Escenas Extra
(Nota de autora: hay dos finales escritos, son diferentes pero el tema principal es el mismo. No podía decidir cuál era mejor, así que escribió los dos y aquí los tenéis.)
PRIMER FINAL (tres meses después de la estancia de Delilah en el hospital)
ME DESPERTÉ CON la voz de Harry maldiciendo, me sobé los ojos para poder verle agarrando su pie mientras encendía la luz. Gruñí, cerrando los ojos y poniéndome la sábana sobre la cabeza.
"¿Cómo puedes hacerme esto a mí?"
"Creo que me he roto el pie al golpearme con la mesita de noche."
"No has respondido a mi pregunta."
"¿No te importa si me he roto el pie?"
"Si no hubieras salido de la cama, no te habrías roto el pie." Finalmente, saqué la cabeza de debajo de la sábana, entrecerrando los ojos por la luz. "¿Te has roto el pie?"
Harry frunció el ceño, intentando averiguarlo, entonces negó.
"Bien, porque ahora puedes apagar la luz."
"Son casi las once, cariño."
"Estoy intentando encontrarle sentido a la frase, pero no puedo."
Rió, apagando la luz sólo para correr las cortinas. Se tiró en su lado de la cama, moviéndose para apoyar su cabeza en mi cadera. "Me han robado mi lado de la cama," dijo, con su mano en mi tripa.
Instintivamente, puse la mía sobre la suya. "No creo que le haga daño."
Justo ayer fui a hacerme una ecografía y descubrí su sexo. Harry y Mamá fueron conmigo, ambos parecían más emocionados que yo, y eso que estaba muy emocionada.
Parpadeó, pareciendo un poco adormilado aunque una sonrisa relajada apareció en su rostro. Se inclinó, dejando un beso en mi tripa sobre la sábana. Entonces, me miró. "¿Has olvidado qué día es hoy?"
Fruncí el ceño, mirándole mientras me quedaba en blanco. "Puede ser."
"Delilah," dijo boquiabierto. "Por Dios."
Pensé un poco más, entonces abrí los ojos sorprendida. "¡Oh Dios, es el día del show!"
Rió, pero paró cuando rápidamente me levanté, para poder vestirme.
"Creo que acabo de ser destronado," dijo, sentado mirándome. "¿Vas a dejarme por uno de ellos?"
"Harry," dije, mirándole como si mi emoción sobrepasara límites. "Estamos hablando de abrazar a bebés tigres. No puedes ser siempre mi primero."
Puso un puchero. "Pero me gusta ser el primero."
A mitad de abrocharme el pantalón, le di un beso corto. "Volverás a ser mi primero mañana."
Metió un dedo en una de las hebillas de mi pantalón para evitar que me moviera. "¿Puede ser después de que acabe el show? Esperar hasta mañana es un poco drástico."
Junté mis labios pensando, como si fuera algo difícil de escoger. "Ya veremos."
El tiempo en abril siempre era raro. Podría estar lloviendo o haciendo muchísimo calor durante el día, así que me puse un pantalón vaquero, una camiseta y un jersey fino con mis sandalias. Lacy me llevó de compras hace unas semanas, decía que toda chica necesitaba al menos un par. Eran simples y sorprendentemente cómodas, por no decir fáciles de poner.
Aquel mismo día, compró a Nathan un onesie de Winnie the Pooh con capucha y todo. Cuando le dije que no habría manera de que se lo pusiera, sonrió y dijo que me enviaría una foto.
Dos noches después, recibí la foto.
Harry y yo reímos por quince minutos, y sacamos el tema cada vez que le vemos.
Después de haberme vestido, fui a prepararme un bol de cereales. Hace poco descubrí que estaban hechos de frutas y malvavisco, casi como Lucky Charms, pero cien veces mejor. Eran mi adicción y la mayoría de las veces los tomaba de desayuno y de cena.
Harry entró a la cocina, abotonándose la camisa. Tenía una mirada extraña en su rostro que no podía identificar, especialmente después de su momento juguetón hace unos momentos. Alcé mis cejas, con la cuchara a medio camino de mi boca, pero me sonrió débilmente y sacó zumo de naranja de la nevera.
"¿Estás enfadado por no ser mi primero?" pregunté, bromeando en parte.
Sacudió su cabeza, riendo. "No estoy enfadado, Delilah. Y especialmente no sobre eso. Sé que abrazar a los tigres es algo emocionante."
"Pareces molesto."
"Estoy bien, amor. Te lo diría de no ser así," prometió, besando mi mejilla.
No totalmente convencida, debatí un momento entre si debería o no seguir con el tema. Decidí dejarlo, confiando en él. Quizás me había confundido. Sólo quería asegurarme de que estaba feliz.
