Capítulo 6
Emiya Shirou.
Ese era el nombre de aquél muchacho pelirrojo al cuál había saludado en el pasillo. Iban al mismo año, pero lamentablemente en diferentes secciones, lo había conocido debido de una manera algo peculiar.
La residente de las casas en dónde ellos se quedaban era la misma persona, su profesora Fujimura Taiga. Las casas donde ambos vivían eran prácticamente las mismas, pero en distintos lugares de la ciudad, y ambas propiedades pertenecían al abuelo de hiperactiva profesora, ella, como según tenía entendido, había estado acompañando a Shirou y al fallecido padre de este desde temprana edad, siendo como una especie de hermana mayor para Shirou.
Según el propio Shirou, ambas casas habían sido utilizadas por su padre para un 'Trabajo' que no le específico hace unos 10 años atrás, él le dijo a Ichigo terminó eligiendo esa casa porque ahí era dónde compartió la mayor parte del tiempo con su única familia que ya no estaba en ese mundo.
El tiempo pasó y una de las casas terminó siendo por completo del pelirrojo, pero Taiga no sabía que hacer con la otra realmente, ya que ella tenía una casa propia; entonces simplemente la puso en alquiler y esperó a que un día alguien se acercara interesado en ella. Justo ahí es en dónde Ichigo un día dió con la casa al llegar a la ciudad y pagó unos pocos meses por adelantado con el dinero que llevaba, para tener tiempo de buscar trabajo y ahorrar para seguir pagandolo.
Entonces, como Taiga se la pasaba saltando de una casa a la otra, un día se le ocurrió presentarlos a ambos, ya que eran unos adolescentes y uno de ellos no estaba familiarizado del todo con la localía como lo era Ichigo.
Se podía decir que el lazo de amistad era inevitable. Para Ichigo no era tan así, no importaba que pasase mucho o poco tiempo con una persona, sería amigo de ella o no si en verdad le agradaba y viceversa, no era hipócrita, no trataría con alguien por compromiso o por complacer el deseo de otra persona.
Pero, Ichigo se llevó bien con el pelirrojo desde el principio, era una persona amable y tranquila, y muy dispuesta a ayudar a los demás, demasiado diría él.
No era carismático, no era gracioso ni inquieto, no tenía nada resaltable por decirlo de alguna manera, y estaba bien con eso. Ciertamente estaba cansado de tratar con bichos raros a lo largo de su vida que le hacía falta cierta normalidad en su vida, normalidad que nunca había experimentado plenamente, y sabía que no lo haría jamás.
Por otro lado, Shirou había visto en Ichigo al típico chico que siempre andaba enojado y se molestaba por todo, un mala conducta. La verdad es que no estaba equivocado con nada de ello, y para su sorpresa, consiguió congeniar con el de cabello naranja a la perfección.
Para él Ichigo era alguien que no mostraba sus verdaderos sentimientos así nada más. Una prueba de que era así sucedió a los pocos días de haberse conocido.
Él e Ichigo habían estado hablando un poco en los pasillos de la escuela de forma casual; unos sujetos se le acercaron y le pidieron a Shirou que les hiciera el favor de limpiar los baños, ya que habían escuchado que era alguien que nunca se negaba a un favor, sea de quién sea y fuera lo que fuera.
En esa ocasión el muchacho no se negó tampoco, y ante la respuesta de este los chicos se echaron e reír y dieron las gracias de manera muy hipócrita antes de irse. Mientras estos se alejaban de ellos, ambos pudieron escuchar como se refirieron al pelirrojo como 'Idiota' o 'No pensé que fuera tan estúpido'.
Shirou no le prestó atención a eso, pero Ichigo si que no lo dejaría pasar.
La sorpresa llegó a Shirou cuando el peli naranja se abalanzó contra los cinco estudiantes y les dió una paliza en pleno pasillo frente a todas las personas que estaban por el lugar. De un momento a otro se encontraba tratando de separar al peli naranja de sus víctimas, ya que al parecer un cinco contra uno era muy malo, para los cinco evidentemente.
