Capítulo 29

ES NAVIDAD POR la mañana y estoy haciendo la tardía--tardía--compra de Mamá. Asuntos de la pastelería que dirige le han mantenido ocupada durante las vacaciones, así que no ha tenido suficiente tiempo para hacerlo, y ahora con mis dos trabajos, casi era imposible presentarme voluntaria.

Sin embargo, aquí estaba ahora a las ocho de la mañana buscando la masa del pastel en una gasolinera porque ninguna tienda estaba abierta en tan gran día.

Fruncí el ceño, sacando mi teléfono para buscar si había otra alternativa o forma de hacerla por ti mismo o cualquier cosa. Afortunadamente mi madre había conseguido jamón y un pavo cuando estaban a la venta hace poco, pero no tuvo tiempo de comprar en condiciones. Sólo había alimentos enlatados.

Mi móvil vibró en mi mano, una notificación de un mensaje de texto apareció arriba. Dudé un largo rato antes de abrirlo y ver de quién era.

De Justin:

Feliz Navidad.

Y eso era todo lo que decía.

Mordí el interior de mi mejilla mientras lo borraba, entonces proseguí borrando su número en general. No haría mucha diferencia si alguna vez contactara conmigo--le había conocido lo suficiente como para memorizar los siete dígitos. Esperaba que fuera un alivio mental, aunque sólo le borrara de mis contactos.

Mi móvil vibró de nuevo, aunque esta vez una llamada apareció en la pantalla. No dudé y una pequeña sonrisa apareció en mis labios.

"Feliz Navidad, Harold."

Rió entre dientes un poco. "Feliz Navidad... ¿Por casualidad no tendrás algún mote que te moleste?"

"Si lo tuviera, no te lo diría."

"Preguntaré a Nat."

Suspiré, sacudiendo mi cabeza. "Y por supuesto él te lo dirá. ¿Qué estás haciendo?"

"Yendo a casa de Gem. Des acaba de ver todos sus regalos. ¿Sabes lo que ese zampa-galletas-barbudo-alegre-hombre le ha traído?"

Sonreí. "Algo de lo que obviamente estás celoso."

"Un jeep," se mofó. "Como un coche de verdad donde puede incluso poner música. Y se ilumina. ¿Por qué Santa nunca me trae algo así?"

"Ten cuidado, Harry, tu faceta malvada está floreciendo."

"Le pregunté si podía montar, pero se rió de mí."

Rei.

"¡Sí, así!" Harry suspiró, entonces dijo, "Bueno, ¿ qué estás haciendo?"

"Intentando buscar masa de pastel en una gasolinera."

"Menuda forma de empezar la Navidad."

"Es algo fascinante."

Oí a Harry llamar a Gemma antes de preguntarla si tenía. Tras unos instantes, regresó al teléfono. "Gemma tiene una. Dice que puedes llevártela."

"¿Está segura?"

"No dudo de la mujer de la casa, Delilah. No soy tonto."

"Bueno, sólo intentaba asegurarme..."

"¿Puedo llevártela cuando me pase más tarde o la necesitas ahora?"

"Cuanto antes mejor, pero no quiero que--"

"Espera, Des me está gritando y no sé qué he hecho..." Se alejó del teléfono dejándome sola por un instante, y eché un vistazo al único cajero de la tienda, que parecía haberse quedado dormido. "Lo siento, pero Desiree ha hecho una demanda oficial. Tienes que venir a por la masa para que así pueda hacer que sientas envidia de su jeep... ¿Qué, Des?... Oh, y envidia de sus otras cosas, también."

"Supongo que no puedo discutir eso, ¿verdad?"

"No a menos que desees morir."

Sonreí. "Ya voy."

***

"...y me ha traído esta súper casa gigante para mis muñecas, ¡mira! ¡Es igual de alta que yo! Bueno, no todavía porque Papá no la ha terminado de montar, pero tiene una piscina, y una cocina, y tiene toda esta pequeña comida para ponerla en la nevera y que no se pudra..."

