Capítulo 32
HABÍA MUCHA LUZ. Incluso con mis ojos cerrados, era cegador. Como si tuviera que cerrar mis ojos lo máximo posible para bloquear el paso de toda luz. No funcionaba. Empeoraba el dolor de cabeza. Gruñí y ladeé mi cabeza, esperando apartar mi rostro lo más lejos de la luz posible. Mi cabeza dolía más. Mi garganta ardía. ¿Por qué me dolía todo?
Iba a taparme los ojos, pero mi mano se paró antes de poder alzarla. Completamente confusa y aún medio dormida, intenté de nuevo sin éxito alzar la mano. Quería abrir los ojos, para ver por qué no me podía mover, pero mi cabeza dolía tanto y mi cuerpo también que moverse parecía peligroso. Como si de alguna manera me fuera a romper y no tuviera fin. Pero, ¿eso sería tan malo? Seguramente nada era mejor que sentirse así.
Una voz a mi izquierda me sobresaltó. "Oh, siento lo de la luz, cariño. No me di cuenta de que estabas despertándote."
La luz desapareció.
Cuidadosamente, abrí los ojos e intenté no marearme. Me tomó un instante recordar que me había demayado en la bolera. ¿Hace cuánto había sido? ¿Horas? ¿Días? No lo sabía. En verdad no me importaba.
Una enfermera estaba de pie al lado de la cama con un sujetapapeles, revisando el monitor que estaba continuamente, y sorprendentemente, pitando lentamente. Todo lo que sabía era que me desamayaba constantemente. Pensé que sólo fue un par de horas, pero la fecha en el calendario de la pared frente a mi cama decía que era domingo. Ha pasado un día y medio o así desde aquello.
Quería sobarme los ojos para estar completamente consciente, pero de nuevo no pude hacerlo. Frustrada, alcé mi cabeza para mirar mis muñecas, y una nueva ola de confusión me atravesó.
Correas.
¿Por qué...?
La enfermera me pilló y suavemente dijo, "Estabas hecha un desastre cuando te despertaste después de desmayarte. Llorando y gritando sobre..." Apartó la vista. "Sobre cómo te odiabas a ti misma. No parabas de intentar arañarte, bueno, donde pudieses. Te atamos por tu propia seguridad."
Me sorprendí, todavía desconcertada con esta información. No tenía ningún recuerdo de ese arrebato.
"¿Puedes... puedes quitármelas ahora?" pregunté, con voz ronca y rota.
Me miró cuidadosamente, dudando antes de asentir. Cuando me las quitó, instantáneamente llevé mis manos a mi pecho, acariciando mis muñecas. Era una cosa peculiar, y me hacía creer que de verdad estaba loca. Las únicas personas que ataban a camas estaban locas, ¿no? ¿Yo estaba demente y lentamente sucumbiendo a ello?
"Volveré a revisarte en una hora o así, pero por favor no dudes en llamar si necesitas cualquier cosa," dijo, señalando el gran botón de llamada en el brazo de la cama, que estaba ahí en casos de emergencia.
"Gracias," murmuré, todavía aturdida.
Intentaba reunir las piezas cuando escuché un zumbido. Un poco molesta con ello, arrugué el rostro e intenté encontrar el lugar de procedencia del ruido. Vi mi bolso en la mesilla de noche, mi teléfono se iluminaba en su interior. Un escalofrío me invadió al ver el nombre de Harry, y la batalla interna comenzó. Decir la verdad o mantener el secreto. Arruinar sus vacaciones o ahorrarle el problema. Era una difícil decisión; era una obvia decisión.
Antes de que pudiera saludarle, él habló primero. "Oh, gracias a Dios. No pretendía sonar pegajoso ni nada, pero no me respondiste ayer en todo el día o esta mañana, y pensé que algo te había ocurrido--espera, nada ha pasado, ¿verdad?"
Inhalé silenciosamente, preparando mi voz. "No, claro que no. Nat y yo estuvimos pasando el día juntos ayer, y dejé mi móvil en casa. Fuimos a ver una peli, y ni siquiera pensé en revisar el móvil antes de irme a dormir. Lo siento, Harry."
Se calló por un momento. "¿Qué película visteis?" Sonaba sospechoso, pero ya había preparado la respuesta a esa pregunta.
"The Big Short. Ya sabes, con Brad Pitt y Steve Carrel y Christian Bale... oh, y Ryan Gosling. No creo que me hayas escuchado hablar de cuán guapo es." Tenía que darme crédito para sonar sincera--o al menos intentarlo.
"Puedes ahorrarte esos comentarios para ti misma," dijo. "Pero te escucharé decirme lo guapo que piensas que yo soy."
"A veces eres demasiado egocéntrico, Styles."
"He tomado un par de consejos de Des."
Sonreí débilmente. "Eso cobra más sentido, entonces."
"Así que, esa peli. A parte de que la vieras por los actores--" fingió toser, "--quienes no son más guapos que yo--¿estuvo bien?"
"Sí, muy bien."
