Capítulo 3
LO HE CONSEGUIDO. Conseguí el trabajo. No sólo eso, sino que también he conseguido comprar la mayor parte de la comida que arruiné, como Justin me pidió. No me quedaba nada de dinero y todavía no había conseguido todo del supermercado, pero vino el viernes por la noche contento de ver todos los armarios llenos una vez más. Su satisfacción era todo lo que necesitaba. Todo lo que me importaba.
Vimos una película juntos esa misma noche. Era agradable acurrucarse a su lado. Hoy en día era rara la oportunidad de poder hacerlo. Siempre estaba fuera o de mal humor, y cuando estaba de mal humor dejaba claro que no quería ni mirarme. No le podía culpar. Soy asquerosa a la vista. Incluso más asquerosa de abrazar y achuchar.
Había quedado con Harry otra vez esa mañana, como prometimos. Todavía parecía un poco desconcertado al verme. Milagrosamente, parecía más aliviado. Hicimos la misma rutina que el miércoles, menos la lección conmovedora del principio y más otra vuelta alrededor del parque. Me cansé en la mitad de la segunda, a lo que Harry dijo que era comprensible y que lo intentaríamos de nuevo en la siguiente sesión. Él apenas había sudado una gota.
"¿Te asignaron como mi entrenador para torturarme?" le pregunté.
Sus cejas se alzaron. "¿Torturarte cómo?"
Mis mejillas ya estaban enrojecidas, así que miré al suelo. "Seguro que aunque pesaras 80 kilos todavía serías capaz de superarme corriendo," dije. "Y seguro que te verías mejor que yo."
"¿Eso ha sido una manera de halagarme?"
Alcé la mirada boquiabierta, con la cara ardiendo, todavía me estaba sonriendo bromista, volcando su cabeza hacia un lado. "No pongas palabras en mi boca." Le apunté con mi dedo, como si le estuviera amenazando. De hecho lo hice, pero soy demasiado perezosa como para cumplir la amenaza, así que ambos sabíamos que no significaba nada.
Harry alzó sus brazos. "No he hecho tal cosa." Se mantuvo en silencio un instante antes de decir, "¿así que entonces piensas que soy feo?"
Me golpeé la frente con la mano y se inclinó riéndose.
El domingo por la tarde Justin salió de la cama pestañeando mientras me miraba juguetonamente, como solía hacer mientras me cepillaba los dientes. Se estiró antes de caminar hacia mí, depositando sus labios en mi frente. Me tenía yendo en círculos constantemente—algunos días se comportaba como solía hacer y otros me decía que no era suficientemente buena para estar con él. ¿Qué se supone que tengo que creer? No podía rendirme cuando había parte de él que todavía me amaba.
Por alguna razón estaba muy cariñoso esta mañana. Rodeó mi cintura con sus brazos mientras freía unos huevos con bacon, apoyó su barbilla en mi hombro. Se parecía muchísimo a cuando solíamos hacer esto. Era doloroso pensar en ello. Disfruté del momento, de todas formas, sin querer arriesgar el ser despreciada para siempre, echaba esto de menos. Le echaba de menos.
Caminó hacia la nevera, inspeccionando el interior antes de preguntar. "¿No queda zumo de naranja?"
Mi corazón se hundió hacia mi estómago. Bueno, el momento fue bonito mientras duró. "Lo siento. No me había dado cuenta o si no habría—"
Justin me miró sobre su hombro con una sonrisa—¡una sonrisa!—en su cara. "Está bien, bebé. ¿Podríamos ir al supermercado? Creo que hay otras cosas que también hacen falta."
Estaba mirándole atentamente, insegura sobre lo que hacer con esta nueva persona. ¿Será que el viejo Justin estaba regresando a mí? Un destello de felicidad hizo que mi corazón se saltara un latido nada más pensarlo. "Oh, bueno...claro. Podemos ir después de que desayunes."
Presionó sus labios contra los míos por un segundo antes de coger el plato que le había preparado. Cuando se sentó en el sofá, me llamó para que fuera con él. Estaba volviéndome loca llegados a este punto, pero no me importaba. Él quería que estuviera a su lado y me aferraría a ello, agarraría la pequeña esperanza que nos llevaría de vuelta a la normalidad.
