2.- El Corazón de las Cadenas (2/2)


Érica dio un paso hacia el animal, desconcertada.

—¿Poder?— lo llamó.

El animal asintió.

—Al fin te das cuenta: soy el poder de la cadenas.

Érica parpadeó lentamente, intentando comprender.

—¿A qué te refieres con que "eres el poder"?

—El poder de las cadenas ¿No lo expliqué ya?

—Es que no entiendo bien ¿Cómo es que un concepto puede hablar? ¿Y qué es ese cuerpo?

—Soy las cadenas, Érica. Soy las conexiones: la capacidad de unir dos puntos en el espacio ¿Qué es lo raro en eso? Tú ya me has usado varias veces ¿O ya se te olvidó?

Las cuatro cadenas de su pecho se hicieron visibles y flotaron frente a ella. Érica las miró, las sintió con sus manos, luego se fijó en el animal.

—El Encadenador es un dios únicamente porque yo le concedo mi uso, él me posee, son consecuencias de las leyes del universo.

—¿Y ese cuerpo?— alegó ella.

—Ven, tócame.

Se acercó a él y estiró una mano para tocar su lomo. Sin embargo, al hacer contacto no tocó piel ni pelaje, sino que algo duro, liso, ordenado en una forma especial. Extrañada, tomó uno de esos pedazos y lo levantó con cuidado; de la piel del animal surgió una cadena dorada.

Érica se lo quedó mirando, boquiabierta. Se sorprendió tanto que soltó las cadenas en su mano, las cuales se quedaron flotando en el aire un rato y luego volvieron al cuerpo del animal.

—¿El... poder?... tú eres las cadenas...— comprendió al fin— todas las cadenas... de todo el universo ¡Tú eres el verdadero dios!

—Poder, no dios.

—¡¿Cómo funciona?! ¡¿De dónde saliste?!

—¿Es necesario explicarte todo? ¿No podemos simplemente jugar un poco más? ¡Esta vez aumentemos la velocidad!

Dio un par de vueltas en un círculo, juguetón.

—¡¿Puedes ir más rápido?!— saltó Érica.

Ya le había costado pillarlo; el animal ni siquiera parecía cansado.

—¡Vamos a jugar!— exclamó.

—¡No, espera!

El "poder de las cadenas" echó a correr nuevamente antes de que Érica pudiera detenerlo. La chiquilla salió tras él, otra vez arrojándose de un lado a otro a toda prisa para intentar seguirle el paso. Esta vez el poder fue mucho más rápido, tanto que pronto Érica comprendió que no podría alcanzarlo.

Se detuvo cansada en medio de un pasillo. Pocos seres la habían dejado cansada en una carrera.

—Tiene que haber otra manera— se dijo.

—¿Qué sucede?— alegó el poder.

Érica se giró a donde le hablaba. Ni siquiera respiraba a un ritmo distinto; ni siquiera respiraba.

—Eres demasiado rápido— hizo una pausa para jadear— haga lo que haga, hasta yo tengo límites.

—Claro, tú eres mortal.

—¿Por qué quieres jugar, en todo caso? ¿Estás aburrido?

—No precisamente. Me gusta jugar con mortales, es todo.

—¿No quieres ir a sentarte? Vamos a hablar, no te puedo seguir el paso.

—¡Claro que puedes! Solo tienes que buscar nuestra conexión y tirar ¡Es fácil!

Sin decirle más, el poder echó a correr. Érica no vio otra alternativa para obligarlo a explicarse más que perseguirlo. Ignoró su cansancio y se ayudó con el timitio para acelerar a toda marcha, nuevamente destrozando segmentos de pared y ventanas a su paso, apenas para alcanzar a ver su cola perdiéndose por otra esquina. Iban tan rápido que le dieron la vuelta tres veces al inmenso castillo.

—¡Vamos, Érica! ¡Encuentra la conexión entre nosotros!— le insistió el poder.

—¡¿Cómo se supone que haga eso?!— gritó mientras se deslizaba a toda prisa por una pared.

—¿Cómo crees? ¡Úsame! ¡Encuentra la conexión y tira!

La chica giró sobre una baranda y siguió corriendo.

—¡Pero si tú estás allá!— bramó.

Se arrojó por el borde y se pegó a la pared para deslizarse con su timitio.

—Ya te dije, yo soy el poder de las conexiones: no tengo un cuerpo definido.

Érica se preguntó si, tal vez, estaba asegurando que literalmente no tenía bordes. Curiosa, se giró hacia un lado y lo encontró ahí sobre su espalda.

—¡Ah!— exclamó del susto.

Estiró una mano para agarrarlo. El poder se escabulló, pero Érica consiguió atraparle la cola, la cual se transformó en una cadena. El animal desapareció, pero la cadena se mantuvo ahí en su mano, titilando.

