Capítulo 39
No dormí en toda la noche, no pude después de lo que había pasado. Lloré en silencio gran parte de la noche, con la mirada clavada en el techo y los labios apretados, mordiéndolos a ratos para ahogar los sollozos y no despertar a Sephiroth.
Quería vomitar del asco que sentía al tenerle abrazado a mi, durmiendo plácidamente. ¿Cómo podía siquiera descansar después de hacerme semejante atrocidad? ¿Acaso tenía conciencia? No, imposible que tuviera.
Cuando por fin la mañana llegó el de pelo plateado me dio los buenos días una vez que despertó y yo quise cruzarle la cara, pero eso no me llevaría a ningún lado, así que simplemente esperé a que se levantara y me metí en el baño tan rápido como pude una vez que lo hizo.
Devolví lo poco que quedaba de la cena de anoche, sintiendo el sabor agrio y rancio de la bilis cuando la expulsé. No me quedaba nada en el estómago y yo seguía teniendo náuseas y arcadas.
No sabía cómo llegué a la ducha, seguramente me arrastré dentro, porque no tenía fuerzas ni para tenerme en pie. Abrí el agua con un vago tirón y ahí me quedé, mirando la nada. Froté mi piel una y otra vez, algunas zonas quedaron enrojecidas incluso, pero el sentimiento de estar sucia y haber sido usada prevalecía.
Levanté la cabeza, llorando de nuevo en silencio, no sabía si Sephiroth seguía en el cuarto o no, así que prefería no darle el gusto de dejarle oír mis sollozos y gritos.
Apenas comí algo en el desayuno, solo un café y media tostada que francamente era enana. Había perdido el apetito por completo, y sabía que si comía de más terminaría en el baño de nuevo.
Unas horas después, cerca del mediodía, coincidí con Cloud en el ascensor, de camino al despacho de Lazard.
—¿Bajas? —Pregunté, al ver que había pulsado el botón del vestíbulo. Él asintió.
—Me toca patrullar la ciudad —de repente todo empezó a tornarse negro, mientras que mis piernas fallaban y caía, siendo atrapada por el rubio rápidamente.
Oía a Cloud llamarme sin descanso, quería responderle, pero mi voz no salía y mi vista seguía en negro. Me sentía más que agobiada y estresada, pero poco a poco la voz del chico se hizo más y más lejana, hasta que finalmente colapsé y mi mente se desconectó por completo.
***
Desperté desorientada con un gruñido, me dolía mucho la cabeza, sentía que me explotaría en cualquier momento. Tuve que cerrar y abrir los ojos un par de veces para adaptarme a la cegadora luz que me daba directamente en la cara.
—¿Dónde estoy? —Mi voz sonaba rasposa y notaba la garganta muy seca.
—Enfermería —su voz me puso los pelos de punta, Sephiroth estaba a mi lado, agarrando mi mano entre las suyas.
—Mierda —gruñí, lo más seguro era que Tseng ya se hubiera enterado de que yo estaba ahí. —¿Tseng? —El general asintió.
—Se lo he tenido que comunicar, tu teléfono no dejaba de sonar —explicó, yo maldije.
—Quiero irme de aquí, ¿qué hora es siquiera? —Me quejé, el brazo me dolía por culpa de la vía que llevaba.
—Las tres —respondió él tras mirar su teléfono. —Ese chico, el infantería, ha sido muy considerado al quedarse contigo para que yo pudiera ir a comer —comentó con desdén.
—Cloud, es un fan tuyo —le dije, no quería que hablara de esa forma de él. —Imagino que lo sabes, pero fue él quién me trajo aquí —relaté.
—Sí, algo me han dicho las enfermeras —de nuevo ese tono que me hacía recordar demasiado a Génesis.
—Por favor, deja de hablar así, pareces el creído de Génesis —me daba igual que el castaño fuera su amigo, si tenía que soportar a ambos lo menos que podía hacer Sephiroth era comportarse.
—Está bien —accedió, yo abrí los ojos como platos, ¿así sin más accedía? ¿Como si nada? Volvíamos al tema de que jamás podría llegar a entenderle, mucho menos conocer su próximo movimiento.
Media hora después me dejaron marcharme de allí, explicándome que lo que había tenido había sido un simple desmayo por culpa del estrés, deducido a partir de un electrocardiograma de cuando Cloud me llevó allí.
—¿Qué es lo que ha pasado? —Preguntó Tseng una vez que fui a su despacho acompañada de Sephiroth, dispuesta a darle el justificante sanitario correspondiente.