Fuimos en el coche de Justin al supermercado. Se lo regalaron sus padres en su graduación, aunque todavía parecía nuevo. Era su posesión más preciada. Solía ser la secundaria, porque yo solía ser la primera. Me tomé bien que me sobrepasara hace un tiempo.
Escaneando los pasillos, Justin estaba actuando como solía hacer cada vez que veníamos al supermercado. Estaba merodeando, cogiendo cosas que no habíamos venido a comprar. Vio una taza con su equipo de fútbol favorito en ella y la cogió, incluso aunque no bebía café. Afortunadamente, esto no lo pagaba yo con mi dinero inexistente. Justin era uno de esos increíbles atletas que tenía ventajas por sus becas escolares. Ganaba dinero simplemente por jugar al fútbol y por ser bueno en ello.
Dirigiéndonos a otro pasillo, había una niña pequeña saltando emocionada mientras intentaba alcanzar una caja de brownies. Me estaba dando la espalda, dándome la perfecta visión de Harry dirigiéndose a ella. Nerviosamente, miré por encima de mi hombro a Justin, que estaba intentando descubrir qué sabor de patatas cogería. Espera, ¿estaba nerviosa? Justin había dejado de ser celoso cuando los kilos empezaron a añadirse a mi cuerpo.
"Espero que no planees comer todo esto."
La voz de Harry me sobresaltó y me giré. La niña pequeña estaba de pie a su lado, agarrando la mano de Harry con una y en la otra su caja de brownies.
"Te di un plan nutricional, después de todo," bromeó, aunque parecía un poco serio.
Le miré. "¿No confías en mí?"
"¿Ahora quién es la que pone palabras en boca de los demás?"
Sonrió, lo que instantáneamente me hizo sonreír a mí también. La niña pequeña tiró de su mano. "¿Puedo comer un brownie ahora?"
"No has comido todavía, Des. Tu madre no estaría muy contenta conmigo." Cuando la niña se quejó, Harry rió y me volvió a mirar. "Delilah, esta es mi sobrina Desiree. Aunque todo el mundo la llama Des."
Sonreí. "Encantada de conocerte, Des."
Se mantuvo derecha y soltó la mano de Harry, elevando los cinco dedos. "Tengo cinco años," dijo orgullosamente. Después sonrió, enseñando sus pequeños dientes. Señaló un espacio vacío. "Se me cayó un diente ayer. El primero. Mis amigos del colegio estaban celosos. Oh, ¡y el Ratoncito Pérez me trajo un dólar!"
"Wow, tienes más dinero que yo," reí, aunque lo triste es que era casi cierto.
"Soy más rica que todos," dijo, estirando su brazo libre.
Harry revolvió su pelo. "No pienses que eres mejor que todo el mundo, señorita. Te crecerá la cabeza."
Sus ojos se abrieron de par en par. "¿Explotará?"
"Si crece mucho sí."
Miré a Harry pero solté una risa. Era obvio que los dos eran muy cercanos e incluso más obvio que Desiree disfrutaba estando con él. Después de que terminara de hacer gestos con su brazo, agarró con su pequeña mano la de Harry, incluso en un segundo empezó a hablar animadamente de nuevo.
Me estremecí cuando sentí la mano de Justin en mi espalda, sus dedos se hundieron lo más mínimo en mi cintura. Esa solía ser su forma de mostrarme que estaba incómodo cuando un chico me hablaba y por lo que parece, no ha cambiado. No estaba seguro de por qué estaba intentando ser protector. No lo había sido desde que nos graduamos.
"Hey," dijo, con tono tajante. "Soy Justin, el novio de Delilah."
Incluso con el tono tajante y firme de Justin, Harry mantuvo una sonrisa en su rostro. "Soy Harry, el entrenador personal de Delilah. Encantado de conocerte."
