Capítulo 2

- Dos días antes -

Ella estaba advertida.

Rin Tohsaka sabía que tenía que invocar a su Servant para poder participar en la Guerra del Santo Grial por la que tanto había esperado.

Ese hombre que le caía tan mal se lo había recordado lo que debía y tenía que hacer, ridículo, ella no necesitaba que le dijeran qué tenía que hacer, ya que lo sabía más que nadie, por nada del mundo iba a faltar a esa gran cita.

Y había llegado el momento en el que prácticamente se decidiría la guerra para ella. Costaba decirlo con lo orgullosa que era, pero su éxito o fracaso dependía de gran manera del Servant que ella invocase.

Si era débil, podía decirle adiós a la posibilidad de triunfar, y si era fuerte, entonces las posibilidades de victoria aumentaban de manera exponencial.

Ya a esas alturas de la partida, quedaban solo dos clases vacantes, Berserker y Saber. Para ella la decisión sobre a qué clase quería por sobre Berserker y todas las demás, era Saber.

Tener a un Servant como Berserker que consume mucho Maná y como su nombre lo indica, está enloquecido, fuera de control; mantener una relación normal e incluso mantener una conversación más o menos lógica podría ser todo un desafío, más aún si estaba con alguien con mecha corta como lo era ella misma, ya que se conocía bastante, pensaba que le traería más problemas que soluciones.

Aspiraba a obtener la mejor clase de todas, Saber, y de ahí partir hacía una batalla dónde tenía todo que ganar.

Por eso en ese instante estaba en su sótano, el cuál estaba hecho un desastre total, con libros regados por todas partes, el único sitio que no estaba ocupado por absolutamente nada era el centro del mismo, el cuál tenía un diagrama mágico, hecho específicamente para la invocación que estaba por llevar a cabo.

La luz de luna que ingresaba por la pequeña iluminó el trazado rojo que conformaba al mismo, la chica suspiró un poco, debía decir que estaba algo nerviosa, no podía fallar.

Incluso cuando casi mete la pata antes de siquiera iniciar con el ritual de invocación, ya que por poco olvida que cuando abrió la caja que su padre, Tokiomi Tohsaka le había dejado como herencia, los relojes de la casa se habían vuelto locos, habiéndose retrasado por una hora exacta; ella parecía haberlo olvidado hasta hace poco, dónde se aseguró de no guiarse por la hora que marcaban los relojes defectuosos.

Los relojes en ese momento marcaban las 3:00 AM, por lo que en verdad eran las 2:00 AM exactas. Ese era la hora en dónde el pico de su Maná llegaba al límite, y la hora dónde debía llevar a cabo el ritual de invocación para asegurarse de que el Servant sea invocado mientras su invocador está en su mejor estado de forma.

Rin alzó su mano derecha y la observó, ahí tenía algunas joyas llenas de su magia, lo cuál debía servir para potenciar aún más el ritual; apretó las mismas y cerró los ojos. "Todos los preparativos, listos. Tiempo, bien. Longitud de ondas, perfecta" comenzó, repasando todo como la perfeccionista que era.

Dió un leve suspiro mientras caminaba hasta pararse sobre el diagrama, aclaró su voz y decidió comenzar. "Por lo elementos, plata y hierro. Por la fundación, la piedra y el Archiduque de los Contratos. Por mi ante pasado, el gran maestro Schweinorg. Cierra las puertas de los puntos cardinales. Deja atrás la corono, y sigue el camino bifurcado que conduce al reino" fué diciendo con fortaleza, pero calma a la vez.

Una joya en su mano pasó a estado líquido, y poco a poco, gota a gota la fué virtiendo sobre el diagrama, el cuál al contacto, brilló intensamente con un color verde claro. "Llena, llena, llena, llena, llena. Repítelo cinco veces" continúo, fueran cinco gotas exactas que había dejado caer.

"Pero cuando esté lleno, destrúyelo" debido a esas palabras, el círculo que antes brillaba en verde pasó a brillar en un color amarillo tirando a rojo, como si ahora estuviese compuesto por llamas.

"Set" y luego de entonar otra pequeña palabra, ahora el color rojo pasó a ser el predominante. Momento en que el semblante de Rin pasó a ser aún más duro y con más seriedad, nada de lo que hizo antes serviría de nada si flaqueaba a partir de ese punto.

