Leica - Parte I
2012
Maurine
Sólo necesito una hora y nos largamos. Ven, vamos a enseñarles cómo se baila.
Chris está riéndose, como siempre. Los pies están matándome de tanto bailar. Sé que estoy transpirando como si estuviese en un sauna; de hecho, así se siente. Tomo otro sorbo de agua y noto que, entre risa y risa, el Capitán América chequea su reloj de pulsera.
Me duele el estómago. El vientre, digamos. Es de tanto reírme. Y de aguantar el terror en la boca del estómago.
Tonight we're going har har-har ha-ha-hard
Just like the world is our our-our our-our-ours
We're tearin' it apart part-part pa-pa-part
You know we're superstars, we are who we are
Chris está completamente fuera de control. Salta descontrolado abrazado a su amigo Jeremy mientras se sacude al ritmo de Kesha. Una de sus compañeras de elenco los mira algo preocupada, tal vez porque nunca lo ha visto bailar antes y teme que vaya a desnucarse. No te preocupes, Coby no-me-acuerdo-cuánto: él va a estar bien. Moverse y mostrarse son las dos cosas que mejor se le dan en la vida. Mocoso maldito.
No soy capaz de explicar (o mejor dicho recordar) cómo es que nos fuimos de Sirocco; a esta altura no creo que importe. Lo que sí recuerdo claramente es mi férrea decisión de viajar en el auto en el que no estaba Thomas; empresa que logré doblándome el tobillo justo a tiempo para que otras dos personas ocupasen nuestros lugares. 100% de éxito. Me alegro de haberlo hecho porque pude pasar tiempo de calidad con Scarlett, a quien ya conocía de antes. Esta chica es lo máximo: también descubrió los PopTails y está dispuesta a declarar ante un jurado que son la mejor forma de bebida en el mundo mundial. Genial, ya somos dos, o tal vez tres: puede que Scarlett tenga una hermana gemela o un clon. Le comenté a Chris que cada vez que intentaba mirarla fijo no sabía si enfocarla a ella o a su clon idéntico, y ahí es cuando me prohibió terminantemente el consumo de PopTails por el resto de la noche. Aunque no confirmó si tiene un clon... tal vez debería preguntárselo a ella.
Este lugar es impresionante. Puede que sea la discoteca más grande y concurrida a la que he asistido. Hay luces azules girando por todos lados, unas bailarinas en jaulas colgando del techo y muchachos muy guapos repartiendo tragos. Me distraigo observando las formas geométricas que las luces dibujan en las paredes. ¿Cuánto hace que estamos encerrados aquí?.
Alguien me toca la espalda y doy un salto. Es Jeremy. Me toma de las manos sin preguntar y señala a Chris con el mentón.
—¿Cómo es eso de que tienen que irse? —añade, sin saber que está gritando— ¡Si no hemos bailado nada! ¡NADA!
Trato de explicarle que no veo a Chris hace mucho tiempo y que tenemos que ponernos al día. Fallo miserablemente, porque estoy algo alegre a base de PopTails y él no se queda atrás. Sacude la cabeza con cara de "claro que no vas a hacer eso" y repite que no hemos bailado ni un poco, a pesar de que lo he usado toda la noche como excusa para no interactuar con otras personas. Me río mucho de lo indignado que está por todo el asunto y termino abrazándolo y diciéndole que es un buen chico pero que realmente necesito llevarme a Chris.
—Ooohh ya, sí sí, que vas a pulirle el escudo —añade sonriendo y guiñándome un ojito.
—Que voy a pulirle la espada... su personaje lleva espada, ¿verdad?
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Acabo de despertarme y ya quisiera dormirme otra vez, pero esta vez, sin la cabeza pegada al cuerpo. Me miro al espejo y el resultado es, bueno... horripilante. Tengo restos de maquillaje, los pelos parados y algo marrón en el mentón que, luego de una inspección olfativa, resulta ser chocolate. Me duele el tobillo, y llevo puesta una camiseta de National Geographic que tenía guardada de recuerdo, firmada por el equipo de trabajo con el que estuve en Alaska... ¿qué demonios?
La realidad me pega en la mandíbula como si fuese Mike Tyson.
Corro a la habitación y ahí está mi vestido, mi cartera y mis zapatitos. Levanto la camiseta: es la misma ropa interior que tenía anoche. Camino al comedor, chequeo en el piso superior del loft, en los balcones. Chris no está por ningún lado. ¿Cómo rayos llegué a casa? ¿Me habrá dejado y se fue?. Trato de pensar despacio para que la cabeza no me duela. Buuuuuuuscccaaaaa eeeeel teeeeléeeeefooooonooooooooooooooooo.
Después de un buen rato tambaleándome y bajando persianas (que la luz es un maldito fastidio) encuentro el teléfono pero no el maldito cargador. Me rindo. Necesito una ducha, algo para la resaca y yoghurt para volver a funcionar. Camino penosamente hasta el refrigerador y, atado con el cargador a la manija, hay un papel.
Gallinácea
Estabas demasiado dormida y no quise despertarte. Lo lamento, una entrevista surgió de repente y tuve que correr.
Aún tengo que hablar contigo. Es importante. Probablemente no recuerdes nada de anoche, pero tenemos que hablar.
Te veré esta noche en el aeropuerto. No olvides el pasaporte y el traje de baño.
Capitán No-se-qué
p.d Si no oigo de tí para el mediodía enviaré una ambulancia, Maurine.
p.d.2 Jeremy dice que si no vienes irá a buscarte personalmente.
p.d.3 Tienes que venir porque Tom tiene tu cámara y ya va camino a Phuket
Me bamboleo desesperada hasta la habitación y, aunque sé que no está allí, la busco. Mi cabeza está por estallar del dolor, pero más me duele el corazón. Descuidé la cámara clásica que me obsequiaron mis hermanas. ¿Cómo pude ser tan irresponsable? Soy una maldita imbécil de mierda. Sollozo al ver la correa en mi carterita. Mi cámara.
No podría conseguir otra igual ni aunque quisiera. Momo y Miri mandaron a restauran la cámara de mi padre para que me acompañara en los viajes. "¡Nosotras estaremos contigo donde quiera que vayas! Será como tenernos ahí" dijo Momito al entregármela, y así fue. Cuando estaba sola en Alaska esperando a que se apareciese un oso; chapoteando en un río de Tanzania o en una planicie en China, ellas estaban conmigo. Por eso llevé la cámara a la cita con Chris, para no tener tanto miedo. Porque ellas me darían fuerzas.
Y la perdí.
Y ahora ese hijo de puta tiene mi cámara.
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