La Mentira del Héroe
Desde la distancia, en la terraza de un imponente edificio, se hallaba Sola-Ui, extasiada al contemplar aquel resplandor ascendente que ascendía desde el río hasta las alturas como un rayo celestial. Su corazón rebosaba felicidad y regocijo al constatar que, finalmente, la encarnizada contienda había llegado a su fin, y su amado Lancer aún perseveraba en este mundo junto a ella.
En más de una ocasión, su corazón había experimentado temores profundos ante la perspectiva de perder a su ser querido. La tentación de emplear su último Hechizo de Comando para apartarlo del fragor de la batalla y reunirlo a su lado, alejándolo del peligro y de una posible muerte, había rondado sus pensamientos. Sin embargo, se negó a ceder ante la desesperación, manteniendo su fe en la fuerza y resistencia de su amado en esta cruenta guerra.
Con decisión, dio un paso al frente y posó sus manos en las seguras rejas de la terraza, su mirada aún ansiosa fija en aquel resplandor ascendente.
- Muy pronto, mi amado – murmuro deseando poder tenerlo a su lado a la brevedad.
Tan inmersa estaba en su ensoñación amorosa que pasó por alto los sigilosos pasos de Maiya. Esta última había recibido la orden de Kiritsugu de localizar y capturar a la esposa del Maestro de Lancer, ya que había deducido acertadamente que sería ella quien lideraría a su Sirviente después del enfrentamiento en el castillo y el estado en que Kayneth había quedado.
La pelinegra ni se inmutó ante la precisa deducción, ya que siempre estaba en lo correcto cuando se trataba de planes. Se le encomendó esperar hasta que la situación fuera la más propicia, sin afectar la derrota de Caster o, en el peor de los casos, prolongar la herida de Saber por más tiempo. Ese momento había llegado.
Sin perder un instante, Maiya tomó su cuchillo táctico de supervivencia con la mano derecha y, con un movimiento firme y seguro, ejecutó un corte preciso sobre en el brazo derecho de la mujer, específicamente a la altura del codo. Su objetivo: romper el vínculo entre Maestro y Sirviente y deshacerse de sus Hechizos de Comando.
No obstante, se quedó atónita al ver que frente a ella ya no se encontraba nadie. Al escuchar un ruido a sus espaldas, giró rápidamente la cabeza, preparada para acabar con la vida de la mujer. Pero se quedó paralizada al ver a Legend con la pelirroja en brazos, depositándola con suavidad en el suelo, claramente inconsciente.
Maiya se apresuró y dio media vuelta, emprendiendo una carrera veloz. Mientras corría, con la mano izquierda tomaba su teléfono celular, marcando a Kiritsugu para ponerlo al tanto de la situación. Sin embargo, sus planes fueron detenidos tanto en informar como en escapar cuando Goku apareció a su lado y la sujetó de la muñeca izquierda con su mano derecha.
Movida por el instinto, Maiya lanzó un corte con su cuchillo al cuello del pelinegro, solo para que el arma se rompiera en varios pedazos al tocar su piel, sin causarle ni un solo rasguño, dejándola más impactada que antes.
- Creí que había sido claro cuando dije que aun sin verlos sabría en donde están en todo momento – dijo un molesto Goku intentando mantener la calma.
Aun en la pelea, en el parque o en la añorada casa abandonada de Irisviel, Goku había mantenido su promesa y había estado siguiendo la firma de energía de Kiritsugu en todo momento, consciente de que, de una forma u otra intentaría acabar con la vida del Maestro de Lancer.
Y, por si acaso, también mantuvo un rastreo constante de la mujer en cuestión. Aunque le tomo un tiempo encontrarla tras haber sido atrapado en aquella maldición y mantenerse enfocado en la pelea con Caster, finalmente la había encontrado, aunque nunca espero que atacaran a aquella mujer.
Podía sentir como el Mana de la pelirroja iba desde su cuerpo hasta el de Lancer, aunque sabía que no era el mismo que había sentido en los muelles o en el castillo, estaba confundido pero no le dio mayor importancia. Hubiera preferido seguir contemplando el ataque de Saber pero sabía que no podía ignorar esto.
Así que voló a toda velocidad, llegando a tiempo para evitar que la pelinegra le cortara el brazo a la pelirroja, a la cual había dejado inconsciente para evitar mal entendidos con ella o con Lancer si es que llegara a sentir el peligro de la mujer.
- No... espera, Legend... – Maiya trato de explicar mientras trataba de suprimir su miedo – esto es lo mejor para cumplir con el deseo de Kiritsugu... y salvar a Iris...
Maiya dejo de hablar cuando Goku en un movimiento rápido la golpeo en el cuello con el lateral de su palma, dejándola completamente inconsciente. El pelinegro estaba molesto con ella y con Kiritsugu por intentar ganar de esta forma tan cobarde, pero ni con todo el odio del mundo se permitió dejar que la pelinegra cayera al suelo así que la tomo en brazos, solo para mirar atrás y ver a la pelirroja aun inconsciente en el suelo.
- Lo mejor será dejarlas en lugares diferentes – murmuro para sí mismo – Si las dejo aquí, tal vez Kiritsugu encuentre la forma de lastimarla. Y tampoco puedo dejar aquí a Maiya sola, ya que Lancer podría enojarse y pensar que ella le hizo algo – se cuestionó viendo que dejar a una o a las dos mujeres en aquella terraza solo ocasionaría problemas.
Dirigió su mirada al lago y se dio cuenta de que aquel pilar de energía dorada estaba comenzando lentamente a desaparecer. Por lo cual sabía que tenía que darse prisa y regresar o Kiritsugu se daría cuenta de que no estaba y tramaría otro sucio truco.
Por lo cual cargo a la pelinegra sobre su hombro izquierdo y prosiguió con la pelirroja al tomarla de la misma manera, decidiendo moverse tan rápido como pudiera dejando dejarlas tan lejos una de la otra como fuera posible.
Iglesia de Fuyuki
En medio del pasillo de aquella pequeña pero elegante iglesia, se encontraba Kayneth. Postrado en una silla de ruedas debido a que sus piernas aún se encontraban débiles. Su cabello normalmente fijo ahora estaba mal arreglado y en desorden, pero lo más característico era las venas aun sobresaltadas sobre su rostro y un vendaje sobre los dedos índice y medio de su mano derecha.
Era claro el porqué de su pésimo estado y aun así mantuvo una sonrisa arrogante en su rostro. Ya sea para mantener las apariencias o por el hecho de poder reclamar su premio, sea cual fuera la razón era claro que el hombre estaba nervioso.
- Lamento la tardanza – dijo Risei entrando a la capilla – Esta ha sido una noche muy ajetreada.
Caminado por el pasillo, la voz del hombre tan serena como siempre, aunque si uno prestaba atención podía notar el cansancio. Y no era para menos, ya que mantener las cosas ocultas del ojo público fue algo extremadamente difícil debido a la magnitud de la última lucha.
Aun así, logro su cometido y logro mantener a las autoridades, así como los medios locales fuera de todo el asunto. Se sentó pesadamente en uno de los asientos justo al lado del rubio, esperando la razón de su visita.
- Hehe. Entiendo. Es una situación muy complicada por donde la vea. Ya imagino lo difícil que será encubrirlo todo – rio altaneramente sin estar preocupado por eso realmente.
- Bueno, si... Definitivamente es mucho que manejar para la Iglesia – comento un tanto confundido por la actitud del Maestro.
- Pasando a otro tema, Padre, ¿Ha tomado una decisión con respecto a la razón del porque estoy aquí? – pregunto, viendo al hombre sin perder esa sonrisa – Ya sabe, el premio por haber derrotado a Caster.
- Ciertamente, mis observadores han confirmado que durante la batalla de esta noche, el Sirviente Lancer jugó un papel importante en la derrota de Caster – expreso su opinión con un disgusto que intento mantener bajo control.
- Es decir, ¿Qué tengo derecho a uno de los Hechizos de Comando como resultado? – siguió insistiendo, deseoso de volver a tomar el control de la situación.
- Bueno, el caso es... – hablo con incertidumbre mientras veía el dorso de la mano derecha del rubio, desprovista de Hechizos de Comando – Señor Kayneth Archibald. Estoy debatiendo si usted aun es calificado como Maestro en este momento – mintió, esperando poder rechazar su solicitud sin levantar sospechas.
- Mi pacto con Lancer está compartido entre mi prometida, Sola-Ui, y yo – explico, suavizando tanto su sonrisa como su tono.
- ¿Y el hecho de que la señora Sola-Ui este actuando como la fuente de Mana de Lancer y de portadora de los Hechizos de Comando? – cuestiono, valorando la situación actual.
- Ciertamente, le he encargado temporalmente los Hechizos de Comando a Sola-Ui. Pero aún tengo el control sobre el contrato con el Sirviente – trato de disipar las dudas, tratando de evitar que viera sobre su engaño – Además, mi nombre fue el único que se declaró Maestro a la Iglesia.
- Muy bien. Reconozco tu derecho – declaro de forma resignada, ya que no podía negarse ante aquello – Señor Kayneth, extienda su mano – pidió arremangando su manga derecha, revelando al menos una docena de Hechizos de Comandos gravados a lo largo de su brazo.
- Muy bien – murmuro ensanchando su sonrisa y haciendo lo pedido.
- Tome esta taza, y beba de ella. Esta es mi sangre, que será derramada por nosotros y por todos, para que mis pecados sean perdonados. La sangre de un nuevo y eterno convenio – recinto con firmeza y confianza.
Risei extendió su mano y toco el dorso de la mano de Kayneth y un segundo después un brillo rojizo emano de su brazo, borrándose uno de sus Hechizos de Comando y apareciendo uno en el rubio, quien miro con júbilo como su antigua marca como Maestro regresaba una vez más a él.
Por su parte, el Padre supo que no podía negarse a tal cosa aunque quisiera, pues aunque la victoria fuera de Saber, dicha victoria se debía únicamente al hecho que Lancer hizo sacrificio de una de su Lanzas de su Sirviente.
Los asesinatos de Caster en contra de inocentes volvió esto en una situación única con una recompensa única. Una en la que desafortunadamente para sus planes con Tokiomi, también debía de otorgarle un Hechizo de Comando a Saber e incluso si la situación se complicaba demasiado también a la Maestra de Legend por su apoyo durante la pelea.
Pero nada podía hacer, tenía una promesa más importante cumplir ante su Señor de mantener en orden esta Guerra y hacer las cosas de la forma más honorable y justas posibles. Y así se encargaría de hacerlo.
- Espero que usted, como Maestro, continuará peleando honorablemente – pidió con amabilidad, mientras se retiraba.
- Oh, por supuesto que lo hare – dijo simplemente.
El sonido de un disparo hizo eco en todas las paredes de la iglesia, para luego dejarla en completo silencio. Dejando detrás el cuerpo sin vida de Risei Kotomine, que ahora estaba tumbado en el suelo con un charco de sangre comenzando a formarse debajo de él con un agujero de bala justo en la base de su cuello.
El arma de fuego cayo en el regazo de Kayneth quien simplemente se limitó a mover pesadamente con extrema dificultad su silla de ruedas. Obligando a los músculos dañados y heridos de sus brazos a seguir avanzando antes de que llegara alguien y se dieran cuenta de lo que había hecho.
Pues este fue su plan desde el inicio, ya estaba en desventaja al tener dos Hechizos de Comando menos. Y peor era su situación al tener a su propia prometida en su contra debido al encanto de Lancer. De ninguna manera iba a permitirle a otro Maestro tomar ventaja sobre su ya de por si mala situación, al tener el derecho a reclamar un Hechizo de Comando.
Puente de Fuyuki
Absorta en la serenidad, Saber permanecía en el medio del río, su mirada perdida en la distancia donde momentos atrás se hallaba su enemigo. Aquella batalla había sido sin duda una de las más difíciles de su vida, llevándola al límite y reviviendo el miedo de perder a alguien en batalla, un sentimiento que pensó había perdido hace ya mucho tiempo.
A pesar de haber ganado, una molestia persistía en ella. Las voces y ecos de su pasado intentando frenarla en aquella cúpula. Sus voces eran tan claras como el día mismo. Resultaba difícil creer que, a diferencia de aquellos que la rodeaban, su pasado no le brindara felicidad ni dicha.
Era algo casi injusto, que aquel sentimiento de frustración y dolor fuera tan difícil de ignorar, causándole un fuerte vacío en su corazón. Jamás buscó la corona para sentirse superior o hallar alegría entre las joyas del reino; lo hizo por el deber que recaía sobre ella, despojándose de sus sentimientos para cumplir con su labor.
Y nunca, en todo su reinado había sentido lo que en estos pocos días había experimentado en esta nueva era. Aun no podía entender que era aquel vacío que se alojaba en ella y la inundaba, ni por qué parecía un sentimiento tan familiar, uno que pareciera que la ha estado acompañando desde hace un largo tiempo, como un viejo amigo.
Inhaló profundamente, liberándose del estrés de la batalla. Ya todo había concluido, y no tenía sentido preocuparse por lo sucedido. A pesar de las dificultades y problemas con Caster, las cosas habían salido bien, ignorando una vez más el persistente sentimiento, una sonrisa iluminó su rostro al ver a su amigo descender sobre el río, justo frente a ella.
Y tan rápido sus pies tocaron la superficie del rio, comenzó a correr a toda velocidad en su dirección con una gran sonrisa en su rostro.
Desapareció su espada dorada en partículas ya que sabía que ahora mismo no la necesitaría y honestamente, estar a su lado le permitía olvidar el vacío en su corazón, disipando cualquier incertidumbre.
- ¡Eso fue asombroso, Arturia! – grito Goku con nada más que emoción en su voz.
- Bueno, no lo hice sola, tú... ¡¿eh?! – Arturia abrió sus ojos por completo al sentir que fue tomada por la cintura y, de inmediato, alzada en brazos por el pelinegro.
El rostro de Saber se tiñó de un rojo brillante al sentir una vergüenza abrumadora por el inesperado acto. La situación se volvió aún más embarazosa cuando el pelinegro comenzó a dar vueltas con ella en brazos, manteniendo una enorme sonrisa que intensificaba su desconcierto.
Sin comprender por completo la razón de la risa alegre ni el gesto de ser levantada en brazos, Saber, a pesar de su confusión, dejó escapar una sonrisa y una risa suave. Aunque no comprendía del todo la situación, encontró el momento sumamente divertido.
Dándose permiso para relajarse y liberar algunos de sus miedos a través de las risas, simplemente se dejó llevar por el momento. En ese instante, solo existían Goku y ella, y deseaba disfrutar cada segundo sin preocuparse por nada ni nadie.
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- Sabia que eras realmente poderosa, ese ataque en verdad me dejo sin palabras – comento con emoción deteniendo sus giros y bajando suavemente a su amiga.
- Me alagas, pero fue gracias a tu ayuda que pude lanzar mi ataque, tú también fuiste realmente impresionante – agradeció avergonzada por los elogios – Levantar algo de ese tamaño habla mucho de tu fuerza física.
- Vamos, lo único que hice fue levantar esa cosa. Pero tú lo acabaste de un solo golpe – desestimo su acto en comparación, para luego tomar las manos de su amiga y acercar su rostro al suyo – ¡Ese ataque tuyo fue más que impresionante! ¡La energía que emanaba era tan grande que parecía emanar de todo tu alrededor! ¡¿Cómo fue que lograste disparar tal cantidad de energía de esa forma tan precisa?!
- Bueno... yo... es que yo... – tartamudeo un poco, debido a lo sorpresivo de su cercanía, no pudiendo evitar sonrojarse.
- ¡Ahora estoy más emocionado por nuestro combate al ver tu verdadero poder! ¡Sera algo muy divertido! – siguió cada vez acercando más su rostro de su amiga – ¡Estoy seguro de que tienes más habilidades impresionantes y ya no puedo esperar para verlas!
- Por favor, aléjate un poco, Goku – pidió aún más avergonzada que antes pues sus rostros ahora mismo estaban tan cerca que prácticamente lo tenía sobre ella.
- ¡Dime! ¡¿Liberas todo ese poder solo con tu espada o tienes más armas que puedes utilizar, como una lanza? – pregunto casi sin poder detenerse pues estaba realmente emocionado.
- ¡Dije que te alejes! – grito y lo aparto con rapidez al soltar el agarre de sus manos y empujarlo hacia atrás, ya que la cercanía fue tal que pudo sentir su nariz rosando la suya y eso le provoco un escalofrío por todo su cuerpo.
- Hehe, perdón creo que solo me emocione de más – se disculpó al ver como su amiga se apartaba molesta y le daba la espalda.
- "¿Por qué hice eso? ¿Por qué estar tan cerca de él me afecta tanto?" – se cuestionó al sentir un fuerte calor por todo su cuerpo inundándola de nerviosismo – "¿Que está pasándome?"
- Vamos Arturia, ya me disculpé, no te enojes, por favor. Es solo que me deje llevar – suplico, ya que tal vez pudo haber exagerado en su emoción.
- Ese no es el problema y no estoy enojada por eso – aseguro en un tono bajo, ya que no quería causar ningún malentendido.
- Eso es bueno, por un momento pensé que estaba en serios problemas – dijo con una gran sonrisa ya sintiéndose mejor – Además – suavizando su voz, atrajo la mirada de su amiga por el repentino cambio – Gracias, Arturia. Muchas gracias por no dejarme solo, lamento mucho los problemas que te cause, prometo que ya no dejare que mis impulsos se apoderen de mí, no quiero volver a ponerte en peligro por mi culpa.
Saber se giró hacia su amigo, contemplándolo con asombro en sus ojos. Era la primera vez que lo veía tan serio, pero tranquilo y seguro de sí mismo. Aunque no podría afirmarlo con certeza, el agradecimiento en sus palabras transmitió un cálido sentimiento de alegría a su corazón, confirmando que él era consciente de sus propios errores.
Y no podía estar más en lo cierto, Goku reconocía plenamente que había sido un blanco fácil para Caster al dejarse llevar por el odio sin considerar adecuadamente la estrategia de su oponente.
Además, era consciente del riesgo innecesario que había impuesto a todos los demás, especialmente a Saber. La derrota a manos de Caster y la pesadilla subsiguiente, donde sostenía a su esposa e hijo, le causaban un dolor profundo en el pecho.
Y aun sumido en la oscuridad, la soledad y el dolor, una luz brillante se abrió paso, mostrándole el camino. Su sufrimiento se transformó en dicha al ver que esa luz provenía de Saber. Le estaba increíblemente agradecido, ya que su voz resonaba entre lamentos como una suave melodía, y todo explotó en lo que a sus ojos parecía una lluvia de pétalos dorados.
Al verla ahora, parada frente a él, se dio cuenta de algo importante: su mirada era asombrosamente hermosa. Sus grandes ojos parecían casi hipnóticos, provocando que se cuestionara por qué no lo había notado antes. Su corazón se aceleraba ante este nuevo descubrimiento, acompañado por una oleada de sentimientos nuevos hacia su amiga.
Estos sentimientos caían sobre su corazón como una lluvia interminable, y aunque algunos eran familiares, otros eran nuevos y demasiado fuertes para simplemente ignorarlos. No podía explicar completamente lo que experimentaba, pero frente a esta nueva experiencia, decidió afrontarla con una sonrisa en su rostro, como siempre lo hacía.
- No tienes nada que agradecer, porque lo haría de nuevo sin pensarlo – aseguro Arturia con nada más se sinceridad – Solo asegúrate de mantener esa promesa. No dejes que el odio se apodere de ti o nunca te lo perdonare – agrego con un tono un poco más firme pero manteniendo su sonrisa.
- Hehe eso tenlo por seguro, porque yo jamás traicionaría tu confianza – dijo con alegría mientras posaba sus manos detrás de su cabeza.
- No deberías relajarte tanto – continúo comenzando a ponerse seria y enojarse de verdad – Tienes que ser más cuidadoso en el futuro, esta pelea fue demasiado para todos y gran parte de ello fue tu culpa. Has dejado que tu odio se apodere de ti ya dos veces y por culpa de la misma persona.
- Bueno, supongo que si – murmuro bajando los brazos y sintiéndose realmente culpable en especial por aquella mirada tan molesta que hasta hace unos segundos era una alegre.
- Eres fuerte y mucho, pero no eres invencible y no lo resolverás todo con simplemente golpear al oponente más fuerte – continuo, cruzando sus brazos sobre su pecho.
- Si lo entiendo, ya no me regañes, Arturia – suplico ya encorvado en una postura sumisa y arrepentido.
- Y sobre todo, nunca vuelvas a dejarme atrás – finalizo, al fin sacando toda su molestia, siendo algo casi terapéutico el sacarlo todo – No soy tu ayudante, somos compañeros y no te permitiré que me ignores de nuevo.
- Lo siento, no quise hacerte sentir de esa manera – se disculpó de forma temerosa ya que en verdad estaba sintiendo miedo de esa mirada – Te juro que no volverá a ocurrir, solo ya no estes molesta conmigo. Te prometo que te compensare por todo esto.
- No se trata de eso. Pero me alegra que lo entiendas, no sabes cuando necesitaras de un plan – aseguro mientras soltaba un suspiro, ya que realmente no estaba enojada con él, solo preocupada y necesitaba desahogarse.
- Oye no digas eso, te dije que si tenía un plan, y que era el mejor de todos – comento con un sonrojo mientras se rascaba la mejilla con vergüenza, solo para verla directo a los ojos y sonreírle con algo de diversión – Y funciono, confiar en ti nos hizo ganar esta pelea.