No tenía ni idea, honestamente. Aunque era una peli que quería ver, así que eso le convenció más.
"¿Cómo has estado tú?" pregunté, cambiando el tema para que se centrase en él.
"Muy bien. Ya sabes, excepto porque me hiciste creer que habías muerto ayer."
"No lo estoy, así que no tienes que preocuparte por eso."
"Qué maja eres, Delilah."
"Supongo que me lo tomaré como un cumplido."
"Puedo darte más, si quieres."
"O mejor no."
"¿Qué hay de malo en ello?" preguntó, sonando sinceramente curioso.
Me encogí de hombres, incluso aunque no me pudiera ver. "Nunca he sabido cómo responder a los cumplidos. Son raros y embarazosos."
"Decir "gracias" no es difícil, ¿verdad?"
"Puede serlo."
Hablamos un rato más sobre nada en particular, pero cuando llamaron a la puerta le dije que me tenía que ir. Otro pequeña mentira sobre que tenía que ayudar a mi madre con la casa. No estaba segura de si se lo tragaría, pero me dejó colgar sin protestas. Sentí un gran peso de culpa caer sobre mis hombros. Intenté ignorarlo. Simplemente había ahorrado un problema a Harry. No había nada malo en ello.
Era Nat quien entró, y parecía como si estuviera a punto de llorar cuando me vio despierta. Prácticamente se me echó encima en un incómodo abrazo, e hice lo mejor que pude por abrazarle también. Se quedó así durante un rato, entonces acercó una silla a la cama. Aunque su alivio fue corto, y entonces entrecerró los ojos.
"¿Por qué cojones me hiciste eso? No era justo, Delilah. De hecho, fue cruel y me asusté y no me suelo asustar. Lucho en guerras, por Dios, no me asusto. Pero joder, me pillaste..." siguió hablando un rato antes de ayudarle a ahorrar aliento.
"Lo siento."
"Sí, bueno, más te vale. Y me debes, como, una hamburguesa de queso enorme después de esto para calmar mis nervios."
"Es justo."
Suspiró, pasando una mano por su rostro. Mordió su labio inferior, pensó por un instante, entonces preguntó, "¿Estabas hablando con Harry? Debería haberle dicho sobre esto si hubiera tenido su número o algo o--"
"No," dije al instante, recibiendo una mirada confusa. "No se lo digas."
Frunció el ceño, su frente se arrugó. "¿Por qué? ¿No se lo has dicho? ¿No merece saberlo?"
"Está con su madre en un país diferente, Nat. No quiero arruinarlo. Quiero que disfrute de su tiempo con ella. Probablemente no siga aquí cuando él vuelva," le dije, moviendo mi mano con la vía inyectada en mi brazo.
Nat estaba intentando procesarlo, parecía casi abatido. "Delilah--"
"No es justo arruinar su viaje, ¿vale? No voy a quitarle esa felicidad sólo porque me haya desmayado."
"Escúchame," dijo, con voz firme. Se inclinó un poco más cerca y agarró mi mano, acariciándola. "No vas a salir de aquí para cuando él venga."
"¿Cómo lo sabes?"
"Delilah, estás en la unidad psiquiátrica."
Fue mi turno de fruncir el ceño. "¿Por qué?"
"¿Por qué?" rió sin humor. "Esto es el por qué." Subió mis mangas, revelando las numerosas cicatrices rojas en ambos brazos. "Yo no... no..." sacudió su cabeza. "No pude hacer nada por ti. Todo lo que pude hacer fue mirar y..."
"Lo siento," murmuré de nuevo.
"No quería que te pusieran esto," dijo, agarrando las correas. "Pero no ibas a parar y entonces Mamá y Papá llegaron y también fliparon y , bueno, era obvio que teníamos que hacer algo. Incluso aunque no nos gustara."
"Nathan..."
"Dios, Delilah, ¿qué te ha hecho él?" preguntó, con voz tensa como si fuera a romperse completamente. No podía mirar otra cosa mas que mi cara, y sus ojos estaban llorosos. "Y no digas que no fue él. Nunca habías sido así... Solías comprar cubos de palomitas en las pelis y ponerles extra de mantequilla. Solíamos salir a comer y cenar juntos y competir para ver quién se comía la hamburguesa antes y ahora... ahora ni siquiera puedes ver una."
Una lágrima rodó por su mejilla, y sentí que una mía también. Me llevó un minuto darme cuenta de que la sentí porque también estaba llorando.
"Una persona," susurró, agarrando mi mano un poco más fuerte. "Una persona te cambió por completo."
"Yo..." no podía hablar, no podía formar palabras.
¿Qué había que decir?
"¿Cómo puede ser eso posible?" continuó, aún hablando con la voz rota. "¿Cómo puede una persona causar tanto daño? ¿Y por qué? ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué te dejó hacerlo? No te culpo, Delilah, de verdad que no. Pero toda esta situación... me hace pensar."
Finalmente murmuré una respuesta; era estúpida y repetitiva: "Lo siento."