Érica hizo lo primero que se le vino a la mente y tiró de la cadena. De esta cayó el animal, el cual ella recibió en sus brazos.

—¡¿Lo ves?! ¡Puedes tirar de una cadena!

—¡No, sí, obvio que puedo! ¡Esa es la parte fácil!— alegó ella— ¿Qué es eso de "encontrar la conexión"?

—Pensé que esa era la parte fácil— se lamentó el poder— no estoy seguro, nunca he tenido que hacerlo. Ya sabes, yo soy el poder de las cadenas, no quien me comanda.

Érica se lo quedó mirando, aún estupefacta con esta revelación.

—Y las cadenas siempre han existido en el universo ¿Verdad?— quiso confirmar.

—Obviamente. Las "cadenas" son una representación de la conexión entre dos puntos en el espacio. Yo soy todas esas conexiones, desde el principio hasta el final.

La muchacha tragó saliva.

—¿Cómo es que estás hablando conmigo ahora? ¿Cómo puede ser que tengas una consciencia?

—Los poderes del universo se manifiestan como les dé la gana.

Para demostrarlo, el poder cambió de forma y se transformó en una réplica exacta de ella, solo que esta tenía una sonrisa cómica de oreja a oreja y meneaba las caderas como un personaje de dibujos animados.

—En mi caso me gusta la forma de ese animal, así que lo elegí.

Érica estaba más pasmada por su apariencia que por lo que decía. Anonadada, estrió una mano y tocó su mejilla, pero nuevamente sintió las cálidas y duras cadenas.

—¿Tienes un nombre?— le preguntó.

—Cadenas, supongo— contestó el poder.

Érica asintió. Al menos sería fácil de recordar.

—¿Y qué relación tienes con el Encadenador?— quiso saber— ¿Eres su aliado o algo así?

—Como ya dije, le permito usarme.

—¿Pero por qué? ¿Qué ganas con eso?

—Soy un poder, Érica Sanz, no un mortal. No necesito "recursos" para "sobrevivir". No tengo un objetivo en la vida, no quiero cosas. Yo simplemente me muevo como lo dicta el universo; ¿una roca se cae porque quiere o por la gravedad? ¿Una estrella explota porque le dio la gana o porque era su tiempo de explotar? ¿Hubo una posibilidad de que te quedaras en esa habitación del hotel la noche que tu padre se fue?

—¡¿Cómo sabes eso?!

—Soy las conexiones, incluyendo las que forman tus neuronas. Para mí no eres diferente de una roca, de una estrella, de mí mismo. Todos somos piezas en el tablero del universo, todos nos movemos de acuerdo a sus leyes, caemos hacia el agujero que se abre ante nosotros, decantamos donde dictan las leyes. Por eso mismo: yo no me entregué al Encadenador porque quise; simplemente era lo que tenía que ocurrir.

Cadenas volvió a adoptar su forma preferida de animal alargado y se esfumó. Érica se quedó sola... o quizás no.

Estiró su mano al frente.

—Cadenas, ven a mí.

El animal dorado surgió nuevamente ante ella, como si nunca se hubiera ido, porque mientras Érica se encontrara dentro del universo, no podría escapar de él, ni él de ella.

—¿Puedes confirmar algo?

—Claro.

Érica tomó aire, algo nerviosa.

—Esa noche en que mi papá se fue, tuve un sueño en que vine aquí, te perseguía y luego me encontraba con el Encadenador... ¿Ese sueño...

—No fue un sueño— indicó Cadenas— viniste aquí de verdad.

El corazón le latió con fuerza. Eso significaba que el Encadenador podía ir a ese lugar, no la necesitaba para formar una llave, todo había sido una mentira.

—Entonces... ¿Cómo lo hice? ¿El Encadenador me llamó?

—No, para él fue una sorpresa verte— aseguró Cadenas— podría decirse que... "caíste" aquí.

—¡Habla bien, por favor! ¡Necesito entender!

—Prometí que no te diría más— reveló él— el Encadenador me cae bien, es un sujeto entretenido. Le prometí que no te revelaría cierta información.

—¡¿Por qué me esconde información?! ¡¿Por qué me miente?! ¡¿Qué quiere conmigo?!— bramó.

—Nada de eso puedo contestar.

—¡¿Al menos puedes decirme dónde está mi papá?! ¡Estuve casi un año buscando una manera de llegar aquí, pensando que lo encontraría!

—Pero lo encontraste ¿No?— apuntó Cadenas.

Érica recordó ese momento después de la batalla contra Tur en Madre. Le había pedido a las cadenas, a Cadenas, llevarlo con su papá. Ese momento se había sentido como un sueño, pero había sido real, tan real como el Corazón de las Cadenas.

