chapter eleven. days gone bye

𝐅𝐄𝐀𝐑𝐋𝐄𝐒𝐒
.˚ׅ ❛ capítulo once
days gone bye  ❜𓈒˙

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La historia de que Otto se había sacrificado para que todos viviéramos en paz es poco creíble, incluso para Troy.

—Mi padre no era de esas personas— dice Troy, negando con la cabeza y mirando el techo.

Ambos, recostados sobre el suelo de la sala de su cabaña desde hace media hora, afuera las personas seguían confundidas por la repentina ida de su líder. Mientras tanto, yo no podía decir nada porque mi madre, mis hermanos e incluso mi propia cabeza me habían dicho que no dijera nada al respecto.

—Quizá maduró en el último momento— respondo, mirando el techo también.

Después del entierro de Jeremiah, no se les ha visto a los hermanos Otto juntos afuera del rancho. Elizabeth se encontraba encerrada en su habitación todo el día, había ido un par días a visitarla y llevarle comida pero jamás se mostró derramando alguna lagrima.

—¿Crees que sea posible?— arqueo ambas cejas.

—Bueno, yo lo haría, si pudiera cambiar de opinión y recapacitar lo haría— lo observo —Por... el bien de todos.

Aquello suena más como una pregunta. El chico no dice nada más, se pasa el siguiente rato pensando sobre eso, aunque sé que no es una respuesta tan creíble, realmente espero que se lo crea.

—Jamás me mentirías, ¿Cierto?— se gira un momento a mi.

Mis movimientos se detienen, todo de mi en realidad. Jamás tuve un aplauso por guardar un secreto tanto tiempo, de hecho, Alicia jamás confío en mi de todo porque de alguna manera terminaba diciendo todo.

Por eso no soy como mi mamá, no soy como Nick ni como Alicia... quizá solo sea como papá, aunque no puedo recordar cómo era él.

—No, jamás lo haría— le digo, dándole una leve sonrisa mientras niego.

Troy toma mi mano, sin devolverme la sonrisa pero sintiéndose seguro. Me muevo en el suelo, recargando mi mejilla sobre su hombro mientras él pasa su brazo sobre mis hombros para completar aquel abrazo.

—La paz puede requerir sacrificios— comienzo —Tu padre sabía eso.

—Sí, es... aún no me termino de tragar la noticia— admite —Creí que él no moriría hasta dentro de treinta años más, es todo.

Trago en seco, sin dejar de mirarlo un solo segundo —Vas a estar bien, tú, tus hermanos, la gente de este rancho.

Cierro mis ojos cuando gira su cabeza hacia mi, plantando un cálido beso sobre mi frente que me hace sonreír con delicadeza.

—Lo se— asegura, luego de separarse de mi pero manteniendo su nariz sobre mi frente.

Estos pequeños momentos me hacen olvidar todo lo que hay allá afuera. En cambio, los problemas de aquí dentro son que, mi familia y yo al parecer nos encontrábamos separados, mi madre y Nick se habían ido a vivir en la vieja casa del viejo Otto.

Alicia se mudo con Jake a este punto, mientras tanto Elizabeth dormía en algunas ocasiones en casa de su hermano mayor o en la de Troy. Junto a mi.


Como tareas de la milicia, nos encontramos limpiando un pequeño terreno a unas pocas horas del rancho, es algo cansado, pues salimos a las cinco de la mañana y no regresamos hasta por la tarde.

Sin embargo, está tarea me ayuda a pensar más de lo que imaginaba, pues ni siquiera me doy cuenta de cuando ya hemos terminado con todos aquellos muertos vivientes.

No había sentido el cansancio de todo ese ejercicio hasta que estamos partiendo del lugar.

—Ten cuidado, le clavaras eso a alguien— anuncia Nick, señalando el machete que llevo sobre mis manos.

Lo miró —¿Cómo a ti?

Asiente —Sí, ten cuidado— me detiene, colocando su brazo frente a mi —¿Todo bien?

—Uh, sí, ya sabes, solo mate al líder del rancho donde vivimos y padre del novio de Alicia y mío, lo normal— hablo con sarcasmo.

En cambio, el chico se gira a sus lados para asegurarse de que nadie nos escuchará.

—No puedes andar gritando eso por todos lados, Rachel— regaña.

Tiene razón. —Sí, lo siento, no sé qué me pasa hoy.

—Solo mantén la paz— pide —Harás que nos maten a todos.

Suspiro —Ya, intentaré hacer que no pase otra vez.

—Gracias.

Me giro antes de darle una última mirada y voy de regreso hasta las camionetas que nos llevarán al rancho. Troy ya se ha encargado de que fuéramos juntos, por lo que cuando me subo a la camioneta me da una mirada extraña.