"Escucha mis palabras. Mi voluntad creará tu cuerpo, y tu espada creará mi destino. Si escuchas el llamado del Grial y obedeces mi volundad y razón, entonces respóndeme. Por la presente juro... que seré todo lo bueno del mundo. Qué destruiré todo lo malo del mundo. Por los siete cielos que recogen las tres grandes palabras del poder. Sal del círculo de la unión..." estaba por terminar, debía cerrar con toda la energía y determinación que tenía. Por lo que se preparó para eso, tensando todo su cuerpo en el proceso.

"¡Guardián de las Escalas!" culminó en una fuerte exclamación. En el sitio se dió una mini explosión con lo que parecía ser magia en forma eléctrica por todos lados, todo fué apartado de golpe debido a la misma; los libros regados terminaron aún más lejos y una cortina de polvo se levantó ahí mismo.

Una vez el polvo se apartó, ella se encontraba de rodillas en el suelo tosiendo levemente; en seguida notó el como la tan esperada marca rojiza a la cuál estaba tan a la expectativa finalmente se dejó ver en el reverso de su mano derecha.

"¡Fue perfecto! ¡Definitivamente saqué la mejor carta!" gritó observando el revés de su mano, tres marcas rojas, dos de ellas en forma de medía luna estaban perfectamente grabadas sobre su piel.

Eran los Sello de Comando. Aquello que la hacía de manera oficial una Master en la Guerra del Santo Grial, y que estaban capacitada para llevar a un Servant que debía estar justo, ahí con... ¿ Ella?

"¿Por qué demonios no hay nadie aquí?" se preguntó casi en pánico al darse cuenta de que aún estaba totalmente sola a pesar de sus Sellos de Comando y su exitoso ritual de invocación, totalmente inaudito.

Entonces escuchó un estruendo sobre su cabeza, como si algo se hubiese estrellado sobre la casa. ¿Qué estaba pasando? ¿Se trataba de un ataque o a caso tenía que ver con la aparición de su Servant? esperaba que fuera lo segundo, por lo que en seguida se levantó y corrió para salir del sótano en dirección a la sala principal.

La puerta se había estropeado debido al impacto de aquello desconocido para ella, por lo que tuvo que tirarla abajo; cuando ingresó a la sala a toda velocidad, había cierta cantidad de polvo en el sitio, pero entre este ella pudo observar algo.

Un hombre estaba sentado con calma y serenidad en la pila de escombros que antes se suponía era su mesa y escaparates variados. Podía sentir una conección hacía este, los Sellos de Comando en su mano palpitaban a la vez, no había duda, debía ser su Servant.

El polvo se hizo completamente a un lado al paso de los segundos, revelando por fin para Rin la apariencia de este. Pero, al momento de verlo, ella casi pierda la voz, sus piernas se aflojaron y ahogó un grito ante quién estaba frente a ella, mirándola con una sonrisa de total confianza. Aunque...

¿Hmm? ¿Por qué le miraba así? ¿Tenía algo en la cara? ¿Acaso había hecho una entrada demasiado impactante?

El Servant se preguntó alzando una ceja, preguntas que iban ser respondidas tan solo un segundo después.

"¡¿E-Emiya?!" logró artículo observando el cabello como el cabello rojizo se dejaba ver, finalmente se dejó caer sobre sus rodillas ante quién estaba frenta a ella.

Se llevó ambas manos a la cabeza y su rostro se enrojeció debido a la poca ropa que este llevaba en la parte superior, ya que no llevaba más que una sudadera roja en su brazo izquierdo amarrada alrededor de su torso, mientras sostenía un haori en su mano derecha que caía sobre su brazo y parte de su torso.

Muñequeras del mismo color, sandalias y pantalones con orientales con placas protectoras a los lados de sus muslos y espinillas, junto con un gran bolsillo al costado izquierdo del mismo; parecía poder llevar pequeñas armas en el.

Su pantalón era sostenido por una tela blanca amarrada alrededor de su cintura, y en ella estaba ubicada una funda negra de una katana, lista para ser usada en cualquier momento por su portador, denotando con claridad cuál era su clase.

Esa era la apariencia del Servant que había hecho acto de presencia, pero, la expresión confiada que portaba hace tan solo un momento se vió interrumpida ante las palabras de la pelinegra; confianza que rápidamente recuperó al darse cuenta de lo que sucedía.