El zoo estaba un poco abarrotado, pero la mayoría estaba ahí sólo por el show de los tigres y no tenían el pase extra como Harry y yo. En el show, nos sentamos por la mitad de las escaleras, teniendo una vista decente del área donde iban a salir los tigres adultos. Cada vez que venía, los tigres hacían trucos y pasaban los aros y dejaban a los adiestradores, bueno, sujetarles. Como si se estuvieran abrazando.
Siempre había envidiado eso, y ahora iba a tener la oportunidad de hacerlo yo.
Cuando el show terminó, la gente con pases al backstage fueron llamados y guiados hacia la zona donde estaban los animales. Nos dijeron que no nos acercáramos a los que estaban en jaulas individuales, pero obviamente era una norma. De todas formas estaban echados la siesta.
Harry seguía callado, mordiéndose el interior de las mejillas mientras miraba alrededor. Agarré su mano, lo que provocó que me mirara y yo le mostrara mi preocupación. Pero besó mi frente y siguió caminando.
El miembro del staff que nos guiaba se llamaba Bethany. Habló sobre cuán dulces eran los bebés y lo amistosos que eran, e incluso que la mayoría de los tigres adultos disfrutaban estar rodeados de personas.
Llegamos a una jaula especial para los bebés, que contaba con mucho espacio para que se pudieran mover. Sólo éramos siete en el tour: otra pareja, una madre, su hija y su hijo, Harry y yo. Bethany nos contó sobre el peligro que podría traer interactuar con los animales, qué hacer y qué no hacer. Habían otros miembros del staff dentro de la jaula que supervisarían cada interacción.
Prácticamente estaba emocionada. Tan pronto como entramos, los tigres se acercaron a olernos y a rebozarse contra nuestras piernas como si fueran gatos.
Había dos tigres blancos y dos de bengala. Uno de los blancos se sentó a mis pies, y yo cuidadosamente le acaricié tras las orejas. Bethany se acercó y me dijo que su nombre era Lilly. Sorprendida porque se llamaba igual que el tigre de peluche que Harry me regaló (salvo que esta Lilly está viva), le miré para ver si había escuchado, pero no estaba aquí.
Frunciendo el ceño, le busqué. La otra pareja estaba jugando con un tigre de bengala al otro lado del campo. La pequeña familia estaba jugando con los otros dos tigres. Los miembros del staff estaban hablando entre sí.
No veía a Harry.
¿Cómo demonios podía haber desaparecido?
Me giré hacia el bebé cuando golpeó mi pierna con su cabeza. Dudé un momento antes de sentarme cruzada de piernas, aún intentando buscar a Harry, pero la pequeña estaba pegada a mí.
Era increíble.
Justo cuando estaba contemplando la idea de levantarme para buscarle, apareció de la nada y se sentó a mi lado. Le miré confundida, y aún así intentó sonreír. Pero esta vez no parecía tan sincero, como si estuviera nervioso.
Para evitar que me centrara en él, señaló a la tigresa, que estaba olfateando a su alrededor. "¿Tiene nombre?"
"Lilly," le dije. "Se parece a mi peluche, ¿verdad? Qué raro..."
Parecía sorprendido, pasando una mano por su lomo. "Creo que la gustas," dijo cuando Lilly se volvió a tumbar frente a mí.
"No me voy a ir de aquí nunca," le susurré dramáticamente.
Rió.
Bethany dijo, "Le gusta que le acaricien la tripa. Lilly siempre ha sido más canina que felina, en verdad."
Lo hice, su piel suave atravesaba mis dedos. "Buen consejo, puede que me la lleve."
"Yo también lo he pensado," contestó Bethany, riendo.
Hice unas cuantas fotos para enviárselas a Mamá y a Lacy, que me las habían pedido. "¿Dónde estabas?" pregunté a Harry mientras enviaba las fotos.
Cuando no respondió, le miré para verle sonrojado. "Estaba hablando con uno de los del staff."
Entrecerré los ojos. "Eres malo mintiendo. Mentir no va en tus genes, Harry."
Bethany interrumpió, casi como si estuviera ayudándole. "¿Quieres darle de comer?" me miró.
Me quedé un rato mas mirando a Harry, que me evitaba, entonces suspiré y asentí. "Claro."
La seguí hasta la pequeña sala donde guardaban las latas de comida. Bethany mezcló algo en una botella, diciéndome que los tigres aún tenían que beber leche hasta que pudieran comer carne. No me importaba. Alimentarles así era mucho más mono.
Cuando volvimos, había otro miembro del staff que no había visto antes hablando con Harry. Tenía el pelo negro aunque su piel era blanca y tenía los ojos azules. Nunca antes le había visto, pero estaban hablando como si fueran amigos.
