Capítulo 20
Cuando logré recomponerme, entré de nuevo a la habitación, avisando a Zack de que iría a ver a Tseng para resolver unos asuntos.
—Seguramente vuelva después de comer —le dije con una sonrisa mientras revolvía su cabello.
—Tú tranquila, no puedo obligarte a estar aquí todo el día —me sonrió de vuelta, al tiempo en que Angeal hacía acto de presencia.
—Buenos días, Angeal —saludé amablemente. —Escuche, tengo que ir a atender unos asuntos con Tseng, le dejo a su cachorrillo a cargo —reí, provocando que el primera clase también soltara una leve carcajada.
—De acuerdo, ve tranquila —me sonrió y salí de allí, yendo al despacho de Tseng con los nervios comiéndome por completo.
Al llegar, toqué suavemente y entré cuando me dio permiso.
—Vaya, la desaparecida —dijo mientras me sentaba.
—Lo siento Tseng… —agaché la cabeza. —Mira, se juntó mucha gente en la enfermería y decidí volver a mi habitación, y estando allí comencé a sentirme muy mal —expliqué, esperando que me creyera, era la segunda vez que le decía que había estado ausente debido a que no me encontraba bien.
Me miraba con una ceja enarcada, no parecía que mis palabras le hubieran parecido ciertas.
—Me ha bajado, ¿vale? —Solté, exasperada. —Joder, no lo quería decir así, pero ya lo he dicho, ¿contento? —Me crucé de brazos y me recosté en el asiento, él suspiró y se dejó caer en la silla.
—Está bien, está bien. No hace falta que uses ese vocabulario —resopló mirando unos papeles.
—¿Apenas estás recuperado y ya estás trabajando? —Me preocupaba esa actitud.
—¿Qué quieres que te diga? Tengo un puesto exigente —se encogió de hombros, suspirando.
—Sí, un puesto exigente que te acabará matando. Como a mamá —me miró como si quisiera matarme, me dio hasta miedo que mi propio padre me mirase de esa forma. —Lo siento… —tartamudeé.
Pensé que me diría cualquier cosa hiriente o impondría algún castigo ya que me había pasado, pero en su lugar solo dejó unos papeles frente a mí.
—Para el vicepresidente Rufus —asentí y cogí el montón, saliendo de allí a paso rápido.
Era una imbécil, una total y una absoluta imbécil. Cierto era que odiaba que Tseng pusiera su trabajo por delante de su salud, pero quizá me había pasado con ese comentario. Tenía demasiado rencor acumulado y la cabeza hecha un lío. Debí quedarme callada.
Suspiré al llegar a la puerta del vicepresidente, tocando y adquiriendo una postura más recta y profesional.
—Buenos días, señor vicepresidente —saludé al pasar. —Tseng me envía para que le entregue esto —alcé los papeles.
—Buenos días a ti también, Giselle —saludó. —Déjalos por aquí —se los dejé a un lado del escritorio y me dispuse a irme, mas él me lo impidió.
—¿Ocurre algo? —Negó con la cabeza.
—Sólo quería charlar un poco contigo —señaló la silla que había frente a su escritorio y tomé asiento, algo acobardada.
—¿Hay algún problema? ¿Hice algo mal? —Él negó.
—Sólo quería preguntarte acerca del estado de Fair, llegó muy mal a la compañía —recordé cuando lo bajaron del helicóptero y la tristeza me invadió.
—Está infinitamente mejor que aquel día, está teniendo una rápida recuperación y los doctores están muy satisfechos con su avance —el rubio asintió.
—Eso es muy bueno, y seguro que Angeal le ha pegado parte de su perseverancia —aquello era muy cierto.
—Así es, la verdad es que parecen padre e hijo —reí.
—Tal y como tú y Tseng, ¿no es cierto? —me miraba con una ceja enarcada y yo asentí con la cabeza.
—Imagino que él mismo se lo dijo, ¿verdad? —Tomé el atrevimiento de preguntar aquello.
