Capítulo 19

No sabía qué responder, ¿cómo se supone que se responde a algo como eso? Lo nuestro no podía ser, más que nada porque a mi él no me atraía. Tenía un aura de misterio que le daba un toque, pero estaba muy lejos de llegar a gustarme.

—Sephiroth… yo… tengo que pensar acerca de eso —me estaba poniendo mucho más que nerviosa.

—Tres días —alzó tres de sus dedos hacia mí —El caso, me quedé en tu cuarto porque te quedaste dormida de una forma muy repentina, me preocupé porque se notaba que habías bebido mucho —¿cómo era posible que hubiera cambiado de tema de una forma tan repentina?

—Ya veo… —Asentí, siguiendo con mi comida.

El resto del tiempo que pasamos juntos se me hizo muy incómodo, no podía creer que se me hubiera declarado, y menos de esa forma. Sus palabras no dejaban de rebotar en mi mente, ¿tenerme? No sonaba para nada bien, se sentía como si yo fuera un objeto.

Siendo él, en parte, esperaba ese tipo de brusquedad y gelidez.

Una vez que llegamos a la entrada de la compañía, me frenó para decirme una última cosa:

—Estaré en la azotea por las noches, espero tu respuesta —aquellas palabras me helaron la sangre. —Y, por cierto, te conviene subir —si las de antes fueron horribles de escuchar, estas me pusieron nerviosa del todo.

—Vale —tartamudeé.

—No debes de tenerme miedo, Gissey —me susurró al oído mientras acariciaba mi mejilla, poniéndome el vello de punta.

Antes incuso de que pudiese darme cuenta, plantó sus labios sobre los míos, ¿quién se creía? Tuve suerte de que solo fue algo sutil y no intentó que fuera con lengua o algo por el estilo.

Aún estando indignada por lo que estaba pasando, me quedé estática, no iba a encararme con él, mucho menos empujarle, más que nada porque estaba segura de que no lo movería ni medio centímetro del sitio.

Él se marchó tras aquello, y yo me quedé estática mirando su partida. ¿Qué le pasaba a ese? ¿Quién se creía?

Estaba metida en un gran lío en aquellos momentos, me preocupaban sus palabras, ¿por qué me convenía subir? No entendía nada, Sephiroth era un completo misterio para mí, y creo que jamás podría llegar a resolverlo.

Sintiéndome muy extraña y desconcertada, entré al edificio y, sin pensarlo dos veces, fui hasta el ala médica para ver a Zack. Estar con él me ayudaría a evadirme.

—Buenos días, Zack —saludé al entrar en su habitación, una enfermera se encontraba con él, quitando su gotero, revisando sus suturas y alegrándose por la tan rápida regeneración.

—Buenos días, Gissey —respondió animado. —¿Todo bien?

—Eso creo que debería preguntarlo yo —reí. —Pero sí. ¿Tú? —Debía mentir, nadie podía enterarse de lo que pasaba entre Sephiroth y yo.

—Me siento mucho mejor, de hecho seguramente hoy pruebe a ponerme en pie —me encantaba el brillo que había en sus ojos, ese entusiasmo, esa vitalidad.

—Es buena idea, pero espere a que venga la otra enfermera por si pasa algo —pidió la chica, no tendría los treinta años, su pelo era castaño y tenía los ojos de un azul muy bonito e intenso.

Zack asintió a las palabras de la chica, y ella terminó de revisarle, mientras llegaba la otra enfermera.

Todo fue bien afortunadamente, no hubo percances, ni mareos, ni caídas insospechadas, nada de nada. Supuse que el hecho de que él fuera SOLDADO influía en ese tipo de cosas.

—¿Te pasa algo? —Zack se había sentado a mi lado y había plantado su rostro frente al mío. —Somos amigos, puedes contarme lo que sea —me resultaba injusto que Zack no supiera quién era en realidad, o simplemente que no supiera gran cosa de mí, pero no le podía decir nada. Negué con la cabeza.

—Es que, ya sabes, todos los meses hay unos días especiales en la vida de una mujer —reí.

—Vale, vale, disculpa —noté que se había puesto rojo como un tomate. —Supongo que debí imaginarlo, es decir, no es que se te note más agresiva o malhumorada… —decidí cortarle:

—Zack, tranquilo, no pasa nada —le sonreí, él me dio las ganas y un motivo, fue gracioso verle nervioso. —¿Qué tal está Angeal? ¿Pasó la tarde contigo ayer?