La afirmación de Goku provocó que Saber lo mirara de nuevo con asombro, disipando por completo su molestia y enojo. La elogió de una manera que la dejó tan halagada que no pudo evitar sonrojarse, viéndose obligada a desviar la mirada debido a la vergüenza que la embargaba. Estaba más halagada de lo que podría haber imaginado, sus palabras la hacían muy feliz incluso sin comprender completamente el motivo.
Además, Saber se había percatado de que, desde que salieron de aquella maldición, sus reacciones de vergüenza hacia su amigo se habían incrementado, y no entendía por qué. A pesar de que simplemente la había rescatado, su mente divagó hacia aquel lugar en el que se vio a sí misma sosteniendo en un firme abrazo al pelinegro, consolándolo de su dolor.
La imagen solo hizo que su corazón latiera con más fuerza, intensificando su rubor al punto de que prácticamente su cabeza parecía echar humo. Aún podía sentir el calor del cuerpo de Goku contra el suyo y su aroma tan refrescante que la inundaba.
- Me alegra mucho que pienses en mí de esa forma – dijo suavemente con una sonrisa alegre.
- Hehe solo digo lo que en verdad siento, Arturia – reitero ya un poco más tranquilo al ver que el estado de ánimo de su amiga se había suavizado.
- ¿Arturia? – repitió con confusión al final dándose cuenta de algo – ¿Qué paso con ese honorifico al final de mi nombre que siempre usabas? – cuestiono al recordar que en efecto, ese honorifico había desaparecido desde hace ya un tiempo atrás.
- Oh, lo que pasa es que me siento más cómodo diciendo solo tu nombre. Ya que es algo más personal – respondió, desviando la mirada y poniendo sus manos detrás su cabeza – Espero que no te moleste.
- En lo absoluto. Me gusta mucho que me llames solo por mi nombre si es por esa razón – afirmo con emoción.
- ¡Que bueno! Por un momento pensé que no te gustaría, por todo eso de que no me dejabas usar tu nombre en un principio – rio divertido.
- No me dejaras olvidar eso, ¿cierto? – cuestiono ligeramente apenada y con un leve sonrojo.
- No en un tiempo – responde divertido.
- Bien – suspiro en derrota – Debemos irnos, tenemos que regresar con Irisviel y Kiritsugu. No me había percatado pero mi Maestro está muy cerca.
- Ahora que lo mencionas – dijo girando su cabeza buscando sus firmas de Ki – No se encuentran muy lejos de aquí. Deberíamos alcanzarlos y ver como se encuentran – agrego deteniendo su mirada justo a su izquierda.
- Tienes razón, esta lucha se ha acabado pero no podemos permitirnos bajar la guardia – dijo con seriedad – No sabemos si alguno de los otros Maestros trate de tomar ventaja de la calma tras la batalla.
- Supongo que tienes razón. De hecho Iskandar esta con ellos, aunque ya se está alejando y no tiene malas intenciones, ya que ambos están bien – comento con curiosidad por aquello.
- ¿Rider? – se alarmo claramente ante eso, viendo en dirección la misma dirección que su amigo, pues no había razón alguna para que ese sujeto estuviera frente a sus Maestros – Esto no me agrada, vayamos de inmediato con ellos.
- Muy bien – apoyo a su amiga mientras caminaba hacia ella con una sonrisa – En ese caso lo mejor será que vayamos volando.
- ¿Qué? ¿Como que volan...? ¡¡¡¿¿¿EH???!!! – grito de sorpresa al ser recogida por su amigo en un estilo nupcial.
- Sujétate bien – y sin nada más que decir, flexiono sus rodillas y de un simple impulso salido disparado a los cielos a una velocidad moderada.
- ¡¿Qué se supone que estás haciendo?! ¡Goku, bájame! – demando con un fuerte sonrojo iluminando su rostro a la vez que se movía y pataleaba para liberarse – Oye, ¿Me estas escuchando? ¡Te digo que me bajes! – continúo colocando su codo en el rostro de su amigo y empujándolo con el fin de ser liberada.
- Oye, ya no te muevas, te puedes caer – regaño no entendiendo porque se estaba moviendo tanto, sacándolo un poco de equilibrio – Además fuiste tu quien dijo que fuéramos de inmediato – intento calmar sin mucho éxito.
- ¡Pero yo nunca estuve de acuerdo con esto! – grito poniendo sus manos en el pecho de su amigo en un intento de alejarse de él – ¡Esto no me gusta!
- Vamos no digas eso, la vista es increíble desde aquí, ¿no lo crees? – pregunto mientras le regalaba una gran sonrisa.
Arturia cesó su forcejeo al ser cautivada por la enorme sonrisa de Goku. De repente, toda la incomodidad y vulnerabilidad que sentía al ser sostenida en una posición tan íntima desapareció. La sonrisa del pelinegro parecía disipar cualquier intranquilidad en su mente y corazón. Sin pensarlo dos veces, dejó de exigir ser liberada y se relajó por completo entre sus brazos.
Aunque Goku volvió su mirada al frente y continuó su curso sin problemas, las palabras que había pronunciado eran verdaderas. La vista nocturna de la ciudad de Fuyuki, iluminada por hogares, calles y edificios, era algo extraordinario, especialmente cuando Goku se elevó más de lo necesario.
Al confirmar que Kiritsugu e Irisviel estaban fuera de peligro, decidió volar un poco más lento para ofrecerle a Arturia esa vista acompañada de un suave y fresco viento, gesto que le arrancó una sonrisa.
Y aquella vista tan magnifica era algo a lo que Arturia jamás le presto la más mínima atención, ya que toda su atención estaba enfocada en el rostro del pelinegro, completamente deslumbrada. No podía apartar la mirada de su rostro, admirando su sonrisa cálida e inocente que la hacía olvidar todo lo demás. Se dejó llevar, observando con detalle la forma torneada y bien definida de su mandíbula y cuello.
El sonido ensordecedor de su corazón eclipsaba cualquier ruido externo, ni el bullicio de la ciudad o de las sirenas de los vehículos que se dirigían con rapidez hacia el puente en busca de alguna explicación sobre los diversos reportes de los ciudadanos preocupados.
Ella no podía escuchar nada que no fueran los rápidos latidos de su corazón al contemplar aquel hermoso rostro. Al sentir sus fuertes y grandes manos sujetándola con tanta firmeza para no dejarla caer, pero con la delicadeza suficiente para no lastimarla.
Sentía ansiedad y expectativa, donde aquellos instintos de sospechar de todos intentaron salir a flote, pero ella sabía que todo estaba bien. Pues aquel que la sujetaba era una buena persona, era alguien muy amable.
- Si, es una vista agradable – dijo en un murmullo, no pudiendo evitar sentirse extrañamente cómoda entre sus brazos.
Zona residencial – Mismos instantes
Entre los callejones de los imponentes edificios, Kirei caminaba, buscando algo, o más precisamente, a alguien. No pasó mucho tiempo antes de hallar a su objetivo: el cuerpo quemado y chamuscado de Kariya yacía boca abajo a pocos metros de él. Al acercarse, se arrodilló para girarlo, provocando gemidos de dolor por parte del hombre maltrecho.
Era impresionante que, a pesar de la dura caída y las quemaduras en su cuerpo, Kariya aún conservara la vida. Sin embargo, esto importaba poco para el castaño, quien inmediatamente materializó tres cuchillas entre sus dedos con la intención de poner fin a su vida y facilitar el camino para su maestro en la Guerra del Santo Grial.
No obstante, se detuvo a medio camino al resonar en su cabeza las palabras de Archer, recordándole el placer que encontraba en el sufrimiento de Kariya e Irisviel von Einzbern.
El mismo sentimiento que lo invadió al presenciar la frenética lucha de Irisviel volvió a apoderarse de él. Dejándose llevar, hizo desaparecer las cuchillas y colocó bruscamente su mano derecha sobre el pecho del peliblanco, irradiando un brillo azul verdoso.
Este acto provocó una reacción intensa de los insectos dentro del cuerpo de Kariya, respondiendo al Mana que sanaba sus heridas. Y aun sumido en la inconsciencia, Kariya comenzó a soltar pequeños gritos de agonía que aumentaron en intensidad.
El sufrimiento del hombre solo dibujó una sonrisa en el rostro de Kirei, quien observaba el evento sin percatarse de que lo disfrutaba realmente.
En otro lugar, apartado del río, en un estacionamiento detrás de un edificio, Kiritsugu e Irisviel llegaron al lugar donde habían estacionado su automóvil. Aunque la pelea había concluido recientemente, Kiritsugu percibió a lo lejos el sonido de sirenas acercándose
Era evidente para él que la Santa Iglesia había alcanzado su límite al mantener la batalla oculta, evitando que las autoridades se enteraran hasta que todo hubiera concluido, a pesar del incidente con los jets que vio sobrevolar la criatura al inicio de la pelea.
Descartando ese pensamiento, Kiritsugu centró su atención en su esposa, quien se apoyaba en el capó del automóvil para descansar. Quedó impresionado por la rapidez con la que pudo volver a caminar, solo con un leve temblor en su cuerpo.
- ¿Te sientes mejor, Iri? – pregunto suavemente, aunque con clara preocupación en su voz.
- Si, aun me duele todo el cuerpo. Aunque ya no tanto como al principio – respondió con una sonrisa cálida que esperaba dispersara los miedos de su amado.
- Me alegra mucho oír eso. Trata de tomártelo con calma y no te presiones, ¿Entendido? – pidió poniendo sus manos sobre sus hombros y responder a su sonrisa con una igual.
- Muchas gracias por preocuparte tanto por mí. Recuerdo escuchar lo molesto y desesperado que estabas cuando luche contra Caster. Tú me salvaste, así que te debo un gran agradecimiento – dijo apoyando su cabeza en su pecho, disfrutando del olor de su colonia y del calor que emanaba.
- Lamentablemente no pude hacer tanto como me hubiera gustado – arrepentido por no hacer más, envolvió a su esposa entre sus brazos temiendo perderla.
- No, lo que hiciste fue más que perfecto. Puede que suene egoísta o incluso poco razonable, pero cuando escuche lo desesperado que estabas cuando Caster me atrapo y como intentaste ayudarme intentando cualquier cosa, eso me lleno de alegría – informo, sus mejillas sonrojadas ante la vergüenza de admitir aquello.
- No lo entiendo, ¿Por qué serias feliz por algo como eso? – pregunto genuinamente confundido por su actitud.
- Porque siempre has parecido tan perfecto ante cualquier situación. Intentando mantener siempre la compostura y la lógica, no dejándote alterar por nada ni nadie – respondió disfrutando del sonido de su corazón – El escucharte tan alarmado. Tan alterado, por mí, me demostró lo mucho que me amas, al simplemente dejarte llevar.
- No estoy seguro si esa es una buena razón para estar feliz, pero en este momento solo me importa que estes bien – aseguro.
- Gracias por todo – murmuro ya sintiéndose mucho mejor.
Y aunque le hubiera encantado disfrutar mucho mas de aquel abrazo y olvidarse del mundo que lo rodeaba, sabía perfectamente que no podía hacer tal cosa. Kiritsugu aparto a su esposa suavemente de su pecho, para mirarla con algo de seriedad y preocupación.
Una mirada que Irisviel conocía bastante bien y aunque podía darse una idea lo que estaba por seguir a continuación, se sintió algo desconcertada por la preocupación casi palpable que estaba desprendiendo su esposo. Lo conocía casi tan bien como se conocía a sí misma y sabía que aquella mirada de preocupación no era algo normal.
- Iri, estos... cambios que has estado sufriendo son demasiados como para no preocuparme. No solo es el aumento de tu fuerza o la facilidad de usar habilidades que nunca habías usado. Son cambios que ya son incluso físicos, que parecen volverte casi idéntica a Son Goku – expreso su preocupación.
- Se que estas preocupado, pero ¿no crees que estas exagerando, Kiritsugu? – pregunto realmente confundida – Se que necesitas respuestas, yo también quisiera saber qué es lo que me está ocurriendo. Pero vamos, mis ojos solo cambiaron de color y Goku los tiene de color negro – agrego no viendo realmente algo porque preocuparse.
- Veo que no te diste cuenta – dijo negando con la cabeza – En un momento de tu pelea, perdiste el control. Tu cabello se volvió negro, tu musculatura aumento drásticamente y lo más importante, te viste envuelta en un aura dorada. Un aura, idéntica a cuando Son Goku desapareció del castillo de los Einzbern.
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- Eso... eso es imposible – tartamudeo, incrédula de que aquello fuera verdad – En ese momento... yo... – intento negar tal cosa, pero le resultaba imposible.
Irisviel recordó su enfrentamiento con Caster, una experiencia notablemente distinta a cuando luchó contra Kirei Kotomine. En esta ocasión, se sentía completamente dueña de sí misma en todo momento, aunque algunos fragmentos permanecían nublados en su memoria.
Durante la pelea, la rabia había eclipsado su mente, actuando solo por instinto y dejándola con recuerdos fragmentados y difusos. Su memoria de aquellos momentos era tenue, con destellos esporádicos, especialmente al intentar recordar los cambios que su esposo le había mencionado.
En ese momento, la racionalización estaba ausente. Cerró los ojos y exploró mentalmente su cuerpo de arriba abajo en busca de cualquier anomalía que pudiera haber desencadenado esos cambios. Sin embargo, solo encontró decepción; todo parecía en orden, sin anormalidades evidentes.
Aunque, ciertamente, percibió una sensación fuera de lo común, nada alarmante ni merecedor de una atención significativa. Experimentaba una leve comezón en el centro de su espalda baja, una molestia que atribuyó a su brusca caída o a algún raspón durante la contienda, restándole importancia.
- Lo siento, Kiritsugu pero mi cuerpo está bien, no encuentro nada funcionando mal. No detecto nada fuera de lo normal – informo sintiéndose aún más confundida que antes.
- Entiendo. La familia Yggdmillennia también tiene a su disposición Homúnculos, pero estos tienen un cabello marrón y una tez de piel más pálida, ¿es posible que tus cambios se deban a una cualidad como Homúnculo? – pregunto en un intento de buscar respuestas.
- Esa familia solo sabe crear Homúnculos porque se robó información de la familia Einzbern – aseguro con ligera molestia – Y los Homúnculos son creados bajo ciertas características específicas dependiendo de quienes sean sus creadores. En el caso de la familia Einzbern el cabello blanco y ojos rojos es por su fundadora, Justeaze Lizrich von Einzbern.
- Entiendo. Iri, ¿podrías explicarme de nuevo porque tú eres diferente del resto de los Homúnculos de la familia Einzbern? – pidió deseando estar equivocado en lo que su mente estaba formulando.
- Si, claro – dijo con un asentimiento, no entendiendo porque aquello tendría importancia – Yo soy igual al resto de Homúnculos de la familia Einzbern, pero soy la primera Homúnculo en ser creada con el fin de ser la contenedora del Santo Grial, se me creo con un mayor número de Circuitos Mágicos, los cuales tiene la habilidad de adaptarse y mejorar para una aceptación completa y perfecta al Santo Grial.
- ¿Y solo tus Circuitos Mágicos tienen esa capacidad de adaptación y mejora? – cambio el enfoque de su pregunta.
- Kiritsugu, no estoy entendiendo, ¿A dónde quieres llegar con todo esto? – decidió expresar su confusión al realmente no entender a donde quería llegar.
- Solo trato de entender, si es posible que tú sangre o tus células también... – se detuvo al escuchar el sonido de unos rayos y el berrido de unos bueyes.
Kiritsugu se dio media vuelta, poniendo su brazo izquierdo de forma protectora sobre su esposa, mientras desenfundaba su pistola y apuntaba a la carroza dañada de Rider, quien ni siquiera se inmuto ante tal acto.
Waver en cambio se aterro y escondido tan rápido vio el arma. Pero estaba aún más asustado de siquiera cruzar miradas con aquella mujer, pues aún tenía bien presente todo lo que podía hacer y no quería enfrentarse a ella en ninguna circunstancia que no involucrara un plan. Eh incluso estaba en contra de siquiera aparecer frente a ella, pero una vez más, sus peticiones cayeron en oídos sordos.
Por su parte, Irisviel estaba impresionada de que Rider apareciera frente a ellos, era claro el nerviosismo de su esposo y aun viéndolo de espaldas, podía decir lo tenso que se encontraba. Y aunque ella no estaba en un estado de ánimo tan diferente de su esposo, fácilmente podía decir que la mirada de ese Sirviente no traía consigo malas intenciones.
- No temas, Maestro de Saber – Iskandar hablo con tranquilidad y mostrando una gran sonrisa – Solo eh venido a ofrecer mis agradecimientos a la Maestra de Legend por su ferocidad y valentía en la lucha contra Caster. Cualquiera que luche a mi lado en batalla no merece nada menos que mis respetos.
- ¿Cómo estas tan seguro que soy el Maestro de Saber? – cuestión Kiritsugu con molestia ante el hecho de ser descubierto.
- Intentar tomar por tonto a un rey solo te conducirá a la muerte – amenazo Iskandar con sutileza – Pero como sea, baja tu arma, ya que no tengo nada que hablar contigo, no me interesas – agrego, mirando sobre el hombre, enfocándose solo en quien vino a buscar.
- Tranquilo, Kiritsugu, Goku y Saber ya vienen en camino, haz lo que dice – susurro Irisviel al oído de su esposo, intentando calmarlo, cosa que logro al ver como hacia lo que le pedía – No hay nada que agradecer, solo hice lo que consideré correcto – dijo confundida por la actitud del Sirviente.
- ¡Hahaha! Un acto noble motivado por un firme ideal de responsabilidad. Nada mejor que eso – elogio Iskandar con alegría y honestidad – Como le dije a Saber, por esta noche hemos hecho una tregua y todos aquellos que ayudaron en la batalla son mis aliados.
- Si ese es tu razonamiento, dudo mucho que hayas venido hasta aquí solo para dar un agradecimiento – argumento Kiritsugu aun nervioso de tener a ese sujeto frente a él.
- Tus sospechas no están mal infundadas. Ya que mi visita tiene otro objetivo, pero te reitero, no estoy hablando contigo – Iskandar miro con molestia al hombre ya cansado de su actitud.
- Entonces, Rider, si no tienes malas intenciones, dime ¿para qué has venido a buscarme? – pregunto Irisviel asustada por la mirada del Sirviente, pero su miedo era superado por su molestia al ver cómo le hablaba a su amado.
- Maestra de Legend, quiero dejar algo en claro. Tus acciones durante la batalla fueron extraordinarias y dignas de todo respeto. Es por eso me veo en la necesidad de expresar mi opinión como aliado – Iskandar dejo en claro su postura ante aquello – Responde, Maestra de Legend, ¿Cuál era tu objetivo real? ¿Por qué luchaste?
Aquella pregunta confundió claramente a la pareja, que no estaba comenzando a comprender lo que estaba pasando. En especial Irisviel que simplemente no estaba entendiendo las verdaderas intenciones de Rider, en especial cuando ella misma ya había explicado por qué lo había hecho.
Y aun sin entender del todo lo que estaba pasando, comenzó a meditar rápidamente en una respuesta, ya que incluso si Rider afirmaba no atacarla al ser aliados por haber luchado juntos, su mirada fijamente clavada en ella la estaba comenzando a poner nerviosa.
- Lo hice porque quería salvar a Goku. Por qué él siempre me ha ayudado más de lo que se puede imaginar – respondió Irisviel con firmeza y seguridad – Yo luche para salvarlo y evitar que Caster lastimara a inocentes o a los que amo.
- Lo entiendo. Eres alguien impresionante y agradezco tu honestidad – dijo Iskandar con un asentimiento – Sin embargo, como mi aliada en esta lucha debo decirte que fracasaste en tu misión. Y no solo eso, te volviste una amenaza aún peor que Caster – indico con seriedad, sorprendiendo a todos.
- ¡¿Qué?! – exclamo Irisviel en shock.
- "Este maldito, ¿Qué está tramando?" – se cuestionó Kiritsugu, apenas conteniendo sus ganas de dispararle en la cara.
- Rider, ¿Qué diablos estas diciendo? ¿A qué te refieres? – exclamo Waver, asomándose finalmente desde dentro de la carroza, no entendiendo nada.
- Maestra de Legend, ya probaste ser muy fuerte con puños de acero. Pero aun te falta el corazón de un guerrero – afirmo Iskandar con seriedad – La situación era arriesgada y difícil para cualquiera, pero se arriesgó demasiado, en un momento decisivo, ¿Por qué te saboteas con ese espíritu impulsivo?
- No... yo no hice tal cosa... yo los ayudé. Yo ayude a debilitar a esa cosa, ¡Fue gracias a mí que Goku y Saber salieron de esa maldición! – se defendió Irisviel comenzando a molestarse, pues ella ayudo a sus amigos, ella fue algo más que un simple apoyo desde la distancia.
- Dudo mucho que se diera cuenta, pero ¿recuerda la destrucción que había en el rio? – pregunto Iskandar sin esperar realmente una respuesta – Aquella destrucción fue culpa suya, usted causo más estragos que la misma criatura de Caster y estuvo a punto de volar todo aquel lugar de un solo golpe, acabando con la vida de varios inocentes en el proceso.
- ¡Mientes! – grito Irisviel llena de furia, sus ojos cambiando de color a uno azul turquesa y sus Hechizos de Comando se volvían dorados – ¡Fue gracias a mi poder que pudimos luchar contra esa cosa! ¡Sin mí, nunca hubieran llegado tan lejos!
