Esperanza


                                                             "Al costado del camino hay un árbol,

                                                                      hay un árbol encorvado

                                                                   Todos los pájaros del árbol,

                                                                          se han dispersado."

Dejó su reino, su familia, las responsabilidades que le habían sido heredadas como la próxima reina. Había dejado todo detrás de sí en un clima de confusión y miedo provocado por un simple error que lo arruinó todo. Un simple error que dejó ver sus poderes, aquello que había ocultado con tanto recelo, suprimiéndolo, calmándose, tratando de salvar a todos de sí misma. Pero ahora era libre, dueña de dejar fluir su potencial sin restricciones... Al fin podría disfrutar del amanecer acariciando su piel, sin tener que tener las ventanas cerradas; del canto de los pájaros sobrevolando el alba; de las lágrimas, irá o confusión arremolinándose en su pecho.

La sonrisa en su rostro no podía ser más clara y radiante. Su cuerpo no parecía resentirse en contra del frío que obviamente la rodeaba. Más bien parecía acoplarse perfectamente al ambiente, perdido al igual que su mente en la ilusión de por fin ser libre y tener un hogar donde poder ser ella. Se puso a pensar en cómo podría conseguir comida, algunas mantas y quizás uno que otro libro. Detalles mínimos comparados a todo lo que imaginaba: podría crear cosas nuevas en base a hielo, patinar cuando quisiera, recorrer el bosque con total libertad y lo mejor de todo...¡Jamás tendría que encerrarse a sí misma u ocultar sus sentimiento para evitar dañar a otras personas! El pensar en eso la hizo acariciar sus cabellos, para distraerse de las lágrimas de alivio y felicidad que querían salir de sus ojos. Todo era perfecto.

Justo comenzaba a acomodarse en el castillo, creando nuevas salas que usaría como biblioteca o simplemente un taller para explorar sus poderes, cuando sintió una presencia. Su piel estaba acostumbrada al frío. Pero no a "aquel" frío espectral que subió desde su espalda baja, extendiéndose por su pecho hasta su corazón. Se giró rápidamente por el instinto, sintiéndose amenazada. Guardó silencio, pero no logró escuchar nada. Pensó tontamente que sería su hermana Anna, la cual la había encontrado. Pero no, al parecer solo había sido su imaginación. Suspiró, tomándose la cabeza ya más calmada. Tanto había pasado en tan poco tiempo que solo quería dormir. ¿Podría crear algunas sábanas mullidas? ¿Un colchón? Cuando se dirigía a la que sería su habitación, la cual era la más grande y hermosa del castillo, ubicada en lo alto de este para obtener una hermosa vista del fiordo, volvió a sentirlo.

Alguien estaba allí.

—¿Quién anda ahí?—preguntó con un tono serio, a medida que su piel se erizaba. El castillo, fiel reflejo de sus sentimientos, vibró junto con ella tornándose de un claro color traslúcido a un gris ceniza. Su pulso cardíaco se disparó sin ningún motivo, alarmándola aun más. No escuchaba ningún sonido, y las paredes traslúcidas del castillo no demostraban algún cuerpo extraño caminando por su perfecto suelo de hielo. Y sin embargo, su respiración no dejaba de estar agitada, su corazón no se calmaba, y la sensación de estar en un inminente peligro la hacían permanecer alerta. Pensó sin remedio que algunos guardias habían arribado en busca de su cabeza. La sola idea de ser perseguida como un vil criminal le hizo respirar con dificultad.

Inspeccionó todo el castillo. Subió escaleras, las bajó, miró sobre su hombro mil veces. Pero no había nadie. Así terminó por creer que era producto de su cansada mente. Se sentó vencida en un sillón del frío material que solo ella podía crear. A pesar de que las temperaturas obviamente eran bajo cero, su cabeza se sentía caliente y palpitante. Suspiró. ¿Qué estaría haciendo Anna? ¿Estaría feliz? ¿Triste? ¿Planeando su boda con aquel desconocido? Un deje de tristeza surcó su rostro. A pesar de que la felicidad por la reciente libertad era inmensa, el pensar en Anna, su única hermana y familiar, le hacían sentir punzadas dolorosas en el corazón.

Anna no recordaba el cómo ella la había lastimado. Nadie sabía nada de sus poderes hasta hace horas atrás, cuando lo arruinó todo.

Ella solo quería mantener protegido a su reino, ser libre.

Y no había lugar para alguien como ella en un castillo dentro de un reino, encima de un trono.

Al pensar en tantas cosas acumuladas, el sentimiento de pérdida comenzó expandirse, llegando hasta sus ojos y aguándolos. Soltó un suspiro quebrado, mientras se abrazaba a sí misma. El castillo reaccionó a la tristeza, dejando caer frías gotas de deshielo, como si llorase con su dueña. ¿Por qué? ¿Por qué ella? ¿Por qué fue maldecida con un poder tan devastador? Si hubiera nacido tan normal como su hermana, nada de eso hubiera pasado. Quizás, hasta sus padres seguirían a su lado, diciéndole que hacer y guiándola. Le hacían tanta falta...

                                                   <<Pero tú no les haces falta a ellos.>>

Una voz se escuchó cerca de su oído. Se sobresaltó, mirando detrás de sí y buscando a algún intruso. No había nadie. La voz que había escuchado se había encerrado en el silencio tan rápido como había aparecido. Elsa se limpió algunas lágrimas, quitándolas con sus finas y suaves manos. No había nada que lamentar, puesto que solo la hacían escuchar voces que no estaban allí y molestarla. Ella estaba haciendo lo correcto. Estaba protegiendo su reino y familia de un poder que ella no podía controlar bien.

Finalmente la noche llegó. El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, y su cuerpo exigía un descanso. Su cabello rubio platinado, pasó a estar suelto para calmar su palpitante cabeza, desparramándose graciosamente por sus hombros, hasta llegar un poco más arriba de su cadera. Se masajeó las sienes ligeramente, mientras su ropa cambiaba de ser un hermoso vestido de tela fina y armoniosa a ser una camisón ligero con detalles bordados en hilos de tonalidades azules, tan agradable y cómodo al tacto como la seda.

Su cama igualmente se encontraba hecha en base a sus poderes. Había pequeños detalles que no satisfacían del todo a Elsa, pero en general había logrado crear un hermoso colchón agradable, con sábanas calientes y abrigadas, e incluso una almohada un tanto dura para su gusto, pero utilizable al fin.

                                                                        <<Podrías tenerlo todo>>

Escuchó. La sensación de frío espectral subiendo por su columna la agitó, pero esta vez no se giró en busca del dueño de aquella voz. Suspiró, tomando sus rodillas mientras se acomodaba encima del colchón mullido. La soledad no era tan abrumadora cuando no le prestaba atención. Pero sumida en el silencio, era otra historia. Suspiró. Luego de haber experimentado emocionada con sus propios poderes, como una pequeña niña, se recostó, cubriendo su cuerpo con las sábanas y abrigos correspondientes.

Esa noche fue la peor de todas.

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El link de la imagen en la que me basé para hacer la ( fea) portada está en el enlace externo <3 No entiendo bien en qué idioma está ( creo yo que ruso) pero sería genial que fueran a darle un vistazo a las lindas obras que hay ahí <3 

LO SÉ. No he avanzado con Mafia. Pero he estado escribiendo otros proyectos y...Pues, no pude concentrarme :( Entre ellos, este fic que pensaba publicar en Hallowen)

Siempre tarde en todo yo :'v 

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