"Esa es otra cosa. Ahora te disculpas por cada pequeño detalle. Como si esas dos palabras estuvieran atadas a tu cerebro para cuando pasa algo. ¿Recuerdas el viernes cuando te bromeé sobre la bola de la bolera que iba a conseguir? Pensé que tú pensaste que lo decía de verdad por tu mirada. Aunque esa no fue la primera vez. Te he escuchado decírselo a Mamá y a Papá y a Harry, y siempre tienes esa mirada en tu rostro, como si estuvieras asustada."
"No he estado atenta a esos detalles, ya lo sabes. Pero es duro darse cuenta de que tu hermana se ha vuelto tan... tímida. Tan asustada de que alguien se enfade con ella."
No me di cuenta de esas cosas, pero empezaba a hacerlo. Había una ligera línea entre bromear y ser serio, y había llegado al punto en el que era difícil diferenciarlas. La mayoría de veces era fácil, como con Harry y Nat, pero otras eran difíciles de descifrar. Sabía que Nat había estado bromeando con lo de la bolera, pero su rostro parecía serio. Quizás eso fue lo que me echó atrás, incluso aunque fuera parte de la broma.
Nat volvió a hablar después de un corto silencio. "Delilah, necesitas decírselo a Harry."
Alcé la mano que sostenía para retirar las lágrimas de mis mejillas, entonces cogí aire. "Lo haré," mentí. "Sólo déjamelo a mí, ¿vale?"
"De todas formas necesita oírlo por ti. No meteré mis narices en el asunto. Aunque necesita saberlo."
"Sí, es cierto..." Pero no ahora ni pronto.
Entonces intentó animar el ambiente, secándose las lágrimas y riéndose. "Acabamos de llevar el vínculo fraternal a otro nivel."
Fingí una sonrisa. "En verdad no me gusta ese nivel."
"A mí tampoco. Demasiado pesado, demasiado profundo. Vamos a usar los motes de la infancia y a beber en el karaoke."
"Mejor no."
"Oh, venga."
"Ni siquiera tienes un mote, así que no es justo."
"Pero sería divertido para mí."
"Ya veo de dónde se ha sacado Harry la vena egocéntrica--no deja de estar rodeada por Desiree y por ti."
Nat se rió, y se encogió de hombros. "¿Qué vas a hacer, eh?"
"Desheredaros a los tres. Bueno, puede que no a Des. Llegué a ser una princesa gracias a ella."
"¿Desheredar a tu propia sangre? Ya veo. Ahora me debes dos hamburguesas de queso grandes."
Le saqué la lengua y me copió, imitándome. Nos quedamos en un silencio incómodo, haciéndonos muecas hasta que ambos nos reímos. Hizo que me doliera la cabeza un poco más, pero estaba bien.
Todo estaría bien.
Nat se puso en pie, estirándose como si hubiera estado sentado por años. "Supongo que debería parar de imitarte y llamar a Mamá y Papá."
"Qué generoso."
"Ten cuidado," me adivirtió. "Mamá puede que hable más que yo, y honestamente, aún está flipando. Quiero decir, todos lo estábamos pero..."
"Lo pillo. Mamá sobreprotectora está aquí, así que debería prepararme para las preguntas."
"Sí, algo así."
Reí, sacudiendo un poco mi cabeza. Nathan palmó mi cabeza como si fuera una niña y empezó a salir, pero paró cuando llegó a los pies de la cama. Casi tímidamente, me miró sobre su hombro, rascándose la nuca.
"Sé que no suelo decirlo mucho, pero te quiero, tonta. Lo sabes, ¿verdad?"
Sonreí. "Sí, Nat, lo sé. Yo también te quiero."
Asintió en satisfacción, entonces abrió la puerta y se fue.
Mamá y Papá entraron en cuanto Nat se marchó, y Mamá estaba definitivamente en modo sobreprotector. No separó la mano de mi frente como si tuviera fiebre y el doctor no le hubiera dicho, y estaba revisando la vía y el monitor como si tuviera idea de cómo funcionaban. Papá siguió intentando cambiar el tema para animar el ambiente, pero todo lo que Mamá podía hacer era preguntar si todo estaba bien y si necesitaba una almohada más blanda o más sábanas.
Aunque finalmente, se fueron a regañadientes debido al horario de visita. La enfermera volvió para revisarme y asegurar a mis padres de que todo estaba bien. Mamá preguntó muchas cosas que a penas tenían sentido o ni siquiera estaban relacionadas conmigo, pero fueron respondidas, y se fue contenta. No quería dejarme sola.
Aunque finalmente, me quedé sola.
O eso creía.
Apenas cinco minutos de estar sola porque todo el mundo se había ido, llamaron a la puerta. Pensé que era el doctor o la enfera; quizás se les había olvidado revisar mis constantes vitales o la presión sanguínea.
Permití a la persona que entrara--de pronto deseé no haberlo hecho.
Lacy, la novia de Justin, entró a la habitación.
☆☆☆☆
Novela original escrita en inglés por juliaxwrites
Comentad, votad, difundid.♡
All the love, A.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top