—Él está genial, no te preocupes —asentí. —¿Qué hay de Reno?

Que buena pregunta, no le había visto desde el desayuno del día anterior.

—Está mejor, imagino —me encogí de hombros. —No le vi mucho, estuve algo ocupada con Tseng ya que se le saltaron los puntos, y bueno, ya sabes, él es algo terco —intenté buscar una buena excusa, y esperaba que esa funcionara.

—Vaya, que mal. ¿Está bien ya? —asentí de nuevo. —Esos carcamales quieren acabar con la juventud, ellos salen de rositas y míranos a nosotros —rio, sabía que no lo decía a malas, Zack jamás le desearía el mal a nadie.

—Sinceramente lo parece —reí yo también. —Escucha, Zack —no sabía cómo proponerle aquello.

—¿Sí? ¿Qué pasa Gissey? —Me miró con los ojos bien abiertos.

—Verás, estaba pensando en… —me había puesto muy nerviosa de la nada.

—¿En? No te voy a comer —soltó una pequeña risa.

—En salir por ahí, los dos. Solos —se quedó mirándome fijamente, pero pronto sus ojos de cachorrillo brillaron con pura felicidad.

—¡Es una gran idea! —Exclamó. —Espero no tardar mucho en recuperarme, ¡ya quiero salir contigo para celebrar! —Parecía un niño pequeño y eso me hacía mucha gracia.

Noté mis mejillas arder un poco al escucharle decir que quería salir conmigo y todo eso, la verdad no tenía muy claro si simplemente Zack me apreciaba mucho o si yo le gustaba.

En todo caso me sentía mucho mejor anímicamente gracias a esa reconfortante charla con él, y obviamente el pelinegro no sabía hasta qué punto me había ayudado.

—Gracias, Zack —no me contuve y le abracé con mucho cuidado, lo necesitaba, sin ninguna duda.

—No me agradezcas —tartamudeó, devolviéndome el abrazo. Negué con la cabeza, si él supiera.

Tenía hasta ganas de llorar, pero me contuve, seguro que él estaría un poco decaído por el hecho de estar allí metido, y no quería preocuparle o hacer que se sintiera peor.

Después de un rato, Reno apareció por la puerta y me miró aliviado. Tras preguntarle al SOLDADO cómo se encontraba, me pidió que saliera un momento para hablar conmigo:

—¿Dónde has estado todo este tiempo? —Se refería a cuando salí corriendo ayer por la mañana. —¿Tienes idea de la que se lió con Tseng? —Le miré extrañada.

—¿Qué pasó?

—Si hubieras estado aquí en lugar de salir corriendo como una cría lo sabrías —no podía creer que me hablara de esa manera tan cortante.

—Oye, relájate y no me hables así —me crucé de brazos.

—No tienes derecho a ir de indignada, yo sí —me señaló con su dedo índice.

—Bueno, vale, ¿piensas decirme qué ocurrió o solo vas a echarme la bronca porque me comporté como una cría? —Le miré cansada de todo este numerito.

—Pasó que Tseng se puso hecho una furia porque nadie sabía dónde estabas —me sorprendí, ¿él preocupado por mí?

—Vaya, eso es nuevo. ¿Desde cuándo se preocupa por mí? —Me recargué en la pared que tenía detrás.

—Eso no es lo que importa ahora, ¿vale? Le tuve que mentir, le dije que estabas en tu habitación porque no te encontrabas bien —fui a hablar, pero no me dejó: —quiso entrar a comprobarlo, Gissey. No sé ni cómo conseguí que no lo hiciera —agaché la cabeza, sintiéndome mal, esta era la segunda vez que Reno me cubría con Tseng.

—Gracias… —Susurré. —Pero, si tan preocupado estaba, ¿por qué no me llamó? —Le miré a los ojos, sin llegar a entender del todo el comportamiento de mi padre.

—Sabes que él no es así, por Dios, ¿es que no lo conoces? —Suspiré, tenía razón. Asentí con la cabeza y bajé la mirada al suelo de nuevo. —Tranquila, lo siento si he sido muy agresivo o rudo —me abrazó y me aferré fuertemente a él, hacía mucho tiempo que no le abrazaba de esa forma.

—No pasa nada —sollocé, cediendo y rompiéndome en sus brazos.

—¿Estás bien? —Negué con la cabeza y él no preguntó, sino que en su lugar simplemente me estrechó entre sus brazos con fuerza y me dio un pequeño y dulce beso en la cabeza mientras yo lloraba sin control alguno.

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