo seis? —Dudó el descendiente de Cenicienta, sorprendido, para luego continuar con su conversación telefónica. —Llegaré mas rápido de lo que pensaba. —Se despidió y le dio un beso al celular antes de cortar la llamada, levantándose y caminando hacia la salida, pero el dueño de la habitación se interpuso en su camino.
—Uh-uh. —Intervino De Vil, elevando un brazo para mantener distancia entre ambos. —Mi impresora, mi corona. —Exclamó para entonces quitársela.
—Oh. —Murmuró Chad. —Si, sobre eso... yo solo estaba... Bien. —Balbuceó entre risas, dándole una palmadita en el pecho para luego evadirlo, deteniéndose en el medio del pasillo.
Carlos lo observó, queriendo ver como se humillaría a sí mismo, porque lo conocía y sabía perfectamente que eso era lo que él haría.
— ¡Ya voy, Audrey! —Gritó el príncipe antes de marcharse corriendo, como si su vida dependiera de ello.
—Wow.
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En la noche, todos en el barco se encontraban ocupados bailando, disfrutando de la fiesta antes de que anunciaran la entrada de la Dama de la Corte. Entre esas personas, se encontraban Chad y Audrey, quienes afortunadamente habían podido llegar a tiempo a la celebración gracias a la magia de Flora; Fauna y Primavera.
Carlos y Jane bajaron las escaleras, mientras él la tomaba del brazo con delicadeza, observando a toda la gente que bailaba. La recién llegada hizo contacto visual con la princesa de Auroria, quien sonrió y empezó a caminar hacia ella.
— ¡Jane! Ahí estas, querida. —Habló el hada madrina, alejándose de la mesa de comida para acercarse a los menores, quienes se giraron para verla. La mujer sostenía la varita mágica en una mano. —Y todo se ve hermoso, cariño. Solo debemos repartir los refrescos antes de que el helado se derrita. —Le dijo antes de acomodar uno de los mechones de su hija, echándolo hacia atrás, luego la adulta se giró para irse; pero su descendiente le tocó el hombro.
— ¿Mamá? —La llamó Jane, la susodicha se dio la media vuelta. —Tengo una cita. —Informó, la mujer abrió la boca, sorprendida; mientras que Audrey ya casi llegaba junto a ellas.
— ¿Una cita? ¿En serio? —Mencionó el hada, observando a su alrededor y percatándose de la presencia del VK, entonces colocó una mano en su hombro. — ¿También tienes una cita? —Le preguntó, el joven asintió con la cabeza, observando a la chica de ojos celestes.
—Si. —Concordó el muchacho. La castaña, que estaba lo suficientemente cerca, se detuvo al escuchar eso.
— ¿En serio? —Repitió la adulta, conmovida, para luego suspirar y desviar la mirada.
— ¿Mamá? —Le llamó la atención su hija, extendiendo sus brazos hacia el hijo de Cruella, quien tomó sus manos. El hada observó sus manos unidas, luego al muchacho, después a su descendiente y finalmente comprendió lo que estaba pasando; al igual que la hija de Aurora.
—Bibbidi bobbidi. —Dijo el hada madrina. —Aw.
Los menores intercambiaron sonrisas, mientras que apenas a unos centímetros de ellos, el corazón de Audrey se estaba rompiendo; al mismo tiempo en que sus ojos se llenaban de lágrimas. El VK ladeó la cabeza, señalando la pista de baile.
—Después de ti. —Le dijo el chico de cabello blanco y negro, la pequeña hada se dispuso a caminar hacia allí, pero se detuvo al ver a la princesa de Auroria; con los ojos llenos de lagrimas. Ni siquiera pudo hablarle, porque la joven negó con la cabeza antes de rodear a la pareja, corriendo hacia las escaleras mientras sollozaba.
— ¿Aud? ¿Cuándo volviste? ¿Por que no me avisaste que regresarías? —La llamo Jane, confundida, pero la princesa de Auroria ya se había alejado lo suficiente de ella como para escucharla. — ¡Audrey! —Reaccionó, dispuesta a seguirla, pero entonces la música se detuvo y las trompetas sonaron justo cuando Lumiere apareció en el otro extremo del barco, siendo iluminado por un reflector.
—La futura Lady Mal. —Habló el Consejero Real, los menores no tuvieron más opción que acercarse hacia la primera fila.
Jane dejó que su mejor amiga se marchara del barco.
No luchó por ella, ya que aún creía que Chad era su novio.
Eso era lo que el rubio le había dicho, y no desconfiaría de el.
Así que la pequeña hada siguió adelante; a pesar del dolor que le provocaba perder a la chica de la que había estado enamorada.
Pronto, Jane se enamoró de Carlos, y sin siquiera darse cuenta; rompió el corazón de Audrey.
«Este es un cuento de hadas moderno, no hay finales felices»
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