Capítulo 4

El Servant clase Saber se armó con dos espadas gemelas de mediano alcance en cada mano, y de un solo corte de ambas espadas rompió el suelo bajo sus pies de manera limpia, cayendo al piso inferior y con la misma rapidez salto por la ventana más cercana, rompiéndola en el proceso con la intención de confundir a quien los estaba cazando con tan brusca e impredecible jugada.

Al parecer lo consiguió, pero solo por unos segundos, el herrero estando solo unos metros fuera de la edificación se vió obligado a cubrir dos disparos que iban directo a su rostro, interponiendo las dos espadas que tenía en sus manos.

Como había pasado antes, sus creaciones fueron reducidas a pedazos de metal inservibles a costa de desviar los proyectiles, por lo que no lo pensó y rápidamente volvió a crear dos espadas más y las colocó frente a él en su carrera a toda velocidad hacía el bosque con la intención de cruzarlo y llegar al edificio dónde debía estar el tirador.

Una vez en el denso bosque pensó que no iba a poder dispararle por obvias razones, pero, había pensado mal; una bala le pasó rozando la pierna derecha en su carrera, por lo que se lanzó hacía un árbol con la intención de ponerse a cubierto.

"¿Pero qué mierda? ¿Puede verme a través de la vegetación? si es así, puede que no se trate de un mago, si no de un Servant, es capaz de sentir mi presencia con exactitud" debatió en su cabeza, limpiándose la sangre que corría por la leve herida en el muslo.

Muramasa tomó aire y con absoluta cautela intentó observar hacía su destino, el edificio que ahora estaba a no más de 70 metros de distancia, viéndolo de cerca parecía estar abandonado por de degradación y la falta de luz artificial del mismo, estaba totalmente a oscuras, perfecto para que alguien se oculte.

En su análisis sus pupilas se dilataron en cuanto vió el como una docena de destellos salían de distintos pisos del edificio, cosa que lo alertó y saltó hacía otro árbol cercano; se escucharon dose disparos, todos dirigidos hacía donde él estaba tan solo un parpadeo antes, el arbol en el que estaba junto con varios atrás de este fueron reducidos a pedazos, como si en vez de un rifle le hubieran disparado con bazookas.

El de cabello rojo suspiró ante ello con una gota de sudor bajando por su frente. "Estoy a su merced, puede verme claramente, y es más de un enemigo. Si fuera un Servant a esta distancia debería poder sentir su presencia, pero no puedo hacerlo, a no ser que se trate de Assassin, pero entonces eso quiere decir que no está trabajando solo, no dudo que puedan haber más escondidos por ahí" pensó con la espalda recostada en la fría madera, esperando el mínimo ruido para cambiar de ubicación.

Tenía muy en cuenta de que todos estaban apuntando a dónde estaba él, estaba seguro que esas balas podrían hacerle daño a cualquier Servant, y más a uno como él. Pero, tenía que encontrar la manera de acercarse, había al menos unos 50 metros entre el edificio y el bosque en dónde no había dónde esconderse.

"Si me superan en número, yo tengo una forma de emparejar esa situación adversa" se le formó una sonrisa en el rostro. Los circuitos mágicos en su cuerpo se activaron, marcandose con un azúl verdoso muy llamativo, desde su cara hasta su abdomen, estos cruzaron su cuerpo entero. Momento en que se decidió a salir y no volver a ocultarse hasta llegar a su destino.

Corrió lo más rápido que pudo, saliendo del bosque y llegando a la zona crítica que él mismo había identificado antes. Como lo supuso, habían más de los dose que había podido contar antes, ahora con miras infrarrojas, los números ascendieron fácilmente a más de dos docenas de rifles y contando, estos dispararon. Lo tenía en cuenta, entonces el solo tenía que...

"¡Ustedes no son los únicos con muchas armas, desgraciados! ¡Trace, on!" Muramasa gritó en su carrera a la vez que apretaba sus armas y los circuitos mágicos en su cuerpo brillaban con más intensidad.

Cientos de espadas comenzaron a salir de portales rojos alrededor del herrero demoníaco. Todas las armas que una vez había forjado con sus propias manos ahora lo acompañaban y protegían en el campo de batalla, eran el significado de tantos años de trabajo duro. De todos los tipos, de todos los tamaños, las espadas de más alta calidad en la historia de Japón hacían acto de presencia a lado de su creador como si fueran traídas desde el mismo fué que les había dado vida, y no fallarían en su cometido.

"¡Vayan!" Muramasa ordenó y estás acataron dicha orden, en seguida salieron disparadas com la intención de interceptar todos y cada uno de los disparos que iban hacia él.

Armas fueron quebrándose y balas fueron cayendo al suelo inertes debido al choque en el aire, muchas de esas balas pasaron la barrera de espadas que el Servant había creado, pero en este caso él mismo se encargó de ellas personalmente. Por número de armas Muramasa tenía la delantera y lo aprovecho para abrumar con cantidad a los tiradores que no pudieron devolver el fuego, por tanto, seguramente dejaron de contestar al fuego con fuego y se retiraron, dándole vía libre para ingresar al edificio sin ningún tipo de complicación, los circuitos mágicos en su cuerpo se apagaron, señal de que la oleada de espadas había terminado.

