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Fuego.
Por todos lados, fuego.
El cielo, antes azul oscuro por la noche, ahora es de negro por las cantidades masivas de ceniza que eran lanzadas por las llamas.
Y en lo alto, un extraño agujero negro dejaba caer un líquido que poco a poco seguía generando el elemento tan destructivo... mientras en su interior, una deidad se reía desquiciadamente por los últimos eventos que provocaron el desastre.
Cuando sus ojos captaron un pequeño cuerpo moviéndose por las llamas, siendo ignorante de todo a su alrededor. La deidad solo pudo sonreír como una bestia, iluminando el vacío donde estaba con su propia sonrisa.
Manipulando el líquido oscuro para que tomara su forma, poco a poco fue acercándose al niño, este último ignorante del peligro.
Demasiado tarde.
El niño rápidamente fue cubierto de pies a cabeza por la brea que repentinamente le había caído encima, sintiendo su cuerpo tan pesado que terminó derrumbándose. Tratando de liberarse con sus pequeñas manos, no pudo evitar que repentinamente el líquido cobrara vida y empezara a entrar por todos los agujeros de su cuerpo.
El niño solo sentía como su interior era invadido por el líquido, poco a poco perdía la consciencia, siendo rodeado por el fuego y por las nubes de ceniza.
Al cabo de un tiempo, el cuerpo inerte del niño empezó a convulsionar hasta que el líquido fue expulsado, pero ahora con una extraña esfera resplandeciente, con el extraño símbolo de una espada en su interior. El líquido, que terminó convirtiéndose en una mano sujetando la esfera, para luego tener el cuerpo completo, observó con una sonrisa retorcida el objeto, solo para colocar la otra mano encima de esta, y poco a poco, la esfera empezó a agrietarse.
-(Un poco más, un poco más, UN POCO MÁS)-
Se rompió.
Cuando la esfera se convirtió en polvo por la presión, la forma humanoide del líquido se esparció por todas partes por el enorme estallido de energía liberado de la esfera. El estallido empezó a viajar por todo el mundo, siendo visto por todas las personas alrededor del globo.
El líquido empezó a desvanecerse, pero una risa desquiciada fue lo último que quedó en el ambiente.
En ese instante, un Unlimited Blade Works dejó de existir.
En el Vacío...
Kischur Zelretch Schweinorg estaba tomando té mientras observaba tranquilamente uno de los miles de millones de universos alternos de los cuales tenía conocimiento. Observando tranquilamente, ignoró completamente el estallido de energía que terminó por tirarlo de la silla.
Zelretch se levantó rápidamente y observó como un universo tenía una enorme grieta que lo atravesaba. Al principio pensó que era otro universo de esos de traición que había en varias partes de la Existencia, pero sus ojos se abrieron en terror al darse cuenta de lo que realmente estaba sucediendo en ese universo.
Con un rápido movimiento, su confiable bastón apareció en su mano y rápidamente empezó a revisar los universos circundantes a ese. Exhaló con fuerza al ver como varios universos igualmente tenían grietas, de menor tamaño, pero ahí estaban.
El viejo vampiro estaba asustado, demasiado asustado, hasta el punto de volver a sentarse para sobarse las sienes, y apretar los dientes. Se levantó nuevamente y se talló los ojos, se pellizcó, se mordió la lengua, se lanzó té caliente al rostro y gritó de dolor.
No era un sueño, las grietas seguían ahí.
Zelretch maldijo en voz baja. Cuando una grieta aparece en un universo, significa que ese universo provocaría un montón de desastres de proporciones multiversales. Pero ahora que varios universos tenían grietas, la cosa se volvía tan delicada que un movimiento en falso...
... y todo lo Existente desaparecería.
Zelretch tomo un poco más de su té para calmar sus nervios, lo cual no funcionó. Pensando en lo que sucedería, empezó a calcular el tiempo antes de que los universos provocaran el apocalipsis. Dando un suspiro de alivio, el tiempo que tenía eran casi cincuenta años antes de que todo se fuera al diablo.
Pero en esos cincuenta años pueden suceder varias cosas, por lo que Zelretch pensó y pensó, tratando de encontrar la piedra angular para evitar un desastre.
Una idea se pegó a su inconsciente, pero Zelretch decidió ignorarla por su propio bien, pero después de ver como otros universos mostraban grietas de menor tamaño, suspiró y, acercándose a la mesita que estaba junto a la silla, la cual tenía un teléfono, empezó a marcar los números, para que después de unos cuantos "bips", alguien contestó.
-Hola?... no no, está vez no fue un Devorador de Universos... como decirlo, varios universos tienen grietas por... ¡Qué no fue un Devorador de Universos!... necesito uno de tus, ya sabes, Soul Fragments... ok, gracias- Zelretch colgó el teléfono y observó como un anillo dorado se formaba enfrente suyo, del cual salió un pedazo de cristal brillante. Tomando con delicadeza el cristal, Zelretch moviendo su bastón rompió la dimensión para aparecer en una habitación.