Cuando me paré a su lado, confirmó mis pensamientos. "Delilah, este es Eric. Fue una de las primeras personas que conocí cuando me mudé aquí."
Eric sonrió, extendiendo la mano. "Encantado de conocerte, Delilah."
"Igualmente," dije, devolviéndole ambos gestos con amabilidad.
"Él me ayudó a conseguir los pases extra," admitió Harry.
"Gracias."
"No hay de qué."
Harry no paraba de moverse, Eric estaba casi sonriendo, y Bethany parecía estar divirtiéndose. Estaba tan confusa con todo esto, que intenté centrarme sólo en la pequeña tigresa.
Me arrodillé con la botella en mi mano mientras Bethany me daba instrucciones de cómo sostenerla y que Lilly sabría lo que hacer. Cuando la pequeña alzó la cabeza hacia la botella, los rayos del sol se reflejaron en algo metálico que rodeaba su cuello. No lo había visto cuando la acaricié antes, y me acerqué para echarle un mejor vistazo.
Mi corazón se paró y todo cobró sentido.
Incluso se me cayó la botella con la sorpresa.
Lentamente agarré la cadena del cuello de Lilly, entonces miré a Harry.
Lamió sus labios, aún pareciendo ansioso mientras extendía su mano para ayudarme a levantarme. La acarició.
Entonces se arrodilló.
Dejó escapar una risa nerviosa y bajó la mirada. "Tenía un discurso preparado, pero no puedo recordar nada de ello, así que supongo que tendré que improvisar." Finalmente se las apañó para mirarme, mostrando toda la emoción posible en su mirada. "No hemos estado juntos mucho tiempo, pero cada momento contigo me hace desear más. El otro día cuando hablaste sobre convertir la habitación de invitados en una para el bebé, algo se encendió en mi mente; sabía que quería tener una familia contigo. También supe que quería despertarme con tu sonrisa cada día hasta que seamos viejos y apenas recordemos nada. Pero sé que siempre recordaré tu sonrisa. Sé que siempre intentaré ser el único que te haga feliz. Así que, Delilah..."
Cogió el anillo (aún en la cadena) de mi mano, sujetándolo con manos temblorosas.
"¿Serías la única que me hiciera feliz casándote conmigo?"
Mi corazón no podía aguantar la idea de cuán apasionado era, cuán enamorado estaba. Quizás era demasiado pronto para prometernos, pero sería una promesa de su pasión, de su amor. Su pasión y amor por mí, su pasión y amor por el bebé.
Y Harry Styles no rompía ninguna promesa.
Podía decir que se ponía más y más nervioso con mi silencio, así que dejé que una sonrisa apareciera en mi rostro, dando a su mano aún en la mía una caricia, y en voz baja susurré una respuesta, "Sí."
SEGUNDO FINAL (siete meses después de la estancia de Delilah en el hospital)
-HARRY STYLES-
ESTABA FLIPANDO MAYORMENTE. Eran las cuatro de la mañana cuando Delilah se despertó, diciendo que era la hora. Al principio pensé que se refería a que era la hora de despertarse, pero entonces la hora en el reloj me chocó y me hizo comprender.
Nunca había saltado más rápido de la cama en mi vida.
Estaba lleno de emoción y nervios mientras conducía al hospital, sin respetar los límites de velocidad lo más mínimo. Delilah estaba intentando controlar su respiración en el asiento del copiloto, con los ojos cerrados y una mano en su tripa.
El bebé llegaba pronto, lo cual el doctor había previsto porque Delilah solía estar mal alimentada. Había salvado al bebé, pero lo malo era que la pequeña sería prematura. Eso hizo que mis nervios acrecentaran. No estaba previsto su nacimiento hasta dentro de dos meses.
Tan pronto como llegamos, entré al hospital gritando que mi novia estaba dando a luz. Las enfermeras entraron en acción, una trayendo una silla de ruedas y la otra corriendo detrás suya. Ayudaron a Delilah a sentarse, y el camino a través de los pasillos comenzó.
Pensé que Delilah iba a arrancarme la mano de mi brazo de agarrarla tan fuerte.
Las enfermeras entraban y salían inspeccionándola, así como hizo el doctor que atendería el parto. Se aseguró de que supiéramos los riesgos del parto prematuro, lo cual sólo hizo que Delilah agarrara mi mano imposiblemente más fuerte y que mis nervios subieran tan alto como un cohete.
Recé al Gran Hombre del cielo en silencio.
Una hora pasó desde que llegamos al hospital. Llamé a la familia de Delilah después de que me lo pidiera, y todos vinieron a verla. Nathan estaba fascinado con la máquina que leía las contracciones de Delilah, y para ser honestos, era muy guay. No para ella, obviamente.