Desiree me había contado todo lo que Santa le había traído en 5 minutos, mientras me enseñaba todo con detalle. A parte de la casa para sus muñecas, le había traído una muñeca campista a la que podías pegar pegatinas que parecían insignias. También le trajo un kit de maquillaje de las princesas Disney, un par de muñecas nuevas, algunas diademas brillantes, camisetas y zapatos, y algunos conjuntos con joyas que iban a juego.

Pero la cosa que más ilusión le hacía enseñarme estaba atrás, aparcado justo en la puerta trasera. Un jeep rosa que era el sueño de toda niña. Se iluminaba, ponía música, tenía puertas de verdad se abrían, y dos asientos. Me dijo que le hacía ilusión llevar a sus muñecas en él para así hacerles un tour por el jardín.

"Debes haber sido muy buena este año para que Santa te haya traído todo esto," le dije con una sonrisa divertida en mi rostro. "Se ha portado bien."

"También le escribí una carta," dijo. "Le dije que le haría más galletas si me traía todo lo que le había pedido. ¡Y me contestó! ¿Puedes creerlo? ¡Santa me escribió una carta!" Estaba alucinando, apenas podía contener su entusiasmo mientras saltaba alrededor. "Así que le hice muchas galletas, un vaso de leche grande , y algunas zanahorias para los renos. Debe de haberle gustado todo porque no quedaba nada cuando me desperté."

Des rió, señalando a Harry e inclinándose más cerca de mí como si me fuera a contar un secreto. "Harry está enfadado porque Santa no hace regalos a los mayores."

"Harry puede ser muy bebé, ¿verdad?"

"Que tapéis vuestras bocas no significa que no pueda escucharos."

Reí y Des le abrazó. "Está bien, Harry. Se supone que a veces la gente no puede ser tan pedigüeña, y no todos podemos tener un jeep de princesa."

"Tienes un don con las palabras, Des," respondió.

Gemma salió con la masa del pastel. "Lo siento, sólo me quedaba una."

"Oh no, está bien. Gracias por dejarme quedármela."

"No hay problema. Era para la madre de Zac pero no lo necesita."

"Tendré que traeros a todos un trozo del pastel."

Harry me interrumpió, levantando un dedo. "Si es que sobra."

Le miré mal. "¿No guardarías un trozo a tu hermana?"

"La quiero, pero no tanto. El primero que lo tiene, es el primero en servirse, ¿no?"

Gemma golpeó su hombro. "Entonces no te daré más galletas de chocolate de Lilly."

Harry entrecerró los ojos por un momento, como si la estuviera retando. Entonces se giró hacia mí. "Delilah, ¿puedes hacer galletas de chocolate?"

"Mi madre es dueña de una pastelería, Harry, ¿tú qué crees?"

Gemma gruñó. "Eso no es justo, Delilah. ¡Ahora no podré chantajearle!"

Alcé mis manos. "Hey, no quiero meterme de por medio en una discusión entre hermanos. Sólo respondo a lo que me preguntan."

Zac asomó su cabeza por la puerta. "¡Des, he terminado con la casa de muñecas!"

Abrió la boca. "Es tan alta como yo, ¿verdad?"

Sonrió. "Quizás más, cariño."

Prácticamente nos apartó de su camino para correr dentro de su casa.

Estuvimos hablando un rato más antes de irme. Desiree estaba demasiado centrada en sus nuevos juguetes como para prestarnos atención. Cuando anuncié que sería mejor que me fuera marchando, Des me despidió con la mano, lo que me hizo reír. Harry también se despidió, concluyendo que vendría conmigo a casa. Salimos de la casa mientras Gemma intentaba apartar a Des de sus juguetes lo suficiente como para vestirla y poder ir a casa de la familia de Zac.

"Oh," dijo Harry, agarrando mi hombro. "Voy a adelantarme y darte tu regalo, ¿vale?"

