Capítulo 6

Me quedé mirándole, que el chico era guapo era un hecho, tenía un atractivo innegable, era alto y sus ojos, a pesar de ser los típicos ojos azules SOLDADO, me resultaban muy misteriosos y profundos. Su pelo era negro como el carbón, lo llevaba peinado hacia atrás, aunque un par de mechones caían sobre su frente, a modo de flequillo. Mantenía una expresión neutra, y cuando por fin salí de mi estupor, le hablé:

—¿Es usted Angeal Hewley? —Se veía muy joven, pero yo no conocía al tal Angeal.

—No, a quien buscas es al carcamal de detrás del cristal —rio señalando la ventana del fondo de la sala.

—¡Un respeto por tu mentor! —Se escuchó por toda la sala, haciendo que el muchacho riera aún más. —Eres la becaria de Tseng, ¿no? —Asentí con la cabeza, mirando al hombre tras el cristal. Él también tenía el pelo negro, pero a diferencia del primer muchacho, él lo llevaba peinado con la raya en el centro. Se notaba que era alguien mucho más mayor que nosotros, y su expresión, aunque neutra, también denotaba seriedad. —¡Pasa anda, que no muerdo! —Me animó, a lo que asentí con la cabeza de nuevo y pasé a aquella sala de control, Reno me había explicado que los entrenamientos se basaban en simulaciones virtuales contra monstruos y cualquier otro tipo de alimañas.

Cuando estuve junto a Angeal, le entregué los documentos y le pedí permiso para irme, pero me pidió que esperara, ya que era algo que tenía que firmar y llevar de vuelta a Tseng.

—Tómate un descanso, Zack, tengo que atender a la señorita —Zack... así se llamaba el muchacho, ¿no?

—¿No puedes al menos poner otra simulación? —Preguntó mientras empezaba a hacer sentadillas, ¿así era como descansaba ese chico?

—No, Zack, ya te he dicho que descanses —repitió Angeal, la relación de esos dos me resultaba cómica, Angeal se veía alguien serio y formal, mientras que Zack parecía alguien que pocas veces era serio. Quizá me equivocaba, pero esa era la impresión que tenía.

Después de unos diez o quince minutos en los que Zack no dejó de hacer sentadillas, Angeal firmó los documentos que le había dado y me los devolvió.

—Espero que Tseng no te tenga muy mareada —bromeó Angeal, a lo que negué.

—Solo hago mi trabajo, señor Hewley, e ir de acá para allá forma parte de él, no se preocupe —le sonreí.

—Eres muy optimista para llevar tan poco aquí, ¡me gusta tu actitud! —Por primera vez, alguien que era importante en la compañía me felicitó, no era la gran cosa, pero me hacía sentir bien.

—Muchas gracias, señor. Ahora, con su permiso, iré a llevar estos documentos de vuelta —hice una pequeña reverencia y Angeal me dijo que me marchara tranquila.

—¡Suerte con el entrenamiento! —le dije a Zack antes de salir, viendo como sonreía al escucharme animarle.

Durante el camino de vuelta no pude dejar de sonreír, Angeal me había alegrado el día, y el conocer a Zack también lo hizo. Definitivamente, estaba siendo una mañana redonda. Al llegar a la oficina de Tseng, toqué, pidiendo permiso para entrar, y cuando él me lo dio y abrí la puerta, me miró mal al verme llegar con documentos en la mano.

—¿No te dije que se los dieras a Hewley? —Me reprochó.

—Angeal los ha firmado para que no tuviera que ir más tarde por ellos, ha sido muy considerado por su parte —expliqué, logrando que a mi padre se le escapara una pequeña sonrisa.

—Hewley siempre tan considerado... —Susurró él, extendiéndome más documentos. —Llévaselos a Lazard, ¿vale? —Asentí con la cabeza y me fui después de que me diera permiso.

Afortunadamente, en lo que restó de mañana no me crucé con Sephiroth, pero sí con aquel hombre de gabardina roja, quien se presentó como Génesis Rhapsodos. Me resultaba alguien misterioso, casi como Sephiroth o incluso más, y me dio la impresión de que se conocían incluso. Quizá solo me estaba inventando cosas.

A la hora de la comida, y tal y como el día anterior, comí con todos los Turcos.

—Oye chicos —hablé por primera vez, logrando captar la atención de todos los allí presentes. —¿Vosotros conocéis a un tal Génesis?

—¿Rhapsodos?—Preguntó Reno, a lo que asentí. —Es un flipado, siempre va de aquí para allá sin dar palo al agua, recitando ese estúpido libro suyo, ¿cómo se llamaba?

—Loveless, parece mentira —le dijo Elena, poniendo los ojos en blanco. —Reno tiene razón, es uno de los dos mimados de Shinra, qué casualidad que sea amigo del otro.