"¡Oh, esa ha sido grande!" dijo Nathan con los ojos abiertos.
Delilah tenía mi mano en una de las suyas y la otra agarrando la barra de la cama. "No lo sabía," murmuró entre dientes.
Su madre estaba intentando darle consejos sobre las respiraciones y esas cosas, y su padre decía a Nathan que parara.
"Pero es raro e increíble a la vez," dijo.
Su padre sonrió. "Deberíamos comprarte uno de esos simuladores de partos."
"¡No! No he dicho que quiera experimentarlo."
Su padre le ignoró. "¿Alguien tiene hambre? No he tenido la oportunidad de comer antes de que Mandy me sacara a rastras de casa."
Se ofreció a bajar y conseguir comida, y Nathan fue con él. Extrañamente me sentía culpable de que tuvieran que ir a traerme algo de comer, pero ambos dijeron que debería quedarme con Delilah porque el bebé podría llegar en cualquier momento.
Y apenas dos minutos más tarde, lo hizo.
***
No conseguimos verla mucho tiempo. Su respiración no era normal. Algo de sus pulmones no estaba completamente desarrollado. Las enfermeras intentaron asegurarnos que sus posibilidades de sobrevivir eran altas, pero Delilah estaba llorando. Ni siquiera tuvo la oportunidad de cogerla.
Mentiría si dijera que yo no estaba al borde las lágrimas, pero intentaba estar relajado por Delilah, e intentaba pensar positivamente.
Delilah tenía su cara en mi pecho, agarrando mi camisa. Acaricié su pelo, susurrando que todo iría bien, besé su cabeza--intenté todo para calmarla. Una de las enfermeras se quedó en la habitación, asegurándose de que Delilah estaba bien e intentando asegurarla que todo iría bien, una vez más.
La madre de Delilah, que había estado en la habitación, estaba pálida y sentada en la esquina, inmóvil, en silencio.
Nathan y su padre regresaron, ambos parecían igual de sorprendidos pero también intentaban calmar el ambiente, como yo.
Perdí la cuenta de hace cuánto se había marchado el doctor con el bebé.
"No va a volver, ¿verdad?" susurró Delilah, con los ojos rojos y su cara llena de lágrimas.
"No digas eso, amor," murmuré, acariciando su espalda.
La sala estaba inmersa en un silencio abrumador, e incluso las enfermeras se disculpaban porque estaban a punto de llorar.
Un rato después, llamaron a la puerta, y el doctor entró con ella en sus brazos.
Una nueva oleada de sollozos volvió a Delilah, pero estaba vez sonreía de oreja a oreja, riendo aliviada cuando el doctor se la dejó en sus brazos.
Era preciosa.
Sus ojos estaban abiertos y eran de un azul oscuro. Tenía un poco de pelo negro en su cabecita. Una pequeña naricita, labios pequeñitos, dedos frágiles que sin fuerza se agarraban a los de Delilah.
"Olivia," susurró, mirándome con los ojos llorosos. "Definitivamente le pega Olivia."
***
Al día siguiente me fui a casa para traer varias cosas a Delilah para que pudiera ducharse y ponerse su pijama en vez de la bata del hospital. También intenté coger algo para mí, pero me aseguré de no tardar demasiado.
Delilah estaba de pie frente a la pequeña incubadora de Olivia, con los brazos cruzados sobre su pecho y una sonrisa dulce en sus labios. Aún hacía que me quedara sin aliento cada vez que la veía. Y pensar que sólo llevamos un año juntos pero aún así me enamoro más y más cada día.
Me acerqué a ella, rodeándola por la cintura con mis brazos y descansando mi barbilla en su hombro. Besé su mejilla, entonces bajé la mirada a la bella durmiente.
"Estaba pensando," dijo ella en voz baja. "Olivia Evie Styles. Es diferente, pero creo que es bonito. ¿Qué piensas?"
Es la hora...
"Creo que deberíamos hacerlo oficial," contesté.
Le llevó un instante a Delilah pillarlo, y cuando lo hizo, se quedó boquiabierta, girándose tan rápido que tuve que dar un paso atrás con una risa nerviosa.
Metí la mano en mi bolsillo y me arrodillé.
"No necesitas oír un discurso de cuánto te amo porque te lo recuerdo cada día."
Delilah tenía las manos sobre su boca, y esperaba que fuera de felicidad y no porque se sintiera mal por rechazar mi propuesta.
"Delilah, ¿quieres casarte conmigo?"
Gracias a Dios, era de felicidad.
Soltó una pequeña risa, agarrando mi cara entre sus manos haciéndome poner en pie. Presionó sus labios contra los míos y susurró, "Sí."
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