Capítulo 35

Zack y yo nos adentramos en todo el bullicio de la vida nocturna, paseando por las zonas más concurridas incluso a esas horas. La ciudad estaba muy viva y llena de ambiente, la música salía de cada local que pasábamos, la verdad era que me sentía enormemente feliz de haber podido salir de nuevo.

Finalmente nos decidimos a entrar a uno de los tantos pubs del lugar, este estaba metido en un callejón y había que bajar unas escaleras para poder entrar, lo que le daba un aire de clandestinidad. Fuimos hacia la barra y Zack pidió una cerveza y un ron cola para mí, pagando ambas bebidas, parecía que hoy era el día de pagarle todo a Gissey.

Escogimos una mesa y nos sentamos un rato, empezando Zack la conversación:

—Entonces, ¿te vas a unir a las filas de SOLDADO? —Abrí los ojos como platos al escucharle decir eso, tosiendo al atragantarme con la bebida.

—¡¿Qué?! No, no, no, has malinterpretado lo del otro día por completo, Zack —negué con la cabeza. —Yo le pregunté a Angeal para qué usaban el Mako aparte de para el tema de la electricidad porque estaba haciendo inventario y aquel garaje olía que echaba para atrás a Mako, pero nada más —expliqué, bebiendo de nuevo.

—¿Y de verdad que no te interesaría unirte a algún comando militar? —Negué de nuevo.

—Luchar no es lo mío, jamás podría llegar a ser como Cloud o tú, por mucho que entrenase —respondí.

—¿Y qué tal lo de estrategia militar? Se te ve alguien inteligente —me miró mientras tomaba un nuevo trago de su botellín.

—Supongo que lo soy —me ruboricé, subiéndome las gafas. —Pero paso de meterme en asuntos bélicos, Zack —al ver que iba a replicar, le corté. —Y ni se te ocurra proponer que me una a los Turcos, antes muerta —escupí, él alzó una ceja.

—Tenía entendido que eras amiga de Reno.

—Era —remarqué con voz amarga, terminando el vaso. —Necesito otro —musité, levantándome. —¿Te pido otra? —él negó.

—Apenas voy por la mitad —asentí y me encaminé hacia la barra, pidiendo otro ron cola.

—Ya estoy aquí —anuncié, sentándome junto a Zack de nuevo.

—Gissey, ¿puedo preguntarte algo? —Sus ojos denotaban seriedad.

—Claro, dime —accedí pese a que su mirada me inquietó un poco.

—¿Qué hay entre Sephiroth y tú? —Me quedé sin palabras, agaché la cabeza y tomé un largo trago de mi bebida.

—Es complicado, pero es algo que no te puedo responder —me sentía mal por ocultárselo, pero no podía meterle a él también en este gran lío, menos después de haber perdido mi relación con Reno por culpa de Sephiroth. —Lo siento, pero no quiero entrometerte en esto.

—Pero... —Negué con la cabeza y cogí su mano.

—Zack, necesito pasar un buen rato y divertirme esta noche —le supliqué con la mirada para que dejara el tema. —No quiero pensar en nadie que no seamos tú y yo ahora mismo —el alcohol estaba empezando a hacer efecto en mí, ya que me atreví a acercarme más a él.

—Está bien —no se le veía muy convencido de dejar pasar el tema, pero agradecí que lo dejara igualmente.

—Te prometo que llegado el momento te lo contaré todo —agarré su otra mano y le miré a los ojos, sonriente. Él me devolvió la sonrisa y en ese momento comenzó a sonar una canción que me encantaba, así que me puse en pie y tiré de Zack hasta la pista de baile.

Al principio él se rehusó a ir conmigo, pero finalmente le convencí y cedió, yendo tras de mí un tanto resignado. Definitivamente Zack era un gran chico.

Bailamos y bebimos por varias horas, no tenía ni idea de qué hora era, pero seguíamos en el local, sentados en la mesa que habíamos elegido al principio. Había perdido la cuenta de cuantos cócteles me había bebido, y lo mismo con Zack.

—¿Y por qué decidiste entrar a Shinra? —Me preguntó el moreno, parecía lúcido pese a toda la bebida que llevaba encima.

—¡¿Decidir?! ¡Por favor! —Reí. —¡El capullo de Tseng me obligó a ir allí, yo ni siquiera quería! —Exclamé, Zack me miraba extrañado.

—No sabía que los Turcos podían reclutar a quien ellos quisieran sin tener en cuenta la opinión de la persona —comentó, terminando su tequila.

—Oh no, no pueden —agité las manos y negué con la cabeza. —Lo que pasa es que él es mi padre —abrió los ojos como platos y yo puse mi dedo índice sobre mis labios y chisté. —Yo no te he dicho nada, eh —reí de nuevo.

—Vaya tela —negó con la cabeza. —¿Y qué dijo tu...? Ah, mierda —fue en ese momento que pareció acordarse de aquel día con Angeal, cuando comentaron que la mujer de Tseng estaba muerta. —Lo siento.

—No te preocupes —le resté importancia, terminando mi mojito. —Hablando de eso, ¿tú sabes si lo que dijo Angeal es cierto? Lo de que murió embarazada —el moreno se encogió de hombros.

