4- Deberán pagar


8 de mayo de 1997

Por ahí cerca a las fronteras de Vietnam, un centro militar secreto donde muy poca gente lo pudo haber visto. La gran mayoría militares que trabajaban haya, otros que solamente eran los carceleros quienes eran brutalmente torturados por los soldados y generales. Aquellos demonios que usaban y siguen usando sus carceleros para experimentos donde la gran mayoría terminaba en muerte o aún peor, un simple monstruo pidiendo ayuda a que lo salvarán terminando fusilado por los que le inyectaron aquel virus mortal, aquella bacteria, aquella arma letal.

Ellos tenían una fuerte alianza con Ucrania, sobre todo, con Chernobyl, haya tenían experimentos que no se sabe si son peores que los que hacen en Vietnam.

En eso, se escucha en los corredores vacíos y silenciosos unos pasos correr a paso apresurado, se escuchan correr, correr, correr. Como si estuviera escapando de algo, o alguien. Sus jadeos se escuchan más fuertes, tiene que escapar, o lo atraparan. Vivir o morir, así de simple. Aquel joven que tiene mirada de miedo en el rostro, su sudor empieza a caer, su rostro pegajoso.

Pero se hace presente otros pasos, esta vez van lentos, calmados, como si tuviera todo el tiempo del mundo, nada que preocuparse. Otro sonido se hace presente en los fríos corredores, unos suaves golpes de látigo en una mano. Arriba abajo, así va el movimiento de aquel objeto. Se mueve de manera frenetica.

Aquel joven que iba corriendo se encerró a sí mismo, ya no tiene escapatoria, el conejo está en la trampa y el cazador viene, tranquilo y tomando su tiempo. Aquel objeto que era un látigo fue guardado, para que apareciera ahora una pistola cargada de tres balas.

-No, por favor.. lo lamento, no volveré a esca...- Uno sonido ensordecedor se escuchó por todo el vacío establecimiento, seguido de un peso caer en el suelo.

-Patetico-

Una voz ronca y seca sonó. Un hombre de carácter serio y frío hacía que el lugar dejará de ser un poco menos vacío de lo que ya era, vio el cuerpo en el suelo sin cambiar su expresión, guardó su arma, hizo una vuelta de 180° apoyado en sus talones y se fue caminando relajadamente.

Salió y entró en otro establecimiento, está vez era silencioso, pero no estaba vació, habían carceleros de otras armadas contra los que la armada de Vietnam luchó, mucho americano se encontraba preso haya. Chino, francés, inglés, había un montón de nacionalidades y diferentes edades entre 19 y 30 años.

El encargado era ese mismo hombre serio, ha muchos de esos presos los usaba para sus propias armadas y que lucharán en la guerra contra sus viejos compañeros, a otros los dejaba para hacer trabajo forzado y al resto que era una gran cantidad de presos, simplemente los mataba sea decapitandolos, torturandolos, fusilarlos o descuartizando les.

Al llegar a su oficina cerró la puerta detrás suyo y se sentó en su sillón, apoyando los dos codos contra la mesa, enredando los dedos de las dos manos entre sí y colocar sus manos bajó su mentón. Pensaba, dios sabrá en lo que pensaba, su mirada fría y seria estaba perdida en la nada, en el olvido.

La puerta se abre de manera inesperada y de golpe. - ¡Señor! ¡Señor!- Gritó un hombre antes de ser disparado en la cabeza y caer muerto al suelo.

-.. Aprendan a tocar la puerta- Habló aún con esa voz ronca.

En eso otro hombre se asoma con miedo a la puerta. - Eh señor.. todas las familias que nos debían deudas han pagado... pero hay una que no lo ha hecho todavía- La voz de aquel hombre era temblorosa, tenía un miedo terrible en terminar como su viejo compañero que yacía muerto en el suelo.

-¿Que familia es?- Preguntó serio ese hombre serio.

- La familia Corjey, señor- Contestó el joven recto y derecho.

- Hay, otra vez esa familia, siempre pagán tarde, como si tuviera el tiempo de esperarlos... me canse de eso... avísale al gobierno de Ucrania sobre eso, y que si esa familia no paga sus deudas en dos meses, serán asesinados sin piedad- Avisó el señor levantándose de su sillón para luego dirigirse a la ventana.

-¡Si comandante Jelai!- Y se retiró el joven a paso apresurado. Una vez más la oficina queda en un profundo silencio.

- Aquellas personas deberán pagar... tarde o temprano-



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