—Eso fue aquí, Érica, en este castillo.

—¡¿Eso fue en el Corazón de las Cadenas?! ¡¿Y no me di cuenta?!

—Estabas débil y soñolienta por la pelea— Cadenas dio saltitos a su alrededor— no te puedo decir dónde está tu papá, también se lo prometí al Encadenador, pero te puedo mostrar la habitación que ambos compartieron hace poco. Lucifer tenía un regalo para ti.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué no lo dijiste antes?!

—Las prioridades de los mortales a veces me confunden ¿Estás segura que no quieres seguir jugando antes de...

—¡Llévame a esa habitación ahora!— bramó Érica, pero se refrenó al recordar que le hablaba al poder de las conexiones en todo el universo— ...por favor...

Cadenas hizo rodar sus ojos.

—Como tú quieras.

Echó a correr, tan rápido que se perdió de vista en un instante, pero también dejando en su camino una cadena dorada que marcaba el camino. Érica la siguió también a toda prisa, dobló en un par de esquinas, giró en una puerta y de pronto se encontró en una habitación blanca.

No tenía mucho, solo una cama de dos plazas con sábanas blancas, una repisa con varios libros, un escritorio despejado con una silla simple y un par de sillones en las esquinas. Érica se acercó a la cama, pasó sus manos por las sábanas del lado en donde había estado su papá. Habían transcurrido un par de semanas, no quedaba nada de él en ese lugar, pero su solo recuerdo bastaba para levantarle los ánimos.

Entonces recordó que la había tenido consigo en sus brazos y había vuelto a huir. Una rabia tremenda la embargó y la llevó a golpear la cama, la cual se partió en dos.

—¡¿Por qué huyes?!— gritó.

Casi podía escuchar su respuesta.

—¡Te dije que no me siguieras, niña desobediente!— le habría contestado eso o algo similar.

No necesitó buscar mucho para encontrar el regalo que le había dejado; sobre la silla se hallaba un prholo; un Proyector Holográfico, un aparato personal que mucha gente usaba, muy similar a un celular, solo que con la capacidad de proyectar hologramas. Érica lo activó, con lo cual surgió una imagen de su papá sobre la cama que Érica acababa de romper. Ella dormía a su lado, agotada tras la pelea con Tur.

—Pensaba explicarte esto ahora, pero te quedaste dormida, así que supongo que lo grabaré para que lo veas más tarde— explicó Lucifer— supe que estabas enfrentándote al Encadenador. Te felicito por haber tomado uno de sus anillos, por cierto. Lástima que me perdí la pelea ¡Debió haber estado genial!

Suspiró un momento, mirando en otra dirección. Érica reconoció el gesto de "preferiría no tener que hablar de esto contigo".

—Ya estás en campaña de reencontrarnos, así que no intentaré disuadirte, sé que será en vano, así que te ayudaré un poco con algo de información que he conseguido. He leído textos antiguos en bibliotecas olvidadas, he conseguido acceso a registros prohibidos en computadores clasificados de algunas de las bases de los encadenados, incluso he escuchado reuniones a escondidas. Esto es lo que he encontrado.

>>>Primero: me topé con una especie de... profecía, o más bien una certeza. Hay registros de que el mismo Encadenador ha hablado de un evento próximo, dentro de los próximos años. Se refiere al evento como "el Cataclismo". Lamentablemente, de qué se trata es un completo misterio, no hay relatos, ni registros, ni nada. Lo único que se sabe es que el Cataclismo afectará al Encadenador severamente, incluso que el mismísimo poder de las cadenas "cambiará". No hay explicación de a qué se refieren los que dejaron el registro con "cambiará", pero si es algo que afectará al Encadenador, es algo a tener en cuenta.

>>>Segundo: el Encadenador a veces ha hablado sobre un "tesoro". Ha mencionado que está bien escondido, bien protegido. Lo menciona como si fuera algo delicado que necesite protegerse. No veo cómo un dios puede necesitar riquezas, así que me imagino que es algo que puede ayudarlo de alguna manera; quizás un artefacto mágico, tecnología especial, quizás una mascota poderosa, podría ser cualquier cosa.

>>>Eso es todo lo que he conseguido hasta ahora. Supe que te dijeron que necesitaban sacrificarte para llegar aquí o algo por el estilo, pero como puedes ver, era mentira; no lo necesitaban. Aun así, no te confíes: te lo dijeron por alguna razón; necesitaban que pensaras que ellos eran los enemigos, o sea que el Encadenador quiere algo de ti. No te dejará de molestar solo porque hayas descubierto su mentira, incluso podría buscar matarte por otro motivo. Por mi parte... bueno no lo sé.