—¿El otro? —Pregunté yo.

—Sephiroth —dijo rotundamente Rude, confirmando mis sospechas.

—¿No era Angeal Hewley amigo de esos dos también? —Casi me atraganté al escuchar aquello salir de los labios de Cissnei. ¿Alguien como Angeal siendo amigo de Sephiroth?

—Algo escuché, pero Angeal no es como ellos —defendió Reno, llevando el tenedor a su boca.

—Ya decía yo —intervine entonces, logrando que me miraran extrañados. —Esta mañana llevé unos documentos a SOLDADO, y casualmente eran para Angeal, así que lo conocí. Fue muy amable conmigo, la verdad —expliqué. —No me explico cómo puede ser amigo de alguien como Sephiroth.

—Los tres son primera clase, seguramente sea exclusivamente por eso —reflexionó Rude.

—Yo estoy con el calvo —dijo Reno, ganando que Rude le diera un golpe en la nuca. —¡Que eso duele! —Se quejó.

—Piensa antes de hablar, entonces —le reprochó su amigo. Reno clavó sus ojos en mi y yo me encogí de hombros.

—Te lo has buscado —le dije, dejándole asombrado. No le iba a defender si no tenía razón, yo misma tenía que aguantar que me llamara enana cada dos por tres, así que entendía cómo Rude se sentía.

Mientras terminábamos la comida, mi vista se perdió entre la gente, y fue entonces en que topó con Zack, que estaba comiendo en compañía de Angeal. Al parecer notó mi mirada sobre su persona, ya que se giró hacia mí y me saludó, regalándome una enorme sonrisa. Definitivamente, lo de la discreción no iba conmigo.

Algo avergonzada, le devolví el saludo y seguí comiendo, mas todos los presentes notaron aquello, especialmente Cissnei.

—¡No me digas que conoces a Fair! —Supuse que se refería a Zack, así que asentí.

—Estuve con él esta mañana, él estaba entrenando con Angeal —expliqué. —Pero tampoco es que seamos amigos ni nada, simplemente nos conocemos de vista —le resté importancia.

—Ojalá ser más cercana a él, se ve un chico super amable y genial —suspiró, dándome a entender que le gustaba el muchacho de pelo negro.

Reí en mi fuero interno, parece que Zack levantaba pasiones.

Finalmente, todos y cada uno terminamos de comer, me despedí de la panda y volví al despacho de Tseng a por más documentos.

Desafortunadamente, me crucé una vez más con Sephiroth, aunque en realidad no fue tan malo, ya que solo me saludó y me preguntó qué tal el día, cosa que agradecí ya que no fue muy incómodo.

Sinceramente, no entendía ese interés de Sephiroth hacia mí, me sentía como en una de esas novelas en las que el chico popular se enamora de la típica nerd a la que le hacen bullying, y francamente no me gustaba mucho sentirme así, primero porque la gente hablaría, como era obvio, y segundo por Tseng, que se enterara sería un problema, y muy gordo.

La noche llegó, y de nuevo tuve que dormir en Shinra, empezaba a pensar que jamás volvería a casa. No quería volver a pasar la noche con Reno, no porque no tuviera ganas de estar con él, sino por miedo a que alguien nos pillara. Solo llevaba dos días aquí, no podía permitir que nos descubrieran tan pronto.

Pero al parecer Reno tenía otros planes, ya que, tras haberme puesto el pijama, mi teléfono sonó.

—Dime, Reno —le dije, aunque sabía lo que iba a decirme.

—Oye Gissey, ¿no te apetece? Ya sabes... —Casi podía ver su sonrisa pícara al otro lado de la línea.

Sonreí y me mordí el labio acto seguido, Reno y yo llevábamos mucho sin encontrarnos de esa forma.

Quise negarme, realmente me preocupaba que nos descubrieran, pero el deseo que corría por mis venas en ese momento nubló mi razonamiento.

—Estoy allí en cinco minutos —le dije y colgué, asomándome al pasillo para verificar que no había nadie pasando.

Salí del dormitorio, cerré con llave y fui al de Reno, tocando la puerta al llegar. Tal y como ayer, él me recibió sin camiseta y, nada más entrar, cerró la puerta y me aprisionó entre ella y su cuerpo, lanzándose a devorar mis labios y cuello.

Gemí cuando me besó y mordió en el cuello, estaba sumamente excitada por el tema de que llevaba mucho sin tener relaciones, ya que solo las tenía con él. Reno no perdió el tiempo y me levantó del suelo, haciendo que enrollara mis piernas en su cintura, sin dejar de besarnos.

Acto seguido se tiró a la cama, quedando sobre mí. Pronto la ropa comenzó a estorbar y... Sólo diré que fue el polvo más salvaje, rudo y fogoso que Reno y yo hayamos podido tener. 

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