Divergencia

Olga observaba el panel de botones del elevador donde se encontraba, una mirada plana e indiferente plasmada en su rostro. A su lado, Sita observaba en silencio el cabello blanco de su Master, sumida en sus propios pensamientos.

—Y... ¿A dónde vamos?— preguntó Retón, el cual estaba al otro lado de Olga, inclinándose para ver el panel, observando que ya habían bajado cuatro sótanos y aún no acaba el recorrido —Al laboratorio ultra-secreto de mi padre, suponiendo que el nunca me dijo de algo así— dijo Olga con simpleza. Hablar de su padre se estaba convirtiendo en un tabú para ella, los secretos que este nunca le reveló a su querida hija solo hacían que Olga amenazara con destruir cualquiera de las cosas en su oficina.

—Esto nunca apareció en los planos de construcción de Chaldea... y suponiendo que ya estamos por el séptimo sótano, debe haber muchas cosas por aquí— mencionó Da Vinci, la cual estaba atrás del trío, a su lado Romani observaba nervioso como el contador del elevador seguía bajando. Los dos fueron arrastrados al elevador por órdenes de Olga, y no querían rechistar debido a que en el momento que iban a decir algo, la peliblanca agarraba un lápiz en su manoy lo aplastaba en su puño, dejando solamente polvo.

La señal era totalmente clara y no decidieron objetar.

—Entonces Mash, ¿Tu conociste al anterior director?— preguntó Gudako mirando a su kouhai, la cual volteó a ver a su senpai —En varias ocasiones, pero mayormente era más para revisar mi salud y que mis parámetros de adaptabilidad como demi-servant funcionaran correctamente, por lo demás está fuera de mis límites— dijo Mash, Gudao a su lado levantó la mano y empezó a acariciar su cabeza, un pequeño chillido salió de la garganta de la demi-servant.

—Recuérdame que hacen ellos aquí- dijo Olga sin apartar la mirada del panel —Bueno, porque usted dijo que era necesario que todos los Masters de Chaldea disponibles actualmente la acompañaran para aclarar las dudas que usted tuviera debido a su misterioso padre— dijo Retón con un tono extrañamente dulce en su voz y sus ojos cerrados, Olga volteando a verlo con la mirada impasible y girando lentamente la cabeza, Retón abriendo un ojo para observar el reposabrazos de la silla doblarse lentamente —Bueno bueno, en realidad ellos también necesitan saber esto, no sabemos que es ese proyecto Divergencia que tu padre creó, a ellos también les concierne, son la última esperanza de la humanidad junto a usted— Olga levantó la ceja por el tono ligeramente severo de Retón, los ojos de este observándola con intriga.

—Para alguien que tiene un aspecto un poco... desaliñado... — una ceja de Retón se levantó, la mirada de intriga se hizo ligeramente más intensa —Tienes una aura de respeto, una leve, casi insignificante, pero ahí esta... esperando el momento justo para demostrar al mundo de lo que eres capaz— Olga terminó de hablar para observar que Retón ya no la estaba mirando, sino que este ahora observaba hacia el frente con una sonrisa de felicidad en su rostro.

—Agradezco ese pensamiento suyo, me hace sentir joven otra vez— solo por un instante, Olga observó un hombre mayor con barba pronunciada y ojos verdes resplandecientes, un cuerpo fornido y cicatrices en sus brazos desnudos, antes de volver a la figura ágil y joven de Retón, sus ojos del gris que la miraban con cariño.

—No hay de que...— dijo Olga suavemente, aún sorprendida por la figura que había aparecido ante sus ojos.

—Parece que ya llegamos— dijo Da Vinci con una sonrisa de extásis en su rostro, ¿Qué cosas escondía Marisbury en las profundidades de Chaldea? ¿Qué artefactos misteriosos llenos de polvo estarían decorando la zona? ¿Qué secretos pertubadores manchaban las paredes del lugar más profundo de Chaldea?. Mientras Da Vinci reía macabramente, Romani estaba sudando balas, pensando que cosas revelaría el lugar que Marisbury le dijo explicitámente que no entrara mientras lo apuntaba con una pistola en la frente cada vez que sacaba ese tema de manera incosciente en alguna de sus pláticas.

A Romani no le daba miedo la bala en su cráneo, lo que realmente le daba miedo era la mirada profunda y perdida que Marisbury le daba cada vez que su boca escupía el tema en forma curiosa. El doctor solo pudo acomodarse el cuello de su bata tratando de olvidar la línea vacía que la boca de Marisbury formaba cada vez que sacaba esa duda de su mente.

Los hermanos Fujimaru junto a su kouhai portadora del espíritu heroico Galahad obsevaron el piso donde el elevador se habían detenido, siendo el número quince. Todos observaron las puertas esperando a que estas abrieran, unos segundos pasaron hasta que una luz roja en el panel parpadeó de forma constante.