—Estás en lo cierto, pero quería que me lo dijeras tú misma —aquello me sorprendió un poco, pero quizá no creía del todo que yo fuera hija de Tseng. —A decir verdad, ahora que te miro bien, te pareces mucho a él —sonreí levemente al escuchar aquello, era cierto que tenía varias facciones muy similares a las de mi progenitor.
—Me lo solían decir mucho hace unos años —aquellos preciados años en los que Tseng no estaba tan ocupado con la compañía. No pude evitar que me invadiera la nostalgia.
—Hablando de Tseng, ¿cómo está? No le he visto mucho estos días.
—Ayer se le saltaron los puntos tras una reunión con el director Lazard, pero fuera de eso está bien, no se preocupe —respondí.
—¿Qué hay de Hewley?
—Está igual, ellos fueron los que menos daños sufrieron durante el accidente.
—Habría sido devastador para Zack que algo le pasara a su mentor —reflexionó.
—Ya lo creo, tal y como dije antes, esos dos parecen padre e hijo, hasta se parecen físicamente y todo —no sabía cómo eran los padres de Fair, pero desde luego Angeal lo parecía.
—Tuvieron una conexión especial desde el principio, hicieron bien en ponerle bajo la tutela de Hewley —asentí con la cabeza, eran distintos pero similares a la vez, una sintonía perfecta y armónica.
—¿Se han dado casos de mentores no compatibles con sus pupilos? —Asintió.
—Se supone que no debería decírtelo, pero así es, y todos esos casos fueron con Sephiroth y Génesis, supongo que les conoces —vaya que si conocía a Sephiroth.
No sabía si preguntar qué problema causaba esa nula compatibilidad, ya me había dicho que ni siquiera debía haber nombrado a los dos primera clase.
—Son sujetos… un tanto peculiares, al menos el general —no podía quitarme de la cabeza lo que había acontecido después del desayuno.
—Son muy exigentes en los entrenamientos, dejan a los discípulos mucho más que agotados —eso sonaba a que los tutelados quedaban malheridos. —Hacen uso de simulaciones de un muy alto nivel, no son conscientes de que esos combates son demasiado duros para los novatos —suspiró.
—Supongo que Angeal es la única y mejor elección —me encogí de hombros, tampoco quería meterme en temas que no me incumbían.
—Lo es, ya lo creo. Puedes marcharte si quieres, solo quería saber el estado de los SOLDADO y Tseng y de paso evadirme de todo este papeleo e informes del ataque —se le veía cansado.
—No queda mucho para que sirvan la comida, ¿le gustaría bajar conmigo? —Rufus negó.
—Gracias por tu amabilidad, Giselle, pero debo terminar de revisar unos informes. Muchas gracias por dedicar un poco de tu tiempo a charlar conmigo —inmediatamente me puse roja de la vergüenza, el vicepresidente de Shinra me estaba agradeciendo por haber charlado con él.
—No se preocupe, me sobraba tiempo ya que no tenía que hacer nada más después de venir aquí —sonreí, levantándome de mi asiento. —Con su permiso, iré a la cafetería.
—Bon appetit —señaló la puerta con una sonrisa.
Tras aquella amena charla con el rubio, bajé a la cafetería, donde Reno, junto con los demás Turcos, estaban haciendo cola para coger su comida.
Tuve suerte, ya que prácticamente me colaron y no tuve que hacer la fila desde el final. Cuando nos dirigimos a la mesa, pude ver de refilón a Sephiroth, que ya estaba sentado junto con Génesis y Angeal, quién me saludó sonriente.
Al hacer eso, el de pelo plateado se fijó en mí y me saludó también, así que tuve que devolverle el saludo, sintiéndome realmente incómoda y nerviosa, incluso insegura.
Lo peor de todo era que, en un plazo máximo de tres días, debía de ir a verle y hablar con él acerca de tener o no una relación. Tenía claro que le rechazaría, pero tenía el presentimiento de que no iba a ser tan fácil como subir y decirle que no quería nada con él.
Volvíamos al tema de que me inquietaba porque sabía cosas que se suponía que él no debía.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top