3- Amigos
18 de enero 1982
No espero nada, no espero nada de grande importancia.
- ¡Vamos! ¡Patéalo! ¿¡Qué esperas!?- Ni si quiera espero lo mínimo, no espero nada. Siento frío, y mucho, la respiración se me hace pesada y difícil de contener. Tengo frío. ¿Que estoy haciendo? ¿Por qué estoy aquí? - ¡Debilucho! ¿¡No lo puedes hacer?!- No, creo que no, porque tu mismo lo dijiste, soy un debilucho, un simple chico débil.
No espero nada, y la respiración se me hace pesada y difícil de contener. Que alguien me responda a mis dudas.
Mientras que el polluelo en frente mío sin fuerzas para salir corriendo tirado enfrente de mis pies, los chicos de adelante a los que llamó amigos me gritan y me dicen que hacer. "Patéalo Yosh, es un simple animal, un simple animal". Lo sé, lo digo pero no lo hago. ¿Por qué no?
Mamá ¿Qué debo hacer? Envíame una señal o ven a buscarme.
- ¡Ya me harté! ¡Hazte a un lado debilucho!- El contacto me empujó haciéndome caer de lado contra el suelo, abrí los ojos, pero lamentablemente los abrí en un momento inadecuado, aquel chico que me empujó hace no más de cinco segundos pateo con fuerzas al pequeño polluelo y lo mandó lejos. Pude escuchar como aquel pequeño ser chillaba después un sonido traumático de algo partirse.
Los demás solo se reían, mientras yo dejaba salir mis lágrimas.
- Oh ¿Vas a llorar? ¿Quieres que llame a tu mami?- Vino ese mismo chico poniendo cara de lastima aunque sólo se reía y se burlaba de mí con sus demás amigos. Yo lo único que logré hacer fue cerrar mis dos ojitos, no me quería imaginar la escena de lo que tuvo que pasar aquella pobre alma.
En eso en el lugar donde solo se escuchaban las risas y la música del viento, una mujer llegó enojada, agitando un puño en los aires, gritando y regañando como si no hubiese un mañana, no la podía ver, ya que llegaba desde atrás mío.
Pero su voz, fue lo único que necesite para reconocerla.
- Mamá...-
- ¿¡Que creen que están haciendo niños malcriados!?- No paraba de ver los rostros de aquellos niños, espantados por verla llegar hecha furia. No se esperaban eso. Sonreí, mi mamá siempre dice "voy a estar ahí para defenderte en las buenas o en las malas, mi niño". - ¿¡Que le han hecho a mi hijo?!- Preguntaba, los niños intentaban hablar, pero mi madre volvía a atacar a gritaderas.
Me senté de brazos cruzados, los niños me miraban y yo les mostraba el más grande insulto, sacarle la lengua. Solo hice que el grupo se enojara aún más, pero no pueden hacer nada, mi mamá ha llegado, ahora yo tengo el poder. Los niños se fueron y mi mamá volteó para caminar de manera apresurada hacía mi.
No espero nada....
Y mi respiración se me hace pesada....
- ¡Mi niño! ¿Estas bien? ¿¡Te hicieron algo!? ¿¡Te lastimaron!?- Las preguntas de mi mamá aumentaban de tono y de preocupación. Agarraba mi rostro y lo volteaba de un lado a otro sin descartar mis brazos.
- M.. Mamá, estoy bien, no me hicieron nada- Ella siguió por unos segundos más y luego me miró de manera enojona directamente a mis ojos.
- ¿Que clase de amigos tienes? ¡Son de muy mala influencia! ¡Deberías elegir correctamente! ¡No quiero que te metan cucarachas en la cabeza! ¡Y mucho menos en un vándalo como ellos! - Ella es protectora, como toda madre debería ser. Lo que todo niño quiere. Ella es y será para siempre tu mejor amiga y tu refugio.
Le conté todo, lo que le pasó al pobre polluelo que ahora debe descansar junto a dios, en un lugar mejor. Miró arriba mientras camino agarrado de la mano de mamá, el cielo está cubierto por algunas nubes no tan grises, avisa con adelanto que pronto habrá una tormenta, la nieve cae lentamente pero con ayuda del viento se van volando como luciérnagas. El camino es vació, mi curiosidad vuelve. ¿Enserio hay alguien allá arriba que nos ve? ¿Una persona que nos juzga por las acciones que tomamos? Nuestro paso se vuelve más acelerado, y el viento más duro, nuestro punto de llegada no se encuentra lejos, se puede ver un poco más lejos, borroso, pero se puede llegar a ver apenas.
Nuestra casa es de madera, llegan las termitas y se hacen un festín. El frío se vuelve menos soportable, las cobijas y el chocolate caliente lo llegan a arreglar todo.
No espero nada... y mi respiración se me hace pesada y difícil de contener. Pero así estoy bien.
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