Los dos estrecharon sus manos y tenía miedo de que Justin intentara sacar el brazo de Harry de su sitio. Harry me miró. Bajé la mirada a mis manos. ¿Se supone que debería decir lo genial que era Justin? Bastante raro, solo era fácil de decir cuando él no estaba presente.
"Ha sido un placer verte, Delilah," dijo Harry. "Te veré mañana. Y encantado de conocerte, otra vez, Justin."
"Igualmente, tío."
Con un simple asentimiento y una suave sonrisa, Harry y Desiree se giraron y marcharon.
El humor adorable de Justin se transformó en uno que difícilmente podía descifrar. Hice el amago de querer preguntarle qué había pasado cuando volvió a ser el mismo de siempre, pero había dicho que estaba bien. Una mentira evidente.
Se mantuvo en silencio por un instante antes de murmurar. "Sabía que no podías luchar contra las tentaciones, eso es todo."
Me quedé boquiabierta. "¿Qué se supone que significa eso?"
"Bueno, puedes comer hasta reventar. No veo por qué no te podrías resistir a él también."
"¿Estás celoso? No puedes creer que soy ese tipo de persona. Hemos estado juntos siete años, por el amor de Dios."
"Exactamente, razón de más para cansarte de mí y buscarte otra cosa."
Bufando decepcionada, me crucé de brazos. "No podría hacerte eso. Casi parece que estuvieras hablando desde la experiencia."
El silencio de Justin era una indirecta, y aun así lo ignoré estúpidamente.
***
"Tu novio parece...diferente a como me lo imaginaba," dijo Harry mientras mantenía sus rodillas en mis pies, yo hacía abdominales.
"¿Cómo te lo imaginabas?"
Harry frunció los labios y las cejas. "Más extrovertido, supongo."
Casi reí. Probablemente lo hubiera hecho de no ser porque los abdominales me dificultaban la respiración. "Solo le viste cinco segundos."
"Cinco segundos es más tiempo de lo que parece."
"¿He terminado ya?"
"¿Crees que podrías llegar a los quince?"
"¿Cuántos llevo?"
"Ocho."
"Dios santo."
Harry rió a la vez que trataba de recomponerme, descansando mi cabeza en mis rodillas. Se levantó y cogió una botella de agua, ofreciéndomela. Me bebí la mitad antes de guardar lo que sobraba para cuando corriera. A veces el agua de la fuente estaba demasiado caliente, lo cual era desagradable cuando pareces un perro, lo que también era desagradable cuando lo piensas demasiado.
Después de haber descansado por un instante, continué y sorprendentemente hice los quince abdominales. Agradecida, me apetecía tumbarme en el césped y no levantarme nunca, pero no lo hice. En vez de eso permanecí sentada, lo que significaba mucho para mí. Harry me preguntó si quería sentarme en un banco, pero le dije que mi cuerpo no me dejaría levantarme. Pensó que era gracioso y me hizo ponerme en pie de un salto, llevándome hasta una mesa de picnic.
En vez de sentarme en el banco como una persona normal, me tumbé en la mesa. Mi estómago sobresalía por todos los rincones posibles, y estaba sudando tanto que probablemente pareciera que acaba de saltar al estanque.
"Quédate aquí," me dijo Harry antes de desaparecer.
Ni si quiera alcé la vista, sumergiéndome en la sombra que el roble proporcionaba. Harry me dio en la cabeza suavemente cuando volvió. La levanté para verle sosteniendo una pequeña caja con un colorido papel encima. Fruncí el ceño, un poco confusa, pero me sonrió.
"Feliz cumpleaños. Desiree quería hacerte algo porque yo no tenía ni idea de lo que comprarte."
Era incomprensible. Apenas nos conocíamos de una semana.
Aunque el hecho de que lo recordara era alentador. Justin incluso no me había dicho nada esta mañana cuando se fue a la universidad. No era nada importante en ese momento, pero ahora la verdad es punzante, inevitable. Los momentos dulces de Justin eran simplemente eso—momentos. Ya no estaba enamorado de mí.
