Capítulo 37
N/A: sé que el vídeo es de Zack y Cloud, pero esta canción ha inspirado mucho la relación de Gissey con Zack, de hecho oficialmente es su canción. Es por eso que recomiendo que lean el capítulo con esa canción de fondo o que al menos le echen un vistazo, merece la pena!
A la mañana siguiente, y como ya era costumbre, desayuné con los primera clase y después me fui al despacho de Tseng para comenzar mi jornada. Fue una mañana bastante movida y ajetreada, con muchas visitas a Lazard sobre todo, aunque también alguna que otra a Angeal, quien estaba –como no– entrenando con Zack.
Me sentía extraña estando cerca del chico, era cierto que nos habíamos besado ese fin de semana, pero realmente no quedamos en nada, creo recordar que él simplemente dejó ver sus sentimientos, pero no me pidió empezar nada.
Tuve que agachar la cabeza al pasar por su lado, musitando un leve "buenos días" que él devolvió de la misma manera.
—¿Todo bien entre Zack y tú? —Preguntó Angeal, tomando los documentos que yo le tendía.
—Más o menos —suspiré. —¿Cuándo saldrán hacia Wutai? —Sentía curiosidad por saber aquello.
—Pues según estos informes que me acabas de dar —comenzó él, examinando las hojas. —Aquí, "salida de las instalaciones a las 03:00 del miércoles, llegada a Wutai prevista sobre las 09:00 del mismo día" —leyó él en voz alta.
—Vaya... Bueno, podréis dormir en el camino, imagino —me encogí de hombros y él asintió.
Me ofreció quedarme un rato con ellos, pero tuve que rechazar la oferta, debía seguir trabajando.
No pude creerme cuando finalmente pude tumbarme en mi cama una vez llegada la noche, había sido un día demasiado largo y agotador. Tenía un dolor de pies que me quería morir, definitivamente le pediría a Tseng un cambio en mis zapatos, los tacones eran demasiado incómodos como para estar tantas horas de pie.
Me llevé un susto de muerte al encontrar a Sephiroth en mi cama a la mañana siguiente, mi sueño había sido tan pesado debido al cansancio que no me había enterado de cuando había entrado. Instantes después de estar mirándole mientras asimilaba la situación, sus felinos ojos verdes se abrieron y una sonrisa adornó su rostro.
—Buenos días —su voz era incluso más grave que de costumbre, lo que provocó que cada uno de los vellos de mi cuerpo se erizaran.
—Buenos días también —respondí levantándome y yendo al baño para prepararme.
El día fue igual o incluso más agotador que el anterior debido a que todos los últimos detalles estaban siendo arreglados y ultimados. Para cuando paré a comer pude notar a Angeal con cierta tensión en los hombros, así que le puse una mano ahí y le sonreí.
—Todo irá bien, tanto Zack como tu estáis muy bien entrenados y sois muy capaces de todo. Le has entrenado muy bien y lo sabes —le dije al mayor, seguro que le atormentaba que algo malo le pasara a su pupilo.
—Ve a darle ánimos luego, estaremos en la sala de entrenamiento de siempre —me dijo, yo asentí, quizá Zack pensaba que yo estaba enfadada con él o que no me gustó lo que pasó el otro día. Si él actuase así conmigo, yo lo pensaría.
Y así fue, sobre las seis de la tarde me dejé caer por la sala de entrenamiento, abrazando a Zack tan pronto como entré, no me importaba que Angeal mirase.
—Vaya, ya pensaba que me odiabas —rio él, aunque un leve tono de dolor teñía sus palabras.
—Eso nunca, no seas tonto —me separé un poco de él y le sonreí.
—Angeal, no mires —y antes de que pudiera ser consciente de lo que pasaba, Zack se lanzó a besar mis labios de manera dulce y tierna, como la primera vez en aquel pub.
—Me voy a por un café —la voz del mentor se escuchó por toda la sala, haciendo que nos separásemos y riéramos.
—Vuelve, ¿vale? —Pedí una vez que él apoyó mi frente en la mía.
—¿Quién te crees que soy? Es obvio que volveré —me dijo, fingiendo molestia.
—No me vale que vuelvas como la última vez, sino que te quiero ver bajando del helicóptero por tu propio pie, ¿queda claro? —Miré sus ojos y me perdí en aquellos hermosos océanos azules. —Me encantan tus ojos —susurré.
—Y a mí me encantas tú, pequeña —repuso besándome de nuevo, colando su lengua de manera inocente en mi boca.
No pude evitar pasar mis manos por su cuello, hundiendo una de ellas en su sedoso y espeso cabello negro, mientras que la otra la dejaba en el lateral de su cuello. Zack no se quedó atrás e imitó mi acción, solo que él en lugar de agarrar mi cuello bajó su mano libre hasta mi cintura, pegándome más a él.
Instantes después nos separamos con una sonrisa en el rostro, apoyando él de nuevo su frente en la mía, con los ojos cerrados.
—Es una promesa, volveré sano y salvo, y cuando lo haga te besaré tal y como lo he hecho ahora —prometió, dándome un último pico antes de abrazarme fuertemente entre sus brazos.