>>>Lo importante, Érica, es que si vas a seguir por esta vía de buscar los anillos para enfrentarlo, necesitarás primero hacerte fuerte. Hay muchas maneras de encontrar poder en la red de mundos, tú eres una joven ingeniosa, seguro te las arreglas. Solo...— suspiró otra vez— ten cuidado, por favor. Hay muchos peligros allá afuera...— negó con la cabeza, de pronto parecía muy cansado— no sabes... cuánto me preocupo, sabiendo los riesgos que corres. Pero es parte de encontrar tu lugar y crecer, lo entiendo.

Se limpió los ojos llorosos.

—Si algún día todo esto te parece mucho, si no lo puedes aguantar más, si te sientes muy sola y no puedes seguir, tira de mi cadena. Tira con fuerza y llámame, yo la sentiré. Ese mismo día volveremos a vernos, iremos de regreso a Madre, todos los puentes se cerrarán y el mundo volverá a ser una isla. Ni siquiera el Encadenador podrá hacernos daño. Entonces te explicaré todo: por qué me fui, por qué los encadenados te mintieron, nuestra relación con el Encadenador, todo... pero si lo haces, nunca más regresaremos a la red de mundos, ese es el precio. Todo volverá a ser como antes, viviremos nuestras vidas normalmente... y todo estará bien.

Se tomó un momento para acariciarle la cabeza; se notaba preocupado, como si Érica se estuviera enlistando para ir a la guerra. La muchacha se preguntó cuánto se estaba reservando, y por qué. No solo quería escucharlo para entender más de su situación, también quería acompañarlo, cargar ese peso con él, quería ayudarlo para que dejara su preocupación ir y no tener que verlo así.

—Eso es todo por ahora. Te mando un beso desde el pasado, princesita. Siéntete libre de volver al Corazón de las Cadenas cuando quieras, pero no me esperes ahí, dudo que nos encontremos.

La grabación se terminó en ese momento. Érica infló sus pulmones de aire y lo soltó lentamente. Luego la vio otra vez para escuchar mejor los detalles, puesto que había estado muy emocionada de ver a su padre para prestar atención.

Después de volver a ver la grabación y meditar largo y tendido, consiguió centrarse en los puntos más importantes en ese momento: que el Encadenador tenía un tesoro que mantenía muy secreto y protegido. El cataclismo, fuera lo que fuera, no podía adelantarlo ni atrasarlo, ni manera de saber cuándo ocurriría, ni si ella podría estar siquiera presente cuando ocurriera, solo podía esperar y en una de esas se enteraba después de cuándo había sido y qué había ocurrido de verdad.

Lo que le molestaba era que el Encadenador buscara hacerse su enemigo desde el principio. Quizás no buscaba sacrificarla, pero aún no estaba segura de si el dios intentaría matarlos a su padre o a ella, o ambos. No le agradaba que alguien jugara con ella, no quería saberse a la merced de ese dios. No, el Encadenador era demasiado raro y peligroso como para esperar lo mejor de él. Ella debía fortalecerse, robar los poderes de los anillos y patearle el trasero para dejarle claro que no podía hacer lo que le diera la gana con ella, y luego encontraría a su papá.

—¿Por qué insiste en alejarse de mí?— alegó Érica— si no estamos en peligro, podría visitarme o algo así.

Le molestaba que no lo hiciera, pero se imaginó que tendría una razón.

Luego se fijó en su pecho y sacó las cuatro cadenas que la conectaban con los demás; solo tenía que tirar de la cadena de su papá y podría volver a verlo. No entendía cómo iba a conseguir que el Encadenador los dejara tranquilos y los puentes se cerraran, aunque se imaginó que podría obligar a algún anillo con el poder específico de cerrar puentes, o quizás usar la ayuda de un lúmini, o algo distinto, su papá era ingenioso.

Tomó la cadena en sus manos, la acarició. Pensó en tirar de ella, verlo otra vez, pero sabía que las consecuencias serían más grandes de lo que se imaginaba; mucha gente de Madre había estado en contacto con la red de mundos, muchos de ellos estaban en algún lugar de la red y mucha gente de la red en Madre. Incluso sus amigos: Liliana y Arturo, estaban en algún lado de la red. Érica no sabía qué sería de ellos, ni si les gustaría verse de vuelta en Madre y sellados del resto de la red, después de haber sido expuestos a ella.

Tampoco podría entender qué es lo que buscaba el Encadenador ni qué era esa cuarta persona a la que estaba conectada. Nunca más podría ver a Bel, ni vengarse de María, ni volver a pelear con Cromo ni Fir'non.

Soltó la cadena de momento. Pasara lo que pasara, su futuro próximo estaba claro.

—Hacerme fuerte, tomar todos los anillos, apalear al Encadenador, encontrar a mi papá. En ese orden.

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