Capítulo 9

"¿PAPÁ? SOY YO."

Delilah! Bueno, parece ser que te ha llevado mucho tiempo llamar."

Retorcí el borde de mi camiseta entre mis dedos. "Lo sé. Lo siento. He estado...ocupada. No sé." Inspiré bruscamente. "¿Está mamá por ahí?"

Papá bajó el tono en preocupación. "¿Va todo bien, cariño?"

Algo de hablar con tus padres siempre te hace querer llorar. Me sentí suficientemente valiente para la discusión cuando me estaba preparando hace unos momentos, sin el menor temblor en mi voz. Ahora estaba intentando deshacer el nudo de mi garganta.

"Sí," mentí, me tembló la voz. "Yo sólo...necesito hablar con ella. Con vosotros, pero..."

Se quedó callado un momento. "Los temas de chicos es algo de madre-hija. Lo pillo. Pero estás bien, ¿no?"

"Que sí." Las mentiras seguían cayendo, y era asustadizo lo naturales que se sentían.

"¡Mandy!" gritó de fondo, su boca estaba al lado del altavoz pero obviamente no demasiado lejos. Aparté el móvil de mi oreja hasta que le escuché hablando suave de nuevo. "Es Delilah."

"Ya pensé que te habías olvidado de nosotros," bromeó.

Parpadeé para evitar que el agua se acumulara en mis ojos, un nudo se formó en mi estómago que solo podía ser de la nostalgia. ¿Cuándo fue la última vez que les llamé? ¿O les vi? Ni siquiera podía recordarlo. Era una hija terrible. Una persona terrible.

"¿Cariño?" suspiró, trayéndome a la realidad. "¿Qué pasa?"

Tomando una bocanada de aire temblando, lo solté. "¿Puedo ir a casa?"

"¿Qué clase de pregunta es esa? Pues claro que puedes."

"Quiero decir...por más tiempo que solo una visita."

Fue su turno de quedarse callada un instante. "¿Justin?"

Una lágrima rodó por mi mejilla y la quité con furia. Pero incluso estando frustrada no era suficiente como para evitar que mi voz se rompiera. "Sí."

"¿Vas a venir hoy?"

"Si te parece bien."

"Delilah, deja de ser tan tonta. Te estaremos esperando, hija."

"Te quiero. Y a papá también."

Podía escuchar la sonrisa en su voz y la calidez me arrulló. "Y nosotros te queremos a ti."

Cuando colgué, me quedé sentada un momento y traje mis rodillas hacia mi pecho. Pasé una mano por mi pelo, usando la manga de mi suéter para secar las lágrimas. Seguía recordándome a mí misma que era una estupidez seguir llorando. Las lágrimas no te llevaban a ningún lado excepto a más lágrimas. Estaba sorprendida de que todavía tuviera agua en mi interior. Sentía que podía llorar por una cantidad interminable de años.

Hubo un solo golpe en el marco de la puerta. Harry estaba allí de pie con una mirada de comprensión. Miré alrededor de la habitación de invitados, la cama en la que me dejó dormir, el rincón donde estaba mi única maleta, la silla en la que estoy sentada y la ventana a mi derecha. Él ya había recibido una abundante cantidad de gratitud por mi parte, pero ni un solo ''gracias'' podría resumir lo agradecida que estaba con él.

Aclaró su garganta. "Yo, uh. Acabo de terminarme el pastel. ¿Eso me convierte en un mal entrenador?"

No pude hacer más que sonreír un poco. "El peor."

Alzó sus cejas. "Creo que no te quiero ya de clienta." Rodé mis ojos mientras se sentaba en el borde de la cama. "Te he guardado un poco. Solo en caso de que quisieras."

No respondí. No había nada que decir. No quería nada.

Se rascó la nuca. Sus mejillas parecían estar un poco rojas, pero bajó la mirada antes de que pudiera confirmar el rubor. Sacudió la cabeza un poco, como si estuviera debatiendo algo. Finalmente, preguntó en una voz casi inaudible. "¿Cuándo quieres ir a por tus cosas?"

