XXXVI - Favor

Fernando Rizzo finalmente cumplió la promesa que le hizo a Damián Lombardi, estaba enfrente de la tumba de él y no podía evitar sentir una profunda nostalgia.
Después de tanto tiempo podría conversar con él, aunque ahora ya no lo escucharía más. Pero quería deshacerse de toda esa amargura que albergaba su ser, era necesario dejarlo ir de una vez por todas.

Quería pasar a darle un último adiós al hombre que todavía amaba, luego quería ir a tener una conversación con Raffael, necesitaba saber cual era el futuro que le esperaba.

—Me encantaría estar contigo, pero ahora no es el momento. Lamento haberte alejado de mí, de verdad lo siento. Solo quería hacerte saber que me encuentro bien, estaré en la fortaleza de mi familia.
No quería ponerte en peligro Damián ¿Podrías espérame un poco más amor?

Tal vez él no podía escucharlo, pero quería hacerle saber los últimos acontecimientos. Era una manera de reivindicarse ante él.

—Finalmente pude acabar con el traidor que estaba pudriendo a los 5. Con esto espero que puedas tener algo de paz, aunque no puedo hacerlo sin ti —suscitó con la voz quebrada, estaba a punto de llorar—, tú siempre tenías la respuesta para todo, encontrabas la manera de llevar un rayo de luz en medio de la tormenta. Te pido que me guíes una vez más, por que sinceramente no tengo fuerza para seguir.
Necesito que me ayudes, de verdad no puedo más con todo esto.
Además de perderte a ti... también perdí a mis hijos ¿Esta es la vida qué me merezco?

Por otro lado había otra persona que también estaba destrozada y ese era Raffael, no le era fácil asimilar el estado en el que se encontraba Gabriel.

Los días sin él se habían convertido en un martirio, lo extrañaba demasiado y solo estaba esperando que despertará.
No quería apartarse de su prometido, pero su progenitor lo mando a descansar.

Pensaba que había sido una mala idea, todo le recordaba a su prometido. El olor de su perfume aún lo podía percibir en el aire, no era sencillo estar en su habitación.
Al menos sentía que tenía una parte de él, se había quedado abrazando su almohada, tratando de sentir su esencia, quería creer que todo saldría bien al final y que ellos se casarían.

Él siempre tuvo razón, de algún modo logró lo que tanto había deseado, por que terminó totalmente enamorado del capo. Había cedido en cuerpo y alma solo por sus besos. 
Fue haciéndolo poco a poco, primero se encargaba de llevarle rosas todos los días, cada que despertaba veía una rosa junto al buro.
Ahora intuía que él era quién siempre le preparaba el desayuno.
Con el paso del tiempo fue dejándole notas, aunque no estuviera cerca siempre se encargaba de explicarle los motivos detrás de ello.

Estaba vez no había nota, ni ninguna rosa, tampoco se encontraba su desayuno, del mismo modo que se fue la sensación de cada beso que solía darle en la mejilla antes de irse.
Todas aquellas cosas que pasó por alto se fueron, solo podía releer las antiguas notas que aún conservaba.
La foto de Gabriel, Damián y Sergio tampoco ayudaban en nada, era una sensación horrible el saber que su hermano menor había muerto.

Una visita inesperada lo sorprendió, Bianchi llamó su atención, le comentó que Fernando Rizzo deseaba hablar con él, que era carácter de urgencia.

—¿Por qué no te quedaste con Gabriel?

—Ordenes del Don, me dijo que si algo llegará a pasarle —suspiró—, entonces yo debía guiar al siguiente en la línea de sucesión y ese es usted.
Estaré a su servicio si así lo desea, pero si quiere a otro Consigliere respetaré su decisión.
Y el Jefe esta custodiado, tal como le comenté antes de que se marchará del hospital, se encuentra uno de los mejores Caporegime junto con un grupo de Soldati, le prometo que estará bien.

—¿Qué hay de los antonegra?

—Estan haciendo su trabajo, son quienes se encargan de cobrar los préstamos, los permisos, además de matar a quien sea necesario. Siempre y cuando el Jefe lo ordené.
El trabajo de un soldato consiste más en combatir y de vez en cuando llegan a hacer extorsiones, el deber del caporegime es dirigirlos, controlan un régimen dentro del grupo.
Hablando de los términos de la Mafia, quiero presentarle a alguien que debe conocer, es indispensable.

—Me presento, soy Luca De Santis, soy sicario con órden directa del Don, en ocasiones también puedo ayudarle a revisar la gestión de territorios.
Estoy a sus servicios y es un honor el conocerlo, puede pedirme lo que sea.

—Se los agradezco.

Eran demasiadas cosas por procesar, no comprendía nada de lo que estaba sucediendo.
Bianchi volvió a decirle respecto al tema de Fernando Rizzo, solo recordaba que le había avisado de la muerte de Sergio.

No tenía ganas de seguir escuchando nada respecto a la Mafia, necesitaba descansar y estar en paz aunque fuera solo un momento.
Su prometido estaba internado en el hospital, probablemente lo perdería para siempre, aunque otra parte de él se negaba a aceptarlo.
Quería casarse con la persona de la que se había enamorado, deseaba escapar de todo lo que le estaba ocurriendo. El Lunes regresaría al Instituto y no sabía como hacerlo.

El tener que ver a Rizzo lo deprimía más, pero no tenía tiempo de autocompadecerse, Fernando había perdido a su hijo. Y él tenía la esperanza de recuperar a Gabriel, aunque fuera una mínima posibilidad.

—Lo lamento.

—Esta bien, te agradezco el haberme recibido ¿Sabes lo que harás ahora?

—No lo sé y no quiero saberlo.

—El hecho de que los Jefes de los 5 estén muertos, no significa que los Underboss lo estén. Al momento de morir el Don, es finalmente el Underboss el que escala al puesto de Jefe en la línea sucesora.
Los acuerdos se rompen y es necesario volverlos a formar, si no actúas te van a matar por el territorio de Lombardi, esto no se trata solo de Gabriel, se trata de la gente a su servicio. No caerán tan fácil, lucharán por el honor de la familia hasta que el Jefe original regresé.

Los acuerdos siempre son necesarios, incluso entre los países se hacen para llevar al cabo la paz entre las naciones.
Sin este equilibrio todos perecerían y es que la Mafia era igual que una gran nación regida por reglas.

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