"Shirou, ¿Qué crees que haces? déjame emparejarle la dentadura a ese tipo, se ve mal si solo tiene dientes de un lado y del otro no, le haré un favor y se los tiraré todos" le dijo Ichigo con una voz de ultra tumba; parecía una broma, pero si se había enfrentado a cinco sujetos y a los cinco les había dado una paliza en cuestión de segundos, ahora sabía que lo decía muy en serio.
Shirou se esforzó bastante en sostener a Ichigo por los hombros y alejarlo, él estaba en buena condición física, pero al parecer el peli naranja lo estaba aún más, aparte de superarlo claramente en estatura.
"Y-ya basta idiota, te van expulsar si sigues así. Más bien, creo que con lo que has hecho ya te podrían expulsar..." Shirou terminó con una voz medio apagada, el peli naranja dejó de forcejear al escucharlo decir aquello.
"... buen punto. Pero si de todas maneras me van a expulsar déjame terminar lo que empecé" debatió el Kurosaki con cara de póker y alzando los hombros restándole importancia. Shirou sudó por lo que dijo, se palmeo la cara mentalmente por ello.
Claramente fué inevitable la expulsión del peli naranja por atentar de manera violenta contra otros estudiantes sin una razón aparente. Para él la suerte radico en que Taiga tomó cartas en el asunto y evitó que lo expulsaran de la escuela de manera permanente y tuvo que cumplir sanción de manera temporal durante tres semanas y hacer algo de trabajo extra comunitario.
Cuando Ichigo se reincorporó a las clases, ya muchos le tenían cierto pavor, y otros admiración por lo que le había hecho a los sujetos, ya que estos tenían mala fama, y de la nada un chico nuevo llegaba y los ponía a todos y cada uno en su sitio; prácticamente les mandaba un aviso a todos diciendo, 'Quién se meta conmigo o con mis amigos, lo va a lamentar'.
Algunos profesores también le quisieron hacer la vida imposible, les pintó la cara de blanco y rojo cuando en todas las materias sacaba notas perfectas. A él no lo joderian de esa manera, que sigan intentando.
Así es, Shirou veía en Ichigo a un mala conducta bueno, por decirlo de alguna manera. No se metía con las personas que no le hacían nada, tenía buenas calificaciones y siempre salía defendía a los más indefensos. Era una buena persona a su manera, no trataba de agradar o desagradar a nadie con su actitud, simplemente era así, quién le guste perfecto y quién no le guste también.
Así transcurrió un año entero, hasta el día de hoy.
Se saludaron como siempre en el pasillo, prácticamente un segundo después sonó el timbre de entrada a clases y se dirigieron a sus aulas, no sin antes quedar en encontrarse a la hora del almuerzo como siempre lo hacían.
Ichigo ingresó a su respectivo salón y tomó su lugar junto a la ventana, no sin antes observar a una chica pelinegra de dos coletas que se encontraba en su misma clase, esta le saludo disimuladamente con la mirada, si es que eso se podía.
También trataría de hablar con ella cuando tuviera la oportunidad, por ahora tocaba lo que tocaba, ya que el profesor iba ingresando al salón de clases, aviso de que la hora de estudio estaba por dar inicio.
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Las dos clases seguidas que le tocaban habían culminado, alrededor de cuatro horas sentado sin hacer otro movimiento podía ser muy agobiante. Él guardó sus cosas para luego salir rápidamente del aula.
Tohsaka parece haber salido antes que él, se lo imaginaba, a pesar de resaltar mucho es muy escurridiza a decir verdad.
No prestó atención a ello y se dirigió a la cafetería, en seguida divisó la característica cabellera rojiza en una de las tantas mesas del sitio, no tardó en acercarse a la misma y sentarse en la silla restante.
"Esto es extraño, no está Issei haciéndose el interesante ni Mitsuzuri hablando hasta por los codos" analizó Ichigo en voz alta el panorama, normalmente ellos siempre estaban a esa hora con Shirou haciendo exactamente lo que había dicho.