Kiritsugu fue sorprendido por el arrebato de furia de su esposa y al apartarse un poco de ella y mirarla, finalmente contemplo de cerca ese extraño cambio en sus ojos, algo que sin duda lo dejo impactado. En especial considerando que ella podría intentar atacar a Rider en un ataque de enojo.
- Se valió de una fuerza embriagante. Y enferma de poder por alcanzar una venganza termino dándole la espalda a sus verdaderos objetivos, poniendo en peligro a todos – aseguro Iskandar, mirando de nuevo al frente – No permita que sus emociones la dominen y no sucumba ante su propio poder, o perderse a sí misma, será el menor de sus problemas. Pues no hay mayor dolor que ser el causante de la muerte de aquellos a quienes amas.
Sin más palabras, Rider movió las riendas de sus bueyes, y la carroza ascendió hacia los cielos. Esperaba que sus palabras alcanzaran a la mujer, guiándola hacia un camino donde pudiera controlar su propio poder en lugar de ser controlada por el poder.
Aunque fueran enemigos, por esa noche fueron aliados, y Rider no podía irse sin expresar sus preocupaciones por el bienestar de una camarada, especialmente cuando no eran conscientes del daño que podían causar.
Kiritsugu dio un par de pasos al frente y miro el cielo en dirección de donde se fue Rider y una mueca de rabia se formó en su rostro, ya que no podía soportar que le hablaran a su esposa de esa manera.
Y aunque deseara atacarlo, entendía perfectamente la diferencia de niveles, ante lo cual, con gran pesar se mantuvo en silencio, aunque deseando que llegaran el par de Sirvientes para ordenar un ataque.
Enfundo su pistola, para luego dar un largo y pesado suspiro, ya que esta situación en verdad lo estaba molestando, decidió mantener la calma por el bien de su esposa. Aunque salió de sus propios pensamientos cuando el sonido chirriante del metal llego a sus oídos y al darse media vuelta se dio cuenta que su esposa estaba dándole la espalda con sus manos apoyadas en el capote de su auto.
Bajando la mirada, notó que Irisviel tenía las manos en puños, entre las cuales sostenía el metal del auto, aplastado como papel. Irisviel temblaba de frustración y enojo, ya que las palabras de Rider habían calado hondo en su corazón.
Lo que más le molestaba era que tenía razón. Rápidamente, las palabras del Sirviente trajeron a su mente recuerdos nublados por la rabia. Había perdido la razón y destruido el río, estuvo a punto de arrasar con todo en un intento de derrotar a Caster, sin importar las vidas inocentes cercanas, incluidas las de sus seres queridos.
La idea de casi haber causado la muerte de su esposo la horrorizó profundamente. Su mente repasó frenéticamente los eventos, llegando siempre a la misma conclusión. Había estado a punto de matar a Kiritsugu y herir a inocentes sin pensarlo dos veces. Esa no era ella, no podía ser ella. Lágrimas comenzaron a caer de sus ojos ante ese pensamiento
- Iri, tranquila. Lo que dijo Rider – Kiritsugu intento tranquilizar mientras posaba una mano sobre su hombro – Tu no serias capaz de hacer tal cosa, así no eres tú.
- ¡AAAAAAH! – Irisviel grito de frustración.
Con un movimiento ágil, elevó sus brazos hacia arriba, sosteniendo el automóvil sobre su cabeza sin aparente esfuerzo. El acto sorprendió al pelinegro, quien instintivamente retrocedió, observando la escena con una gota de sudor deslizándose por su mejilla.
- ¡Iri, cálmate, por favor! – pidió tratando de mantener su asombro bajo control – ¡Esta no eres tú! Solo estas siendo abrumada por todo lo que está pasando – continuo, suavizando su tono, poniendo sus manos sobre los hombros de su esposa – Es normal, estar molesto, yo también lo estaría, cualquiera lo estaría. Pero puedes relájate, porque nadie salió herido.
Sosteniendo el automóvil con firmeza, Irisviel anhelaba arrojarlo lejos para liberar su creciente frustración. Sin embargo, se percató de que no podía hacerlo, ya que las palabras reconfortantes de su esposo estaban surtiendo efecto en calmarla. Su contacto siempre la reconfortaba, haciéndola sentir acompañada y segura.
A pesar de ello, la frustración persistía, al permitir que una vez más sus emociones la dominaran. Aunque sabía que debía evitar desahogar su ira destruyendo cosas, la urgencia de liberar su molestia la impulsaba en esa dirección. Decidió entonces tranquilizarse y resistir la tentación de comenzar a romper cosas.
Aun sollozando, comenzó lentamente a bajar el automóvil y lo colocó de nuevo en el suelo. Notó las dos abolladuras en el capó, justo donde lo había sujetado, y eso también la perturbó, ya que apreciaba el automóvil y lo había estropeado.
- Se supone que ahora tenía la fuerza para estar a tu lado y ayudarte. No para lastimarte – murmuro sintiéndose culpable, bajando la mirada en vergüenza mientras sus ojos y hechizos regresaban a la normalidad.
-Iri, no pienses en lo que pudiste hacer, sino en lo que hiciste – consoló, mientras la giraba hacia él y la abrazaba – Estas pasando por algo que nadie puede explicar y aun así te las arreglaste para ayudar a detener a ese monstruo, nadie tiene el derecho de juzgarte.
- Pero yo estuve a punto de... – las palabras quedaron ahogadas en su garganta ante el hecho de siquiera mencionar algo tan horrible.
- Pero no lo hiciste – insistió, aun notando que su esposa se sentía culpable, por lo cual decidió dar otro enfoque – ¿Recuerdas cuando nos conocimos? ¿Quiénes éramos antes de estar juntos?
- ¿Por qué preguntas eso? – cuestiono separándose un poco de él para mirarlo, no sabiendo a donde quería llegar.
- En ese momento los dos éramos demasiado diferentes. Tú no tenías interés en nada y yo solo me enfocaba en mi objetivo. Pero ambos aprendimos a ser mejores – explico dándole una pequeña sonrisa – Podemos hacerlo de nuevo. Juntos, aprenderemos y terminaremos con lo que sea que te esté pasando. Regresaras a la normalidad.
- ¿Terminarlo? – repitió con confusión, apartando a su esposo de ella, mirándolo sin entender – No, Kiritsugu. No se puede terminar, utilizar este poder es importante, al fin puedo ayudarlos. Ya no seré una simple espectadora, al fin puedo ayudar y proteger lo que amo.
Kiritsugu guardó silencio ante la respuesta de su esposa, percibiendo que su comentario la había molestado genuinamente, reflejado en su rostro confundido y ligeramente disgustado. Considerando su enojo inicial hacia Rider por sus palabras, era evidente que este tema ahora se había vuelto delicado para ella.
No entendía bien de dónde surgían estos sentimientos negativos en ella, si eran emociones que siempre ocultó o si surgían a raíz del poder que ahora poseía. Sea cual sea la razón, necesitaba encontrar una solución para lo que le ocurría a su esposa y resolverlo.
- Entiendo, lo siento. No dimensione lo importante que es esto para ti. Pero prometo ayudarte y apoyarte – se disculpó tratando de aligerar el ambiente.
- Te lo agradezco tanto, Kiritsugu. Gracias por estar a mi lado – agradeció sintiendo que sus miedos parecían esfumarse.
- Siempre – dijo mientras limpiaba las lágrimas de sus mejillas con delicadeza.
Ambos encontraron confort y calidez en la mirada del otro, manteniendo una promesa que nunca fue dicha pero estaba escrita en sus miradas. Ambos enfrentarían cualquier adversidad y la superarían, juntos.
Era una promesa que se habían hecho hace ya mucho tiempo y ahora mismo retomarían. Irisviel sonrió ante eso y aunque fuera solo por esa noche, haría a un lado todos sus miedos e inseguridades, para poder reponerse y meditar las cosas con calma.
Sabía muy bien que necesitaba respuestas e incluso más que eso, necesitaba entender las dimensiones del daño que podría causar. Ya que pensaba que toda aquella energía solo le serviría para vivir una larga vida no para elevar su habilidad en pelea.
Tan emocionada estaba de poder ser de apoyo en una primera línea de ataque que simplemente se olvidó de todo el mal pudo hacer. Ante lo cual se esforzaría para que aquello no volviera a ocurrir, con ayuda de su esposo.
- Ay, creo que llegamos en un mal momento – dijo Goku un poco incomodo.
La pareja giró para encontrarse con la visión de sus Sirvientes descendiendo justo frente a ellos, una escena que provocó asombro en ambos al ver la forma en que Goku sostenía a Arturia. Aunque la expresión de sorpresa estaba presente en ambos rostros, las razones detrás de ella eran notablemente diferentes.
Irisviel quedó asombrada ante la adorable imagen que formaban juntos, especialmente al observar a su amiga ruborizada hasta las orejas. Aunque desconocía la razón detrás de la escena, no le importaba en absoluto.
La felicidad que experimentó al verlos juntos casi la impulsó a saltar de emoción, pero se contuvo debido al dolor que aún persistía en su cuerpo. Su rostro, adornado con una amplia sonrisa, expresaba toda la emoción que podía mostrar en ese momento.
En cambio, Kiritsugu se encontraba sorprendido por su propia confusión, incapaz de creer que esos dos estuvieran tan cercanos. Aunque nunca fue una preocupación real para él, las pocas interacciones que había presenciado entre ellos le habían llevado a pensar que simplemente se llevaban bien.
Sin embargo, ahora sus planes se veían completamente alterados, ya que necesitaba encontrar una manera de asegurar que Goku transfiriera la energía de la Tierra a su hija, evitando así que ella sufriera por la falta de energía en el futuro, tal como lo hizo con su esposa.
Antes de embarcarse en esa nueva tarea, se propuso comprender a fondo lo que le estaba ocurriendo a su esposa y determinar si su hija también enfrentaría circunstancias similares.
En esos momentos, su mente estaba llena de reflexiones y análisis, ya sin estar seguro de cómo proceder o qué decisiones tomar. La única certeza que mantenía era la necesidad imperativa de ganar esta guerra, ya fuera su esposa o él quien lo lograra.
- Ya, bájame – ordeno Arturia bajándose rápidamente de los brazos de su amigo, ya que ser vista por la pareja le dio un sentimiento de vergüenza que quiso evitar, en especial de su amiga.
- Oye, ¿Por qué ahora te molestas? – cuestiono Goku realmente confundido – Hace un momento parecías disfrutarlo.
- Que no estoy molesta – se defendió Arturia desviando la mirada – Y nunca dije que no me gustara. Solo, ya no preguntes.
- Bueno, si tú lo dices – dijo Goku confundido, mientras llevaba sus manos detrás de su cabeza – Hola, ¿está todo bien? – pregunto viendo a la pareja.
- Si, solo sorprendidos. Pero realmente estoy feliz de que ambos se encuentren bien, estaba muy preocupada por ustedes – respondió Irisviel con honestidad, dejando su curiosidad para después.
- Lamentamos haberte... – Arturia se detuvo en cuento presto más atención al estado de su amiga – ¡Irisviel, ¿Qué te sucedió?! – sorprendida, corrió a su lado comenzando a evaluar su estado.
- Solo son unos cuantos rasguños. La verdad es que solo me duele el cuerpo entero, pero nada de qué preocuparse – explico Irisviel mientras abría la gabardina de su esposo y dejaba ver mejor el daño.
- ¿Pero qué fue lo que sucedió? – cuestiono Goku caminado hacia su amiga – En ningún momento sentí que alguien te atacara.
- ¿Acaso fue Rider? – pregunto Arturia lista para acabar con ese sujeto si le había puesto un solo dedo a su amiga.
- No fue él y en realidad esto paso cuando ustedes estuvieron dentro de aquella maldición – dijo Kiritsugu con tranquilidad – La verdad es que es una larga historia y preferiría discutirla en otro momento, ahora mismo debemos ir a otro lugar.
- ¿Cómo que a otro lugar? Maestro, me gustaría una explicación esta vez – demando Arturia intentando no enojarse.
- Y las tendrás, pero no lo pienso discutir ahora y no aquí. Los demás Maestros y cabezas de familias han comenzado a notar a Iri y quieren lo que ahora ella pose – respondió Kiritsugu sin vacilaciones.
- ¿Y qué pose Irisviel que tantas personas puedan querer? ¿Acaso es su castillo? – pregunto Goku genuinamente confundido.
- Desean el poder de un Sirviente y el cómo acceder a este – Kiritsugu hablo viendo directamente al otro pelinegro – Que ella tenga tus mismas habilidades y parte de tu poder, atraerá a otros, deseando obtener lo mismo, a cualquier precio – aseguro.
- Si ese es el caso, lucharemos contra cualquiera que quiera lastimarla – dijo Goku entendiendo a donde quería llegar con esas palabras – Nadie le pondrá un dedo encima si podemos evitarlo, ¿cierto, Arturia?
- Por supuesto, tendrán que pasar por el poder y la furia de dos reyes antes de siquiera poder llegar a ti, Irisviel – apoyo Arturia con seguridad.
- Muchas gracias, chicos. En verdad son los mejores – agradeció Irisviel conmovida.
- Ahora mismo, debemos ir a que termines tu lucha contra Lancer, Saber – ordeno Kiritsugu con seriedad.
Saber se quedó sorprendida ante esas palabras, sin entender a qué se refería. Aunque también se dio cuenta de que no obtendría respuestas al ver cómo Kiritsugu tomaba su teléfono celular y se alejaba, realizando una llamada.
Este gesto solo le generó una punzada de molestia al sentirse tratada como una mera herramienta, percibiendo que su propio Maestro no compartía información importante con ella, como si quisiera mantenerla en las sombras tanto como fuera posible, lo cual la enfurecía profundamente.
Aunque tenía poco o nada que hacer al respecto, simplemente apretó los puños y apartó la mirada con molestia, esperando poder calmarse. Odiaba el hecho de incluso estar acostumbrándose a este comportamiento.
Detestaba la manera de actuar de su Maestro, y aunque sabía que no debía sentirse así, preferiría haber tenido otro Maestro, alguien cuyos ideales se alinearan más con los suyos. No comprendía cómo terminó siendo la Sirviente de un hombre como él, con ideales y metas tan diferentes.
Sentía frustración y, sobre todo, molestia. Aunque le tranquilizaba la idea de que, a pesar de no gustarle la situación, gracias a eso pudo conocer a Irisviel y especialmente a Goku, lo cual la reconfortaba.
Por su parte, Kiritsugu solo escuchaba el timbre de la llamada, pero nadie contestaba, lo cual resultaba especialmente extraño. Maiya debería haber logrado su objetivo sin contratiempos, ya que estaba seguro de que esa mujer se encontraría completamente sola. Sumado a todo el ajetreo de la batalla, su Sirviente no debería haberse percatado de nada.
Y si ese era el caso, ¿por qué seguía sin contestar el teléfono celular? Era una pregunta que lo estaba molestando y estaba comenzando a ponerse inquieto, ya que nada parecía salir como le gustaría.
- Si fuera tú no seguiría insistiendo. Tal vez está ocupada – dijo Goku simplemente mientras ladeaba su cabeza de un lado a otro con aburrimiento aun teniendo sus manos detrás de su cabeza.
La mirada de Kiritsugu se torció en una mirada de molestia y odio ante lo que escucho, que solo se intensifico cuando poso su mirada en Goku. No necesitaba que fuera más directo o que dijera alguna otra cosa, pues lo había dejado todo perfectamente claro, sumado al hecho de la falta de contestación de Maiya, le era claro que ese sujeto tenía algo que ver.
No sabía las dimensiones de la intervención de ese sujeto, ni como esto afectaría el plan que ya tenía en mente para acabar tanto con Lancer como con su Maestro. Pero era claro que había subestimado al pelinegro, al suponer que nunca seguiría a Maiya y solo se enfocaría en él.
- Podemos ir con Lancer si gustas, Arturia – ofreció Goku con calma – La verdad es que no se encuentra muy lejos de aquí. No tardaremos mucho en llegar, pero al ser tu lucha es justo que tú decidas si quieres acabarla hoy.
Arturia miro confundida a su amigo, no entendiendo como era que él y su Maestro estuvieran conscientes de la localización de Lancer y aún más la confundió era que su Maestro parecía tan molesto cuando escucho esas palabras.
Estaba segura de que esto podría tratarse de otro de los planes elaborados de su Maestro tratando de acabar con el Maestro de Lancer, ante lo cual dedujo que de alguna manera Goku había logrado intervenir, provocando la molestia de su Maestro. Un acto que la hizo feliz, pues quería poner fin a su lucha de una forma correcta.
Y aunque sopeso las desventajas tanto en ella como en Lancer de un enfrentamiento tan rápido después de una dura batalla, no quería arriesgarse a darle la oportunidad a Kiritsugu de lograr su cometido y eludir a Goku, acabado con una vida de una forma deshonrosa y pisoteando la caballerosidad de dos caballeros.
- Comprendo. Lo mejor será acabar nuestra lucha esta noche. Con los demás Maestros y Sirvientes manteniendo la distancia. Luchar ahora será la mejor opción – dijo Arturia fingiendo no darse cuenta de la situación, ya que sabía que su amigo la pondría al tanto de lo que estaba pasando eventualmente.
- Perfecto – dijo Goku con una gran sonrisa, para luego mirar con esa misma sonrisa al pelinegro – Lo mejor será que nos guíes. No quiero perderme – pidió no queriendo perderlo de vista en caso de que tramara algo.
- Entiendo – dijo Kiritsugu con una clara molestia al sentir la burla de ese sujeto.
Sin decir otra palabra, Irisviel observó cómo su esposo se dirigía hacia su auto y decidió seguirlo, sin comprender el motivo de su mal humor. Pensaba que, después de contarle cómo su Sirviente la ayudó a vivir, su esposo lo trataría con un poco más de amabilidad.
Por su parte, Kiritsugu se sintió acorralado al darse cuenta de que no tenía control sobre nada, especialmente sobre algún plan que garantizara su victoria contra los otros Maestros. Todo esto debido a Goku, quien se entrometía en cada paso de su camino.
Aunque pudiera ser poderoso y contara con dos Sirvientes a su lado, sabía que para ganar esta guerra se requería algo más que simplemente poder.
Los otros Maestros y Sirvientes podrían alcanzar la victoria con trucos o poderes desconocidos que anularan la abrumadora fuerza de sus Sirvientes. Como lo hizo Lancer al causar una herida incurable o Caster al utilizar una maldición de la cual era prácticamente imposible escapar.
Habían logrado cerrar las brechas de fuerza, convirtiendo la situación a su favor. Necesitaba eliminar a todos sus oponentes antes de darles la oportunidad de comenzar a pelear. Esa era su forma de hacer las cosas, sin importarle lo despreciables que pudieran parecer sus métodos.
Sabía que había más cosas en juego y que luchaba por algo más grande, aunque estaba consciente de que los demás no serían capaces de entenderlo.
- Bueno, es hora de seguirlos – hablo Goku viendo como el pelinegro prendía el auto y lo ponía en marcha – ¿Estás lista? – pregunto con una sonrisa, abriendo sus brazos mientras se acercaba a su amiga.
- No estoy segura de que sea necesario que hagamos eso de nuevo – dijo Arturia de forma apresurada dando unos pasos atrás, con un fuerte sonrojo en su rostro – Podemos simplemente correr y saltar entre los edificios – ofreció como alternativa.
- Eso nos expondría mucho, en especial con todo el ajetreo de la ciudad – aclaro Goku sin perder su sonrisa – Además será más rápido y podremos escondernos si es que alguien nos ve.
- Sabes, me da la impresión de que eres más listo de lo que aparentas – murmuro Arturia con una mirada acusadora, no pudiendo luchar contra esa lógica.
- Hehe, soy bastante listo, ¿entonces? – insistió con una sonrisa aún más grande por ese cumplido.
- Solo, no pienses que siempre te dejare salirte con la tuya – dijo intentando mantener su nerviosismo y rubor bajo control, mientras caminaba hacia su amigo.
Con poca capacidad para que Arturia pudiera controlar aquel sentimiento de vergüenza y emoción que le recorría cada rincón de su cuerpo, decidió que de nada le servía abrumarse a sí misma. En cambio, se comportaría como era debido y al sentirse más segura con su nueva resolución, hizo un movimiento que hasta para ella fue demasiado, pero no se arrepintió en lo más mínimo.
Goku se sorprendió bastante cuando ella caminó hacia él y envolvió sus brazos alrededor de su cuello, lista para ser tomada entre sus brazos. En realidad, esperaba un poco más de resistencia de su parte, como la última vez, aunque este resultado tampoco le desagradó en absoluto.
Su sonrisa se hizo más grande ante su gesto de aceptación, y trató de mantener su emoción bajo control, especialmente cuando un dulce aroma llegó a su nariz. Era un olor agradable y dulce que erizó por completo la piel de Goku. Supo de inmediato que ese olor tan agradable a sus sentidos provenía de su amiga.
- Oh, vamos. Estoy seguro de que con el tiempo esto podría gustarte – aseguro mientras la tomaba entre sus brazos y la cargaba con delicadeza – "¿Ella siempre olía así de bien?" – se preguntó curioso por no haberlo notado antes.
- Si, creo que podría acostumbrarme a esto – dijo con una sonrisa cálida, no pudiendo evitar sentirse cómoda entre sus brazos.
- Muy bien, sujétate fuerte que esta vez iré un poco más fuerte – advirtió, comenzando a elevarse.