Este tosió un poco con la intención de llamar la atención de la chica que al parecer aún estaba sumergida en su mundo, su rostro se relajó un poco cuándo logró su cometido e hizo que la pelinegra le mirase.

"¿Emiya? ya veo, creo que lo entiendo. Al parecer conoces a mi recipiente, pero este cuerpo ya no es controlado por Emiya Shirou, así que estás equivocada, jovencita. Permíteme presentarme y explicarte de una vez; orejas abiertas, ya que no me gusta repetir las cosas" con eso dicho, el pelirrojo se levantó poco a poco, con un aura imponente, caminó un poco hacía el frente mientras sostenía el haori con su mano derecha, este hondeó libre trás de él.

"Senji Muramasa, Servant Clase Saber. He venido en respuesta a tu llamado. Solo soy un herrero ordinario, pero como Pseudo-Servant, supongo que puedo imitar las formas de un guerrero sin demasiada complicación" se presentó el Servant que llevaba el nombre de Muramasa con más seriedad, creyendo que había sido claro.

Sin embargo, una vena apareció en su frente al ver el como su Master le daba la espalda de golpe, al parecer ahora discutiendo con ella misma. Suspiró y decidió esperar a que terminase el pequeño debate que estaba teniendo, seguramente lo bombardearia de preguntas al terminar, tch, mejor se iba preparando.

Mientras tanto, la cabeza de Rin Tohsaka estaba dando vueltas sobre si misma, era como si le hubieran dado una patada a su cerebro y este estuviera rebotando dentro de su cráneo. Lo que había pasado era ridículo, se supone que iba a invocar a un Servant normal, un compañero normal para participar en una guerra normal.

No eso.

¿Un Pseudo-Servant? nunca había escuchado eso de su padre ni había leído que hubiera pasado en otra Guerra del Santo Grial. ¿Por qué el primer registro de esa clase de Servant en una guerra debía tenerlo ella?

Además, ese ni siquiera era el maldito problema...

"¡¿Por qué tomando el cuerpo de Emiya de entre todas las personas posibles?! definitivamente es él, pero ya no lo es, o sí lo es pero... ¡Ahh que estúpido lío! ¡Por favor papá ayúdame!" ella se tiró en el suelo y rodó en el mismo mientras se tomaba la cabeza, rogando que su padre le ayudase de alguna manera aún cuando sabía que era imposible.

El de cabello rojo sudó un poco ante la escena.

"... vaya Master más extraña. ¿Vas a estar dando vueltas toda la noche o vamos a hablar de esto como la gente?" preguntó con un suspiro, en ese momento la pelinegra giró su cabeza con algo de mala gana hacía él.

"Es que no puede ser, no puedo concentrarme..." pensó Rin observando al detalle el rostro de quién decía ser su Servant, el cabello rojo y la voz no ayudaban en nada.

Y a pesar de eso, sabía que no era él, no solo porque obviamente este ya le había dicho lo que era, si no que su actitud, tono de voz y acciones eran diferentes, pero no dejaba de parecerle extraño que al mismo tiempo que tenía claro que no era Emiya, sentía que si lo era. Algo inexplicable, algo que sonaba ridículo, pero era lo que sentía.

El rojo volvió a teñir sus mejillas al observar la parte expuesta del torso del Servant, apartó la mirada y decidió comenzar, o tratar de comenzar a entablar una conversación medianamente decente, pero sería en otro lugar.

"Sígueme" ella le invitó a salir de lo que quedaba de la sala. Este asintió levemente y la acompañó sin protestar.

Terminaron llegando a otra sala mucho más pequeña en el segundo piso de la casa, parecía ser una oficina, una a oscuras, ya que solo la luz de luna iluminaba el sitio. La pelinegra se sentó mientras él se mantuvo de pie cerca de una pequeña repisa con libros.

"Primero lo primero, ¿Dices ser un Pseudo-Servant, no? ¿Qué es eso exactamente? nunca había escuchado sobre algo así" preguntó recuperando la compostura después de unos segundos.

Muramasa simplemente la observó, momento en que se sentó en el sillón frente a ella, siendo una pequeña mesa lo único que los separaba. "Lo soy. Un Pseudo-Servant es cuándo un Espíritu Heróico posee un cuerpo mortal para poder manifestarse. Pero, lo que sucede pasó porque en realidad no soy un héroe..."