Sabía que tendría que volver a ese edificio tarde o temprano, pero parecía que sería demasiado pronto para mi gusto. Sin embargo, ya había hecho planes de volver a casa hoy. No iba a dejar el país ni nada por el estilo, solo eran 30 minutos de viaje en coche. Quería empezar de nuevo. No quería hacerlo demasiado lejos. Todo terminó la otra noche, pero parecía que habían sido años.

"Probablemente dentro de poco. No tienes que ayudarme. En verdad no tengo demasiadas cosas que recoger."

Me miró y supo que era innecesario haberle dicho todo esto. Iba a venir de todas formas.

"Gracias," le dije por enésima vez desde que me trajo a su apartamento.

Harry esquivó el comentario. "No tienes que seguir dándome las gracias, Delilah."

"Pero lo hago," discutí. "De verdad que significa mucho para mí. Siempre he sentido que no le importaba a nadie pero...a ti sí. Es bonito saber eso."

Se quedó mirándome un rato. Entonces, se confirmó que había estado ruborizado cuando lo hizo de nuevo. Sus ojos volvieron a bajar la mirada y se estaba rascando la nuca otra vez. "Todavía voy a seguir viéndote, ¿verdad?"

Ladeé mi cabeza, dándole una mirada extraña. "Estás actuando como si me estuviera yendo a otro estado."

Se encogió de hombros. "A veces una distancia corta se siente igual que una larga. La gente se muda. Y eso es algo bueno, pero..."

"Harry," paró y me miró. Sonreí. "Me he esforzado por tomar estas sesiones de entrenamiento, y todavía me quedan seis más. No voy a haberme gastado el dinero a lo tonto."

Sus cejas se fruncieron. "¿Y qué pasará después de esas dos semanas?"

Actué como si estuviera sopesando mis opciones. "Eh, tendré que decidir si merece la pena conducir media hora solo para verte."

"Eso es muy frío, Delilah."

"Siempre he preferido lo frío. Todo tiene sentido ahora."

Me imitó como un niño pequeño antes de sonreírme. "Si decides que no merece la pena, ¿al menos podrías enviarme un pastel cada semana o así?"

Agarré el cojín que tenía detrás y se lo tiré. Lo cogió entre sus manos y dijo, "¿Eso es un no?"

Levantándome deprisa, cogí el cojín de entre sus manos para pillarle fuera de guardia, entonces le golpeé en el hombro con él. Agarró la almohada de la cama y la sostuvo en lo alto advirtiéndome, como si me estuviera retando. En respuesta, le golpeé en la cabeza, una risa se escapó de mi boca por su expresión de desconcierto. Estaba demasiado ocupada riéndome para darme cuenta de que había alzado la almohada hasta que me golpeó en el costado, haciéndome perder el equilibrio y caer en la cama.

Harry se arrodilló a mi lado, con la almohada lista para otro golpe. "No me hagas hacerlo, Delilah. La decisión más sabia sería rendir—"

Le corté golpeándole en la mejilla con mi cojín.

Mi estómago dolía de reírme tan fuerte. Le pillé antes de que pudiera levantarse, puse mis rodillas en ambos lados de sus caderas. Presioné el cojín en su cara. "Gané," le dije entre risas.

Dijo algo pero su voz estaba amortiguada. Sobresaltándome, soltó su almohada por un momento para agarrarme, haciéndonos rodar. Tenía una sonrisa victoriosa mientras agarraba mis muñecas para prevenir un contraataque.

"¿Qué decías?"

Sonreí satisfecha. "¿Sabes?, ahora me resultaría sencillo pegarte un rodillazo donde realmente duele."

Sus ojos se abrieron de par en par. "No lo harías."

"No lo haría."

Soltó un suspiro de alivio. "Así que yo gano, ¿verdad?"

"¿Cómo has sacado esa conclusión?"

"Te tengo agarrada. La mayoría de personas lo consideraría una victoria."

"Vale, tú ganas."

Sonrió, sus manos aflojaron el agarre.

Tomé la oportunidad, rápidamente agarré mi cojín y le golpeé. Su mandíbula se abrió, pero no se movió. "¡Eso es trampa!"

"No he dado los tres golpes," remarqué.

"Esto no es la UFC, Delilah."