Entonces toma un pañuelo con una mano y con la otra mi mentón, comenzando a limpiar la sangre de caminante sobre mis mejillas y cuello.

—No sé lo que sucede...— susurra —Pero todo va a ir pronto.

Sonrío, siempre suelo decirle eso cuando veo que se siente mal o incluso los últimos días, desde lo de Otto.

—Lo sé, es... pasará pronto.

Asiente —Oye, si puedo hacer algo al respecto puedes decirme.

¿Cómo puedo decirle lo que le hice a su padre?

—Estoy bien— aseguro.

Une sus labios sobre los míos un segundo, hay un silencio en el cual ninguno dice nada, en el cual todo desaparece y en el cual lo único que podemos pensar es en querer algo más.

Una sonrisa se forma en sus labios, lo puedo notar antes de que vuelva a besar mis labios. Coloco mi mano sobre su mejilla con delicadeza, mientras él sigue sosteniendo mi mentón.

Fue un claxon el que nos hizo saltar a ambos, mirando por detrás todos los autos que esperan a que avanzará la camioneta en la que ambos íbamos liderando la fila.

Tomo el cuello de su uniforme con ambas manos, acercándonos una vez más.

—Debemos irnos— indico, mirándolo con una sonrisa que se le contagia.

Se aleja más de a fuerzas que de ganas, encendiendo la camioneta ahora sí y avanzando por el rocoso camino.

De regreso al rancho noto como hay camionetas y autos en la entrada, creo que sé quienes son.

—Troy— tomo su brazo y este mira donde yo.

Ambos observamos dichas camionetas.

—Carajo— maldice Troy, justo antes de arrancar con rapidez para llegar primero.

En cuestión de segundos llegamos hasta el rancho, con la multitud esperando en la entrada pues detrás de nosotros llegan las camionetas y los autos.

Walker baja del suyo, estrechando su mano con la de Jake y es solo cuestión de una indicación para que sus camionetas comiencen a adentrarse al rancho.

—Aquí vamos— pienso, pero no lo digo.

La multitud se esparce por el lugar, en cambio mi madre junto a Jake, Alicia, Nick, Troy y básicamente media comunidad los sigue hasta el sótano donde se encuentran todas las provisiones con las que se cuenta.

Las luces son encendidas dejándonos pasar a todos, me cruzó de brazos mientras Troy analiza a los integrantes y se detiene en Ofelia, mirándome luego a mi.

—No, ella no— niega, señalando a Ofelia.

—Troy, no es el momento— regaña Jake.

—¿De qué hablas? Es el momento perfecto, no tiene derecho a estar aquí.

—Tiene todo el derecjo— interrumpe Walker —Ofelia es una heroína para mi pueblo, estamos aquí por lo que ella hizo.

Formo una pequeña mueca, bajando la mirada. Todo sea para no mirar a Ofelia a los ojos de cachorro con patita apachurrada que me lanza.

—Diablos, ¿Quieres restregar esa porquería en la cara, Taka? ¿Eso es sabio?— Troy se acerca hasta el hombre.

—Si no puedes aceptarla, ¿Cómo nos aceptaras a nosotros?

—La aceptamos, la aceptamos aquí bajo negociación— asegura Jake.

Él niega a su hermano  —No, no, no es así, no aceptamos, toleramos, ¿Sí? Fumamos la pipa de la paz o lo que toque en estos procedimientos y sólo...-

—Ya fue suficiente— murmura Jake, con tono firme.

Alicia me observa, como si esperará a que hiciera algo, pero con Troy no es de mucha ayuda que intervenga o diga algo.

Sólo puedo observar, Jake es suficiente para que este asiente indignado y se marche.

—¿Cuántos piensan como Troy lo hace?— nos cuestiona Walker.

—La mayoría, le es leal a la supervivencia, no importa quién la otorga.

Mi madre me observa esta vez y asiento, rendida salgo por el mismo lugar que Troy lo había hecho.

Lo sigo entonces hasta las tumbas, específicamente la de Jeremiah, donde me detengo junto a él.

—¿Estás bien?— le pregunto.

No suelo hacerlo mucho y sé que es una pregunta muy tonta en estos tiempos, pero realmente me preocupo por él.

Él niega —No, estoy muy lejos de estarlo...— no deja de observar la tumba —Quiero desenterrarlo, quiero sacarlo y matarlo otra vez por lo que nos dejo.

Asiento —Quizá... nos dejo con lo que puede ser mejor.

Me mira —¿Tú... crees que esto es mejor?

Encogí mis hombros —Salvó personas, supongo que era un... héroe.

—Era un borracho— corrije con tono molesto.

—Lo lamento mucho, Troy, pero quedarte aquí a verlo e imaginar todo lo que harías con él si estuviera vivo no sirve de nada.