"¿Por qué justo ahora?"

Se encogió de hombros, con una pequeña sonrisa en su rostro. "Porque creo que te va a gustar mucho."

"Pareces más entusiasmado que yo," remarqué, riendo.

Harry sacó la caja envuelta del asiento trasero de su coche, las nuevas ventanillas parecían no haberse roto nunca. Me contó que su amigo hace maravillas, y que nunca podría agradecerle lo suficiente. Entonces me dio el regalo, en forma de rectángulo del tamaño de mi mano. Inmediatamente supuse que era algo de joyería, pero estaba demasiado equivocada.

"¿Estás de coña?" le miré mientras cogía el papel de regalo de mi mano para que pudiera agarrar mejor el regalo.

Cada año había dos o más shows de tigres en el zoo, y después podías ir al backstage y estar con ellos; acariciarles, agarrarles, alimentarles. Sólo si tenías tickets para ello--que ahora tenía.

Mi mandíbula estaba desencajada y mis ojos bien abiertos, pero no podía evitarlo. "Voy a tener la oportunidad de abrazar a un tigre," dije en voz baja, aunque aún confusa por el hecho. Los tickets siempre habían estado fuera de mi alcance por el precio, pero veía el show casi todos los años.

"Ni siquiera sabía que eso se pudiera hacer, honestamente, hasta que me contaste sobre los tigres hace un tiempo. Iba a comprar los tickets para el show, pero entonces vi en la web el detrás de escenas o lo que fuera, así que... sí. Pensé que te gustaría."

Parecía tan tímido, casi avergonzado con sus manos en los bolsillos y sus mejillas de un color rojizo. Me estaba mirando, pero apartó la vista. Era chocante cuán tímido parecía de repente, como si no me gustara el regalo (¿cómo no iba a hacerlo?) y eso rompiera completamente su corazón.

Para asegurarle que de verdad me gustaba tanto, le besé antes de abrazarle fuertemente, pero me aparté después por el entusiasmo que corría por mis venas. Tigres de verdad. De cerca. Me dejarán tocarles.

La última vez que estuve tan emocionada por un regalo fue cuando era adolescente, y mis padres todavía gastaban una cantidad decente de dinero por mis regalos de Navidad. Incluso cuando Nathan y yo dejamos de creer, habían todavía regalos debajo del árbol cada mañana. A veces preparaba galletas para hacer la gracia a Papá, quien siempre se comía cada miga del plato. Nunca me cansaba de eso, en verdad. Aunque la mayor parte del tiempo mis padres parecían más emocionados que mi hermano y yo.

"Qué intenso," dijo Harry, abriéndome la puerta del coche. "No tenía ni idea de qué hacer si no te gustaba."

"Cualquier cosa sobre tigres--o animales en general--es un sí por mi parte."

Harry sonrió, pero entonces habló. "Por favor, dime que no me has comprado nada y que gané al molestarte sobre no comprarme nada."

"No, Styles. Te dije que te iba a comprar algo te gustara o no."

"Delilah, no tenías que--"

"Cierra la boca y entra al coche antes de que mi madre llame cabreada porque aún no estoy en casa," dije, mayormente bromeando.

Soltó un suspiro exagerado antes de sonreír un poco, cerró mi puerta y se fue a su coche.

Mi mente viajó a Justin. ¿Por qué siempre pasaba esto cada vez que estaba sola? Me había enviado un mensaje tan simple que ni siquiera estaba segura de que fuera él. Aunque obviamente lo había sido. Pero, ¿por qué? Después de todos los problemas que supuestamente tuvo para deshacerse de mí, ¿qué necesidad tenía de desearme una feliz Navidad? No lo hizo por Acción de Gracias. O por Halloween.

Cuando intentas hacer que algo no te moleste, siempre parece molestarte más que antes. Seguí diciéndome a mí misma que no importaba el porqué me había enviado un mensaje--no le había contestado y había borrado su número--pero todavía me carcomía la curiosidad.