"Cuando mi padre y yo hacíamos peleas de almohadas cuando era más pequeña, la pelea no terminaba a menos que alguien diera los tres golpes."

"¡Bueno, no me dijiste esa regla!"

"No preguntaste por las reglas."

Entrecerró los ojos. "No me diste la oportunidad de preguntarte. Simplemente me tiraste un cojín. Todo lo que hice fue preguntar por un pastel de cortesía todas las semanas."

Intenté reprimir una risa, pero fallé. "¿Un pastel de cortesía?"

Harry me ignoró. "Ríndete."

"No." Mantuve la mirada.

Suspiró como si estuviera afligido. "Entonces no me dejas otra opción."

Como lo esperaba, sus dedos se hundieron en mis costados. Deseaba con todas mis fuerzas que no tuviera tantas cosquillas y entonces habérselo restregado en la cara y haber ganado, pero no era tan afortunada. Y Harry no parecía tener intenciones de parar a menos que me rindiera.

Esto no te lo perdono, Styles.

De mala gana, y con dolor de costillas, golpeé la cama tres veces. Harry paró casi inmediatamente. Abrí los ojos y el aire se atascó en mi garganta. ¿Cuándo nos habíamos acercado tanto? Su nariz estaba a centímetros de la mía y sus ojos, tan brillantes y cautivadores. Nuestro juego había terminado y algo mucho más serio había tomado el relevo. Quería pasar mis dedos por su pelo a la vez que quería apartarle de mí.

Justin me había dejado apenas hace unos días. ¿Cómo era posible sentirse tan serena, tan despreocupada? No estaba segura de si era mi cabeza o mi corazón el que me decía de poner distancia entre nosotros. Esto estaba mal. Sentirse relajada después de una dura ruptura en poco tiempo. Demasiado cliché, lo que se sentía mal a la vez se sentía bien.

"Gané," susurró.

Mi corazón estaba acelerándose, mi cerebro se llenaba de miles de pensamientos fugaces. ¿Estaba acercándose o era mi imaginación? ¿Quería que lo hiciera? Las mariposas en mi estómago me decían que sí, pero los latidos de mi cabeza decían lo contrario. Se estuviera acercando o no, giré mi cabeza como si estuviera mirando el reloj de la mesita de noche. No quería todos estos sentimientos. Era demasiado abrumante y peligroso.

Rompiendo su propio estupor, Harry aclaró su garganta y se apartó de mí. "Probablemente deberíamos ir a por tus cosas si quieres llegar a tu casa a una hora decente."

"Sí, claro."

"Te espero en el salón," dijo antes de salir torpemente.

Mordí el interior de mi mejilla, entonces me forcé a levantarme. Me aseguré de que tenía todo en la maleta. Harry dijo que me seguiría con su coche en el caso de que tuviera demasiadas cosas que recoger. Él sabía que no las tenía. O quizás sí las tenía. Tenía álbumes de fotos del instituto pero, ¿realmente quería guardarlos? Tenía una cantidad considerable de ropa, quizás para llenar tres, quizás cuatro maletas si incluyeras los pocos pares de zapatos. Nada más era mío.

Cuando salí a la calle, vi el coche de Justin de camino. Aparqué un par de edificios abajo, sabiendo que no sería capaz de enfrentarme a él. Además, ¿qué si la chica guapa estuviera con él? Sería la última cosa que necesitaba ver. Había suficiente evidencia de la otra noche de cómo perfecta era. Ella era la inevitable verdad que seguía negando pero en el fondo sabía que existía. Nadie quiere admitir que su pareja está viéndose con otra persona porque no fueras suficiente para él. Quizás haberlo admitido antes me hubiera dejado con menos dolor.

De acuerdo a la hora que era, debería irse pronto. Tenía entrenamiento de fútbol a las dos y eran todavía menos cuarto. Justo a tiempo, su coche se movió. Esperé hasta que girara la esquina antes de aparcar donde él había aparcado. Harry estaba justo detrás. Había parado cuando lo hice y cuando ambos salimos de nuestros coches, no me preguntó.

Me dije a mí misma que solo era una casa. No debería estar tan ansiosa. Pero era más que una simple casa. Había vivido con Justin por casi cuatro años en ella. Los recuerdos seguían intactos en esas cuatro paredes, los buenos y los malos. Caminar al lado de ellos y no recordar era imposible. Había mucho de mí escondido en las habitaciones, al igual que de él.