El pelirrojo rió un poco por lo que había dicho Ichigo. "Están ocupados, Issei está resolviendo unos temas en el consejo estudiantil y Mitsuzuri lo mismo pero con el club de tiro" explicó preparándose para almorzar.
"Por cierto, Mitsuzuri todavía insiste en que te unas a su club, cree que podrías tener talento para ello" Shirou le recordó al Kurosaki. Este solo miró a otro lado.
"Tch, me he cansado de decirle que no me gusta el tiro al arco, es una necia" dijo Ichigo algo irritado, la verdad llevaban casi un año, en lo mismo; debía darle algo a Mitsuzuri, el que era muy obstinada.
De ahí, Ichigo sacó su comida también y procedieron a comer tranquilamente sus respectivos alimentos. Una vez terminados, reanudaron la conversación de manera casual, hablando de nada en específico.
Shirou de un momento a otro le dijo algo de lo que él no tenía ni idea hasta ese momento, el pelirrojo incluso le preguntó si vivía bajo una roca, probablemente sea así.
Aquello era que personas estaban siendo asesinadas en los últimos días, más que todo en la última semana. Esos asesinatos era realmente brutales, dónde las víctimas eran torturadas hasta el límite de lo que un humano podría llegar a soportar, como si el que lo estuviera haciendo disfrutara de la agonía de las personas, una vez que las llevaba al borde de la locura debido al sufrimiento, les arrancaba en corazón.
O eso era lo que estaban diciendo los rumores de las personas y las noticias en sí. Se escuchaba como una verdadera película de terror hecha realidad. No podía decir que la descripción de los asesinatos eran acertados ni tampoco quería comprobarlo, pero las muertes si que habían sucedido a lo largo de toda la ciudad y de manera totalmente aleatoria.
Eso le llenaba de rabia, el saber que personas estaban perdiendo la vida en la misma ciudad que él, gente sufriendo sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Apretó la manga de su camiseta con su mano derecha por la impotencia.
Por su parte Ichigo clavó la mirada en la mesa ante las noticias. Aquello no podía ser una coincidencia, esos asesinatos estaban sucediendo al mismo tiempo que la guerra estaba en pleno desarrollo. Podía apostar a que se trataba de un Servant, ahora lo tenía claro, esa noche iba a salir a dar caza a dicho Servant, no iba a permitir esa clase de actos cuando podía evitarlo.
Las ojos que estaban fijos en la mesa se desplazaron un poco hacía el frente, pero en eso vió algo que no dejó totalmente pálido por unos instantes.
"S-Shirou, ¿Qué es eso que tienes en la mano?" preguntó el shock por lo que veía. Una mancha roja en el reverso de la mano de Shirou parecía estar tomando forma poco a poco, ¿Cómo no se había dado cuenta antes?
"Ah, ¿Esto? no te preocupes. Creo que me lastimé ayer mientras movía unas cosas en el depósito, no es nada" le restó importancia a ello a la vez se acariciaba con cuidado la marca enrojecida.
"¿Qué no es nada? yo no lo creo, tengo que hablar con él cuándo salgamos del instituto, espero estar equivocado..." pensó con una gota de sudor bajando por su frente, podría estar justo en frente del último Master de la guerra, su mejor amigo podría estar metido en esa locura aún sin saberlo todavía.
La hora del almuerzo acabó y se volvieron a dirigir a los salones para continuar con las clases.
De vuelta a la misma rutina, Ichigo observando por la ventana a su lado el panorama que esta le ofrecía hacía el exterior. Podía ver la entrada/salida de la preparatoria con claridad desde ese lugar, por lo que rápidamente maldijo en su mente cuando observó el como Shirou dejaba el instituto temprano esa tarde.
Cierto, lo había olvidado, sus horarios no eran iguales. Shirou había cuadrado su horario para poder trabajar un poco los martes, miércoles y jueves, dejando libre los lunes y viernes para asistir al completo a sus clases; ese día era martes, había estado metido en tantas cosas en tan poco tiempo que los pequeños pero importante mes detalles como esos se le escapaban.