Tenía ganas de llorar tras admitirlo, pero intenté reprimirlas. De todas formas, cuando Harry me dijo que Desiree cogió papel de regalo reluciente porque la recordaba a una princesa, casi pierdo el control. El colorido papel tenía un dibujo de una flor que ella misma había hecho y tenía su nombre escrito en caligrafía de niño en la parte de abajo. Dentro de la caja, una pistola de plástico fue lo primero que saqué.
"Dijo que toda princesa necesita un arma," dijo Harry.
Reí, con los ojos llorosos. Oh Dios, lloré mucho. Era demasiado débil. Demasiado vulnerable. Demasiado sensible. Demasiado incordiante. Demasiado asquerosa.
Demasiado gorda.
El segundo objeto que saqué fue un pequeño mono de peluche con ojos grandes, redondos y brillantes. Un compañero, según Desiree. Así la princesa no estaría sola.
Veía borroso al mono. Me quité furiosamente las lágrimas de los ojos. Harry estaba mirándome. Debe de haber estado pensando lo mismo. Lloré demasiado. Era demasiado patética. Demasiado indefensa. Demasiado incordiante. Demasiado asquerosa. Demasiado gorda.
Metí las cosas de nuevo en la caja, apunto de levantarme de la mesa y marcharme. Huir de mis problemas era fácil, un alivio temporal. Era buena ignorando las cosas. Eso era todo lo que podía hacer. Pero, ¿no ser la posesión preciada de alguien y que sí lo fuera un coche? Eso estaba fuera de mi alcance. Nunca más podría superar a ese maldito vehículo. Perdí mi alto estatus. Ya no merecía la pena. Inestimable. Insignificante. Irrelevante.
La mano de Harry alcanzó mi muñeca. Quería apartarla y así poder llorar en paz donde nadie pudiera juzgarme, pero no lo hice. Una parte de mí se sentía confortada por el hecho de que él quería que me quedara. Incluso aunque fuera inestimable. Tan patética. Tan gorda.
"No te marches esta vez," dijo en voz baja. "Habla conmigo."
Sacudí mi cabeza. Intenté esconder mi cara con la coleta.
En vez de obligarme a hablar, me sorprendió cuando me abrazó fuertemente. Era difícil contener los llantos llegados a este punto. Es cierto lo que dicen: a veces el silencio vale más que mil palabras. ¿Cómo podría un abrazo romper a alguien pero sanarla a la vez? De alguna manera el abrazo se había convertido en la mejor medicina.
Me di cuenta de que lo que necesitaba todo este tiempo era un simple abrazo. Uno sincero, como este. El abrazo de Justin de ayer por la mañana fue tan solo la mitad de sincero que éste. Él ya no me amaba. No le culpaba. Se merecía alguien a quien pudiera rodear completamente con sus brazos. Alguien a quien no tuviera que mirar y sentirse horrorizado. Yo solo quería que me amara como solía hacer. No le podía perder. No después de haber estado tanto tiempo juntos.
Harry deshizo el abrazo cuando mi llanto se suavizó y me eché atrás primero. Su mirada reflejaba preocupación, aun así me dio una sonrisa agradable. "Esto no es por haber disfrutado más de la cuenta por el regalo de una niña, ¿verdad?"
Como si tuviera que preguntarlo.
"Lo siento," susurré, frotándome los ojos.
Movió su mano en un gesto de despreocupación. "Disculparse por llorar es como disculparse por reír. Todo el mundo llora y todo el mundo ríe. No es nada por lo que sentirse mal."
"Pero yo lloro demasiado."
"Eso solo significa que te preocupas demasiado por las cosas."
"¿Y cómo dejo de preocuparme?" pregunté, bromeando en parte.
Harry sacudió su cabeza. "No dejes de preocuparte, Delilah. Este mundo necesita a más gente que se preocupe. Pero preocuparse demasiado puede convertirte en prisionera."
"Supongo que no tendrás algún consejo para encontrar un punto medio," murmuré.
La dulce sonrisa de Harry se manifestó en su cara. "Desafortunadamente, no. Todavía estoy intentando encontrar mi propio punto medio."
☆☆☆☆
Novela original escrita en inglés por juliaxwrites
Votad, comentad, difundid.♡
All the love, A.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top