Haciendo lo que le pidieron, Arturia se aferró un poco más fuerte el cuello de Goku, lo que inevitablemente acercó sus rostros aún más. A diferencia de la vez anterior, esta vez estaba mucho más tranquila, realmente dispuesta a disfrutar de la vista, lo cual incluía robarle varias miradas al pelinegro.
Un detalle aparentemente sencillo, pero que la llenaba de felicidad, era que Goku también le lanzaba miradas de vez en cuando, cuando pensaba que ella no se daba cuenta. Aunque lo notaba, no decía nada. Saber que la observaban le provocaba una mezcla de emoción y orgullo inexplicables, una sensación que la emocionaba profundamente.
En medio de aquel momento, sus corazones latían al unísono, compartiendo un silencioso entendimiento que trascendía las palabras. Arturia se dejaba envolver por la cercanía, saboreando la conexión que se forjaba entre ellos.
El suave roce de su piel contra la de Goku generaba una corriente eléctrica de sensaciones, y la atmósfera se cargaba con una energía especial que solo podía nacer de la complicidad entre dos almas.
Residencia Matou
Bajando al hombre moribundo de su hombro y poniéndolo en el suelo, justo frente al hogar de su familia, Kirei Kotomine mira impactado el resultado de sus propias acciones, aun sin comprender porque estaba haciendo todo esto.
Mirando una última vez el estado inconsciente del Maestro, aun manteniendo su expresión consternada en su rostro, se retiró de aquel lugar sin decir una sola palabra. Sintiendo su caminar extremadamente pesado y desorientado.
Un sentimiento que nunca había experimentado en toda su vida y que en verdad le estaba costando entender.
- "Acabo de salvarle la vida a Kariya Matou... Sabiendo muy bien que él buscara venganza hacia mi maestro."
Alejándose cada vez más de aquel lugar, el divagar de su mente no se hizo esperar en el juzgado de sus acciones y de sus posibles repercusiones. Sabiendo muy bien que esta no era su misión y que había actuado por un acto tan banal de cumplir con su propio capricho.
Y era precisamente ese último hecho que lo lleno de confusión. Ya que sabía que sus acciones estaban más y eran peores que eso debido a las razones detrás de ello, pero aquella confusión era solo eso, pues en su ser no estaba albergando la culpa.
Sentía confusión a la razón del porqué su corazón late aceleradamente de expectación y su ser era inundado de un sentimiento de adrenalina que le recorría cada rincón del cuerpo.
- "Esto es un acto imperdonable de traición. Pero ¿Qué es esto que siento? No es arrepentimiento."
Deteniendo levemente su caminar, miro hacia el cielo casi como si estuviera buscando una respuesta en las estrellas que iluminaban el cielo. Aunque para él solo veía una infinita oscuridad que no significaba nada y no le transmitía absolutamente nada solo lo hacía sentir indiferente.
- ¿Me siento... eufórico? – se cuestionó consternado por la respuesta.
Afuera de la Ciudad de Fuyuki
En lo que parecía ser un complejo de departamentos a medio destruir, completamente en ruinas, abandonados ante el paso del tiempo, se encontraban Lancer y su Maestro. Este era uno de sus puntos de encuentro en caso de que las cosas salieran mal, poco ostentoso y demasiado insignificante a vista del rubio, pero nada más perfecto para distraer a cualquiera.
Si bien prefería su edificio altamente fortificado, su estado actual tan lamentable le impedía de la capacidad de desplazarse por distancias demasiado largas. Incluso sin ese inconveniente, tras lo que vio esta noche con la Maestra de Legend, sabía que sus fortificaciones y defensas mágicas no servirían contra alguien que perdió la razón y era capaz de destruir el edificio entero.
Si bien no había podido presenciar completamente la pelea del rio en su totalidad, sí que había visto gran parte y estaba horrorizado del poder de aquella mujer. Ya era lo suficiente humillación al haber sido derrotado por un simple asesino de magos, como para que ahora debiese temer del poder bruto de un Homúnculo.
Esta Guerra ya le había costado demasiado y ni siquiera había podido desempeñar a plenitud un papel digno de alguien merecedor de luchar por el Santo Grial. Eso le enfermaba, su deseo de inmortalizar su nombre entre los grandes magos de la historia como alguien digno, solo parecía irse entre sus dedos.
Y para colmo, su Sirviente había perdido a su amada prometida, teniendo incluso la audacia de regresar con la cola entre las patas, simplemente lamentándolo. Lo odiaba por eso, lo despreciaba por haberle quitado el amor de su amada y lo maldecía por su inutilidad.
Si, su propia prometida pudo haberlo torturado para forzarlo a darle sus Hechizos de Comando, pero su extraño comportamiento así como su aparente aprecio por el Sirviente, no podían ser su culpa y en su mente estaba claro que el culpable detrás de todo eso, era su mismo Sirviente.
Tanta era su molestia hacia los acontecimientos recientes, que tuvo que detener sus planes de atacar la residencia donde se quedaba aquella mujer Homúnculo, ya que ella era la peor de las más amenazas y necesitaba con desesperación una victoria, incluso si eso le costaba todas las magias y maldiciones que había en su edificio.
Aunque eso ahora mismo podía esperar, ya que le preocupaba más el paradero y estado de su prometida.
- ¡Eres un inútil! – grito Kayneth con desprecio viendo al Sirviente arrodillado frente a él con inferioridad – ¿No puedo confiarte ni a una mujer? Y tanto que presumas de tu caballerosidad.
- No tengo excusas – se disculpó Diarmuid arrepentido, no pudiendo ver a los ojos a su Maestro.
- Incluso si ella fuese un sustituto temporal. ¡Has fallado por completo en mantener a tu Maestro fuera de peligro! – recrimino, cansado de ser constantemente humillado – ¿Qué clase de Sirviente patético eres?
- Desafortunadamente, mi Maestro, debido a que la señorita Sola-Ui y yo nunca estuvimos conectados por un contrato en sí, no podíamos sentir la presencia del otro – informo con lamentación.
Diarmuid había regresado a aquella terraza donde había dejado a la pelirroja, solo para encontrar que el lugar completamente solo. Aunque no había ninguna señal de la mujer tampoco había ninguna señal de lucha o daño. Y aunque preocupado eso también lo había relajado un poco, ya que era posible que la mujer se encontrara bien.
Había tratado de encontrar un rastro o indicio de residuo mágico que pudiera ayudarlo a dar con su paradero, pero no había nada. Solo había encontrado la hoja de un cuchillo hecho añicos, pero nada más y este no tenía ni una gota de sangre, así que sus dudas sobre lo ocurrido solo se incrementaban.
- ¡Razón por la cual debiste de haber tomado más precauciones! – siguió despotricando.
- Mi Maestro, Sola-Ui aún sigue convida. Mi fuente de Mana se ha mantenido estable – intento calmar, deseando tener algo de comprensión.
- ¡¿Y eso de que me sirve?! – grito más molesto que antes – ¡Sin un pacto que los una, no se puede rastrar su paradero! Oh, pobre Sola-Ui. Nunca debí haberla incluido en esta guerra – se lamentó, genuinamente preocupado por ella.
- Ella se puso al frente de la batalla para ayudarlo. Yo, Diarmuid, comparto la culpa – aclaro, esperando aliviar el pesar en el corazón de su Maestro.
- Tu arrogancia no tiene límites – culpo, mirando al techo sobre su cabeza, perdiendo su rabia en cuanto escucho esas palabras – No te hagas el tonto conmigo, Lancer. Estoy seguro de que fuiste tu quien la insisto a continuar.
- ¡No, nunca lo haría! – aseguro levantando la mirada del suelo con rapidez, incrédulo de ser acusado de tal cosa.
- Como en las leyendas – hablo calmadamente, importándole poco el sobresalto de su Sirviente – Él observa a la prometida de un monarca, y simplemente no puede evitar codiciarla.
- Mi Maestro, le pido por favor, retire esas palabras – suplico, apenas pudiendo sofocar la rabia que sentía al ser denigrado de tal manera ante ese recuerdo de su pasado.
- Oh, ¿he dado en el blanco? – se burló, satisfecho de humillarlo, justo como él lo humillo – Juraste lealtad entre otras tonterías, ¡Pero en el fondo eres un animal dominado por su libido!
- Señor Kayneth... ¿Por qué... por qué no entiende? – pregunto, sintiéndose defraudado y angustiado, sintiendo que ya había perdido su único deseo – Yo... yo sólo deseaba preservar mi honor. Pelear batallas a su lado de las cuales podríamos estar orgullosos.
No pudiéndolo soportar más, Diarmuid finalmente termino expresando sus más profundos deseos y anhelos. No quería la fama o la gloria, simplemente quería hacer sentir orgulloso a su Maestro del pacto que habían formado y sentir su agradecimiento, era todo lo que quería.
Recuperar lo que en vida perdió por intentar seguir a su propio y caprichoso corazón, no deseando volver a tener un líder a quien deshonrar. Eso era todo lo que realmente deseaba, no pudiendo soportar que ahora mismo fuera recriminado por sus actos pasados como si aquello dictara la persona que era ahora.
- ¿Con que derecho te atreves a decir esas palabras? – cuestiono molesto y sin piedad continuo – ¡Recuerda que tú solo eres una simple sombra del pasado, un fantasma que sirve a mi voluntad!
- Maestro – dijo seriamente mientras se ponía de pie.
- ¿Acaso te moleste? – se jacto con una sonrisa de superioridad, mostrando su único Hechizo de Comando - ¿Acaso quieres tomar ese odio y revelarte ante mis Hechizos?
- No, Maestro. Alguien se acerca – aseguro dándose la vuelta y notando como varias presencias se acercaban.
Caminando fuera de la oscuridad del edificio en ruinas en el que se encontraba, Diarmuid pudo ver un auto acercándose, hasta finalmente detenerse cuando las luces del auto lo iluminaron. Quedo impresionado y confundido al ver bajar del auto al par de Maestros de Legend y Saber, quienes sin decir una palabra se pararon frente al auto.
Un sentimiento que no compartía para anda Kayneth, pues apenas vio bajar al pelinegro, un profundo miedo y odio se apodero de su ser, tanto que su cuerpo no dejaba de temblar ante el siempre recuerdo de su humillante derrota y de las consecuencias de ello. Que ellos dos estuvieran aquí presentes no podía ser nada bueno en especial cuando se trataba de ese hombre.
Tanto era su miedo que hacia ese hombre que fue algo casi instintivo su deseo de huir, en especial cuando lo vio tomar aquella pistola entre sus manos y adoptar una postura firme y sin vacilación ante un Sirviente.
Por su parte, Kiritsugu estaba bastante tranquilo ante lo que estaba por venir. Ya que tenía plena confianza en la victoria de su Sirviente ahora que tenía a plena potencia todo su poder, pero estaba demasiado molesto ante la sola idea de tener que confiar en ella esta victoria.
Así no era como hacia las cosas, esta no era su manera de trabajar. Dejando demasiado al azar cuando fácilmente podía idear un plan para acabar con todo sin siquiera sudar, asegurando la derrota total de todos.
Pero sabía que nada podría hacerse, aun si tuviera a Kayneth a tiro, Goku detendría su disparo en el acto. Aun así, no se negaría a tomar la ventaja si una mínima oportunidad se presentaba, ante lo cual saco su arma cargada, listo para tomar esa oportunidad en cuanto la viera.
Irisviel miro confundida a su esposo, ya que seguía sin entender lo que lo estaba molestando, ya que en todo el camino no había dicho una palabra y ella se sentía algo incomoda de tocar el tema. Ya que realmente no estaba comprendiendo bien el origen de su molestia, en especial cuando sabía que se trataba de su amigo.
Diarmuid estaba a punto de decir algo, solo para que su mirada fuera atraída hacia los cielos, con Saber en brazos de Legend, donde ambos aterrizaron frente a sus Maestros. Miro con extrañeza a la pareja, sin realmente comprender el porqué de su presencia, en especial dadas las circunstancias de la desaparición de la prometida de su Maestro.
- No esperaba que aparecieran aquí, Son Goku y Saber – hablo Diarmuid con cautela.
- Mi Maestro pensó que estarían aquí y fue mi deseo venir para corrobóralo – respondió Arturia siendo bajada de los brazos de su amigo con delicadeza.
- ¿Dónde está la prometida de mi Maestro? ¿Acaso ustedes lo saben? – Diarmuid fue directo y sin vacilación, molesto y listo para luchar contra ambos Sirvientes aunque le costara la vida con tal de mantener su honor – Estoy seguro de que deben saber algo, esto no puede ser coincidencia.
Arturia arqueo una ceja en confusión para luego mirar atrás a su amiga, quien estaba igual de confundida que ella y simplemente se encogió de hombros. Luego miro a su Maestro y este simplemente se limitó a negar con la cabeza y aunque dudo de su palabra, genuinamente vio en su mirada que no sabía nada.
- La prometida de tu Maestro, ¿es una mujer de cabello rojo? – pregunto Goku curioso.
- Así es, ¿acaso sabes de su paradero? – pregunto Diarmuid incrédulo, pues de todos, jamás se planteó la idea de sospechar de él.
- Algo así – Goku dijo ahora entendiendo un poco mejor las cosas – Dile a tu Maestro que salga, tienes mi palabra de que nadie aquí lo atacara – pidió con amabilidad.
- Son Goku, te respeto enormemente y confió en tu caballerosidad. Pero lo que me estas pidiendo es demasiado – cuestiono Diarmuid mirando con seriedad al Maestro de Saber – ¿Estás seguro de poder mantener tu palabra?
- Te lo juro – Goku con un simple asentimiento transmitió toda la seguridad que solo él podía reunir dejando en claro que sus palabras serian cumplidas.
- Goku, necesito que me expliques lo que está pasando aquí – ordeno Arturia cansada de no estar entendiendo nada.
- Solo aguarden un momento, por favor – dijo Goku un poco apresurado ya que le ponía nervioso ver a su amiga claramente molesta – Prometo que todo tendrá sentido.
Sin otra cosa que decir, el pelinegro aun claramente nervioso por el claro enojo de Saber, se giró y floto hacia el techo de uno de los edificios a medio destruir. Todas las miradas se posaron sobre él y era claro que nadie podía comprender lo que estaba haciendo o tramando.
Y aunque Lancer medito sobre si debiese o no responder a la petición del pelinegro, supuso que no tenía muchas alternativas. Difícilmente pudo mantener su asombro cuando sin ningún esfuerzo el pelinegro supo de la presencia de su Maestro, pero exponerlo al exterior era pedir demasiado.
Con resignación, dio un profundo suspiro y decidió confiar en él, pues hasta ahora no había ni una sola razón para dudar de sus acciones, aunque siempre mantuvo su mirada fija en el Maestro de Saber ante cualquier ataque sorpresa. Pues aún sin ser un Sirviente algo le decía que era de él de quien más debía cuidarse.
- Maestro, le pido que salga, por favor – pidió Diarmuid con resignación – Dada la situación, lo mejor será que este cerca y visible para que pueda protegerlo.
El Sirviente tenía plena confianza en el honor y caballerosidad de Son Goku, su palabra de no atacar a su Maestro era todo lo que necesitaba y hasta ahora no tenía razón alguna para sospechar de él.
Miro por encima de su hombro y vio que su Maestro había hecho lo que le pidió aunque por su expresión era claro que estaba molesto, pero dadas las circunstancias debía entender que esto era lo mejor. Aunque se confundió cuando lo vio cambiar su expresión furiosa por una de asombro e incredulidad dirigida hacia los cielos.
Siguiendo su mirada hacia la misma que la de su Maestro, su mirada quedo igual a la de su Maestro. El resto también miro hacia arriba, solo para ver a Goku descender con una mujer pelirroja inconsciente en sus brazos, hasta finalmente tocar suelo.
- ¡Señorita Sola-Ui! – Diarmuid corrió con rapidez hacia el pelinegro, esperando que se encontrara sana y salva.
- Tranquilo, ella está bien. Solo esta inconsciente – tranquilizo Goku con una sonrisa.
- Pero... ¿Cómo? – pregunto Diarmuid aun en estado de shock viendo al pelinegro en busca de respuestas.
- Fue durante la batalla contra Caster. Justo cuando Arturia acabo con ese sujeto, me di cuenta de que alguien quiso lastimarla. Fui a salvarla, pero tuve que dejarla inconsciente pensando en que podría asustarla y entender mal las cosas y simplemente no podía dejarla sola – respondió Goku con naturalidad – Espero no haberte asustado cuando no la encontraste.
- Son Goku – murmuro Diarmuid con una pequeña sonrisa que parecía soltar todo su pesar – Parece ser que nunca podré terminar de pagarle toda su generosidad y amabilidad.
- Oye vamos, no es necesaria tanta formalidad – Goku se alegró de no haberlo molestado – Tuve que leer su mente para descubrir este lugar y ponerla a salvo, solo por precaución, ¿un buen plan, no crees? – pregunto con alegría mirando a su amiga, mientras le giñaba un ojo en complicidad.
- He, si, un gran un plan – Arturia no pudo evitar sonreír ante tal gesto.
Esto era algo que genuinamente nunca le cruzo por la mente, pero ahora las cosas parecían obtener un poco más de sentido. Solo que por el momento a ella eso realmente no le preocupaba, pues ver el acto tan noble y desinteresado de su amigo en verdad la dejo asombrada.
Esto parecía volverse algo rutinario para ella, pues cada vez que pensaba que ya no podría ser deslumbrada por su amigo, siempre encontraba la forma de hacerlo. Sonrió con calidez, no pudiendo evitar preguntarse, ¿con que siguiente gesto la impresionaría?
- Bueno, creo que ya viene siendo hora de que ustedes dos acaben lo que empezaron – aclaro Goku comenzando a caminar en dirección del rubio.
- Es... espera, Son Goku – tartamudeo Diarmuid al ser tomado por sorpresa, comenzando a seguir al pelinegro y caminar a su lado.
Kayneth que estaba en shock total al ver a su amada prometida en brazos de aquel Sirviente y más que eso estaba horrorizado de lo que pudieran hacerle esa clase de personas. Solo para que su miedo se volviera confusión cuando vio al par de pelinegros caminar en su dirección, hasta finalmente detenerse frente a él.
- Aquí esta tu prometida, lamento mucho si te hice preocupar por ella – con una disculpa sincera, Goku coloco cuidadosamente a la mujer en el regazo del hombre.
- Ella parece estar perfectamente, Maestro. Solo esta inconsciente – continuo Diarmuid, genuinamente feliz de verlos juntos de nuevo.
Examinando rápidamente a su esposa, el rubio se dio cuenta que sus palabras eran ciertas. Ya que su prometida estaba bien, solo perdida en lo que parecía un sueño profundo. No pudo evitar abrazarla con fuerza, casi con miedo de perderla de nuevo, sintiéndose genuinamente aliviado de que nada malo le hubiera pasado.
- ¿Por qué? – fue todo lo que Kayneth pudo formular, al no ver la lógica de dichas acciones, ya que seguían estando en guerra.
- ¿Cómo que por qué? – repitió Goku viendo al rubio como si fuera tonto – Porque es lo correcto. Ahora, espero que dejes luchar a Arturia y Diarmuid en paz y no te metas como la última vez, ¿te quedo claro?
- ¿Dejarlos luchar? – murmuro Kayneth, completamente incrédulo.
- Yo no interferiré si tu no lo haces. Esta lucha es de ellos dos – aclaro Goku con tranquilidad.
- Espera, ¿Estás seguro de lo que estás diciendo? – cuestiono Diarmuid aun sin creer tal nivel de generosidad.
- Si – respondió Goku con simpleza.
La mente de Kayneth se vio sumida en un torbellino de emociones, tantas que no supo cómo articular una respuesta. Su frustración era palpable, al permitir que un simple Sirviente se dirigiera a él de esa manera.
Sentía un deseo abrumador de gritar, pero se encontraba en desventaja, enfrentándose a dos Sirvientes y dos Maestros; no había nada que pudiera hacer para cambiar la situación.
Un sudor frío recorría su rostro, consciente de que incluso si su prometida despertara y utilizara su otro Hechizo de Comando para fortalecer a Lancer, aún tendrían que enfrentarse a otro Sirviente más poderoso, respaldado por su propia Maestra, capaz de enfrentar a Sirvientes sin dificultad.
Esta situación lo sumía en un estado de nerviosismo y furia, especialmente ante la petición aparentemente ridícula de permitir que dos Sirvientes pelearan sin tener en cuenta su propio deseo.
Sin embargo, la alternativa de oponerse a la idea conllevaba el riesgo de que su amada se viera involucrada y, peor aún, resultara herida.
Por primera vez desde que había sido nombrado patriarca de su familia, Kayneth se encontraba cuestionando lo que realmente importaba.
- "Si ellos luchan, todo habrá acabado. Mi participación en esta guerra finalizara" – pensó Kayneth en pánico – "El Santo Grial, la reputación de los Archibalds, ¿Acaso me está pidiendo que renuncie a todo solo por una lucha mundana?"
Su tan anhelado sueño, su deseo de ser recordado e inmortalizar el legado de su familia acabarían aquí, lo sabía muy bien y en verdad lo odiaba. Su mente estaba en un sinfín de pensamientos y emociones, deseando encontrar una forma para acabar con todos sus enemigos presentes de un solo ataque.
Pero en el momento que su amada se retorció ligeramente entre sus brazos, la miro y de inmediato sintió un pánico peor ante la sola idea de verla herida por su culpa o incluso algo mucho peor. Ese pensamiento era aún más desgarrador para él que el hecho de perder esta guerra.
Lágrimas de frustración se acumularon en sus ojos que se negó a dejar caer mientras atraía a su amada en un abrazo.