La luz de la luna se filtraba por una ventana, dándole de lleno a su objetivo, un pequeño niño no mayor de cuatro años el cual estaba roncando y rascándose la barriga en su cama.
Varios años después...
Nos encontramos en la Ciudad de Fuyuki, la cual, después del devastador incendio que causó la muerte de cientos de personas y miles de heridos, resurgió de las cenizas con un gran avance en su infraestructura, pero manteniendo el lado original de la ciudad al otro lado del río Mion.
En una casa localizada en el viejo Fuyuki, se encontraba un chico de catorce años que estaba acomodando una colección de colmillos de diferentes tamaños, en una habitación llena de repisas, estantes y cosas viejas. El chico, el cual era pelinaranja con dos largos mechones de cabello colgando por atrás, revisaba minuciosamente un largo colmillo de cuarenta centímetros que había sacado de una roca sedimentaria cerca del río.
Sus ojos, negros como el carbón, brillaban de curiosidad al ver los diferentes fósiles que había conseguido en su travesía por la orilla del río, pasando los dedos por las fisuras que se formaban alrededor de estos. Los limpiaba con mucho cuidado para no romperlos, para luego colocarlos en los estantes y repisas que estaban llenos de ellos, además de piedras preciosas, rocas de colores extraños y una que otra pieza de metal por allí.
Después de limpiar y acomodar cada fósil, limpió su zona de trabajo y se retiró de la habitación, para luego encaminarse a la cocina y apagar la estufa, donde una olla de buen tamaño dejaba salir un olor delicioso. Sirviéndose un poco de las albóndigas que había preparado antes de limpiar sus tesoros, agarró un poco de arroz cocido y con una pequeña bendición, empezó a comer.
Al finalizar su comida, agarró un chaleco más grande que el y se lo puso, para luego salir de la casa y encaminarse hacia quién sabe donde. En realidad, iba en busca de un postre, ya que no había hecho uno y no tenía ganas de hacerlo después de la deliciosa comida que había disfrutado.
Mientras caminaba, sonreía mientras el viento de la tarde le soplaba, observando como las familias salían a comer y como los niños jugaban en los parques tranquilamente. Después de una larga caminata, llegó a una pastelería, donde ya era cliente habitual debido a que allí comía todo tipo de postres cuando sus padres no estaban de viaje de negocios o a veces el venía solo.
Después de salir del establecimiento con un enorme pastel de cereza y vainilla, se dispuso a seguir su camino, hasta que sus ojos captaron una cabellera rubia. Acercándose tranquilamente a la banca donde estaba el hombre de cabello rubio, se sentó a su lado, colocando el pastel entre los dos, observando a un par de niños y niñas correteándose felizmente.
-Qué quieres mocoso?-
-Nada... solo vine porque te veías solo...-
-Si, si...-
-...quieres un poco de pastel?-
-Lo hiciste tú?-
-Hoy no tuve tiempo, pero es el mismo pastel que te gusta de la pastelería-
-Bueno, algo aceptable mocoso- dijo el rubio para luego agarrar una rebanada y comerla como todo un rey.
Observándolo comer la rebanada tranquilamente, el chico solo se encogió de hombros y agarró la suya, para luego comerla, formando un cómodo silencio entre los dos.
-Oye, estaba pensando ir a la iglesia donde vives-
-No te lo recomiendo, el que se encarga de cuidarla no es alguien que quieras conocer-
-Te conozco a ti y tu extraña manía de considerarte un rey-
-Porque soy uno mocoso, el más grande que ha existido-
-(Y otra vez esa frase, supongo que tiene un orgullo muy alto para negarlo) bueno, aunque me digas que no, iré-
-Entonces no olvides traerme algo mocoso, porque soy muy comprensible contigo para no matarte aquí ahora mismo-
-En ese caso supongo que tendré que dejar de hacer trufas rellenas de vino si te comportas de esa forma con alguien que solo quiere entablar amistad contigo-
-...- el hombre rubio se tensó por unos segundos, para volver a la misma postura -bien mocoso, ya no más amenazas de muerte por el resto de tu corta vida-
-Que bueno que seas comprensible Gil-
-Lo que sea- el hombre llamado Gil agarró otra rebanada de pastel, para observar que ya no quedaba ninguna en la bandeja. Chasqueando la lengua, estaba a punto de levantarse cuando una mano le ofreció una rebanada intacta de ese pastel. Gil observó al niño que con el enorme chaleco ofreciéndole la última rebanada, por la cual aceptó.
-Ni pienses que te voy a dar las gracias-
-No las necesito... bueno Gil, me retiro. Tengo cosas por hacer y tu puedes seguir disfrutando de este hermoso día- el niño se levantó, y a paso tranquilo, poco a poco fue perdiéndose en la lejanía.
Gil observaba con sus ojos rojos como la figura del mocoso se alejaba, por lo que solo suspiro y siguió comiéndose la rebanada tranquilamente.
-Tu igual ten un buen día... Ghahu-
Soul Fragment: Falta de Información, se necesita actualizar.
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