—Se lo tendrás que preguntar a él —aconsejó.

—A ver qué remedio —suspiré resignada, no sabía cómo le podía sacar el tema a mi padre.

Un rato después de estar hablando de cosas graciosas y sin sentido, decidimos salir a bailar una última vez e irnos. Me encantaba el ambiente, pero tampoco quería llegar a la compañía con los primeros rayos de sol de la mañana.

Las luces parpadeaban y el ritmo de la música era extremadamente movido, Zack y yo estábamos muy pegados el uno al otro, y en un momento dado nos quedamos mirando fijamente a los ojos del otro. Pasé saliva y quise apartar la mirada, pero él me lo impidió, agarrando mi barbilla y obligándome a mantener la mirada en él.

—Eres preciosa —susurró, haciendo que mis mejillas se tornasen rojas.

Todo pasó como en cámara lenta, pero debido a mi estado de embriaguez me costó mucho procesar el momento en que Zack se hallaba besando mis labios con ternura y cariño, de manera delicada. Mantuve mis ojos muy abiertos por la sorpresa, ¡Zack me estaba besando! Tenía un dilema interno, pero cuando sentí sus brazos rodear mi cintura con más fuerza mandé todo a la mierda y me dejé llevar, siguiéndole el beso mientras cerraba los ojos.

Fue increíble, totalmente diferente a cualquier beso que me hubieran dado antes. Zack era delicado, tierno y romántico, todo un caballero. Sentí su lengua rozar tímidamente mi labio inferior, pidiendo permiso para entrar en mi boca. Y se lo concedí mientras reubicaba mis manos desde sus hombros hasta su cabeza, manteniendo mi mano derecha en su nuca y la izquierda hundida en su pelo.

Instantes después nos separamos por la falta de aire, mirándonos a los ojos totalmente ruborizados y con la respiración agitada, los suyos resplandecían con ese brillo Mako, y las luces del local les daban un toque aún más brillante y bonito.

—Así que eso es lo que sientes por mí, Fair —sonreí coqueta y pasé mi dedo por la cicatriz de su mejilla.

—Desde el primer momento en que te vi —admitió volviendo a besar mis labios, esta vez de manera más breve.

No lo podía creer, claro, por eso Angeal se rio aquel día y me dijo que era algo que debía descubrir por mí misma. Hewley lo supo todo desde un principio.

Un rato después de aquello Zack y yo nos encontrábamos de camino a la compañía, yendo de lado a lado de la calle, bueno solo yo iba tan perjudicada, Zack iba sobrio comparado conmigo. Al entrar al vestíbulo del gran edificio pude ver que el enorme reloj que colgaba del fondo de la sala marcaba las cinco de la mañana, solo esperaba que no nos cruzásemos con nadie de camino a nuestras habitaciones.

Hubo suerte, ya que llegamos a mi habitación sin percances.

—Ha sido divertido salir hoy, Gissey —sonrió radiantemente el chico, con intenciones de irse a su habitación, pero le cogí la mano.

—Quédate conmigo esta noche, por favor —pedí, no quería dormir sola por miedo a que las pesadillas me asaltaran de nuevo, quizá si dormía con alguien que me hiciera sentir segura no las tendría.

—¿Segura? —Asentí y tiré de él hacia el interior del cuarto en penumbra, encendiendo la luz nada más entrar.

—Voy a cambiarme y vuelvo, ¿vale? —Le dije, cogiendo mi pijama y metiéndome en el baño, cambiándome la ropa rápidamente y saliendo, viendo a Zack ya metido en la cama, sin camiseta y posiblemente también sin pantalones.

No me importó y simplemente me metí en la cama con él tras apagar la luz, cobijándome en sus brazos. Alcé la cabeza y lo vi observándome atentamente, con una sonrisa en el rostro.

—¿Qué? —Susurré, medio riendo.

—Que eres preciosa, ya te lo he dicho —suspiró, besándome una vez.

Todo comenzó de manera tierna y dulce, pero poco a poco el beso se fue tornando más intenso, hasta que Zack coló sus manos por debajo de mi camiseta, acariciando mi espalda y poniéndome la piel de gallina.

En ese momento el traumático recuerdo de Sephiroth asoló mi mente como si de una bola de demolición se tratase, obligándome a apartarme de Zack de manera brusca.

—No... No quiero... —tartamudeé, sintiendo sus manos abandonar mi espalda.

—¿Estás bien? —Inquirió, mirándome raro.

—Quiero recordar todo si vamos a hacer esto, quizá mañana no me acuerde y me asuste —pese a lo pobre y mediocre que era mi excusa, Zack asintió y acarició mi cabeza.

—Está bien, Gissey. A fin de cuentas esto es cosa de dos, ambos debemos querer —ante sus palabras volví a cobijarme en sus brazos, abrazándole.

—Gracias —susurré, él besó la parte alta de mi cabeza.

—No vuelvas a darme las gracias por respetarte —ordenó.

Alcé la mirada con los ojos llenos de lágrimas y le besé con gran afecto y cariño, cayendo dormida a los pocos minutos de separarme de él.

—Buenas noches, pequeña —fui lo último que escuché antes de caer en brazos de Morfeo. 

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