Ya había coches en mi calle cuando Harry y yo llegamos. Mi familia siempre llegaba pronto o tarde, nunca a tiempo. Saludaron a Harry con más amabilidad que la primera vez que le conocieron, y Nat ya le estaba invitando a tomar asiento en el sofá para ver el partido de fútbol. Me miró como si me estuviera pidiendo permiso, lo que era totalmente desconcertante, pero lo ignoré y le dije que tenía que hacerlo porque yo iba a ayudar a Mamá. Si me dejaba, claro.

El día pasó tranquilamente. Estaba bien relajarse con la familia y escuchar sus discusiones divertidas. El hijo más pequeño de Tía Casey, Michael, había venido y preguntado si estaba la Reina Desiree. Le dije que estaba con su familia, y pareció triste por mi respuesta. Me preguntó si volvería pronto, y le aseguré que lo haría algún día. Harry pensó que era adorable y estaba intentando combinar sus nombres como si fueran pareja.

"Missouri casi suena bien, pero eso es un estado," murmuró para sí mismo. "¿Mesiree? Suena como a desastre..."

"Harry, tienen seis años."

"Amor de jóvenes."

Abuelo salió de la cocina, sacudiendo su cabeza. "Parece que el ciego guía al ciego ahí dentro," dijo, entonces me miró. "Tu madre podría discutir con cualquiera incluso aunque la casa estuviera vacía."

"Es tu hija," le recordé.

"Ahí me has pillado."

Cuando llegó la hora de cenar, supe que no podría disfrutar de la comida. No tenía hambre, pero quizás sólo era mi cerebro el que me decía que no comiera. Me rendí intentando descifrar la verdad de las mentiras hace tiempo, así que esto era prácticamente rutina que ignoraba. Ya no era un secreto para mi familia. Cuando todos empezaron a llenar sus platos, me dieron varias miradas preocupantes aunque no dijeron nada. No quería que lo hicieran. Era más fácil cuando la gente fingía ignorar.

Ni siquiera creo que Harry supiera cómo convencerme para intentarlo. Me ofreció algo de su comida como siempre hacía, pero no podía mirarla. Estaba luchando contra las ganas de taparme la nariz porque me hacía sentir rara. Hambrienta y a la vez con náuseas. Hubo un tiempo en el que me gustaban las comidas de las fiestas, pero ahora sólo eran otro obstáculo en el que encontrar una salida.

Mi familia estaba repartida entre la casa y el patio. Algunos seguían sentados en la mesa, y cuando se llenó, el resto de nosotros se sentó en el salón y otros fueron afuera. Yo estaba sentada en el sofá al lado de Harry, mi codo en el reposabrazos con mi barbilla en mi mano. Estaba intentando no mirar en su dirección, específicamente por su mirada de enfado y la comida que no podía ni ver. Nathan seguía mirándome también, pero mi mirada no se apartaba de la televisión. Incluso durante los anuncios, era menos molesto que encontrarme con sus miradas.

Cuando empezaron a hablar de nuevo a un tono normal, Harry me golpeó suavemente con su codo. Estaba sosteniendo un trozo de jamón, sus ojos suplicaban aunque dudaban. Intenté rechazarlo educadamente con una sonrisa, le dije que no tenía hambre, pero parecía estar más y más desesperado con cada negativa.

"Por favor," susurró. "No es mucho, pero es algo. Y..." frunció el ceño antes de inclinarse un poco más cerca. "¿Les estás viendo, ya sabes...a ellos otra vez, Delilah? Porque el otro día estabas mirando a la nada y tenías una, no sé, mirada asustadiza en tu rostro."

"Harry..."

"Sé que es un largo proceso, pero sólo quiero que te mejores. Es duro para mí comer frente a ti cuando sé que apenas puedes mirarla," admitió.

"No me molesta," le dije. "Ya no, de verdad."