Otra cosa que él esperaba era que dentro de este hubieran unas artimañas, por lo que su paso se calmó al ingresar al edificio.

Para su sorpresa no sucedió nada, ni escuchaba nada, ciertamente esperaba una cálida bienvenida.

En solo segundos todo se había puesto demasiado silencioso como para ser verdad, a pesar de que antes habían llovido disparos por todas partes. Los pasos de los que creía eran los tiradores no se escuchaban por ninguna parte, como si fuese un edificio fantasma, como si aquellas que estaban atentando contra él y su Master hubieran desaparecido.

Sus sentidos al ser un Servant eran más agudos de lo normal, si alguien estaba en el edificio debería poder escucharlo, no era el caso. Con mucha cautela, creó un arma en su mano derecha y empezó a caminar hacia las escaleras, para subir e investigar en el proceso.

Piso por piso, poco a poco iba pasando por estos y las habitaciones que lo componían y dónde sabía que había visto rifles siendo disparados. Efectivamente, había rifles en cada una de estas habitaciones, pero no había ni una señal de que alguien los hubiera disparado, es como si se hubieran disparado solos.

¿Control a distancia? podría ser, después de todo esas armas no eran normales, podía sentir magia brotar de ellas, cosa similar a lo que eran sus espadas y por eso eran capaces de romper sus creaciones. Creyó que no conseguiría nada más de ahí, ya que como había visto el tirador y el culpable de todo eso no se encontraba en ese lugar, si no en otro sitio, pero tampoco perdería nada si seguía revisando hasta el último piso.

Siguió su camino, aún con la guardía bien arriba continúo hasta llegar el último piso y de dónde había salido el disparo que había herido a su Master. Chasqueo la lengua al ver en rifle gigantesco apoyado en el marco de la ventana, siendo cubierto a ambos lados por desgastadas cortinas rojas que al parecer hace tiempo habían perdido gran parte del color.

Muramasa se acercó y observó por la mira del arma, apuntando exactamente a dónde él estaba con Tohsaka al momento del disparo. No pudo evitar sentir la molestia llegar a él por eso, como se atrevía...

"Una excelente vista, ¿No es así, Saber? es peligrosamente atrapante, tanto que podrías llegar a morir de la impresión ♡✧" Muramasa abrió los ojos de par en par cuando la voz de una mujer se escuchó a su espalda, a tan solo un paso.

No dudó ni medio palabra alguna, solamente procedió a crear una espada larga y sostenerla con ambas manos, dando un rápido giro de 180° grados sobre su propio eje. Tenía que matarla, debía matarla y quería matarla ahí mismo, ella era la que hirió a su Master, fuera quien fuera, tenía que morir.

Pero no pudo tomar justicia por mano propia, la mujer saltó hacía atrás evitando la hoja de la espada, y de la misma nada cuatro minas aparecieron en las cuatro esquinas de la habitación.

"Boom ♡" soltó la misma chica lanzando un beso al Servant, mismo momento en dónde la habitación voló en pedazos, el infierno se desató entre las cuatro paredes en las que estaban Saber y la misteriosa mujer.

Muramasa no perdió tiempo alguno y saltó por la ventana evitando las llamas, cayendo al suelo pisos más abajo. Con un rostro totalmente serio, se colocó erguido y alzó la mirada hacía lo más alto del edificio, ahí vió a aquella mujer, observándolo con una sonrisa llena de malicia desde lo alto.

Largo cabello rosa con ojos dorados. Un aspecto de elegancia total, más que una reina parecía como si una misma diosa hubiera bajado de los cielos. Un par de orejas felinas salían de la parte superior de su cabeza y en medio estás lo que parecía ser una corona. Vestido corto que acentuaba su escote y elegantes mangas largas acompañadas de guantes rosados cubriendo sus manos, detalles dorados como el oro decoraban todo su vestido. Una gran cola rosa ondeaba de un lado a otro trás de ella.

La mayor y más extraña característica de esta, aparte de que estaba flotando ene el aire, era que armas rosas también flotaban trás de ella en un círculo perfecto; escopetas, rifles de asalto, de francotirador, pistolas, lanza cohetes, tenía de todo. La impresión de Muramasa llegó a su fin en el momento en que recordó quién era la mujer frente a él.

"Tú, maldita..." dijo Muramasa dando con ella. Esta sonrió aún más por ello y se preparó para responder.

"Aww, ¿Por qué esa mirada? me asusta que me mires así~. diviértete, diviértete Saber. No es nada personal, estos no son más que negocios, aunque no puedo negar que es divertido, un trabajo que vale la pena tomar" dijo con complacencia, estaba siendo totalmente honesta en lo que decía, y eso al parecer no sentó bien en el Servant, cosa que la hizo sonreír aún más.

"¿Divertido? ¿Abrirle un agujero en la pierna a mi Master fué divertido? vas a pagar caro por lo que hiciste, culpa a tus negocios por ello" advirtió con severidad, preparándose para la contienda.