En cuanto saliera de clases, iría a casa en busca de Lancer como prometió y luego le daría una visita a Shirou, la charla que planeaba tener con Tohsaka podía esperar, algo más importante se había presentado.
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"Creo que solo iré a trabajar unas pocas horas, me estoy sintiendo algo cansado y por alguna razón esto me está ardiendo un poco" pensó Shirou sudando levemente mientras se alejaba de la preparatoria atrás.
Aún con ese malestar se dirigió a la ciudad en dirección a su trabajo, algo como eso no iba a pararlo.
Su condición mejoró un poco y pudo hacer el trabajo con normalidad, menos mal, ya que era puro trabajo físico de mover cosas de un lado a otro lo más rápido posible. Pero aún sentía como la marca ardía, una leve mirada le hizo darse cuenta de que se había expandido un poco, ¿Acaso podría tratarse de una enfermedad de la piel?
Sea lo que sea le estaba comenzando a preocupar, las horas fueron pasando, y la noche comenzaba a caer mientras él iba saliendo de su trabajo ahora en dirección a casa. Por lo que apresuró el paso y tomó la ruta más cercana, pero menos transitada.
La vegetación del camino rural que había tomado hacía que todo fuera un poco más oscuro de lo que de debería serlo en primer lugar, debía decir que era algo espeluznante; era extraño, ya que recordaba haber pasado otras veces por ese mismo camino, y nunca haber tenido dicha sensación.
Debía haber algo diferente, algo que no veía o no tenía en cuenta.
Ahí fué cuando recordó los brutales asesinatos que se estaban dando en la ciudad, sin importar el sexo o la edad, solo había un patrón.
Todos y cada uno de ellos había sido, cuando el sol se ocultaba, y era sustituido por la siempre mística luna.
Quizás por eso sentía la inquietud llegar a él, sentía la inseguridad llegarle de una forma que no podía evitar. Aquellos asesinatos eran tan horribles que le hacían dudar de que en verdad fuese un humano lo que los llegaba a cabo.
Podría decirse que era un Mago, solo hasta cierto punto. Era un insulto para un verdadero Mago que él fuera considerado uno, siendo que solo analizar y reforzar objetos, las más básicas de las magias que su padre Emiya Kiritsugu le había enseñado, y aún así estaba agradecido.
Pero una magia como esa difícilmente le salvaría de una pistola o alguien que sepa usar cualquier arma, no era más que una persona normal en ese aspecto, y eso le aterraba. Ser tan frágil, aún cuando tenía el más complicado de los objetivos.
¿Cómo podría alguien como él, cumplir ese objetivo, ese deseo que ni su propio padre pudo llegar a cumplir?
No lo sabía, aún no. Pero quería mantenerse firme, férreo en ello, aún si era un deseo estúpido y posiblemente imposible, era hermoso para él.
Su pensar en su objetivo se vió interrumpido cuándo sintió que era observado desde la oscuridad. Miró en su caminar alrededor, solo para encontrarse con que una extraña niebla se estaba haciendo notar poco a poco, siendo cada vez más densa.
La incomodidad llegó a él mientras ese molesto e aterrador sentimiento de ser observado por alguien o algo desconocido se apoderó de él, trató de respirar ando y calmarse lo más que podía, debía apresurarse en llegar a casa lo más rápido posible, ya que estaba por salir de aquella ruta que desembocaba a tan solo una cuadra de su casa.
Un par de ojos rojos como la sangre se dejaron ver sobre poco más atrás de él, ocultos en lo alto de un árbol. El chico seguramente podía sentir esa mirada en la nuca como dagas al rojo vivo.
Eso, ya había marcado al pelirrojo como su presa, una vez marcada su presa, solo quedaba divertirse con ella hasta que se rompiera como si fuese un juguete, y como último acto, tomar su corazón. Era poca, pero sentía una minúscula cantidad de Magia brotar de ese chico, ya que tenía los sentidos muy afinados, por algo era un Servant, y eso ya hacía al muchacho una mejor presa que la mayoría de gente que había asesinado anteriormente.