- Me das tu palabra de que sin importar el resultado, dejaras que nos marcharnos, y que dejaras a mi prometida y a mí, en paz. Que no la lastimaras – murmuro Kayneth completamente resignado.
- Diarmuid es una persona que parece tenerte demasiado respeto. Y aunque no siento que merezcas ese respeto, te prometo que nada malo les pasara, por él – aseguro Goku con seguridad, dándole la espalda y caminando hacia su amiga.
- Maestro, ¿Qué es lo que usted quiere hacer? – pregunto Diarmuid aun respetando y anteponiendo los deseos del hombre ante los suyos.
- Lancer... – murmuro Kayneth con un enorme pesar mientras levantaba su brazo derecho, apuntando sus Hechizos de Comando.
- Maestro... ¿Qué es lo que esta...? – intento decir Diarmuid, asustado y temeroso de lo que estaba por ordenarle.
- Por mi Hechizo de Comando, te ordeno: Luchar con todo lo que tienes y ganar – Kayneth contemplo con dolor como su único Hechizo desaparecía.
- Maestro... – intento decir Diarmuid completamente sorprendido por el cambio de actitud de su Maestro – Le prometo que me esforzare, tiene mi palabra – continuo, con una sonrisa llena de felicidad y dicha.
- Es todo tuyo, Arturia. Da lo mejor de ti – animo Goku seguro de su victoria, levantando su mano derecha.
- No tienes que repetirlo – Arturia sonrió con confianza, mientras caminaba al frente y levantaba su brazo derecho y chocaba su mano con la de su amigo – Y una vez que esto termine me explicaras lo que realmente está pasando – dijo sin detenerse.
- Por supuesto – dijo sin perder su sonrisa, para luego dar un salto y aterrizar en el borde del techo de un primer piso.
Con simpleza tomo asiento en el borde, mientras se cruzaba de piernas y brazos, queriendo ver perfectamente la batalla que estaba por librarse. Prefería tener una buena pelea a ver una, pero la realidad era que estaba demasiado emocionado de ver luchar a su amiga, de presenciar una vez más, lo fuerte que era en batalla.
Y aun sabiendo que eso era un poco egoísta de su parte, la verdad es que también lo hacía por la felicidad de su amiga y el de tener una lucha digna con alguien que en verdad respetaba. Por mero instinto dirigió su mirada a Kiritsugu quien también lo estaba mirando, donde era casi palpable la desconfianza y rencor que cada uno sentía por el otro.
- ¿Estás segura de esto, Saber? – pregunto Diarmuid con su sonrisa aun presente en su rostro – Pelear contra Caster por tanto tiempo y usando ese ataque tan colosal debes estar bastante débil.
- Se puede decir lo mismo acerca de todos los Sirvientes. Todos evitaran cualquier enfrentamiento por esta noche y se enfocaran en la defensa – respondió Arturia con seguridad – Por lo tanto, no tenemos que preocuparnos por interferencias. Creo que este es el mejor escenario para acabar nuestro enfrentamiento, ¿Qué dices, Lancer?
- Saber. Tú espíritu, puro y despejado – hablo Diarmuid realmente agradecido y feliz – Un brillo tan grande y radiante que solo es equiparable con la nobleza, ferocidad y honor de Son Goku. Ustedes dos, son los únicos que calman mi corazón.
Con un gesto de agradecimiento por las palabras de Saber, la guerrera invocó su espada invisible y, con un movimiento, disipó el viento que la rodeaba, revelando Excalibur. Era un acto de reconocimiento por la honorable lucha de un caballero verdadero, alguien que había ganado su respeto y admiración.
Lancer agradeció el gesto y, sin necesidad de palabras, ambos avanzaron. Sus armas apuntaban al suelo, ya que ninguno de los dos nobles caballeros conocía el miedo. Más que luchar por la victoria, buscaban enorgullecer su historia con una batalla digna.
Finalmente, frente a frente, extendieron sus armas en un gesto de gratitud, haciendo que las puntas chocaran inofensivamente. El sonido de sus mejores armas colisionando marcó el inicio de su batalla.
Rápidamente, comenzaron a ejercer fuerza sobre sus armas, sin separarlas, haciendo que chocaran y emanaran chispas debido a la intensidad de sus ataques. Diarmuid cambió la dirección de la hoja de su lanza, forzando a Arturia a bajar su espada y adoptar una posición desventajosa.
A pesar de ello, ella logró girar la hoja de su espada en posición horizontal, permitiéndole deslizarla por el largo de la lanza y golpear a Diarmuid con su hombro izquierdo.
Aprovechando la cercanía, Arturia flexionó sus brazos hacia su costado izquierdo, golpeando el abdomen de Diarmuid con el pomo de su espada y haciéndolo retroceder. Sin piedad, lanzó un corte descendente que Diarmuid apenas logró bloquear, empujándola unos pasos hacia atrás.
Impresionado por los ataques, Diarmuid notó la mezcla de ataques de espada y golpes cuerpo a cuerpo. Eran golpes fuertes pero torpes, indicando que eran adiciones recientes a su estilo de lucha. Rápidamente dedujo que estaba desarrollando este estilo para enfrentarse a alguien que dominaba la lucha cuerpo a cuerpo en su máxima forma.
Mientras bloqueaba los ataques de su oponente, Diarmuid notó que los golpes de Arturia eran más débiles y toscos en comparación con su primer encuentro. Aunque estaba cansada, algo dentro de él le decía que algo no estaba bien.
- "Sus ataques son débiles."
Medito Diarmuid claramente confundido, mientras bloqueaba un corte de medialuna y movía su lanza hacia abajo, de tal manera que tanto su arma como la de su oponente también. Donde ambos culminaron espalda con espalda.
Este acercamiento fue suficiente para que él pudiera ver que la rubia estaba sujetando la espada con su mano izquierda en un agarre muy limitante, apenas ejerciendo fuerza para sujetar su espada.
Donde sin importar que tan fuerte fuera la rubia, si tomaba la espada de esa forma sus ataques se verían seriamente limitados. Estaba consternado y dudoso de sus acciones, pero antes de expresar esa confusión, Arturia movió ágilmente su pierna derecha hacia atrás, barriendo por completo sus pies, obligándolo a caer al frente.
Y antes de que eso pudiera pasar, la rubia levanto su codo derecho, conectando un poderoso golpe en su mandíbula, sacudiéndolo por completo. Y antes de que se repusiera, Arturia clavo su espada en el suelo y con un pequeño salto, uso su espada como soporte para conectar una patada doble directo al costado de Diarmuid, quien fue empujado varios metros por el impacto.
Reponiéndose tan rápido como pudo, Diarmuid adopto una pose lista para la defensa, tratando de ignorar el fuerte dolor en su cabeza y costillas. Mientras que Arturia se enderezo y estaba lista para seguir con el combate.
- Saber... ¿Intentaras pelear sin tu mano izquierda? – cuestiono tratando de entender sus acciones.
- No malinterpretes las cosas, Lancer – respondió con una sonrisa confiada – Si utilizo mi mano izquierda en estos momentos, la vergüenza haría que se desafilara mi espada. Y frente a tu lanza, tal debilidad podría ser fatal.
- Saber... – apenas pudo decir contemplando su propio asombro.
- Es por eso, Lancer. Que esta es la mejor estrategia que tengo, para vencerte con todas mis fuerzas – aseguro confiada de su decisión y segura de su victoria.
- ¡Ha! – rio emocionado ante esa afirmación, aun así trato de contener la gran sonrisa que amenazaba con apoderarse de su rostro – ¡Que sea honrada la caballerosidad de tu espada! Soy dichoso de haberlos conocido – dijo, sus ojos llenos de un brillo que hace mucho habían perdido.
Sintiéndose como cada rincón de su cuero era tomado por la emoción y felicidad, Diarmuid hizo uso de una demostración en su maestría con la lanza, al moverla rápida y ágilmente alrededor de todo su cuerpo, hasta quedar en una pose de ataque, listo para darlo todo, pues una vez más podía sentir la emoción de una batalla digna de recordar para toda la vida.
- Soy la primera lanza de los Caballeros de Fianna, ¡Diarmuid Ua Duibhne! – expreso con alegría – ¡Lista para la batalla!
- Yo, Arturia Pendragon, Rey de Gran Bretaña, te enfrentare. ¡En guardia! – con su orden clara, se lanzó al frente lista para reanudar la batalla.
Diarmuid corrió al frente listo para entregarlo todo y conseguir la victoria para su Maestro. Y lucharía con todas sus fuerzas con una gran sonrisa en su rostro. Desde aquella lucha en el muelle le había quedado claro que complacer a su Maestro sería difícil dado su comportamiento.
Y muchas veces temió lo peor al pensar que a su Maestro no le importaría ensuciar su nombre en el deshonor tanto como le fuera posible por cumplir su cometido, que una vez más su sueño acabaría en la traición. Y aquí estaba, luchando contra una gran caballero, con una sonrisa en el rostro, disfrutando de un duelo que llenaba su corazón de dicha.
Viendo de reojo, contemplo al hombre más noble que había conocido, a quien le debía esta lucha y su alegría. Era despreocupado y diferente a todo rey que conoció o escucho, y a sus ojos era sin duda alguna el mejor que pudo haber conocido. Su presencia en esta lucha era una anormalidad para casi todos, pero para él, era su propio milagro.
Si bien deseaba ganar esta lucha, sabía que podía perder y nunca luchar con todas sus fuerzas contra aquel hombre. Por lo cual, en el caso de que eso ocurriera, antepuso esa preocupación y se aseguraría de mostrarle una lucha digna de presenciar, como regalo y agradecimiento por todo lo que había hecho.
- "Uso su ultimo Hechizo de Comando como un seguro" – pensó Kiritsugu viendo el desarrollo de la pelea con molestia – "Sin Hechizos, ya no podrá reclamar a otro Sirviente que pierda a su Maestro. De esta forma trata de evitar que lo persiga al acabar completamente su participación en esta guerra."
Medito con serenidad las acciones del mago en busca de una respuesta lógica y su razonamiento parecía ser el correcto, ya que no veía otra explicación. Sabía de la paranoia que ese sujeto poseía y estar frente a dos de los Sirvientes más poderosos y su esposa como una Maestra capaz de luchar contra otro Sirviente debería estarlo volviendo loco.
Era alguien desconfiado y muy temeroso, por más que intentara ocultarlo y en su estado tan lamentable, supuso que aun si por alguna razón Lancer se hiciera con la victoria, aun tendría una lucha muy desventajosa, así que decidió renunciar a todo antes de ver el resultado. Con el fin de garantizar su supervivencia.
Aun así no quería pasar esto por alto, aunque fuera una mínima oportunidad, si ese sujeto estuviera vivo, era capaz de causarles problemas más adelante si en un ataque de rabia decidía tomar venganza por ser eliminado de esta guerra. Predecir las acciones de un hombre segado por la ira, lo hacían impredecible y ni él podría prever lo que ocurriría.
Su mirada fija estaba en aquel hombre y a su vez, el rubio estaba tratando con todas sus fuerzas de no regresarle la mirada. Lo veía claramente en su nerviosismo, era algo casi demasiado fácil de leer. Estaba a tiro, una bala perforaría su corazón y acabaría con esto, pero sabía que de nada serviría, la velocidad del Sirviente de su esposa era abismalmente superior a la de una bala.
Tan metido estaba en su razonamiento que fue tomado por sorpresa cuando el teléfono celular en su bolcillo comenzó a sonar. Tomándolo de inmediato vio que el numero era el de Maiya y tomo la llamada sin dudarlo.
- Maiya, ¿Estas bien? – pregunto con rapidez, esperando poder tomar una ventaja sobre esto.
- Lo estoy, solo con un fuerte dolor de cabeza. Pero me encuentro completamente bien – respondió apenas sofocando un quejido debido al punzante dolor proveniente de su cuello.
- Bien, necesito que vengas al lugar acordado lo más rápido posible. Trataremos de continuar con el plan – indico, viendo a su esposa de reojo y notar como ella lo miraba con curiosidad y confusión.
- Me temo que eso será imposible – dijo después de una larga pausa – Estoy un poco lejos y tal como veo la situación, no podré regresar hasta mañana – aclaro mientras caminaba por unas rejillas de metal hasta llegar al borde y ver la ciudad de Paris desde lo alto de la Torre Eiffel – Lo lamento.
- Comprendo – sin decir otra palabra, corto la llamada, ya que no necesitaba más información.
- ¿Esta todo bien con Maiya? – pregunto Irisviel habiendo escuchado perfectamente la breve conversación, gracias a sus sentidos mejorados.
- Ella está bien – tranquilizo con seguridad en su voz – Si algo malo pasara o estuviera en una situación de la cual ella no pudiera escapar ella sola me lo hubiera dicho, por lo tanto donde quiera que este no es un problema para ella.
- Eso me tranquiliza, pero ¿Qué le habrá pasado para terminar en un lugar tan lejos si le tomara llegar hasta mañana? – expreso su curiosidad ya que por más que lo pensaba no daba con el resultado.
- Eso también quisiera saberlo yo.
Kiritsugu trato de mantener la calma y sofocar su creciente molestia hacía Son Goku. No podría decir que lo despreciara u odiara su presencia como en un principio, pero era demasiado frustrante que a cada paso que diera para garantizar su victoria, él siempre intervenía.
Cimentando toda su estrategia de victoria en la esperanza de que todos son tan nobles como para no traicionarse, aun y cuando claramente serían capaces de hacerlo.
Esta forma de hacer las cosas no le agradaba, aunque le quedaba claro la diferencia de niveles y de poder como para no hacer nada al respecto, un paso en contra de ese Sirviente y seria eliminado antes de siquiera darse cuenta.
Sin embargo, todos sus planes de eliminarlo se habían disipado de su mente como arena en el viento. Ya no poseía en su corazón o en su mente un instinto de librarse de él, de hecho, ahora más que nunca lo necesitaba.
Necesitaba ganar esta guerra y lo necesitaba a él para replicar lo que hizo por su esposa en su hija. Ahora, más que nunca, se dio cuenta de lo vulnerable que era. Antes luchaba por la humanidad sabiendo que al final perdería todo, pero ahora, tenía la seguridad de que tanto su esposa e hija, permanecerían a su lado.
Podría verlas crecer, ser felices y tener una vida. Algo que nunca se permitió soñar, ese sueño ahora mismo parecía tan real como el aire que respiraba. Y esa era la principal razón por la que no podían fallar, necesitaba asegurar su victoria a toda costa y ese pelinegro solo seguía poniendo todo en peligro por su propio ideal de justicia. Y no podía hacer nada.
Por su parte, Goku también estaba metido en sus propios pensamientos. Solo que los suyos se centraban única y exclusivamente en la pelea. Ya que estaba sumamente impresionado con la habilidad y maestría que el par frente a él estaban demostrando.
Ambos eran sumamente poderos y especialmente peligrosos con su dominio de sus respectivas armas. Realmente siempre disfruto de luchar, pero esta era la primera vez que genuinamente estaba entusiasmado por ver el desarrollo de una pelea que no era suya.
Con cada golpe, bloqueo y respuesta del choque de las armas, su asombro iba en aumento. La lucha era increíblemente pareja y no podría decir con seguridad quien de los dos ganaría. Sin embargo, toda su confianza estaba en su amiga, no solo porque confiaba en su habilidad y fuerza, sino también porque quería que ella ganara esta lucha.
Su deseo de seguir al lado de su amiga y luchar en un futuro, como una promesa para permanecer juntos era lo que impulsaba su deseo a que ganara. Tan grande era su deseo y confianza que en ningún momento se planteó la posibilidad de intervenir si ella perdía, porque sabía que ella no perdería, ya que algo muy dentro de él le decía que ella pensaba igual.
Con una sonrisa emocionada y confiada siguió mirando el desarrollo de la lucha, seguro del ganador y esperando paciente a que ocurriera.
El sonido metálico de las espuelas resonaba con cada paso, y el polvo se levantaba sutilmente, creando una atmósfera tensa. Ambos caballeros se encontraron felices mientras lo daban todo de sí.
Arturia, avanzó con majestuosidad hacia Diarmuid, cuya lanza brillaba con un fulgor mágico. La tensión en el aire era palpable, ya que ambos guerreros llevaban consigo no solo sus armas físicas, sino también la carga de su honor y lealtad a sus respectivos Maestros.
El choque de sus armas resonaba como un trueno, cuando Diarmuid, ágil y astuto, buscó perforar las defensas de Arturia con la punta afilada de su lanza. Arturia, sin embargo, demostró una maestría asombrosa con Excalibur, parando los ataques con movimientos precisos y elegantes.
La batalla se desarrolló como una danza mortal, con Arturia y Diarmuid moviéndose con gracia y ferocidad en el campo de batalla. La luz de Excalibur cortaba a través de la oscuridad de la noche, mientras que la lanza de Diarmuid tejía patrones veloces y mortales en el aire.
La velocidad y destreza de Diarmuid eran notables, pero Arturia, con la legendaria habilidad de un rey, no cedía terreno fácilmente. Ambos caballeros estaban igualados en habilidad, y el campo de batalla era testigo de una lucha que iba más allá de la fuerza física: era una batalla de espíritus y convicciones.
El resplandor de Excalibur iluminó el alrededor cuando Arturia lanzó un ataque decidido, buscando poner fin a la lucha. Sin embargo, Diarmuid, con un giro hábil de su lanza, logró bloquear el golpe y contraatacar con rapidez. La magia de Gáe Dearg dejó su marca en la armadura de Arturia, debilitando momentáneamente sus defensas.
Chocando sus legendarias armas una vez, empujando hacia el frente deseando la victoria, pero ninguno cedía. Con un último empuje de fuerza ambos dieron un salto hacia atrás, Arturia quedando al frente de Kayneth y su prometida, mientras que Diarmuid quedo al frente de Kiritsugu e Irisviel.
Ambos guerreros se detuvieron por un instante, reconociendo la valía del otro. La nobleza en su corazón prevaleció sobre la sed de victoria, y decidieron poner fin a la batalla en su siguiente ataque como un gesto de respeto mutuo.
Tomando una posición de ataque que abandonaba toda defensa, tanto Arturia como Diarmuid se lanzaron al frente en un último ataque letal para conseguir la victoria. Y en una explosión de viento y polvo, cada Sirviente ahora se encontraba frente a frente a su respectivo Maestro.
La velocidad tras su último ataque fue tal que el único que pudo seguirlo con la mirada fue Goku, quien estaba sujetando el borde del techo con fuerza y mirando al frente con total asombro. Irisviel también pudo seguir algo de ese último movimiento, pero debido a su propio cansancio no pudo seguir sus movimientos con efectividad.
Ambos Sirvientes se quedaron de pie por unos segundos hasta que finalmente fue Diarmuid quien cayo de rodillas con una gran herida sangrente en su pecho. Arturia dio media vuelta y miro a su oponente, aun sorprendida, pues justo en el último momento pudo esquivar el ataque que se dirigía justo a su cuello.
Esta batalla había llegado a su fin y eso bien lo sabía, ya que en un solo ataque había logrado perforar su corazón y destrozarlo. Fue un ataque letal y certero, asegurándose que Lancer ya no pudiera seguir luchando.
Y aun con la victoria obtenida, una lucha llena de orgullo y caballerosidad, una mirada triste paso fugazmente por su rostro, por el simple hecho de haber acabado. Pero deshizo ese sentimiento, ya que sería una ofensa imperdonable al honor de su contrincante y pisotearía su orgullo como caballero.
- Di lo mejor que tenía y ni así fue suficiente para vencerte – con dificultad Diarmuid trato de ponerse de pie y aun así una sonrisa satisfecha se formó en su rostro – En verdad eres alguien asombrosa, tal y como cuentan las leyendas, Rey Arturia Pendragon.
- Puedo decir lo mismo de ti. Esta lucha solo me ha demostrado el gran caballero que eres y de tu gran voluntad al mantenerte firme por tus ideales y sueños – expreso Arturia al tiempo que desaparecía su espada.
Un gran duelo entre nobles caballeros finalmente había concluido y ambos solo podían expresar sus más profundos respetos por el otro, ya que aun en esta guerra tan caótica con Maestros que iban incluso de lo que ellos mismos hubieran deseado, pudieron encontrar a alguien que compartía sus estándares de justicia y caballerosidad.
Logrando tener una batalla digna de un gran caballero contra otro, y al mismo tiempo encontrar a un amigo que los acompaño hasta el final. Ellos estaban felices por esto, en especial Diarmuid que temía perder su honor una vez más.
- Esa fue una pelea asombrosa – comento Goku con alegría, quien de un brinco aterrizo justo al lado de su amiga – En verdad me dejaste impresionado, Arturia. No me cabe duda de que eres muy poderosa.
- Muchas gracias, Goku. Estoy feliz de haber podido luchar de esta forma y todo te lo debo a ti – aseguro Arturia dándole una sonrisa cálida.
- Vamos, no exageres – con un leve sonrojo, Goku se sintió avergonzado e intento disimularlo mientras se rascaba la mejilla con un dedo y desviaba la mirada.
- En esta ocasión, no podría estar más de acuerdo con Saber, Son Goku – aclaro Diarmuid caminando lentamente para estar de pie frente a la pareja – Gracias a ti, mi único deseo se ha cumplido y finalmente puedo sentirme en paz. Dichoso de mantener mi honor intacto – explico con una gran sonrisa.
- Bueno, si tú eres feliz supongo que esta todo bien – dijo Goku confundido por lo que realmente deseaba Lancer pero decidió no preguntar si era completamente feliz – Vaya, tú también demostraste ser alguien muy fuerte, es una pena, me hubiera encantado poder luchar contigo.