"¿Pagar caro? eso nunca ♡. Esa es una oferta que no puedo aceptar de ninguna manera, aunque no pagar también es algo inaceptable. Me encantaría sentarme a charlar de negocios tranquilamente contigo, pero eso claramente no se podrá" suspiró con dolor por ello, podían ser enemigos de muerte, pero negocios era negocios.

"Podríamos sentarnos a hablar de qué tan profunda quieres que sea tu tumba, Assassin, quizás ahí si llegamos a un acuerdo" expuso Saber, estando y a la vez no estando de acuerdo con aquella proposición. Extrañamente eso le hizo recuperar el humor a la Servant voladora.

"En su caso, el seguro médico de NFF Services se hará cargo, pero gracias por su inútil y para nada necesaria preocupación ♡✧. Es más, creo que deberías anticiparte y hacer la tuya, un consejo de una competente secretaría, la muerte puede ser muy cara por estos tiempos" bromeó alegremente la mujer en su vuelo con una sonrisa y voz juguetona.

"Con un pequeño juego como este no estaré rompiendo el contrato con mi Master, eso nunca lo haría" pensó Koyanskaya desde las alturas con algo de seriedad, seriedad que así como llego se fué, volviendo a su anterior expresión de tranquilidad y suficiencia.

"Esta sexy secretaría hará algo espacio en su agenda, así que estaré encantada de perder algo de mi precioso tiempo contigo, Saber. Será todo un placer, así que por favor trata de no morir tan rápido~" le guiñó el ojo al herrero, momento en que las armas flotantes tras de ella en seguida apuntaron hacía abajo, y con un chasquido de dedos aparecieron muchas más alrededor de ella.

Toda clase de arma de fuego imaginable estaba en su poder y era ama y señora de ellas. La encarnación misma de todas las armas de fuego hechas por el hombre, eso era Koyanskaya, apodada la Diosa de las Armas y del asesinato.

"¿Crees que tienes suficientes armas?" preguntó Muramasa observando cómo el número de armas iba en aumento tras la mujer, este suspiró un poco con pesadez, la temperatura comenzó a aumentar a su alrededor.

"El solo hecho de preguntar algo como eso es insultante, querido. No seré como tú, y daré por hecho que si las tienes. Así que espero que sea un lindo espectáculo, Saber" bromeó, con un ligero movimiento de manos todas esas armas apuntaron directamente al Servant, esperando solo la orden para disparar todas a la vez.

Muramasa miró sobre su hombro en dirección a la preparatoria, el bosque no dejaba hacer contacto visual directo con la estructura, pero mediante la conección Master-Servant sabía que la pelinegra aún se encontraba recuperándose en el mismo sitio. Si iba a pelear, iba a hacerlo seriamente y tratar de terminar con Assassin lo más rápido que pudiera.

El riesgo era que otro Servant llegase al sitio debido a la conmoción, no lo quería y trataría de evitarlo resolviendo ese asunto rápidamente, pero dado el caso llegara otro Servant al lugar, las cosas no cambiaban en lo más mínimo: acabaría con cuál Servant se atravesase en su camino, sin falta.

"Así es. Tengo suficientes armas almacenas, todas y cada una de ellas hechas por mis propias manos. Pero, préstale atención a esto..." él llevó lentamente su mano hacia la espada en su cintura, por primera vez desde que fué un invocado, tomó la empuñadura de esta y poco a poco la sacó de la misma. La espada denotaba un aura asfixiante, mientras el rostro del herrero se endurecía, iba a ir realmente en serio con aquello, sacar esa espada era lo que lo demostraba con creces.

Myoujingiri Muramasa. Su mejor y más peligrosa creación, una espada maldita que solo los mejores espadachines de la historia podrían ser capaces de empuñarla, siendo capaz de cortar a demonios y a seres divinos. Pero a pesar de que él mismo la consideraba su mejor arma, seguía siendo imperfecta, incapaz de cortar el destino de nadie, pero si su causa.

Su manejo era tan complejo, que de no hacerlo bien, no solo le haría daño al objetivo, si no al usuario, dañandolo severamente o incluso matandolo; la definición de lo que era una espada de doble filo. Pesada, rigida y para nada cómoda, pero ser cortado de lleno por ella, significaba el fin para sus enemigos.

Saber cambió su forma de pararse por completo, bajando su centro de gravedad, colocándose en guardía y sosteniendo su espada demoníaca con ambas manos fuertemente. Circuitos mágicos volvieron a aparecer en su cuerpo en un instante, dió tres largos suspiros, para que luego sus ojos pasasen a ser filosos hacía su rival, estaba totalmente preparado para comenzar.

¿Qué arma era más fuerte? ¿Pistolas o Espadas? seguramente para una persona normal y en una situación normal, esa sería una pregunta fácil de responder.

Pero esa no era una situación normal, con armas normales, ni con personas normales. Eran Servants, seres más allá de la lógica misma siendo invocados para matarse uno al otro, teniendo una fuerza que cualquier humano soñaría con poseer.

Y justo ahora, una batalla que respondería a la pregunta antes formulada estaba a punto de dar inicio, con los máximos exponentes de las mismas estando cara a cara en una pelea, a muerte.

Continuará...

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