El reflejo de una daga se dejó ver en dicha oscuridad, la hora de divertirse, estaba por empezar.
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Iban siendo casi las seis de la tarde cuándo las clases finalmente terminaron, el sol estaba casi oculto en su totalidad.
Cuando Ichigo se disponía a abandonar el instituto, Issei apareció de repente y le pidió que por favor le ayudase a mover algunas cosas desde el depósito de la escuela hasta un salón, tenía claro que Shirou se había ido, y este era el que siempre le ayudaba en toda clase de cosas; solo por esa vez se lo pediría a Ichigo.
Este sabía que el tiempo le jugaba en contra, por lo que no se quejó y simplemente decidió ayudar lo más rápido que podía sustituyendo a Shirou al menos por esa vez.
Tardó más de la cuenta, tanto que ya había caído la noche casi en su totalidad. Por lo que se despidió y salió corriendo de la preparatoria, lo que había pensado por la mañana de camino a la escuela decidió dejarlo de lado, entraría en su estado espiritual y se desplazaría por lo aires a toda velocidad.
Eso hizo tomando su placa en mano y virtiendo su Reiatsu en ella. Las ropas negras y gran espada en su espalda no tardaron en manifestarse, señal de que ahora era totalmente un Shinigami.
Quería ir rápido, ya que pensaba que de alguna manera algo andaba mal, muy mal. No sabía muy bien el porqué de esa sensación, seguramente después de estar en situaciones límite antes le haya servido para desarrollar una especie de sexto sentido, y si en verdad lo tenía y funcionaba correctamente, tenía que apresurarse. Tanto así que dió uso a su Bankai para hacer uso de su máxima velocidad.
Mientras viajaba por los cielos a muchos kilómetros de velocidad, observó el como las luces de la ciudad ya estaban encendidas. Aceleró aún más el paso, mientras se acercaba a su casa, se concentró en su Servant tal y como la misma le había dicho temprano en la mañana y le habló.
"Lancer, no hay tiempo. Espérame afuera de la casa, nos vamos de una vez en seguida" Ichigo dijo firmemente. Esperaba que en verdad le estuviera escuchando.
"Ya veo, las cosas se han puesto en movimiento. Estaré ahí en un momento" rápidamente recibió una respuesta positiva de la mujer. Había funcionado.
Fue acercarse a la casa y dar con que Lancer le esperaba en el techo de la misma, vestida con su al parecer habitual ropa de batalla, la cuál era una maya a cuerpo completo y hombreras de oro, junto con el arma característica de su clase, la espeluznante y peligrosa lanza maldita que siempre acertaba en su objetivo, Gaè Bolg.
Ichigo con una leve seña con la cabeza le invitó a seguirlo. Scáthach saltando de techo en techo a una velocidad increíble e Ichigo sobrevolando el cielo solo un poco por encima de ella, se acercaban a su destino con extrema rápidez, el Shinigami pensaba que estaría en la casa de Shirou en tan solo segundos.
"¿Puedo saber cuál es la situación?" preguntó Lancer observando el nerviosismo y la urgencia en los gestos y movimientos de Ichigo. Si algo lo tenía así debía ser extremadamente importante.
"Creo que he encontrado al último Master de la guerra, y es otro al cuál conozco muy bien. Pude ver una marca a medio formar en el reverso de su mano en el instituto, pero creo que puede estar en peligro y tenemos que estar ahí cuánto antes" Ichigo explicó en su vuelo.
Tanto él como Lancer dieron con que había una espesa neblina cubriendo todo el panorama más adelante, Ichigo dió con que esta estaba cubriendo en su totalidad la zona donde debía estar la casa de Shirou.
"Esa neblina no es algo natural, puedo sentir claramente que es Magia. Algo debe estar sucediendo ahí dentro" avisó la mujer.
Al ingresar en la neblina, Ichigo tuvo que bajar al suelo para poder ubicarse, Lancer se paró a su lado y observó analítica el panorama.