- Si, me siento de la misma manera. Mi único arrepentimiento es el no poder concretar una lucha contra usted. Pero no planeo ser alguien codicioso cuando finalmente eh obtenido lo que deseo – aseguro Diarmuid.
Con una sonrisa y asentimiento, la pareja permitió que Lancer siguiera su camino. Fue lento y pesado, pero firme y sin vacilación, solo deteniéndose hasta que pudo estar frente a su Maestro que lo miraba con una mezcla de impresión y confusión.
- ¿Fue una buena lucha, Maestro? – pregunto Diarmuid con tranquilidad.
Casi como si anticipara a una mala respuesta, el Sirviente contuvo la respiración y se preparó para lo peor, ya que aun en el final no podía dar nada por hecho.
La última vez fue tan ingenuo de creer en el amor de la mujer de su gobernante, seguro de que ella lo amaba y no a su maldición, eso le costó todo, en especial su honor. Luego creyó en la palabra del perdón de su gobernante y fue cuando perdió su propia vida.
Y desde ese momento temió el final de cualquier cosa, aun de las que aparentaban ser buenas, pues su vida fue manchada por la traición que el mismo cometió, su honor y reputación siempre estarían estigmatizados por sus más grandes errores. Así que espero paciente la respuesta de su Maestro, esperando finalmente haber hecho las cosas bien.
- Si, lo fue. Gracias por tus servicios, Sirviente Diarmuid Ua Duibhne – dijo Kayneth con simpleza, completamente resignado ante su derrota, pero feliz de tener su amada entre sus brazos.
- Gracias – la voz de Diarmuid entre cortada y pesada, debido al gran dolor en su pecho. Pero aun así, pero era perfectamente clara su alegría – Deseo que así como yo, pueda encontrar la felicidad. Rezare porque su estado mejore y pueda continuar para ser mejor – dijo en con respeto.
Con una dicha que pensó que nunca seria digno de volver a experimentar, Diarmuid sonrió y contuvo las lágrimas de felicidad que deseaban salir, solo para inclinarse en una pequeña reverencia a su Maestro, notando como su cuerpo comenzaba a desaparecer en partículas, denotando que su fin estaba cerca.
Girándose nuevamente a la pareja de Sirvientes, les regalo la misma sonrisa que le había dado a su Maestro. Sabiendo que no existían suficientes riquezas en el mundo para poder expresarles su agradecimiento.
- Nunca olvidare esto. Que el honor y la bondad sigan guiando sus almas – Diarmuid comenzó a brillar y perderse en partículas doras, mostrando una sonrisa llena de felicidad y paz – Que mi gracia bañe sus sueños en la dicha y alegría. Que el Grial les otorgue aquello que su corazón realmente anhela. Y si el destino lo permite, espero volver a encontrarnos en otra vida. Mis amigos.
Con esas últimas palabras, Diarmuid desapareció por completo, agradecido de tener la fortuna de finalmente poder retirarse de este mundo con su más profundo deseo finalmente cumplido. Mientras Goku y Arturia sonreían ante sus palabras y deseando lo mismo, la posibilidad de reencontrarse nuevamente.
Ya que aun siendo enemigos, con distintos objetivos e ideales diferentes, podían decirlo con seguridad, entre ellos había nacido un respeto y una amistad que perduraría aun y al pasar del tiempo.
- El honor fue todo mío, amigo mío – murmuro Arturia con una sonrisa alegre, para luego mirar a su amigo – Y gracias a ti, Goku, por permitirme obtener una lucha tan honorable.
- Ya te lo dije, no tienes que agradecer, solo hice lo que era correcto – desmerito Goku con una sonrisa.
Manteniendo el silencio, casi deseando que eso los hiciera olvidar de su presencia, el rubio miro con cautela al grupo frente a él. Sabía que todo había acabado, lo sabía desde el momento en el que le otorgo su ultimo Hechizo de Comando a su Sirviente y ver como el Hechizo que poseía su esposa comenzaba a desaparecer por completo, solo reafirmo ese hecho.
Su participación había llegado a su fin y solo sería recordado como un pobre cobarde que antepuso a su esposa a él. Y aunque su familia, la Torre del Reloj o incluso el mundo lo juzgara, él estaba feliz con la decisión que tomo, aun y a pesar de las lágrimas de frustración que recorrían su rostro, él no cambiaría nada.
- ¿Q... que esta...? – murmuro Sola-Ui sintiendo un enorme dolor en su cabeza.
- ¡¿Sola-Ui?! – Kayneth fue sacado de su lamento al escuchar la voz de su prometida y al verla abrir sus ojos con dificultad, sonrió agradecido – Que bueno que estas bien, Sola-Ui – murmuro mientras utilizaba su mano izquierda para acariciar su rostro con sutileza.
- ¿Kayneth? – Sola-Ui intento organizar sus pensamientos e ideas en un intento de descubrir que estaba pasando, ya que se sentía como si hubiera estado en un sueño profundo desde hace varios días – ¿Qué está pasando, Kayneth? ¿Qué paso con Lancer?
Intentando incorporarse, descubrió que estaba recostada en las piernas de su prometido y al mirar su entorno, descubrió que no se encontraban solos. Se preocupo cuando vio de quienes se trataban y de inmediato se alarmo, casi por instinto quiso gritar por la ayuda del Sirviente de su esposo, solo para que eso mismo la tomara por sorpresa.
De inmediato el razonamiento inundo su cabeza, dándose cuenta de que sin saberlo, había sido una víctima involuntaria de la maldición de Lancer, sintiendo en lo profundo de su corazón un amor incontrolable hacia el Sirviente que nunca había experimentado y peor aún, un sentimiento que nunca deseo por el Sirviente.
Se sentía tan confundida, pues recordando todos los eventos pasados de golpe, era como si alguien más hubiera tomado el control sobre ella misma y estuviera deseosa de hacer hasta lo imposible por estar al lado del Sirviente, incluso torturar a su prometido y eso la asusto, la asusto demasiado.
Como heredera de un clan de magos respetados y futura esposa de un mago igual de respetado, la condena por sus actos sería una muy alta. El rubio tenía, por derecho, castigarla de cualquier forma que él viera justa hasta que decidiera que ya había pagado por sus acciones.
Si bien ambos fueron propuestos como un futuro matrimonio por elección de sus familias y no sintiera un amor genuino por el hombre, lo que hizo, no estaba bien y ahora solo podía temer por las consecuencias de sus acciones.
- Lancer a muerto, fue derrotado por Saber – explico Kayneth intentando calmarse a sí mismo – Pude haberle dicho que no peleara, pero se me prometió que no te harían daño si lo dejaba luchar sin interferir, dejándolo tener una lucha justa y yo acepté.
- ¿Lo hiciste por mí? – pregunto Sola-Ui estupefacta ante lo que escucho ya que genuinamente no esperaba esto. Y cuando recibió un asentimiento su confusión solo aumento – ¿Por qué? Después de lo que te hice, yo creí que tu... que tu intentarías...
- No. Nunca haría tal cosa – Kayneth interrumpió, sabiendo a que se debía su nerviosismo – Prometí que te cuidaría sobre cualquier cosa, aun si eso significa dejar esta guerra por el Santo Grial.
- Kayneth...
Sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas que no pudo contener, Sola-Ui se abalanzo y abrazo a su prometido comenzando a sollozar por su gran gesto. En el mundo mágico tales actitudes por sobre algo tan místico como lo era el mismo Santo Grial, eran simplemente ridículas.
Ella sabía bien del deseo de su prometido por el Santo Grial e incluso de lo mucho que trabajo para conseguirlo, de lo que significaría para él y su familia, del estatus que los pondría por encima de cualquiera y que desechara todo eso por ella, la hizo sentir tan agradecida y estúpida por dejarse llevar por una maldición.
Le dolía en lo profundo de su corazón el cómo nunca vio lo que su prometido estaba dispuesto a sacrificar por ella. Ella estaba siendo inundada por la culpa y el arrepentimiento, incrédula de lo ciega que fue al no ver qué su prometido realmente la amaba y la amaba tanto que sacrifico lo que más deseaba por ella, lo dejo todo y eso la hizo sentir aún más culpable, tanto que ni siquiera podía contenerse.
- Maestro de Diarmuid – hablo Goku obteniendo toda su atención – No causes problemas. Ya tienes lo que quieres.
Kayneth solo miro al pelinegro fijamente por unos segundos, para luego dar un simple y único asentimiento. Era claro que ninguno de los presentes tenía la intención de atacarlo y eso lo hizo sentir más seguro, ya que ese Sirviente estaba dispuesto a cumplir su palabra. Era algo incluso humillante, pero solo por el hecho de que él mismo no lo permitiría.
Ya que si él estuviera en esa posición los mataría en el acto para asegurarse de que no interfieran en el futuro. Ese pensamiento lo lleno de vergüenza y al mismo tiempo de impotencia.
Pues esa mentalidad solo confirmaba lo débil que era, como para no respetar una promesa. Sin decir nada, aun con su prometida sollozando en su pecho comenzó a empujar su silla de ruedas, listo para dejar esto atrás. Ya había perdido y solo le quedaba seguir adelante, conseguir la felicidad que su Sirviente deseo para él.
- Se que le hiciste una promesa a Lancer, pero – hablo Arturia con algo de preocupación viendo en dirección del Maestro de Lancer – ¿Crees que deberíamos preocuparnos por ellos?
- No creo que sea necesario – respondió Goku con tranquilidad – Él ya perdió y sacrifico su propio orgullo por su prometida, dejando en claro lo que realmente le importaba. Dudo mucho que vuelva a causar problemas.
- Espero y tengas razón. Odiaría tener que ir en contra de la última petición de alguien tan caballeroso como Lancer aun tras su derrota – comento Arturia aun preocupada.
- Solo queda esperar y ver. Pero tengo confianza en que se mantendrá al margen de las cosas – Goku opto por esperar lo mejor y esperar a que ese sujeto no hiciera nada malo.
- Tu positivismo es algo casi contagioso – indico Arturia confinado en las predicciones de su amigo – Ahora, me gustaría que me explicaras mejor las cosas, Goku. Es más que claro que conocías demasiado y no me gusta que me ocultes cosas.
- Lo siento, pensé que sería mejor hablar de esto hasta el final, ya que no quería causarte molestias – se excusó Goku, viendo que ya era hora de aclarar las cosas.
- No te entiendo, ¿Qué cosa me causaría molestia? – pregunto Arturia sintiéndose más confundida que al principio.
- Eso debería explicártelo alguien más – agrego Goku pasando a un rostro más serio y dando media vuelta – ¿Cierto, Kiritsugu?
Tanto Irisviel como Arturia quedaron extrañadas ante ese cambio de comportamiento tan drástico, sentimiento que solo se volvió incertidumbre y desconfianza cuando Kiritsugu solo miraba con un completo desprecio al otro pelinegro.
La situación no podía ser menos tensa, ya que el desprecio que Kiritsugu había mantenido bajo control, incluso considerando ignorarlo como muestra de gratitud por la ayuda brindada a su esposa, ahora resurgía con una fuerza renovada. Desde el momento en que supo que Son Goku había salvado a Irisviel, Kiritsugu se vio obligado a replantear por completo su estrategia.
La idea de depender únicamente de Goku y relegar a Saber a un segundo plano se materializaba en sus pensamientos. La convicción de que él debía ganar esta guerra y la presencia de un Sirviente tan poderoso como Goku hacían que Kiritsugu reconsiderara sus planes.
Sin embargo, a pesar de la utilidad que podría obtener de Goku, la forma de actuar y la personalidad de este último eran intolerables para Kiritsugu. La disparidad en sus métodos y enfoques creaba un abismo entre ellos, dificultando la posibilidad de forjar cualquier tipo de vínculo de confianza.
- Maestro, ¿de qué está hablando Goku? – pregunto Arturia confundida ante este repentino cambio.
- ¿Kiritsugu? – cuestiono Irisviel igual de confundida.
- Vamos, Kiritsugu ¿Por qué no les dices que estabas planeando secuestrar a la prometida del Maestro de Diarmuid, para obligarlo a usar un Hechizo de Comando para que Diarmuid se suicidara? – cuestiono Goku realmente molesto.
- ¡¿Qué?! – grito Arturia molesta e incrédula de tal cosa – ¡Maestro, por favor dígame que eso no es verdad!
- Pero, Kiritsugu – murmuro Irisviel sintiéndose molesta al escuchar eso – Goku, ¿Estás seguro de tus afirmaciones? – pregunto, deseando que esto fuera un malentendido.
- Quien intento acabar con la vida de aquella mujer fue Maiya y al buscar en sus recuerdos, vi que todo esto formaba parte del plan de Kiritsugu – aclaro Goku sin realmente entender la crueldad de aquel hombre – Y no conforme, también estaba planeando matar al Maestro y prometida.
Irisviel llevó las manos instintivamente a la boca, tratando de contener un jadeo al procesar las revelaciones impactantes. No era ajena al modus operandi de su esposo cuando se trataba de eliminar objetivos; Kiritsugu siempre había sido honesto con ella al respecto.
Sin embargo, la sorpresa llegó al descubrir que él seguía recurriendo a esos métodos a pesar de poder confiar en la fuerza y lealtad de su Sirviente, quien le había revelado la verdad sobre su intervención.
El acto de su esposo la dejó con un sentimiento de molestia, traición y, sobre todo, decepción. Aunque Irisviel conocía la naturaleza pragmática y despiadada de Kiritsugu, no esperaba que continuara aplicando dichos métodos ahora que contaba con la ayuda de Goku. La revelación dejó un regusto amargo en su ser, generando una sensación de desilusión.
Contrariamente a la peliblanca, el rostro de Arturia reflejó una transformación de horror a odio y desprecio en cuestión de segundos. Su cuerpo temblaba de rabia intensa que ardía en cada fibra, dificultándole mantener la calma.
La confianza que había depositado en Goku, la creencia de que él no mentiría sobre algo tan crucial, se vio sacudida al enterarse de que su noble batalla estuvo al borde de ser mancillada por la sangre y la traición.
Aquellas revelaciones eran el punto culminante de las acciones descaradas de su Maestro, y Arturia había llegado al límite de tolerar su comportamiento. Exhausta y molesta, no estaba dispuesta a pasar por alto sus acciones. Kiritsugu, a sus ojos, dejaba de ser un líder digno de su lealtad, y se revelaba como un hombre cobarde guiado por el egoísmo y actos atroces.
- ¡Responde! – ordeno Arturia realmente molesta y solo recibir silencio de su parte – Emiya Kiritsugu. Finalmente puedo entender que eres un demonio. Fui una tonta al creer que a pesar de nuestras diferencias, finalmente podrías ver el valor de nuestras acciones. De mis métodos, ya que compartíamos la misma meta. Pero veo que eso es imposible.
- Contesta, Kiritsugu. Esta vez, nos debes una explicación, debes de justificarte responsablemente por lo que intentaste hacer – pidió Irisviel, molesta y decepcionada con el hombre que amaba, ya que aunque sabía que él podía ser así, no pensó que haría algo así, ahora que vio la gran generosidad de su Sirviente.
- No tiene sentido tratar de explicarle las cosas a un par de asesinos en masa que se enorgullecen de cosas como el orgullo o el honor – dijo Kiritsugu simplemente, no viendo que algo realmente cambiara incluso si mintiera para justificarse.
- ¡¿Acaso insultarías la caballerosidad en nuestras caras?! ¡Maldito demonio! – grito Arturia, frustrada ante tal actitud y su estupidez e ingenuidad al creer que se hombre era alguien con una meta honorable.
- Un caballero jamás podría salvar al mundo. Ustedes actúan como si hubiera formas "correctas" o "incorrectas" de combatir. Cuando la verdad solo son asesinos al igual que yo, pero la diferencia es que yo no ansió la muerte para glorificarme, deseo acabarla para ya no seguir causándola – explico Kiritsugu siendo lo más honesto y franco que alguna vez ha sido en toda su vida con alguien además de su esposa.
- ¿Cómo te atreves? – siseo Arturia furiosa ante lo que escuchaba.
- ¿Cuántos jóvenes a lo largo de la historia han derramado su sangre por esas ilusiones, que llamamos honor y gloria, ensimismados con las palabras de los héroes? – cuestiono Kiritsugu.
- ¡No son ilusiones! – aseguro Arturia segura de sus palabras – Las leyes y principios deben ser seguidos, incluso en el curso de tomarle la vida a otro. ¡Esa es la verdad que impulsa a alguien que sueña y desea ser llamado héroe!
- Hmpf, ¿Lo ves, Iri? – se burló Kiritsugu, mostrando una pequeña sonrisa – Nuestro gran espíritu heroico dice que un héroe puede tomar la vida de otro ser vivo con sueños y anhelos propios, siempre y cuando este bajo su cegada visión de la verdad.
Señalándola con desprecio a su Sirviente mientras decía todo eso y aunque tuviera una sonrisa en su rostro, esta se desvaneció rápidamente, pues esto no le generaba alegría, simplemente no disfrutaba con ver sufrir a los demás, sin importar quien fuera. Se encontraba mucho más allá de eso.
- No hay duda. No hay esperanza en el campo de batalla, solo un sufrimiento indescriptible. La victoria en una guerra no es más que un pecado producto del dolor y angustia por parte de los que perdieron – Kiritsugu continúo hablando, expresando la verdad de las cosas aunque nadie quisiera oírlas – Pero la humanidad nunca se da cuenta de esta verdad, de la sangre que derramaron aquellos a quienes llaman héroes por completar su ideal – finalizo dejando de señalarla.
- ¿Estas completamente seguro de que esa es la razón por la cual no puedes confiar en nosotros? – pregunto Goku, finalmente rompiendo su silencio.
- Lo estoy, porque ustedes actúan bajo un ideal de justicia que no me interesa en lo absoluto. La justicia no salvara al mundo – respondió Kiritsugu sin ninguna vacilación.
- Kiritsugu, ¿Qué no lo ves? – cuestiono Arturia casi con lastima por su Maestro – Si haces un mal en nombre del odio hacia la maldad, tu ira y malicia solo producirán más guerra. No sé qué o quién te ha traicionado o la razón por la que te has vuelto un hombre miserable. Pero ese odio y desprecio hacia la propia justicia, solo puede venir de alguien que deseo ser un héroe, ¿No es así? Deseaste ser un héroe que salvaría al mundo.
Kiritsugu miro con un profundo odio a Arturia tan rápido como esas palabras salieron de su boca, una mirada que nunca le había dado a nadie. Pero tan rápido como apareció, también se desvaneció, solo dejando detrás un rostro triste y arrepentido.
- Hablas con orgullo y honor sobre una ideología que fue la misma que llevo a tu nación a la perdición – hablo Kiritsugu tomando por sorpresa a todos – Rechazaste la ayuda de quienes te apoyaron. Nunca viste valor en tu propia hija e incluso tu caballero más leal termino por darte la espalda por esa misma ideología tuya.
- Tu... – Arturia vacilo ante que escucho, sin creer que su Maestro supiera tanto sobre ella, hasta que la realidad la golpeo y comenzó a enfadarse – ¿Desde cuándo has podido ver mi pasado? – cuestiono ofendida de usar su pasado en su contra, viéndolo duramente.
- Desde el primer día. Y el destino de tu nación solo me da la razón – Kiritsugu hablo con claridad y serenidad, pero era claro en su voz el desprecio – Tus ideales de justicia solo traerán consigo la muerte y la codicia de otros, continuando en un ciclo vicioso de odio y miseria.
- En verdad eres un demonio – murmuro Arturia llena de una rabia viva a su Maestro.
- Mi objetivo es acabar con ese ciclo. Y el Santo Grial se encargará de cumplirlo y si para ello debo de convertirme en todos los males del mundo, que así sea – aclaro Kiritsugu – Con el fin acabar con el sufrimiento seré capaz de soportar ese peso.
- Estas equivocado, Kiritsugu – hablo Goku ya no pudiendo mantenerse al margen de esto – Aunque tu objetivo sea bueno, solo estas tomando el camino fácil para lograrlo al ser tan malvado como para acabar con quien sea que represente una mínima amenaza para tus planes.
- No me sorprende que de todos aquí, tu seas quien piense de esa forma – encaro Kiritsugu ya que llegado a este punto, no retrocedería ante ese sujeto – Te riges bajo estándares aún peores que los de Saber. Podrás ser alguien bueno, pero vives en un mundo de blanco y negro. Bien y mal. Sin entender al mundo en realidad.
- Así que eso es lo que realmente piensas de mí – aclaro Goku sin inmutarse.
- Si, porque lo eh visto – siguió hablando Kiritsugu – ¿Qué tan buenos son los buenos? ¿Qué tan malos son los malos? ¿Te parecen sínico o confuso? Pues esa es la naturaleza humana – señalo la dirección en la que se había ido el otro Maestro – Ese hombre pudo haber elegido a su esposa, pero estaba dispuesto a matar a Irisviel y a mí a sangre fría con tal de seguir en esta lucha solo por fama.
- No puedes estar seguro de eso – Goku dijo con molestia viendo como el pelinegro bajaba el brazo y lo miraba como si ya hubiera ganado.
- Claro que lo estoy. El edificio donde vive estaba fuertemente protegido por todo tipo de magia y maldiciones. Algo que estaba movilizando justo a la casa donde ahora se están quedando con Iri. Si no hizo nada malvado a tus ojos, es solo porque no le diste la oportunidad de hacerlo ¿Qué tan buenos o malos nos permite ser nuestra propia naturaleza? Es algo que tú nunca podrías entender, por qué no eres un humano.