"No eres... ¿Un héroe?" ella no le entendió, por lo que su ágil mente comenzó a trabajar. "Senji Muramasa... espera, ¿El fundador de la escuela de espadachines que creó la katana más afilada de la era Sengoku?" preguntó abriendo los ojos la pelinegra. El Servant dejó ver una sonrisa confiada.

"Vaya, al parecer eres más lista de lo que pensé. Tienes razón, soy el que fundó aquella escuela de espadachines que llevaba mi propio nombre. Pero, justo a eso me refiero con que no soy un héroe" dejó al final, ella ya había entendido a lo que se refería, si conocía quién era, entonces podía saber porqué decía esas palabras.

"No tienes hazañas que te hagan un Espíritu Heróico, no eres un héroe ni tampoco marcaste algún punto de la historia de gran manera aparte de ser un herrero que hacía armas para la guerra contra el shogunato Tokugawa"​ afirmó Rin, este asintió mientras apoyaba sus brazos en sus piernas y unía sus manos frente a él a modo pensativo.

"Exactamente. No soy un Espíritu Heróico, ni un candidato a héroe, no hice nada en vida para hacerme uno aparte de fabricar las mejores espadas que podía; soy más bien como un fantasma errante que necesitaba un cuerpo para poder manifestarse. La pregunta que seguramente te haces es la misma que la que yo me hago. ¿Por qué en el cuerpo de este chico, Emiya Shirou?" dejó la pregunta, tanto para él como para Rin, iba a proseguir con la cuestión.

"La única conclusión a la que puedo llevar es que somos muy parecidos tanto de cuerpo como de mente. Incluso sus circuitos mágicos se ajustan perfectamente a mis necesidades como un Servant. Quizás pueda ser alguna especie de descendiente mío, pero eso sería demasiada especulación en las que preferiría no caer" desestimó sus propios pensamientos, solo para dar cabida a lo que en verdad creía importante.

Rin había notado algo en lo que había dicho, sin embargo decidió guardarselo para otro momento, ya que el herrero estaba por continuar con los suyo.

"Lo que importa ahora es que estoy aquí, soy tu Servant y dedicaré todas mis espadas en pos de tu victoria; algo como el Grial suena interesante, me gustaría ver que clase de pieza de artesanía es cuando ganemos esto" concluyó recuperando su relajado y confiado semblante, levantándose y caminando hacía su Master, que ya estaba más calmada luego de la explicación.

Muramasa caminó hasta posicionarse justo frente a ella y le extendió la mano. "Cómo he dicho, soy un herrero y no un guerrero, pero no me son indiferentes las peleas; no tendré problemas con eso, supongo que tú tampoco los tendrás. Así que hagamos esto, jovencita" termino seguro, pero en la chica aún había una gran duda.

"Yo... tengo una última pregunta" habló por lo bajo observando la mano de Muramasa, mano que retiró, ya que al parecer ella aún no se había decidido. No quedaba de otra que esperar su decisión, dicha decisión seguramente vendría dependiendo de su respuesta a la duda que plantearía a continuación.

Qué así sea.

"Dispara, ¿Qué es?" el herrero observó desde arriba el como esta alzaba la mirada, y por primera vez le miraba directamente a los ojos.

"¿El recipiente que estás usando, Emiya Shirou, puede salir dañado si participas en la guerra?" preguntó, sus ojos azules se mantuvieron ferreos en la ojos dorados del Pseudo-Servant.

Con que de eso se trataba, por supuesto, eso debía ser lo más importante para la chica. Y debía ser sincero. "Podría ser dañado, ya que a pesar de estar poseyendolo, este cuerpo le sigue perteneciendo a él. No soy un Espíritu como un Servant normal, soy de carne y hueso. Pero no pienso permitir que salga herido de ninguna manera, yo más que nadie se sentiría culpable si algo le pasa. Al fin y al cabo no tiene la culpa de nada" meditó tranquilamente alzando la mirada al techo. Cuando la bajó, notó las dudas en la pelinegra, él continuaría para ayudarla.

"Entiendo que puedas tener dudas de pelear, porque ahora la cuestión es que está involucrado alguien que conoces, pero te diré esto. Emiya Shirou y Senji Muramasa ahora son una misma persona, como un 50/50 de cada uno que forma en su 100% a una persona que no es ni Shirou ni Muramasa, si no una nueva personalidad que los mezcla la de ambos; así que, estoy seguro de que cuánto te digo esto, es algo que él también diría" tomó algo de aire y se preparó para continuar, iba a decir exactamente lo que pasaba por su mente y ella sería quien juzgaría si escuchaba o no.