Yo me oponía a que me dieran aquello en enfermería, lo veía totalmente innecesario, pero el general insistió, alegando que Tseng necesitaba algo que demostrase que verdaderamente yo había estado allí por si algún alto cargo de Shinra le llamaba la atención.
—Gissey ha estado sintiéndose indispuesta durante esta última semana —habló el SOLDADO. —Pese a que no desempeña una tarea de carga de peso, sí es cierto que tiene cierta presión en su puesto, ocasionando el estrés que le ha provocado el desmayo —era verdaderamente letrado y astuto cuando de dar explicaciones se trataba, tanto él como yo sabíamos perfectamente que lo que yo tenía no era estrés, sino ansiedad y problemas alimenticios, propiciados por las dos severas faltas de respeto de Sephiroth hacia mi persona.
—Entiendo... —comentó mi padre, tomando el informe que yo le extendía y leyéndolo por encima. —Bueno, en vista de lo ocurrido creo que te adelantaré las vacaciones de Navidad una semana.
Cierto, en dos semanas sería Navidad... el tiempo había pasado muy rápido para mí en la compañía.
—¿Seguro? —Tartamudeé, él asintió.
Eso solo significaba una cosa: que tendría tiempo libre, y con él a Sephiroth todo el día rondándome y yendo detrás y delante de mí, como el "buen" novio que era. Por una parte era un alivio, no tendría que estar de acá para allá todo el día, pero definitivamente Sephiroth le quitaba todo lo bueno al asunto.
Unos minutos después el general y yo nos hallábamos caminando hacia la sala de entrenamientos, ya que el de pelo plateado insistió en llevarme con él en lugar de llevarme a mi habitación, alegando que debía entrenar, pero también cuidar de mí.
Y ahí estaba yo, tumbada en el sofá de la sala de control, con las mano en la nuca y la mirada clavada en el techo mientras que Sephiroth y Génesis entrenaban. Como estaba aburrida y sabía que iban a tardar saqué mi teléfono, alarmándome al ver dos llamadas perdidas de Zack.
Seguramente él estaba preocupado por mí, pero yo tenía algo de lo que preocuparme también: el general. Él dijo que mi teléfono no había parado de sonar, y le creía ya que habían como seis llamadas perdidas de Tseng, más aparte las dos de Zack. ¿Habría visto también las del SOLDADO?
Suspiré con el ceño fruncido, sintiéndome entre la espada y la pared. Y entonces caí en la cuenta de que quizá me habría comentado que Zack había llamado. Quizá simplemente silenció el teléfono tras la tercera llamada de Tseng y ya no le prestó más atención.
Eché una rápida mirada hacia la sala de entrenamiento, donde el general y el castaño estaban ocupados batallando. Sonreí y le mandé un rápido mensaje a Zack:
Giselle:
Perdona que no respondiera tus llamadas, he tenido un pequeño... contratiempo.
Un par de minutos pasaron, y un mensaje llegó en respuesta al mío:
Zack:
¿Desmayarte de la nada es para ti un contratiempo?
Abrí los ojos como platos, releyendo el mensaje una y otra vez, sin entender nada.
Giselle:
¿Cómo sabes eso?
Zack:
¿Quizá porque Cloud fue quién te ayudó?
Gissey, ¿estás bien de salud? Me estás preocupando.
Giselle:
Cierto...
Escucha, estoy perfectamente, ¿vale? Sólo ha sido una pequeña bajada de tensión.
Lo que menos quería era que se preocupara por mí estando en una misión tan importante, no le vendría bien tener la mente en mí si iba a entrar en batalla o en alguna situación peliaguda.
Zack:
Eso espero...
Casi pude oír un suspiro suyo, justo a mi lado. Volví la vista hacia el cristal que me separaba de los primera clase; seguían a lo suyo.
Giselle:
No te comas la cabeza conmigo, ¡tienes que estar centrado en la misión!
Estaré bien, a fin de cuentas estoy en la compañía, si pasara cualquier cosa de nuevo me podrán atender rápidamente.
Zack:
Supongo que tienes razón.
Tengo que dejarte, te quiero. <3
Me enterneció de sobremanera aquel corazón por su parte, definitivamente Zack era una persona maravillosa.
Giselle:
Y yo a ti. <3
Suspiré tras aquello, sintiéndome como en una de esas tontas películas de romance adolescente llenas de suspiros, sonrojos y sonrisas tontas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top