Me miró mal.

Fruncí mis labios, intentando escapar del tema. "Si has terminado, puedes abrir tu regalo."

"¿Vas a comerte este trozo de jamón?"

Fue mi turno de mirarle mal.

Suspiró. "No sé ni para qué pregunto."

Preguntó a Nathan si quería el resto de la comida, y Nat se me quedó mirando un largo rato antes de coger el plato. Me levanté del sofá y Harry me siguió por el pasillo hasta mi habitación. El regalo, o regalos, estaban bajo mi ventana. Harry echó un vistazo con curiosidad mientras los dejaba sobre la cama. Uno era una caja pequeña, otro era una caja más grande (ambos envueltos en papel de regalo de Harry Potter), y una bolsa de tamaño mediano (llena de clínex de Harry Potter).

Se dio cuenta y rió. "Lo has hecho sólo por mi nombre, ¿verdad?"

"No pude evitarlo."

Rodó los ojos, pero sonrió mientras se sentaba. "Delilah, dijiste una cosa, no varias."

Me encogí de hombros. "No me diste una respuesta clara, así que simplemente pillé varias cosas."

Sacó los clínex de la bolsa primero, dejando las cosas en su regazo. Echó su cabeza atrás e intentó gruñir pero en vez de eso se rió. Miró la bolsa de coles, entonces me miró a mí.

"He dicho que sólo pillé varias cosas."

"Un batido de col a cada hora todos los días," remarcó bromeando.

"Idiota."

"Hater."

"Abre el más grande."

Harry hizo como le pedí, revelando el juego de monopoly de Star Wars. No pude decidir entre ese y el de Harry Potter, pero me di cuenta que en honor de la nueva película de Star Wars le gustaría éste mucho más.

"¿Porque no tengo juegos de mesa en casa?" preguntó, pero en verdad miraba al juego con una sonrisa.

"Duh. ¿Quién no tiene juegos de mesa?"

"Cierto." Cogió la caja más pequeña, pero me miró primero. "Delilah, esto ya es demasiado."

"Harry, son un juego y coles."

Besó mi mejilla cuando me senté a su lado, entonces abrió el último regalo. Cuando lo vio, se quedó mirándolo por un largo rato.

Cogí aire, hablando para llenar el silencio. "Me las arreglé para encontrar uno que no fuera muy caro. Aunque en parte cogí otro trabajo por eso, para ayudar a pagarlo."

"Delilah--"

"No me digas que no debería haberlo hecho, Harry. Tú has hecho mucho por mí. Lo menos que podía hacer era darte la oportunidad de ver a tu madre otra vez."

Sus labios se entreabrieron y sacudió la cabeza.

"Gemma ya estaba planeando en coger uno, e iba a preguntarte, pero como no tenía ni idea de qué comprarte por Navidad le dije que yo lo haría. Zac y Des también van."

Entonces frunció el ceño, cogiendo el billete de vuelo y enseñándomelo. "Sólo me has dado uno," dijo, parecía inseguro aunque a la vez nervioso.

Me encogí de hombros ligeramente. "Sólo podía pagar uno."

"Pero, ¿y tú, Delilah?"

"Vamos a ser honestos, Harry. Si hubiera cogido otro para mí también, sería como si me estuviera auto-invitando. Y yo no quiero eso. Parecías molesto cuando hablaste con tu madre hace un par de semanas, así que sentí que era lo correcto."

Pasó un brazo por mis hombros acercándome a él. Sus labios se presionaron contra mi frente antes de inclinarse y besarme.

"Ojalá vinieras conmigo después de haberte gastado tanto dinero..." dijo en voz baja, nuestros rostros a poca distancia.

"¿Hace cuánto tiempo que no la ves?"

Su voz se apagó más. "Desde la Navidad pasada."

"Entonces ha sido una buena inversión."

☆☆☆☆

Novela original escrita en inglés por  juliaxwrites

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All the love, A.































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