Aspiré su aroma, era dulce pero varonil al mismo tiempo, un olor intenso que destellaba seguridad y me hacía sentir acogida y a salvo. Mi lugar seguro, mi SOLDADO, mi ángel de la guarda. Porque sí, él estaba siendo como un ángel para mí allí dentro, eso sin contar que tenía realmente la cara de un tierno, inocente y amable angelito.
Sin poder evitarlo mis ojos se llenaron de lágrimas a causa de la despedida, esta sería la última vez que le vería antes de que se marchara. Zack notó el temblor que me asoló a causa del llanto y los hipidos y me apretó más fuerte entre sus brazos, pasando su mano por mi espalda, de arriba hacia abajo y viceversa.
—Ven, vamos a sentarnos un poco, necesitas calmarte —propuso mientras se separaba de mí y me cogía la mano, guiándome hasta la sala de control.
Como habían colocado sofás en aquellas salas él se sentó y tiró de mí, dejándome sentada en sus piernas, con la cabeza entre su cuello y su hombro.
—Voy a estar bien, ¿vale? —Me tranquilizó. —Tú misma me viste entrenar con Cloud el otro día, soy capaz de cuidarme —continuó, besando mi frente. —Cálmate, no llores. Volveremos a vernos, te lo he prometido —me miró a los ojos y me sonrió radiantemente, de verdad que con este chico alrededor era imposible estar triste.
Unas últimas lágrimas abandonaron mis ojos, que él quitó con cariño para luego llenar mi cara de besos.
—Escucha, si puedo te llamaré cuando esté en Wutai, ¿te parece bien? —Asentí efusivamente con la cabeza, así podría quedarme tranquila. —Gissey... hay algo que te quiero decir antes de irme.
—¿Qué pasa Zack? —Le miré algo confundida, su tono parecía dudoso.
—Es sobre lo del otro día, bueno y lo de hoy, claro —comenzó, rascándose la nuca.
—Solo dilo, Fair —le animé, sonriente.
—Tú... bueno, me gustas, eso ya lo sabes desde lo del sábado, pero me gustaría saber si tú... bueno, si no es problema con tu padre, claro... —ante lo nervioso que estaba, decidí adelantarme y responder, sabiendo perfectamente lo que quería preguntarme.
—Sí quiero, Zack. Salgamos juntos —sus ojos brillaron como si millones de fuegos artificiales hubieran explotado dentro de ellos, lleno de dicha.
—¿De verdad? —Asentí. —¡Dios mío no me lo creo! —Exclamó, poniéndose en pie y llevándome a mí con él, alzándome en el aire y dando vueltas sobre sí mismo. —Gracias pequeña —sonrió como nunca antes le había visto hacerlo, para luego bajarme y besarme de nuevo.
—Imagino que felicidades —irrumpió Angeal entonces, sonriente también. —Lo has conseguido, cachorrito —felicitó, yo me sentía algo avergonzada porque él nos hubiera pillado de aquella manera, así que, roja como un tomate, me reí de manera nerviosa.
Estuve allí un rato más, sabía que quizá Tseng me regañaría por haber tardado tanto, pero el tiempo con Zack lo compensaba, y mucho. Y efectivamente, mi padre me echó la bronca por haber tardado, pero tampoco fue para tanto.
No fue hasta que me hallé sola en mi cuarto después de la cena que me di cuenta del gran lío en el que me había metido aquella tarde al haber accedido a empezar una relación con Zack cuando ya tenía una con Sephiroth, en contra de mi voluntad, sí, pero la tenía.
Pero en realidad Zack era el que realmente me gustaba, desde un principio y desde que lo conocí él me había gustado, por él me había planteado incluso lo de acabar con mi relación con Reno, lo que pasa es que todo el asunto de Sephiroth empezó y todo se fue a la mierda demasiado rápido.
Solo esperaba que el de pelo plateado no se enterase de todo este asunto, porque si me violó por encontrarme en mi habitación sola con Angeal no me quería ni imaginar lo que me podría llegar a hacer si se enteraba de que mantenía una relación a sus espaldas con Zack, lo veía incluso capaz de atacar al moreno, y eso era sin duda una de las peores cosas que podrían pasar.
Me quedé mirando el techo por horas, incapaz de dormir. Yo amaba a Zack, lo amaba de verdad, me había dado cuenta en el mismo instante en el que me besó en aquel pub, pero el destino no hacía más que poner trabas en mi vida para que no fuera fácil estar con quién yo quisiera.
Pues le iban a dar por culo, porque seguiría con aquello, no sabía cómo me lo iba a montar, pero pensaba mantener ambas relaciones, o al menos la de Zack a cualquier costo, mientras encontraba una solución al chantaje de Sephiroth y me libraba de él de una vez por todas.
Pero de igual manera que no podía dejar que Sephiroth se enterase de mi relación con Zack, tampoco podía dejar que el moreno descubriera lo que había entre el general y yo, ya que seguramente le rompiera el corazón y me terminara odiando, incluso si le contaba todo el tema del chantaje e incluso la violación.
No iba a ser fácil y lo sabía, pero tenía que conseguir cambiar mi destino, costara lo que costara, incluso si mi pasado salía a la luz. Después de todo, el pasado no eran más que hechos ya acontecidos, y yo era joven y tenía que mirar por mi futuro y el de Zack.
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