- Entonces, todo este tiempo, ¿me has despreciado por no ser un humano? – cuestiono Goku algo confundido, pero molesto por las declaraciones.
- No. De hecho, podría decirse que te envidio. Ya que es algo con lo que nunca cargaras – aseguro Kiritsugu con toda honestidad – Pero al no ser un humano, no puedes creer entender la complejidad humana. Y del como el egoísmo, el odio o la malicia, chocan con esas mentiras de los ideales y valores de heroísmo, los cuales solo traen injusticia sobre aquellos que deciden tomar esa responsabilidad.
- Es cierto que no soy un humano, pero me crie como uno. Eh vivido y luchado como uno – corrigió Goku – Y vivir de forma correcta no es sencillo, ya que cualquier malvado puede simplemente ignorar esos valores y ser despiadado. Pero la culpa, compasión y la empatía, son por esas razones que cumplimos con los valores y tenemos límites.
Kiritsugu quedó en silencio por un momento, sumido en la reflexión provocada por esas palabras. A pesar de tener sus decisiones y motivaciones muy claras, consciente de que no estaba allí para cambiar su forma de pensar, la afirmación del otro pelinegro lo impactó de manera inesperada.
De repente, la imagen de su antigua mentora invadió sus pensamientos. Aquella mujer que lo rescató y educó a través de un entrenamiento riguroso, llevándolo por el camino que, en su ingenuidad pasada, pensó que lo convertiría en un héroe de la justicia.
Recordó el arduo esfuerzo que dedicó para alcanzar ese objetivo, solo para descubrir que el ideal de justicia que una vez anheló le arrebataría a la única persona que le quedaba en el mundo.
La elección imposible entre salvar a la única persona a la que consideraba tan cercana como una madre, a costa de la vida de miles de inocentes, o destruir un avión lleno de personas infectadas para salvar a miles pero perderla a ella en el proceso, quedó marcada en su memoria.
Fue en ese día que comprendió que los ideales en los que alguna vez creyó eran meramente cuentos de hadas, no quería la injusticia de aquella gran responsabilidad.
- ¿Y dónde terminan los valores y comienza la realidad? No disfruto con lo que debe hacerse. Pues mientras unos cuantos mueran por el bien de muchos más, eso está bien para mí, porque es la única forma que conozco para hacer las cosas – afronto Kiritsugu sin ninguna pizca de duda.
- Ese ideal es igual al de Arturia – indico Goku, ganando una mirada de asombro de todos – Esperar a que todos sean perfectos y el poder salvarlos a todos. Son ideales demasiado extremos. No se trata de lo justo o injusto, de los ideales nobles o de la maldad. Se trata de luchar y seguir avanzando, de superarse a uno mismo, de mejorar aún en la adversidad, de eso se trata la evolución.
Arturia miro sorprendida a su amigo ante esa declaración, era cierto que entre ambos no había una idea conjunta sobre sus propios ideales y aunque eso le doliera, podía aceptarlo. Pero que comparara su firme determinación con los ideales retorcidos de su Maestro era algo que en verdad la molesto.
Y aun así no dijo ni una sola palabra en protesta. Le había quedado claro que sus palabras no alcanzarían a su Maestro y ahora era el turno de su amigo, y aunque sus palabras pudieron llegar a molestarla, sabía que no lo estaba haciendo con malas intenciones y que antes que tarde se aclararía.
- "Kiritsugu nunca se había puesto tan a la defensiva con alguien" – pensó Irisviel desconcertada por toda la situación.
Si bien sabia Irisviel que su esposo era extremadamente reservado con prácticamente cualquier persona y solo era un libro abierto con ella misma, hasta el punto de no ocultarle nada, ni siquiera la forma en la que mataba. Esta era la primera vez que lo apreciaba tan molesto y defensivo con respecto a sus ideales.
Y aunque ciertamente no podía conocer a la perfección lo que haría su marido. Cuando lo veía sabía perfectamente lo que pasaba por su mente y en estos momentos sabia estaba molesto con su Sirviente por constantemente alterar sus planes y obligarlo a pensar en nuevas formas de actuar, dejándolo en la incertidumbre sobre lo que podría pasar.
Aunque en ese preciso momento la peliblanca tuviera razón, Kiritsugu estaba realmente molesto al ser comparado tan sínicamente con los ideales de su Sirviente, cuando solo había expresado estar en contra de ellos y actuar de forma diferente.
- Mencionaste que estoy tomando el camino fácil. Que mis métodos solo me vuelven malvado. Pero la realidad es que no gano nada siguiendo los estándares de justicia, no hay ninguna recompensa por ser bueno, eso solo es ingenuidad – se justificó Kiritsugu tratando de mantener sus emociones bajo control – Los valores de los que ustedes tanto presumen solo me detienen de conseguir lo que yo quiero.
- No haces el bien esperando que tu vida sea buena. Lo haces porque sabes que es lo correcto, porque sentimos culpa y empatía – corrigió Goku.
- Y hacer el bien no garantiza que las cosas mejoren ni de que obtengas lo que quieres. Solo le das la oportunidad a otros de seguir causando un mal peor – arremetió Kiritsugu ya cansado de esta discusión, dándose media vuelta para irse, pues estaba seguro de que al igual que su propio Sirviente, el pelinegro no tendría nada más que decir.
- Kiritsugu, ¿Vale más lo que quieres o vale más lo correcto? – cuestiono Goku, suavizando su tono y mirada.
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Goku nunca había dudado en su vida sobre sus motivaciones o si sus acciones eran correctas o incorrectas. Pues siempre supo, de forma casi instintiva que era lo bueno y lo malo, todo gracias a la crianza de su abuelito y maestros al igual que su estadía con sus amigos y familia.
Incluso cuando su mejor amigo murió frente a sus propios ojos, no una sino dos veces, siempre estuvo seguro de vengar su muerte de una forma correcta. Pues sus enemigos eran personas malvadas que solo intentaban destruir la tierra o conquistarla.
Pero esta vez, en Kiritsugu veía un hombre decepcionado y traicionado. Alguien que lo había intentado todo y aun así había fracasado, causando que depositara toda su confianza y esperanzas en un único deseo, que le ofrecería lo que realmente anhelaba.
Un deseo que no era para el mismo, sino para la humanidad, aun a pesar de sus cuestionables métodos. Y que no estaba dispuesto a fracasar por ninguna circunstancia y eso lo hacía sentir empatía por él.
Arturia por su parte quedo sin palabras ante la pregunta del pelinegro. Podría parecer una pregunta simple pero la realidad era que aquella pregunta era realmente profunda y que estaba cargada de una fuerza increíble. Tanto que incluso ella misma fue tomada por sorpresa ante tal cuestionamiento.
Ella realmente había conocido muchas facetas de su amigo en este corto tiempo y aún seguía descubriendo más que le seguía asombrando y cautivando tanto como la primera vez. Ya que con cada cosa nueva que descubría de él, solo reforzaba el hecho de que ambos compartían ideales igual de fuertes hacia un ideal correcto.
Incluso Kiritsugu que creyó haber dado por zanjada la discusión fue tomado por sorpresa ante esa pregunta. Girando rápidamente hacia el pelinegro, con una mirada atónita en su rostro. Ya que ciertamente esa pregunta lo había tomado con la guardia baja, no esperando que alguien como ese sujeto fuera capaz de un cuestionamiento como ese.
- Se trata sobre lo correcto para salvar a la humanidad – recalco Kiritsugu molesto ante sus afirmaciones – Es lo correcto eliminar esa naturaleza humana, y yo quiero borrar eso, el egoísmo, el odio, el rencor y el resentimiento. Ese es mi deseo, lo que quiero sobre lo que supuestamente es correcto.
- Te equivocas, porque es natural el egoísmo, el odio, el rencor y el resentimiento. Eso nos hace humanos. Pero también es humano aprender y ser más fuerte que nuestros impulsos – explico Goku sonriendo con seguridad – La humanidad, no es perfecta. Y aunque sea difícil o incluso parezca imposible, no lo es. Se puede superar y mejorar esa misma naturaleza que piensas es solo malvada.
- Solo repites un discurso erróneo que te aferras a creer – desestimo Kiritsugu molesto por sus palabras – Ante un callejón sin salida, siempre se tomara la decisión más egoísta, una que solo beneficiara a otro.
- Eso es mentira. Arturia se arriesgó para salvarme aun y cuando tuvo la oportunidad de acabar con Caster sin problemas. Ella mostro gentileza humana. Yo no iba a morir, pero fue a salvarme porque sabía que no estaba bien – Goku ejemplifico su punto con algo que sabia el pelinegro no podría contradecir – Decidió hacer lo correcto, aun y a pesar de que eso pudo costarle la vida o su propio deseo.
- Sus ideales. Su filosofía, todo aquellos en lo que ustedes creen, es una mentira – argumento Kiritsugu.
- ¿Y porque no creer en una mentira? – pregunto Goku rápidamente con una suave sonrisa en su rostro, nuevamente desconcertando a todos – Para ser mejores, una mentira para poner el ejemplo, para ser superiores a nuestros instintos.
A lo largo de su vida, Goku siempre hizo lo que pensó que era lo correcto, salvando a la humanidad y todos sus habitantes sin buscar la fama o el reconocimiento. De hecho, prefería una vida cómoda y tranquila, sin verdaderamente interferir en la vida de las personas al dejar ver su verdadero poder.
Y aun así estaba seguro de que hacia lo correcto, en su mundo. Pero en un mundo lleno de historias de varios héroes a lo largo de la historia, estaba seguro de que esas leyendas inspirarían a la gente a ser mejores, así como en su mundo las historias del gran luchador de artes marciales, conocido como el Maestro Roshi lo inspiraron a seguir volviéndose más fuerte.
A convertirse en alguien mucho más fuerte y una mejor persona, porque como alguna vez le enseño su maestro, las artes marciales no servían para ganar batallas, sino para tener sano el cuerpo y el alma.
Y con el tiempo comprendió que su maestro se refería a la capacidad de siempre seguir siendo mejores y llevar una vida justa y honesta, sin deseos de maldad o venganza en su corazón.
- Tienes razón en algo, yo tampoco estoy de acuerdo con la filosofía de Arturia. El honor, lo correcto, lo honesto, la bondad. Todo aquello en lo que Arturia cree que todos debemos aspirar a alcanzar es algo imposible porque nadie puede ser así de perfecto. Pero ser una persona buena no significa que seamos ingenuos, significa que somos fuertes contra nosotros mismos.
- Si ese es el caso. Nadie debería creer en la mentira que es Arturia Pendragon – desestimo Kiritsugu, sintiéndose acorralado.
- No es verdad. Porque así como aquellas personas en el rio necesitaban a Arturia, nosotros y el mundo necesitan la historia de Arturia Pendragon. Necesitamos la mentira, el límite que ponen los valores, el camino correcto. Aunque eso signifique avanzar más lento o abandonar nuestros más grandes deseos. Eso es lo que trasmite la leyenda de Arturia, lo que me ha enseñado – respondió con seguridad.
- Los héroes no existen – siseo Kiritsugu frustrado de no poder argumentar nada contra ese sujeto.
- Es cierto, los héroes no existen. Los villanos tampoco. Arturia Pendragon y su filosofía es un ideal imposible de alcanzar debido a la naturaleza humana. Pero es la mentira en la que debemos creer. Y cada día que pongamos ese límite antes que nuestro egoísmo, somos, por un instante, un héroe tan grande como Arturia Pendragon.
Goku estaba convencido de sus palabras, pues cuando venían de camino a ese lugar, Arturia le conto la dura decisión que había tomado al ir y salvarla. Y al enterarse de eso, no pudo evitar sentir un enorme apreció y agradecimiento por su valentía.
Y sin quererlo, Arturia le había enseñado una valiosa lección. El valor del sacrificio por el bien común, de seguir adelante aun a pesar de las adversidades, de ser capaz de sacrificar tus deseos por el simple hecho de ayudar a alguien que lo necesita. Ella le enseño eso y que aun a pesar de solo ver dos caminos, siempre podemos crear un tercero y seguir adelante.
Ella lo salvo y demostró lo que era anteponer a otros sobre uno mismo. Ya que a pesar de tener una idea de la leyenda de Arturia Pendragon como el Rey de los caballeros, por primera vez vio a la mujer detrás de la leyenda, tan humana como él.
Sintiendo admiración por su coraje y determinación. Esta no era la primera vez que alguien lo salvaba, pero si era la primera vez que alguien lo hacía bajo esta luz de sacrificio. Donde él mismo se dio cuenta de esta mentira del héroe y de cómo gracias a Arturia, también creería en esa mentira.
- Kiritsugu, estoy seguro de que también creíste esta mentira, pero algo paso. Y creo que perdiste a alguien importante para ti – siguió Goku con tranquilidad – Porque si alguien tan noble como Irisviel está dispuesta a seguir tus ideales, simplemente no puedo creer que seas alguien malo, solo alguien que ha pasado por mucho. Que ya no pudo con la injusticia de una gran responsabilidad.
- "Este sujeto, de todos. Descubrió mi pasado. Pudo ver a través de mi como si fuera lo más normal" – pensó incrédulo Kiritsugu ante esa deducción.
El nombre de Natalia volvió a resonar en el fondo de su mente. La amaba y respetaba como a una madre, le debía todo, incluso su propia vida. La persona a la que tuvo que sacrificar para que miles vivieran y finalmente entendiera que la justicia que tanto anhelo en antaño se volviera contra él y lo apuñalara en el corazón.
Ese día en concreto, ya no pudo soportar seguir siendo un héroe de la justicia. Seguir los códigos de valores de un héroe solo le habían traído dolor. Se negó a seguir representando aquella mentira y se rebajó a la humanidad común al no poder con el peso del mundo.
Decidiendo salvar al mundo de aquella injusticia, pero renunciando a la mentira del héroe, para no volver a cargar con una gran responsabilidad. Optando por lo que quiere antes de la mentira de los valores, dejando de ser un héroe y siendo solo humano.
Y esa verdad solo la había compartido con su esposa, alguien en quien había encontrado lo que pensó nunca volvería a experimentar, amor. Pero que la persona la cual solo se interponía en sus planes, hubiera descubierto todo eso le confundía enormemente. Haciéndose cuestionar sobre sus decisiones.
Y aun cuando se negaba a aceptarlo, las palabras de Son Goku finalmente lo habían alcanzado. Confundiéndolo sobre lo que realmente estaba haciendo y de cómo lo estaba haciendo. Y esto por más que se negara, sabía bien que no había comenzado con esta discusión.
Tan simple como era, todo aquello en lo que siempre pensó que sería una vez acabado esta guerra, se vino abajo cuando ese sujeto, sin pedir nada a cambio y aun en contra de lo que siempre sospecho de él, salvo a su esposa. Se sentía como un hipócrita cuestionando las voluntades endebles de un héroe cuando él mismo, se estaba cuestionando a sí mismo.
- No sé si tus acciones hasta ahora puedan justificarse por tu perdida. Solo sé que debió haber una mejor forma de hacerlo. Pero – continuo Goku sonriéndole con amabilidad – Si extiendes tu mano, alguien la tomara.
- ¿A qué te refieres con eso? – pregunto Kiritsugu realmente sin entender.
- Que no estás solo. Tienes a Irisviel y a tu hija para apoyarte, para motivarte a seguir adelante – respondió Goku desde el fondo de su corazón – Y si te permites creer en una mentira una vez más y dejas de actuar de esta forma tan cruel, puedes contar con Arturia y conmigo. Porque nada es imposible para el que lucha.
Finalmente el rostro de Kiritsugu fue cambiado por una mirada atónita ante lo que estaba escuchando. Todo aquello en lo que cría y estaba tan seguro de no claudicar, ese sujeto lo había superado una vez más ya que por primera vez desde que emprendió este camino junto a su esposa, estaba considerando confiar en alguien más, peor aún, en dos héroes de la justicia de la cual tanto despreciaba.
Y no pudo evitar sentirse molesto ante la idea, ya que el simple hecho de creer en aquello una vez más, solo pondría en riesgo su deseo, el futuro junto a su esposa e hija. Y eso lo vio claramente Irisviel, ella lo conocía casi tan bien como se conocía a sí misma, podía ver que las palabras de su amigo finalmente habían llegado a su esposo más que las de cualquier otro.
Eso la lleno de felicidad, pues aunque Goku diera justo en el clavo con respecto al pasado de su esposo. Solo ella era consciente del verdadero dolor y peso con el que cargaba, y como a pesar de ser una carga tan dolorosa que cada día que pasaba lo rompía por dentro, él decidió no ceder y seguir adelante, listo para conceder las plegarias de un mundo en el cual él había perdido la fe.
Y saber que su amigo no lo estaba juzgando y en cambio decidió apoyarlo para seguir otro camino en verdad la conmovió. En especial cuando sabía que Kiritsugu lo estaba considerando. Así que sin decir nada, camino a su lado y tomo sus manos con las suyas y lo miro como nada más que amor.
- Kiritsugu. Ahora podremos estar juntos y yo sé que lo lograremos. Porque sin importar lo que pase, ya nunca estarás solo, porque yo estere ahí. Aunque mil tormentas vengan – expreso Irisviel con un profundo amor por el hombre que la salvo – Confiemos en que esta vez, será mejor.
Kiritsugu quedo atónito ante el gesto y palabras de su esposa, haciendo vacilar aún más su voluntad en contra de aquellas mentiras. Pero en ella siempre encontraba consuelo y sabiduría cuando el mismo se encontraba tan perdido.
Y ahora mismo el amor que pensó que solo duraría unos años antes de perderla para siempre, estaba frente a él, más fuerte que nunca y con una vida sana y plena por delante. Una mentira que siempre quiso creer pero finalmente ahora era verdad.
El brillo en su mirada era todo lo que él necesitaba para saber que todo estaría bien, ya que aun en la penumbra su dulce mirada lo guiaba para tomar las mejores decisiones. Así que aunque solo fuera esta vez, decidió que tal vez podría intentarlo.
- Vámonos, Iri – dijo simplemente Kiritsugu dándose una vuelta y dirigiéndose a la puerta de su auto – Hemos terminado por hoy.
- Si – dijo Irisviel con una sonrisa, al haber visto como la mirada de su esposo ahora era más suave.
- Son Goku... – dijo Kiritsugu deteniéndose antes de subir a su auto.
- ¿Qué pasa, Kiritsugu? – pregunto Goku viendo al hombre con una sonrisa.
- Gracias por salvar a mi esposa – agradeció y sin decir nada o esperar una respuesta, entro en su auto.
- Hehe, no te preocupes por eso, lo haría de nuevo sin dudarlo – dijo Goku con una sonrisa, seguro de que el pelinegro lo escucho.
- Los veo en casa, chicos – se despidió Irisviel con una sonrisa. Feliz de que las cosas salieran tan bien.
Sin otra cosa que decir, Kiritsugu encendió su auto y comenzó a conducir en dirección de la casa en la cual actualmente estaba quedándose su esposa. Toda la discusión lo había golpeado duramente y necesitaba algo de tiempo para aclarar sus ideas ya que su meta no había cambiado en lo más mínimo.
Pero tal vez podría aceptar la forma de actuar de Son Goku y permitirse dejar de manchar sus manos de sangre, para confiar en que junto, pudieran llegar al final de esta guerra. Ese pensamiento lo hizo sentir más relajado.
Aunque no tuvo tiempo de reflexionar sobre eso ya que sin previo aviso, Irisviel se abalanzo sobre él y envolvió su brazo en entre los suyos en un fuerte abrazo, mientras recargaba su cabeza en su hombro, con su rostro adornado por una gran y cálida sonrisa.
- ¿Esta todo bien, Iri? – pregunto Kiritsugu realmente confundido.
- Si, solo estoy muy feliz – explico Irisviel con suavidad – Y agradecida por todo lo que ha hecho Goku por nosotros.
- Si, lo que hizo en verdad fue un gran gesto desinteresado – hablo, permitiéndose disfrutar de este momento con su amada.
- Se que tal vez no estes de acuerdo conmigo – dijo viendo como el cielo comenzaba a ser iluminado por los primeros rayos del sol – Pero quiero agradecerle a Goku y Arturia por su esfuerzo, darles algo que estoy segura de que los hará muy felices.
- ¿Hablas de un regalo? – pregunto confundido ya que no estaba entendiendo a lo que se refería.
- Podría decirse que sí. Sera un gran regalo – expreso su emoción abrazando aún más fuerte el brazo de su esposo – Pero por ahora, lo único que quiero es disfrutar de este tiempo contigo.
Tomando eso como el final de su conversación, ambos se quedaron en un cómodo silencio, simplemente disfrutando del calor del otro. Y esperando que su viaje no terminara.
La vida no había sido fácil para ninguno de los dos, siempre llena de obstáculos o manchadas por la tragedia. Y aun así, estaban felices y dichosos de haberse encontrado el uno al otro y de lo que habían construido juntos, por lo que las lecciones de esta noche quedarían gravadas en sus mentes y corazones a fuego vivo por toda su vida.
Y aunque Kiritsugu pudiera no admitirlo nunca, por primera vez estaba feliz y genuinamente agradecido de que aquello que en sus propios libros solo era una anormalidad en sus planes, apareciera.
Pues sin él en esta guerra, jamás hubiera tenido la oportunidad de tener a su esposa a su lado y eso, era algo con lo que nunca se permitió soñar, siempre culpándose de ser el futuro causante de la muerte de su amada esposa.