[SE REQUIERE CONTRASEÑA] [SE REQUIERE CONTRASEÑA] [UN SOLO INTENTO] [EN CASO DE FALLAR, SE ACTIVARA EL SISTEMA DE AUTODESTRUCCIÓN] [CALCULANDO... CALCULANDO... SERVANTS INVOCADOS, PROGRAMA DE ASEDIO ASEGURADO Y ACTIVADO] [SI LA CONTRASEÑA ES INCORRECTA, EL SISTEMA DESACTIVARA TODA LA ZONA DE CHALDEA EN UN RADIO DE 50 KILÓMETROS Y CON ELLO LA DESACTIVACIÓN DEL SISTEMA DE CHALDEAS] [SE ACTIVARAN LAS 30 OJIVAS NUCLEARES CARGADAS CON NÚCLEOS DE DRAGÓN PARA LA COMPLETA ANIQUILACIÓN DE TODOS LOS SERVANTS EN CHALDEA] [POR FAVOR, INTRODUZCA LA CONTRASEÑA]

Un silencio sepulcral recorrió el pequeño espacio donde todos estaban reunidos, gotas de sudor caían al suelo de forma inconsistente en el momento que el mensaje terminó de reproducirse.

—C-Creo que mejor podemos esperar a desentrañar los misterios de Marisbury en otro momento- dijo Da Vinci con una sonrisa nerviosa en su rostro.

—¿Es mi imaginación o hace calor aquí adentro?— dijo Romani con una expresión asustada en su rostro.

—Senpais, fue un gusto conocerlos— dijo Mash con la mirada muerta.

—Pero mis cuarzos, hay muchos de ellos aún sin ser utilizados— dijo Gudako temblando de ansiedad.

—Digánle a Titania que la quiero— dijo Gudao, para empezar a ser ahorcado por Gudako —¡Tiene mi rostro, degenerado hermano pervertido!— este ni siquiera trató de escapar, esperando el frío y dulce abrazo de la muerte.

—Aún no me encuentro con Rama...— murmuró Sita.

—Padre, eres un maníaco— dijo Olga observando la luz parpadeante. Con movimientos practicados gracias al abuso de cierta droga que había abandonado antes de su llegada a Chaldea, una cajetilla de cigarros salió de uno de sus bolsillos, para sacar uno y encenderlo con un chasquido de dedos. Aspirando la nicotina, mantuvo la mirada hacia el techo y dejó salir todo sus frustraciones en una nube de humo venenoso —¡No se fuma dentro de las instalaciones!— dijo Romani, Olga gritando que la dejara morir en paz.

El único que estaba tranquilo era Retón, y esto se debía a que estaba pensando que contraseña se le hubiera ocurrido a Marisbury para impedir la total aniquilación de una pequeña parte de la Antártida.

—Mmm... "Olga", es demasiado fácil... "Chaldea", solo si era un fetichista... "Divergencia", demasiado cliché... "Singularidad", ese si esta díficil, pero no... espera, puede que quizás si sea— murmurando lo último, Retón respiró hondo, para empezar a toser descontroladamente —Estúpido olor a cigarro, me sigue repudiando después de todo este tiempo— con el ceño fruncido agarró el cigarro de Olga y lo aplastó en su mano, dejando ver un destello azul y que este desapareciera.

—Oye... ¿Quieres morir?— dijo Olga con los ojos vacíos. Retón simplemente se encogió de hombros y pulsando el botón de respuesta, dijo:

—Kyrielight—

[BIENVENIDO DIRECTOR MARISBURY, QUE TENGA UNA BUENA TARDE] [DESACTIVANDO PROTOCOLOS DE AUTODESTRUCCIÓN Y ASEDIO] [QUE LAS ESTRELLAS ILUMINEN SU CAMINO HACIA EL TRONO]

Con ese último mensaje, las puertas se abrieron y dejaron ver el interior de la habitación. Todos estaban callados mientras salían del ascensor. Cuando Gudao fue el último en salir, las puertas se cerraron y la luz del elevador se apagó, dejando a todos en oscuro silencio.

Hasta que una única luz hizo acto de aparición metros delante suyo, lo que parecía ser una base metálica con varios circuitos y cables conectados en el suelo. Un destello eléctrico recorrió toda la base, para que un holograma hiciera acto de aparición. La figura presente era, claramente y sin ninguna duda, el fundador y director de Chaldea antes de que su hija se hiciera cargo.

Marisbury Animusphere.

—Saludos— dijo el holograma levantando una mano. Todos observaron callados al hombre flotante —Supongo que la mayoría de ustedes tienen dudas en este momento... pero era necesario todo el protocolo anteriormente mencionado por la completa seguridad tanto de Chaldea como del mundo entero— dijo el holograma del director con una sonrisa tranquila en su rostro.

—Hace dos minutos estabamos a punto de ser pasta en medio de las profundidades antárticas y ahora el padre de la directora nos habla, creo que ya estoy loca— dijo Gudako observando estupefacta al hombre bien vestido.

—La locura es un concepto amorfo que se le otorga a aquellas personas que han sufrido un trauma de tal magnitud que su cerebro provoca pequeñas descargas eléctricas que afectan el psique mental hasta el punto de alterar la realidad del usuario mediante sus propios globos oculares, así que usted, señorita Gudako, ¿Si me permite llamarla de esa forma?, usted no está loca— respondió el holograma de Marisbury.