Parecían estar en otro mundo por la extraña sensación que daba aquella neblina, si antes estaba oscuro por la noche, ahora lo estaba mucho más, no podían ver más de cinco metros delante de su narices, si querían ver más allá sus ojos se perderían en la mismísima oscuridad.
Ichigo sudó por como estaba todo, pero rápidamente se apresuró en seguir adelante; en la siguiente intercepción a la derecha, justo ahí debía ver una residencia que era una calca de la suya. Lancer apretó su lanza cuando sintió una leve sensación electricidad recorrer sus afilados sentidos, no había duda alguna.
"Ichigo, debe haber un Servant. No puedo dar con su ubicación debido a la magia con la que está impregnada la niebla, pero esta cerca. Prepárate para pelear aquí y ahora" le dijo con severidad al momento en que cruzaron a la derecha.
Ichigo solo calló e hizo caso, colocó a Tensa Zangetsu frente a él y siguió adelante, si no fuese porque Lancer le avisó no se hubiera dado cuenta, al parecer solamente podía dar con un Servant cuando las condiciones eran normales, y la niebla no era algo normal.
Tardaron dos segundos en llegar a al entrada de la residencia, Lancer miró con extrañes como era exactamente la entrada que la de la casa de Master.
Justo cuando se disponían a ingresar, Ichigo se paró en seco al igual que Lancer. Un sonido, algo había aterrizado solo a pocos metros de ellos, fueron rápidos como para ver por el rabillo del ojo el como una pequeña figura estaba agachada justo al límite de lo que la neblina los dejaba ver.
No vieron su cara, solamente la parte inferior, y con esta un cuchillo ensangrentado en la mano derecha. Todo ello duró un parpadeó, ya que con la misma velocidad que aterrizó, soltó para perderse en la oscuridad.
"¡Lancer, dime que viste eso también!"
"¡Lo ví! ¡Si es un Servant tiene que ser Assassin!"
"¡Tch, síguelo! ¡No dejes que escape, yo me ocuparé de las cosas por aquí!"
"¡Eso haré, pero ten algo en cuenta, el Servant que sentí antes no es Assassin, debe haber otro ahí dentro!" Lancer le avisó por último vez antes de centrarse en acatar la orden, de un destello rojo desapareció a toda velocidad con la intención de seguir a Assassin.
Por su parte Ichigo corrió hasta dentro de la residencia, en un vistazo rápido por dentro de la casa no dió con absolutamente nada; debía decir que el ver ese cuchillo lleno de sangre en las manos Assassin le llenó de pánico y urgencia.
La niebla perduraba incluso dentro de la casa, pero eso no evitó que en segundos la recorríera por completo. Sin encontrar nada y con el pulso aumentando, salió al patio y se paró en medio del mismo.
En la tierra bajo sus pies pudo ver con claridad unas gotas de sangre, parecían hacer un camino por el suelo hasta dónde sus ojos no podían llegar. Si se ubicaba como si esa fuera su propio patio, entonces ese rastro debía llevar directo al depósito.
Las siguió poco a poco con su espada en alto, esperando lo mejor, y preparándose para lo peor. Aún tenía en cuenta que otro Servant debía estar cerca, Lancer fué trás Assassin y ahora estaba solo contra lo que sea que esté dentro de ese depósito que estaba a tan solo unos pocos metros.
La niebla pareció comenzar a despejarse con lentitud, pero mientras lo hacía, Ichigo por puro reflejo levantó su espada con urgencia para desviar lo que parecía ser un proyectil de cristal en forma de lanza que ingresó en su campo de visión frente a él.
Logró desviar la lanza con éxito y rechazarla hacía el oscurecido cielo. "Maldita sea. Eso vino desde el depósito" pensó apretando los dientes, no podía sentir el Servant claramente debido a la molesta niebla, pero ahora ya no hacía falta, estaba justo frente a él.
Cuando estaba dispuesto en llevar a cabo un ataque frontal, tuvo que repensarlo, ya que un segundo después otras tres lanzas iguales fueron hacía él desde la misma ubicación, el frente.
