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Conocí la aplicación de Caleidoscope poco después de mudarme, pero comencé a darle importancia en cuanto descubrí que en la vida real todo era dolor.

Cuando iniciaba sesión y me ponía en la piel de Chassidy todo cambiaba. Nadie me insultaba ni me trataba diferente al resto de los jugadores, mis marcas no me definían.

Chassidy Mallow era un nombre que se había ganado un lugar muy reconocido en la plataforma. Todos los días me llegaban mensajes pidiéndome consejos sobre cómo armar una estrategia de batalla ganadora o simplemente de gente que estaba aburrida y quería pasar el rato.

Con el tiempo me hice de un pequeño grupo de amigos virtuales, nos hacíamos llamar "El Batallón de los torpes ganadores." Al principio comenzamos hablando únicamente de Caleidoscope pero luego nos unimos de forma más personal.

Pero volvamos a nuestra historia, la que sucede en la vida real. Volvamos a ese primer día de clases en el último año de la Escuela Secundaria N°14 de Filux...

Decidí que no tenía ganas de cargar todos mis libros en la mochila durante la vuelta a casa, así que me dirigí a buscar mi casillero. Escuchaba los murmullos de la gente a cada paso y sentía las miradas silenciosas de aquellos con los que había compartido alguna clase.

Al abrir la pequeña puerta, una nota de color rosado cayó al suelo. "Al fin nos conocemos, Chassidy."

Sentí como el tiempo se detenía, todo el mundo se callaba y las luces daban vueltas.

¿Quién escribió eso? ¿Cómo sabe que este era mi casillero si soy nueva? ¿Cómo descubrió mi identidad virtual?

Por primera vez en mucho tiempo, un miedo que no había sentido desde la partida de mi padre se apoderó de mi pecho. Me costaba respirar y ver las cosas con claridad.

Cerré la puerta de un golpe, sin dejar nada dentro y salí corriendo, tenía que irme. Ya no estaba segura en ningún lugar.

Los tiempos en los que tenía un santuario alejado de todas las burlas y de mis quemaduras y cortes, habían terminado.

Al llegar a mi casa y abrir mi buzón me preparé para lo peor, pero no había nada fuera de lo común. Sea quien sea que me haya descubierto no había actuado aún.

Algo que me enseñaron cuatro años de intensas horas de ataques planificados, es que las bombas más destructivas no son precedidas por ninguna pista.



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