Ahí todos volvieron a quedarse callados, excepto Da Vinci que parecía tener los ojos brillantes y saliva cayendo de su boca, sus manos moviéndose de forma errática.

—Calma Da Vinci, no iré a ningún lado, podrás preguntarme lo que quieras cuando termine de explicarles a todos ustedes lo que esta pasando aquí— dijo Marisbury sin quitar esa sonrisa de su rostro. Su mirada se movió hacia Olga, convirtiéndose en una de tristeza y asombro, su sonrisa desvaneciéndose en una expresión dolorosa.

—¿Olga? ¿Qué te sucedió?— preguntó consternado y horrorizado el padre a la hija. Esta no respondió, sino que trató de levantarse de su silla —Master no, no lo haga— dijo Sita impidiendo que Olga saliera de su asiento, pero Olga rechazó la mano de su servant pelirrojo con un manotazo y se tiró al suelo con un doloroso ruido de huesos chocando. Sita trató de levantarla antes de que Retón la sujetara del hombro, la servant volteando a ver al hombre joven negando suavemente con la cabeza.

Arrastrando su cuerpo usando sus propios brazos, Olga llegó a los pies de la base metálica, su cabeza apuntando hacia el suelo. Marisbury observaba aterrado como donde deberían estar las piernas de su hija, ahora solo había dos muñones cubiertos con vendas.

—Padre— la voz seca resonó desde las profundidades de la garganta de Olga, un escalofrío virtual recorrió la espalda del holograma —Cuando supe lo de tu muerte, quería llorar, quería gritar, quería sollozar, muchas cosas recorrieron mi mente durante esos momentos— esforzando sus brazos, Olga poco a poco iba levantándose —Quería hundirme en la depresión de ser una niña que solamente era vista por su padre como una herramienta, con esa mirada apática y cargada de rechazo que me dabas todos los días que cada vez que te agachabas y me acariciabas el cabello, y yo toda ingenua esperaba que me dieras una sonrisa y me dijeras "Muy bien Olga" "Excelente trabajo Olga" "Te quiero Olga"— manchas húmedas aparecieron debajo de la cabeza de la peliblanca, el holograma de Marisbury no tenía nada para decir —Varias veces quería arrancarme la cresta familiar para alejarme de mi parentezco contigo, también pensaba quitarme mi cabello para siempre, ser calva era una idea que para mí era bastante atractiva... pero no lo hice— con los brazos extendidos, Olga soltó un bufido mientras el cabello caía alrededor de su cabeza.

Su mirada observaba las lágrimas que caían de sus ojos llorosos, el sonido de estática del holograma de su padre era lo único que sus oídos captaban en ese momento —Me dije a mi misma que sería mejor que tú, que sería una buena madre para mis hijos, que me convertiría en una maga hecha y derecha para la Asociación, que sería una mejor persona para los que me rodeaban... al principio me costaba, y mi personalidad no era la mejor con las personas que caminaban a mi lado. A veces les recriminaba sus errores como tu lo hiciste conmigo, o menospreciaba el trabajo que ellos realizaban para impresionarme, pero simplemente los alejaba con un ademán...— apretando sus puños y mordiendo su labio hasta sacarse sangre, los ojos de Olga brillaron en un tono furioso —Me enojaba conmigo misma, me insultaba cuando me encontraba sola y me decía a mi misma que muerta era mejor para todo el mundo... pero no lo hice— obligando a su cuerpo a ponerse de rodillas, su espalda de enderezó, pero su cabeza seguía abajo.

Marisbury solo observó en silencio como Olga se subía las mangas de su ropa. Las marcas de navajas estaban allí, tanto las cicatrizadas como las recientes, las cuales aún sangraban. Sita soltó un grito ahogado al ver las heridas de su master.

Olga levantó los brazos hacia su rostro, su cabello cubriendo sus ojos —Todos los días quise dejar este mundo y volver contigo solo para enviarte al infierno conmigo... pero no lo hice— Olga apretó nuevamente sus puños hasta el punto de que la sangre se filtró por sus dedos, manchando el suelo enfrente de sus muñones —Deseaba con tantas ganas ahorcar el cuello de mi padre para satisfacer mi necesidad de sentirme bien, pero no lo hice... y nunca lo haré— levantando la mirada, Marisbury se sorprendió al ver lo que su hija le mostró.

Sus ojos dorados resplandecían como topacios ante el sol, lágrimas fluyendo por sus mejillas como cascadas, las marcas doradas de su cresta familiar recorrían todo su rostro dando un toque místico a sus facciones, y su ceño fruncido le recordaba, no, era igual a su madre. Una expresión de total superación recorría de punta a punta su rostro, la mirada de una persona que tenía todo perdido, que no le importaba nada, con el mundo en su contra y ella misma, una expresión que solo se le permitía a los victoriosos, a los ganadores, a los héroes que tanto amó...

La herramienta que estaba enfrente suyo...

Su hija...

Olga Animusphere, rota por dentro y por fuera...

Le demostró a su padre...

Enfrente de los futuros salvadores de la humanidad...

Y del vagabundo que recorría el infinito...

Qué era un héroe.

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