Trabajó furiosamente para desviarlas también, por un momento intentó romper una con pura fuerza bruta, pero fué inútil, solo pudo apartarla como las demás.
Sucede que todas esas lanzas no eran más que una distracción, preparando el escenario que su enemigo quería. Contra todo pronóstico, este mismo trás las sombras fué el que tomó la iniciativa y dejó la seguridad que la niebla le ofrecía para buscar una pelea frontal de manera repentina y muy atrevida.
Rápidamente Ichigo colocó su espada frente a él para cubrirse de lo que parecía ser un...
¿Báculo? ¿Una espada? ¿Ambos?
Blanco con detalles dorados, al parecer del más fino oro posible. En el extremo más alto se ubicaba, por decirlo de alguna manera el báculo, y en el extremo más bajo y con el que estaba ocupado defendiendo, una elegante espada que parecía tener la forma de un diente de tiburón.
Era gigantesca, eso estaba claro, su Zangetsu en su forma Shikai quedaba pequeña en comparación dicha arma, y al momento de colisionar la fuerza trás de esta era considerable. Grata fué su sorpresa cuando vió la persona que estaba empuñando tan imponente arma.
Se trataba de una chica, que al parecer... ¿Estaba flotando en el aire? solo pudo ver su pequeño cuerpo, ya que el arma de esta se encontraba en medio y no le dejaba ver del todo bien.
No la subestimaría, después de todo estaba en pleno forcejeo con ella y no parecía retroceder. Se apresuró en apartarla aplicando más fuerza, lo consiguió por un momento y abanicó su espada con la intención de echar a un lado la poca neblina que quedaba, no dudando en lanzarse al ataque.
Ahora sin la niebla podía ver muy claramente, y con ello se sorprendió aún más al observar como las lanzas de cristal que había desviado hace poco, bailaban alrededor de la chica como una especie de escudo. La sorpresa pasó a ser incredulidad cuando de un movimiento de manos, hizo que las lanzas fueran tragadas por unos portales en el suelo bajo ella.
El rostro de Ichigo se iluminó desde abajo, con solo mirar un poco al suelo, dió un salto hacía atrás, y justo dónde estaba parado antes salió una de las lanzas, que de no haberse movido le habría empalado como a un pollo. Tuvo que hacer tres saltos más hacía atrás, esquivando tres veces aquellas peligrosas y enigmáticas, pero muy elegantes armas que parecían tener vida propia.
Ahora se encontraba más lejos del depósito, y estaba encarando directamente a su rival que parecía darle una pausa al asalto continúo que había estado haciendo contra él.
Pudo ver a la chica en su totalidad, ya no había niebla que pasase su figura, ni su elegante y místico aspecto. Sus ojos eran verdes y su cabello rubio era largo separado en dos coletas, amarrado con un elegante lazo azúl trás su cabeza.
En su frente tenía grabado un símbolo dorado de cuatro partes, y sobre su cabeza una corona de oro; lucía como una verdadera reina, una reina guerrera, ya que sobre su pecho y parte de su cintura estaban cubiertas por una armadura. La hacía ver más impresionante la manera en la que las lanzas de aquel aspecto cristalino que lo habían atacado se posicionaron a su lado, como si pensaran por si mismas y tuvieran la intención de defender a su portadora.
Ahí estaba ella, encarandolo sin una pizca de miedo en el rostro, al contrario, la chica lo esperaba de frente con unos ojos y expresión más que decidida para pelear con los enemigos de ella, y de su Master.
Por y para eso, ella había sido invocada como Servant Clase Caster, en esa Guerra del Santo Grial.
Esta se alzó en el aire, dejando aún más claro que podía volar. Soltó su gigantesca espada y de un movimiento de manos esta se posicionó trás ella. Las lanzas nunca abandonaron su posición, se mantenían férreas a su costado derecho, preparadas para atacar o defender en cualquier momento.
La batalla, debía continuar.
Continuará...
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