Harry acarició mi hombro desde atrás, lo que me dio fuerzas para acercarme a la puerta. Tenía la llave—¿qué haría con ella?—y dudosamente entré. No estaba segura de por qué esperaba encontrar algo cambiado. Quizás pensé que se había mudado con la chica. Eso fue un pensamiento repentino. Acabábamos de romper hace unos días, aunque no cabía duda de que había estado fuera hasta tarde estas últimas noches.

Entré en la habitación para ver la cama hecha un desastre. Era difícil no imaginarme ahí con los brazos de Justin rodeándome. Han sido tantas noches juntos, al igual que tantas otras acompañada por la soledad. Era extraño, pero echaba de menos esa cama casi tanto como a él. ¿Cómo es posible?

"¿Te ayudo con algo?" preguntó Harry.

Sorbí, aunque no estaba siquiera al borde de las lágrimas, era chocante. "Um, si pudieras sacar mi ropa del armario mientras voy a por una maleta, sería de gran ayuda. Quiero hacerlo lo más rápido posible."

Asintió.

Tuvimos un sistema eficiente. Harry descolgaba mi ropa y la doblaba mientras yo sacaba las cosas de los cajones. Tenía más ropa de lo que me imaginaba, pero algunas eran viejas y demasiado pequeñas. Quizás algún día podría caber en ellas de nuevo. Las guardaba como motivación, creo. Terminé teniendo que coger algunas mochilas después de llenar mis únicas dos maletas.

"¿Quieres esto?"

Me giré hacia Harry, que estaba de pie junto al armario agarrando cuatro álbumes de fotos llenos de recuerdos. Esta mañana pensé que habría llorado al verlos, pero sin embargo me sentí entumecida. No podía decir si era algo bueno o malo.

Jugando con mis manos me encogí de hombros. "Todavía lo estoy pensando."

Harry les echó un vistazo. "Quizás deberías llevártelos."

"¿Para hacerme sentir mal al recordar que lo perdí todo?"

Me miró mal y frunció el ceño. "No, claro que no. Las fotografías se suponen que te hacen feliz por haber experimentado las cosas que hiciste. Nostalgia, sí; pero no tristeza."

"No sé," admití. "Ni siquiera sigo en contacto con esas personas."

"Razón de más para guardar los álbumes."

Decidiendo que tenía razón, conseguí otra mochila para ellos. Harry y yo entonces comenzamos a guardar las cosas en mi coche, empezando por el maletero. Tuvimos que meter algunas cosas en los asientos traseros, pero todo cabía más o menos. Harry pareció casi molesto cuando le dije que esas eran todas mis cosas. Aunque no fui tan olvidadiza como para no saber que era porque no quería que me fuera.

"Te veo mañana," le recordé mientras cerré la puerta trasera. "Será lunes."

"Lo sé."

"Entonces no estés tan triste."

Frunció los labios. "Es más complicado que eso."

Ahora yo estaba confusa. "¿El qué?"

Intentó sonreír. "Nada. Estoy pensando demasiado. Ten cuidado, ¿vale?"

Le devolví la sonrisa, sintiendo que no quería que le presionara con el tema. Sabía cómo se sentía, no querer ser molestado. No iba a deshonrar eso. "Claro."

Harry abrió la puerta del conductor por mí, apartándose para dejarme entrar. Le agradecí y me dio un seco movimiento de cabeza antes de cerrar la puerta. Arranqué el motor y esperé a que se metiera en su coche. Él se fue por un lado y yo por el otro, pero me sentía cómoda sabiendo que nos estaríamos dirigiendo en la misma dirección pronto.

Algo a mi derecha llamó mi atención. Cuando miré, tuve que encogerme de reír tan fuerte. De pronto, aquellas risas se convirtieron en sollozos. La dolorosa hambre volvía y mi cuerpo entero se sintió exhausto. No podía escapar.

Harry había dejado el trozo de pastel en el asiento del copiloto    

☆☆☆☆

Novela original escrita en inglés por juliaxwrites

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