18

"Pues es obvio que lo estoy, aunque no sé por cuánto tiempo." Pensé.

— Hey... Hey... — Susurró intentando tranquilizarme. — Todo va a estar bien.

— ¡No sabes de lo que estas hablando! — Grité. — ¡Así que no puedes decir eso!

— Tienes razón, no tengo ni la menor idea. — Se disculpó con un tono neutro.— Solo sé que es malo porque desapareciste de todos lados, incluso mi prima no tenía ni una pista de dónde estabas.— Resaltó subiendo de intencidad con cada palabra.

— ¿Acaso no se te ocurrió pensar que eso era lo que yo quería? — Respondí secamente.

— ¡¿Y a ti no te parece que es normal que esté preocupado?! — Estalló. — Te busqué durante mucho tiempo, discúlpame por no estar dispuesto a perderte ahora. — Añadió tras un suspiro y cortó la comunicación.

El silencio me envolvió nuevamente, pero esta vez trajo consigo la confusión y el desconcierto que me produjo su última oración.

Quizás era la paranoia que me causó mi padre durante la infancia o la falta de sueño, tal vez incluso ambas, pero había algo en ese chico que me hacía sentir como si me hubiera tragado una pesa de gimnasio. Él había sido demasiado enigmático todas las veces que nos habíamos visto, sin excepción.

Fue en aquél momento en el que me di cuenta lo mucho que sabía él de mí y lo que potencialmente podría descubrir si utilizaba sus facultades de secretario. Por otro lado yo casi no sabía nada de él, Tom era un misterio.

Un impulso me obligó a volver a llamar, pero nadie contestó. Una y otra vez pasó lo mismo hasta que desistí y me tumbé en la cama soltando sonidos de exasperación.

"¿Qué habría hecho si atendía?" La pregunta taladraba mi mente. "¿Me disculparía por cómo lo traté? ¿Lo enfrentaría con mis dudas? ¿Seguiría gritándole? ¿Me atrevería a contarle la verdad?" No lo sé, realmente no lo sé.

Era ya de madrugada cuando la pantalla de mi celular volvió a iluminarse.

Tom: ¿Qué quieres, Jessica?

Jess: Saber que estás vivo.

Reí para mis adentros, era extraño lo fácil que podían cambiar los papeles.

Tom: Es en serio, tengo como 10 llamadas perdidas de tu número.

Jess: No estoy segura...

Jess: Quizás sólo necesito escuchar tu voz.

Instantáneamente luego de que las dos tildes se pusieran azules mi teléfono volvió a sonar.

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