Pero ya no más, ese peso finalmente había abandonado su ser, permitiéndole disfrutar plenamente de suave toque de su esposa sin ninguna culpa.
Mientras tanto, Goku solo miro con una sonrisa alegre y algo triunfante el camino que había tomado esos dos, hasta finalmente perderlos de vista. Estaba feliz del cómo se desarrollaron las cosas, ya que no esperaba que todo esto saliera tan bien. Pero se sentía alivio y felicidad de que todo saliera mejor de lo planeado.
- Muy bien – rompió el silencio con gran alegría – ¿Lista para irnos, Arturia...?
Goku quedó en silencio de repente, sorprendido al ver a su amiga con la mirada baja, ocultando sus ojos bajo el flequillo. Notó que temblaba, lo que lo asustó, pues estaba completamente confundido y no entendía lo que sucedía.
La confusión dio paso al miedo y la preocupación al considerar la posibilidad de haberla ofendido con su discurso sin darse cuenta. Trató frenéticamente de repasar lo dicho, esperando estar equivocado, solo para confirmar que, de hecho, sus palabras podrían haberla molestado.
Era evidente que su amiga tenía un fuerte carácter y una mentalidad clara acerca de sus ideales y valores. Para Goku, expresar sus pensamientos sobre sus propios ideales como mentiras o algo inalcanzable podía haberla enfadado profundamente.
- ¿Está todo bien, Arturia? – pregunto aun temeroso de lo que ella podría hacerle – Sobre lo que dije hace rato... bueno, pues yo – balbuceando, trato de encontrar las palabras correctas para no hacerla enojar aún más y que entendiera que él la admiraba.
Con su mente trabajando a toda velocidad en un intento frenético de encontrar las palabras adecuadas, Goku fue completamente tomado por sorpresa cuando Arturia caminó hacia él y, sin previo aviso, lo abrazó con fuerza, enterrando su rostro en su pecho.
Lejos de lo que Goku pensó que ella haría, un abrazo estaba claramente fuera de la lista, parpadeo repetidas veces en una honesta confusión aún más pero sintiéndose aliviado de no ser golpeado. En realidad, Arturia Pendragon estaba completamente cautivada al saber que lo expresado por el pelinegro era lo que él sentía por ella.
Sabía que no mentía; su corazón le decía que todo lo escuchado era cierto. La admiración, pasión y respeto con la que él hablaba sobre ella y la leyenda que se construyó alrededor de sus ideales la dejaron sin palabras.
La constante duda sobre las palabras de sus súbditos, aquellos que la traicionaron, y otros reyes sobre su forma de gobernar siempre parecía presente en ella. Pero esa noche, esas dudas fueron completamente borradas y sustituidas por la admiración y devoción que una sola persona sentía por ella.
Que esa persona fuera la misma que constantemente despertaba sentimientos tan maravillosos en ella solo la hizo más feliz, tanto que le resultó imposible ocultarlo. Sin pensarlo dos veces, en un gesto que ella misma nunca se creyó capaz de hacer con tanta naturalidad, simplemente lo abrazó.
Un abrazo que tomó por sorpresa a Goku, tanto que su corazón se aceleró por el contacto tan repentino al volver a sentir un mar de emociones inundándolo. Goku se encontraba sorprendido por la intensidad de las emociones que florecían en su corazón.
Al principio, su conexión con Arturia era puramente basada en la admiración mutua y el respeto por sus habilidades en combate. Sin embargo, a medida que luchaban juntos y compartían momentos de camaradería, Goku comenzó a sentir algo más profundo.
Y entre más tiempo pasaba a su lado, menos quería estar lejos de ella. Por lo cual con un poco de timidez, respondió al abrazo consciente de estos sentimientos, disfrutando del calor que sentía al tenerla entre sus brazos.
- Creo que nunca te lo he dicho – hablo Arturia, rompiendo el silencio, pero nunca el abrazo, sonrió cálidamente al sentir sus fuertes brazos rodeándola – Estoy realmente agradecida que estes aquí, conmigo. Me siento afortunada de que el destino me haya permitido conocerte.
- Oye, yo ya había dicho eso – Goku rio suavemente al recordar su conversación en el parque.
- Si, lo recuerdo bien – hablo, sus mejillas tornándose con un suave rubor ante el solo recuerdo de su hermosa declaración – Solo quería que supieras que yo me siento igual – levantando la mirada para encontrarse con sus ojos negros continuo – Gracias, por creer en mí de esa forma. Gracias por creer en mi mentira.
- Pero claro que creería en ti de esa forma. Después de todo, fuiste tu quien me salvo – explico con una gran sonrisa alegre que transmitía toda su confianza – Aunque es posible que no pudiera decir todas esas cosas si me hubieras dejado a mi suerte, hehe – comenzó a reír divertido, siempre gustándole disfrutar de los pequeños momentos con diversión.
- No, Goku, yo nunca... – algo preocupada, intento explicar que ella nunca lo abandonaría, por su caballerosidad jamás se permitirá tal ofensa, pero su preocupación solo causo una risa aún más grande en su amigo – Oye, no es correcto burlarse – se quejó con una mueca, que rápidamente se borró para dar paso a pequeñas risas.
Era sorprendente como un gesto tan simple, como burlarse de ella de forma inofensiva, podía ser tan relajante y estimulante. Definitivamente estaba comenzando a disfrutar cada vez más de la simplicidad de la vida, de disfrutar los pequeños momentos.
A medida que compartían experiencias y luchaban codo a codo en diversas batallas, Arturia comenzó a sentir algo más profundo que la por Goku. El coraje y la nobleza de su amigo tocaban su corazón de una manera única.
Y completamente ajena a sus sentimientos, Goku se sentía de la misma forma. Ambos sentían una gran comodidad y calidez al estar juntos. Su tiempo juntos les dio la seguridad que al estar en los brazos del otro, podían llorar, reír, descansar y desahogarse. Encontrando en el otro, lo que más necesitaban.
Los primeros rayos del sol de un nuevo mañana fueron recibidos por risas divertidas y un cálido abrazo de dos personas completamente opuestas en la forma en la que veían la vida y su destino en el mundo y que aun así estaban encontrando la felicidad.
Y en la calma antes de la tormenta, en los cielos apenas oscurecidos que se alzaban sobre aquellas parejas, despreocupadas del mal que se alzaba sobre ellos con interés, una sombra oculta en la oscuridad, esperando pacientemente el momento adecuado para extender su influencia sobre todo lo que le rodeara.
Su larga espera parecía tan cercana y a la vez tan lejana con cada minuto que pasaba. Asechando y aguardando el momento correcto para actuar, como una serpiente esperando el momento oportuno de atrapar a su presa.
El mundo que lo rodeaba era ajeno a él y él era ajeno al mundo que lo rodeaba, sin ningún conocimiento de lo que ocurría, solo atraído por el poder y las emociones negativas, y solo eso necesitaba.
- Todos los males del mundo.
Una voz aguada y siniestra retumbo en lo cielos, que se perdió en el eco del mismo viento. Sin alertar su presencia y desapareciendo de los cielos cuando el sol iluminaba todo a su alcance.
Afueras de Fuyuki
De pie sobre el pico de una montaña, mirando al horizonte con nada más que una indiferencia, aunque significativamente satisfecho de finalmente encontrar el lugar idóneo para lo que sería una batalla digna de recordar, Gilgamesh sonrió satisfecho.
A su vista solo se extendía un gran mar de árboles y naturaleza, desprovisto de cualquier modernidad humana, un lugar tranquilo y pacífico que brindaba una paz y calma como ningún otro lugar, un lugar con una belleza muy superior a la que él veía en aquella ciudad tan sobre desarrollada a su propia vista.
Podía ser cierto, se estaba tomando demasiadas molestias que normalmente consideraría estúpidas e innecesarias para alguien de su nivel, pero dada las circunstancias y lo deseoso que estaba por tener un enfrentamiento como ningún otro que finalmente pudiera ser capaz de saciar por completo su deseo de lucha digna de su nombre, era algo que podía dejar pasar.
Extendiendo su brazo al frente un gigantesco portal dorado se abrió sobre el bosque, bañando el bosque con un suave y cálido tono dorado. Y de forma casi instintiva, todos los animales e insectos que habitaban dentro del área que era bañada por esa suave y delicada luz, comenzaron a correr o volar a toda velocidad. Huyendo tan rápido como pudieran, escapando de una amenaza invisible.
Gilgamesh miro aquella escena y una gran sonrisa llena de anticipación y emoción se formó en su rostro. No le causaba ninguna diversión provocar el miedo en seres infinitamente inferiores a él. Ni tampoco disfrutaba lo que iba a ser de aquel lugar, era solo una simple emoción previa a una lucha que estaba deseando experimentar casi de inmediato.
De forma inesperada, de aquel gigantesco portal comenzaron a caer miles y miles de gotas doradas, semejantes a las gotas de lluvia. Las gotas caían sobre el bosque como una simple lluvia inofensiva, bañando todo en toques dorados.
Las gotas eran absorbidas de inmediato sobre aquello en lo que entraran en contacto, la tierra, árboles, hojas o cualquier otro ser vivo que tuvo la desgracia de no huir a tiempo. Y así continuo por varios minutos, donde nada parecía cambiar en el ambiente.
- Pronto, lucharemos hasta que nuestros corazones estén satisfechos – murmuro extendiendo una gran sonrisa satisfecha.
Cerrando su mano en un puño el portal fue cerrado. Dedujo que eso sería más que suficiente ya que solo estaba buscando crear un escenario perfecto e idóneo, no buscaba construir un arma en plenitud, así que con esa cantidad de magia y recursos, estaba seguro de que debería de bastar. Satisfecho con su trabajo y viendo como las hojas de los árboles comenzaban a marchitarse rápidamente, supo que su trabajo estaba completo.
Con una última sonrisa de suficiencia hacia su trabajo, solo se dio media vuelta contemplando en la lejanía los edificios de la ciudad.
- Pronto, Son Goku – murmuro para luego desaparecer en partículas doradas – Veremos quién de los dos será "El Primero Bajo el Sol."
- 72:07:02
Y aquí estamos, con este gran capitulo, que estoy seguro de que muchos estaban deseando poder leer, estando lleno de sorpresas, romance y especialmente de una discusión gloriosa que aún me provoca escalofríos cuando lo leo, simplemente este es uno de mis capítulos favoritos, en el cual disfrute mucho de realizar.
Cada capítulo se pone mucho más interesante y emocionante que el anterior, acercándonos más y más al capítulo prometido, el capítulo final.
Actualmente no tengo un número exacto de capítulos ya que no los tengo escritos, solo tengo el desarrollo de los eventos en mi cabeza, pero tentativamente solo quedan 8 capítulos más. Los cuáles serán de aproximadamente una hora de duración, ya que francamente eh estado escribiendo capítulos demasiado largos y los próximos eventos ocurrirán con demasiada rapidez.
Bueno, ese será el intento, ya que la verdad puede que me siga extendiendo a la hora de escribir los capítulos, pero estén atentos.
Próximo también a eso, las imágenes que iré subiendo en los capítulos se irán incrementando o manteniendo, dependiendo de lo que trate el capítulo, siendo más cuando se traten de peleas o eventos importantes. Estas imágenes están siendo compartidas en su mejor resolución en Patreon para el disfrute de todos los que quieran apoyarme de una forma un poco más directa.
Son imágenes que estoy seguro de que disfrutaran al máximo ya que en verdad que son hermosas, donde tuve consideración de crearlas a partir de momentos que a muchos les gustaría ver más allá de solo palabras o la imaginación.
También, tengo la plena confianza y objetivo de acabar esta historia este mismo 2024, así que todos comiencen a darle el máximo apoyo a esta historia, votando y compartiendo para que más gente la conozca, obligando a Wattpad a ponerla en primer lugar de todo, para que la gente se motive al igual que yo y creen su propia historia al mero detalle, dándole rienda suelta a su creatividad.
Y si se preguntan, ¿A quién diablos se la puedo compartir? Pueden hacerlo con amigos, conocidos o en cualquier página de Facebook que sea de Fate o DBZ, de hecho hay un grupo en Facebook que shipea a Goku y Arturia, el dueño de la página sube varias imágenes de estos dos y sería un buen lugar para comenzar a compartir.
Ahora, sin nada más que comentar, pasemos directo a las curiosidades del capítulo:
Como se había comentado, lento pero seguro, la pareja más querida de todos comenzara a descubrir lo que sienten por el otro, en especial Goku, pero cada uno a su particular modo.
Donde en esta ocasión Arturia, parece ser la primera en estar descubriendo finalmente lo que siente, ya que al recordar la íntima forma en que salvo a Goku, ahora le genera mucha vergüenza, haciéndola cuestionar por qué decidió hacer aquello de esa forma en específico.
Por su parte, lo seguiré diciendo hasta el cansancio, Goku si amo a Milk no me importa en lo más mínimo lo que la gente diga, es más, no me importa si sale Akira Toriyama a decir que nunca se amaron. Para mí es una verdad inamovible, dicho esto, Goku sabe que sentimientos se sienten al estar enamorado de alguien, por eso su confusión con Arturia.
Ahora, con eso quedando claro, recuerden que él sabe qué ya no podrá regresar a su mundo original, y los acontecimientos en la cúpula de Caster, solo lo reforzaron. Básicamente Goku a estado de luto desde que se enteró de todo, por eso no se siente confundido ni preocupado por comenzar a enamorarse de alguien más, ya que en teoría, él ya está muerto para sus seres queridos. Y solo le queda seguir adelante.
Continuando con Irisviel, sus nuevas habilidades se están manifestando cada vez con más frecuencia, siendo incluso un pequeño detonante lo que provoca estos cambios y en comparación a la primera vez, ya no pierde conciencia de quien es. Y esto lo está descubriendo Kiritsugu, quien en su mente ya está formulando una hipótesis de lo que puede estar pasando.
Necesita entender lo que pasa realmente ya que la sola idea de que su esposa este constantemente exponiéndose y peor aún con cada transformación que adquiera parece comenzar a volverse más y más parecida a Son Goku.
Y aunque sus sospechas van encaminadas a algo completamente diferente de los hechizos de comando, su búsqueda no está mal encaminada, las respuestas que busca no vendrán a él de la forma en que le gustarían, de hecho vendrán acompañadas del mayor susto de su vida.
Y aquí hago un pequeño paréntesis, ya que se me hizo curioso que en el capítulo anterior nadie se diera cuenta o comentara sobre la transformación de Irisviel, pensé que la había dejado clara a lo que se parecía, pero tal vez no o simplemente nadie lo comento, bueno quien sabe.
Y recuerden, tanto los cambios de Irisviel como sus hechizos de comando, siempre responden a una constante, algo muy peculiar. Vamos, sigan intentándolo que la respuesta en si es algo muy simple.
Pasando a la lucha entre Saber y Lancer, más en concreto sobre su final, quise hacer algo opuesto al final tan miserable que tuvo Lancer en Fate Zero, un paralelismo a lo mucho que afecta la presencia y decisiones de Goku en este nuevo mundo.
En especial con sus respectivos discursos antes de desaparecer, donde originalmente fue un discurso de odio y desprecio, volviéndose un tipo de maldición casi profética dado los resultados finales de Saber y Kiritsugu. En este tuvo el deseo que tanto anhelo y recito un discurso lleno de aprecio y devoción, solo quedando ver y esperar si este discurso también será profético.
Si bien, Diarmuid no está entre mis personajes favoritos, su historia, motivaciones y deseos fueron, al menos para mí, son uno de los mejores construidos, sin dar muchas vueltas, yendo directo al clavo, manteniendo su caballerosidad bien firme al no pedir nada egoísta y aceptando todo lo que hizo, solo deseando la oportunidad de probar que era mejor que eso.
Por eso quise darle un final digno con respecto a ese gran caballero.
Ahora sí, pasemos a la discusión... oh si, esa hermosa discusión de ideologías.
Les seré completamente honesto, este capítulo fue uno de los más rápidos que eh escrito pero al mismo tiempo fue uno de los más complicados, ya que igual que paso con otro capítulo, tuve que escribir, borrar y reescribir la discusión de Goku y Kiritsugu, varias veces hasta que quedara perfecto.
No fue algo fácil, ya que como muchos sabrán, yo no estoy haciendo o creando un nuevo Goku, tomo al que ya existe y lo hago interactuar con circunstancias que lo hagan madurar con respecto a este nuevo mundo. Esa es una de las razones por las que a muchos les gusta este Goku en comparación a otras historias, porque se siente autentico.
Y autentico es la palabra que me gusta cuando quiero escribir mi historia, quiero que se sientan cómodos con esta historia y comprendan de donde va evolucionando Goku, tanto para ponerse serio o para enamorarlo de Arturia. Para que no simplemente poner desde el primer capítulo que a Goku le gusto y ya estaba completamente enamorado.
Lo mismo con el resto de los personajes, quiero que Arturia se enamore de Goku de una forma autentica, comprensible, que se entienda que aquello que despierta Goku en ella no solo fueron sentimientos que aparecieron mágicamente sin ninguna razón, donde solo se vieron y mágicamente nació el amor, que son sentimientos que aparecen al estar juntos y al compartir sus ideales.
Quiero que Irisviel se sienta demasiado entusiasmada con ayudar y no ser una carga, porque siempre estuvo al cuidado de alguien, pero por primera vez ella seria quien estuviera a cargo de cuidar a los demás.
Por eso, no quería poner a Goku como un jodido sabio que tuviera la respuesta a todos los problemas solo porque es bueno, nop. Lo puse así porque la discusión fue en base a algo que vivió y experimento, que Arturia le mostro y enseño involuntariamente al salvarlo.
Que aunque sea tonto, entiende las cosas con hechos más que con palabras. Por eso tuve muchos problemas a la hora de escribirlo de una forma tan orgánica.
Y hablando de esa discusión, ya había mencionado esto antes y es que Kiritsugu Emiya es, mi personaje favorito (detrás de Arturia, obviamente) de todo Fate, ¿Por qué? Por el simple hecho de que es un héroe trágico, un héroe que lo dio todo por su ideal y justo ideal, lo apuñalo en la espalda.
Y en vez de estar chillando, como un mocoso que cree que debe ayudar a todo mundo aunque no merezcan esa ayuda, que se debe sacrificar siempre él mismo para el bien mayor y no estar de acuerdo con que una mujer luche (porque es un idiota machista) o sea rey, solo porque es una mujer, de querer ser un héroe de la justicia aun sin tener una mínima pizca de poder o de verdadera perseverancia y esfuerzo propio... bueno ya todos saben de quien me estoy quejando. ¡¡¡JODETE, SHIROU EMIYA!!!
Oh al menos el de las tres rutas principales, el de Fate Kaleid liner PrismaIllya, del universo alterno, ese si es un buen Shirou y un jodido buen protagonista con un ideal firme y justo, con un desarrollo glorioso.
En vez de estar haciendo todo eso o de volverse un villano en toda regla, Kiritsugu Emiya decide con dos huevos del tamaño de una Genki-Dama, salvar al mundo, de volverse el villano de la historia si con eso la vida de inocentes era salvada, de cargar con el peso de haberle arrebatado la vida a muchos, incluso de considerarse indigno de ver a su propia hija a los ojos.
Ese tipo es un hombre, un hombre entre los hombres, porque no se hizo el mártir, ya que solamente acepto lo que pensó que era una verdad inequívoca y aun así decidió dar lo mejor que podía dar para conseguir un deseo para el mundo y su gente. Sin importarle ser reconocido.
Su ideal era claro, con métodos cuestionables, pero entendibles dado su pasado. Ya que las cosas salieran mal es cuento para otra historia, ya que el Santo Grial no son las Esferas del Dragón. Ya que mientras el segundo cumple un deseo "Perfecto" el primero no. Solo cumple deseos y es lo más parecido a tener a un genio de la lampara jodiendo cada deseo que pidas, independientemente de si estaba corrompido el Grial o no.
Y ya con todo eso entendido, confrontar a ambos fue lo mejor que pude haber escribido, sacando a relucir lo mejor de lo que en verdad significa ser un héroe, y fue una lección que Goku nunca se hubiera dado cuenta por sí solo, fue gracias a Arturia, donde de esta forma pude reforzar aún más el aprecio el uno por el otro.
Por eso ame tanto la discusión, la de un héroe que sigue firme a su ideal y es capaz de seguir aprendiendo y mejorando, contra alguien que no ve la justicia para aquellos que deciden ser un héroe, sino la injusticia.
Cada uno con sus valores y motivaciones bien claras, pero solo uno pudiendo ser el vencedor. Y en este caso fue Goku, no por ser el protagonista, sino por no estar cerrado a creer que la gente puede mejorar a creer en que siempre se puede seguir adelante.
Arturia e Irisviel han sido de forma involuntaria un par de maestras en este aspecto, dado lo que cada una a experimentado y compartido con él. Y gracias a eso Kiritsugu finalmente se está permitiendo tener un enfoque diferente.
Y finalmente culminamos con Gilgamesh preparando el terreno para concretar su visión y obtener lo que desea, una lucha donde usara todo su poder. La cual con cada día que pasa está cada vez más cerca de iniciar la pelea entre los Sirvientes más poderosos.
Si, creo que eso terminaría por cubrir todos los aspectos más relevantes de este capítulo, en verdad espero que les haya gustado y lo disfrutaran tanto como yo disfrute escribiéndolo. Recuerden que si es así, revienten el contador de votos que es una buena manera de apoyar la historia y es una buena forma medir que tanto les está gustando. Bueno, sin nada más que decir, nos vemos en otro capítulo raza!!!!
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