No dice nada, así que sigo hablando.

—Perdí a mi papá también— finalmente tengo su atención —No terminamos igual pero... el sentimiento de querer revivirlo y decirle todo lo que no pude no hará que eso pase.

—¿Qué le pasó?— se pregunta con curiosidad.

—Estrelló su camioneta en la autopista cuando volvía de su trabajo, la policía dijo que se durmió— niego —Pero sé que no fue así, por mucho tiempo me lamenté lo que no pude decirle y eso no me sirvió de nada más que quedarme en casa un año, no comer y no hablar con nadie, era una niña en ese entonces... pero tu ya eres un adulto y tienes personas que te quieren aquí.

Siempre odie esa mirada, esa mirada de lastima al final de contar todo lo que sucedió. Ni mi madre, quien estaba más deprimida que yo, ni mis hermanos, que seguían en shock pudieron ayudarme. No tenía nada.

Se gira nuevamente a la tumba —Tienes razón, no vale la pena.

—Lo que si vale la pena es...-

—Enfrentar todo esto— asiente.

—Exacto— relamo mis labios —Puedes con esto.


De regreso a casa dejé caer el suéter que cargaba sobre el sofá al entrar, cuando observé a Elizabeth pasar como si nada estuviera pasando con un plato de cereal sobre sus manos.

—Elizabeth— llamo y la rubia se gira a mi —¿Qué haces aquí?

—Es... mi casa ahora— dice con obviedad.

Asiento, tiene razón. —Sí, bueno, ¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor?

—Sí, ya estoy mejor— sonríe —Eso me recuerda, quería agradecerte por quedarme conmigo, pero mi peor momento ya pasó, solo necesitaba tiempo.

Sonrío —Lo veo, no tienes que agradecerme nada, de verdad.

—De hecho sí, por alguna razón me siento bien al hacerlo— avanza unos cuantos pasos —¿Sabes por qué están murmurando todos otra vez?

—Ah, sí, la comunidad y Walker vendrán a vivir ahora— respondo como si nada —Taka esta hablando ahora mismo con tu hermano.

—¿Mi hermano el agresivo o mi hermano el responsable compulsivo?

Pienso, —El responsable compulsivo.

—Bien, es mejor que sea con él que con mi otro hermano— asegura.

Rió ligeramente —Pensamos igual, pero no le digas a tu hermano.

Ella forma un candado imaginario sobre sus labios con mímica.

—Tu secreto está a salvo conmigo— frunce un segundo su ceño —Creo.

Imitó su acción —Gracias, creo.


Para el resto de los habitantes del rancho parece demasiado difícil volver a confiar, en especial ahora. Está es la primera noche en la que muchos de ellos permanecen encerrados en sus hogares a llave, alertas, sin lograr dormir o al menos eso creo.

No quiero pensar demasiado en aquello tampoco, solo quiero un momento de paz.

—He visto a Elizabeth hoy salir de su habitación— menciono a Troy.

Asiente, quitando las cadenas que llevaba sobre su cuello —Yo también, estaba comiendo, eso es algo bueno.

—Lo supera, bueno, dijo que ya lo había superado— me detengo un segundo —Me alegro demasiado por ella.

Miro por la persiana que da al resto del rancho, cerrandola por completo. Hubo un silencio, en el cual me recargo sobre el estante y miro al chico frente a mí.

Ese silencio, ese silencio que nos conecta a ambos y que de un momento a otro nos llena de desesperación. Sin dudar y, cuando se acerca a mi, colocó ambas manos sobre sus mejillas, uniendo sus labios sobre los míos.

Todo va tan rápido que no puedo explicarlo, no puedo describir todo lo que sucede porque lo hacía demasiado rápido. Va tan rápido que en el proceso nos detenemos para procesarlo todo, como si nuestras mentes pensaran lo mismo o como si quisiéramos disfrutar aquel momento.

Entonces aclaro mi garganta, sentada en su regazo y sin despegar mi frente de la suya, él sin quitar sus manos sobre mi cintura. Nuestros pechos suben y bajan, desesperados por tomar aire.

—¿Recuerdas lo de la cuchara en aquella estación de la milicia?— hablo como si nada, acariciando su rubio cabello.

Se separa de mi, algo confuso pero asiente —Casi acabo sin ojo.

Sonrío —Lo de la cuchara fue idea mía

—¿Ah, sí?

—Sí, casi hago que te maten.

—Supongo que fue un amor a primer ojo— dice y no pude evitar reírme.

—No puedo creer que dijeras eso— admito.

—¿Es mentira?

Niego —No, no lo es.

Y sin más, uno nuevamente nuestros labios, con un millón de emociones, tacto y una noche larga.

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