"Sigue peleando, porque es lo que quieres hacer, por tu objetivo, y yo quiero pelear, porque quiero ayudarte a cumplir tu objetivo, tu meta. Soy un viejo algo necio, así que no creo que cambie de opinión con respeto a esto. Master, toma tu decisión, sea cuál sea la respetaré" Muramasa le dijo cerrando los ojos con tranquilidad.

Rin se quedó callado por alrededor de un minuto entero, en un nuevo debate interno consigo misma. Esas tan sinceras palabras, si se ponía a pensarlo, eran como si hubieran salido de la boca del mismo Emiya, literalmente si habían salido de su boca, simplemente querer ayudar porque así lo quería; estaba confusa, aún no lo entendía del todo, pero aún así...

Debate en el que llegó a una conclusión que ella creía egoísta, aceptando algo que no debería a su vez que arrastraba a alguien con ella. Creería en él y en sus palabras, aún si era Emiya o Muramasa, o fueran ambos al mismo tiempo.

Rin alzó su mano con algo de timidez hacía Muramasa, este levantó una ceja ante la acción, cosa que ella notó y se apresuraría en hablar. "C-creo que es mejor que me llames Tohsaka, a pesar de saber que no eres él sigue siendo incómodo escuchar su voz mientras me llamas Master, Saber" pronunció mirando a otro lado.

Muramasa rápidamente tomó su mano y la apretó con firmeza. "Qué así sea, Tohsaka. Entonces con esto, el contrato entre Master y Servant está completamente cerrado. Considera esto como un contrato de trabajo, y yo soy alguien muy perfeccionista con mi trabajo; blandiré mis espadas para hacerlo cumplir a como dé lugar, de eso no tengas dudas"

"Mientras te aseguras de no salir herido" le recordó la chica.

"Eso también, casi lo olvido" contestó riendo algo nervioso.

El apretón de manos terminó, momento en que la maga se giró y empezó a caminar hacia afuera de la oscura sala con un ligero ceño fruncido.

Rin Tohsaka ciertamente se creía más inteligente que eso, podría ser que la idiotez es contagiosa; no sabía como irían las cosas apartir de ese punto, ya que el que la presencia de su Servant hacía que la de Emiya Shirou desapareciera del mapa por tiempo indefinido, sería un gran problema, el cuál tendría que pensar en como resolver.

Entonces fué en dónde ella por primera vez desde que su Servant se había manifestado sonrió un poco, cosa que no pasó desapercibida por Muramasa, pero decidió no mencionarlo.

Ambos salieron de la oficina y caminaron hasta las escaleras, la chica comenzó a bajarlas hasta que se detuvo al segundo escalón, al parecer tomando algo apoyado en la pared, momento en que Rin se volvió hacía Saber, que se mantenía aún con sus pies en el segundo piso. "Me puse a pensar un poco, y Saber, creo que ya sé cuál será tu primer trabajo"

"Oh, así que directo a los negocios. Eso es interesante. Ahora, Tohsaka, quién es la primera victi-" por reflejó atrapó lo que eran... ¿Una escoba y una pala? esa mocosa...

"... ¿Qué me viste cara de ama de casa o qué diablos te pasa?" preguntó con un tic en el ojo el herrero, cosa que le sacó una leve risa a la pelinegra.

"No, pero si de un sirviente. Tienes que aprender que si hacés un desastre tú mismo lo limpias, recuerda como dejaste la sala" le recordó. Era cierto, redujo la sala a nada más que pura basura cuándo fué invocado.

"Tch, creo que llevas razón. Ya que, acostumbraba a limpiar mi herrería siempre que terminaba de forjar una espada, supongo que esto no es nada; no es algo bonito, pero es necesario" se rindió ante la orden de su Master, se tronó el cuello de manera sonora y partió tranquilamente hacía la sala con la intención de dejarla como si nada nunca hubiera pasado.

Todo bajo la mirada de Rin, seguió su camino. Necesitaba prepararse para descansar lo que quedaba de esa mañana, ya que el día seguramente sería muy movido para ella, y para su Servant, Senji Muramasa.

A ese extraño pero funcional duo, les esperaba una Guerra del Santo Grial por delante.

Continuará...

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