Capítulo 2

TENÍA UN NUDO en el estómago cuando entré en casa, la inquietud de entrar a la cocina y tirar toda la comida era abrumadora. Tener incluso las más mínimas tentaciones fuera de mi alcance, fuera de mi vida completamente. Así que eso fue lo que hice.

Todavía lloraba, o al menos eso pensaba. No estaba segura llegada a este punto, el propio odio y el disgusto nublaban mi mente. Abrí los armarios donde guardamos toda la comida basura: snacks, dulces, brownies y patatas. Los tiré al suelo, queriendo gritar solo para deshacerme del conflictivo sentimiento que crecía en mi estómago. Mi excesivamente flácido, repugnante estómago.

Llegada a este punto, no estaba procesando nada. Si mis ojos se encontraban con cualquier tipo de comida, mis manos la empujaban y mis pies la aplastaban. Era el extraño momento en el que estaba loca del llanto, pero en ningún momento paré, solo lloraba más fuerte. Mi cuerpo dolía de todas las lágrimas que había expulsado, todos los alimentos que había estropeado.

La puerta delantera sonó, mis sollozos pararon al momento.

Justin estaba en casa.

Dios, ¿por qué he sido tan estúpida?

Si Justin viera este desastre...

Me arrodillé para empezar a limpiar, pero era demasiado tarde. Su voz resonó prácticamente por todo el vecindario. "¿Qué cojones, Delilah?"

Intentando quitarme las lágrimas de las mejillas, me atreví a mirarle a los ojos. "Lo siento," susurré. "No era mi intención--"

"Esto," gritó, señalando al desastre del suelo, "es el dinero que me esfuerzo en ganar. ¿Qué te hizo pensar que estaba bien destrozarlo todo?"

"Lo siento," repetí. "Estaba cabreada y--"

Soltó una risa con humor, pasando una mano por su cara. "Solo porque no puedas controlar lo que comes no significa que esté bien que actúes de esta forma. Lo siento si eres gorda, Delilah, pero yo disfruto esta comida tanto como tú. Con la excepción de que yo limito lo que como." Entrecerró sus ojos, menospreciándome.

Casi me ahogo por el nudo de mi garganta. "Justin, lo estoy intentando." Odiaba lo pequeña que sonaba, tan débil y patética.

Por alguna razón, esa simple frase le hizo llegar al límite. Pateó una pila de cajas de snacks, una de ellas incluso alcanzó mi cara, la esquina golpeó justo bajo mi ojo. Menos mal que no fue lo suficiente fuerte como para dejar un marca. Me cubrí la cara con una mano, pero Justin agarró con fuerza mi muñeca y me hizo ponerme en pie. Apretó y siguió apretando incluso cuando empecé a hacer muecas de dolor.

"Vas a recuperar todo el dinero que acabas de desperdiciar, ¿entendido? Quiero que esta cocina esté llena antes de que acaba la semana. ¿Queda claro?"

Mi boca se abría para soltar palabras, seguro que parecía un pez. "P-pero yo no gano tanto dinero."

Cuando me pegó en la cara fue suficiente para darme cuenta de que debí haberme callado. "¡Pues te buscas otro trabajo, Delilah! ¡Búscate otro trabajo! No vas a llegar a ningún lado si sigues comportándote como una mocosa," dijo, empujándome. Se agachó al suelo otra vez. "Será mejor que limpies la cocina antes de que salga de la ducha."

Y pateó otra caja de camino al baño.

***

Al día siguiente salí en busca de otro empleo. Por ahora, trabajo en una tienda de ropa del centro comercial los martes y jueves. De vez en cuando se ofrecen turnos los sábados y domingos, pero no con mucha frecuencia. Fui a la universidad, pero me di cuenta de que no era lo mío en los primeros cuatro meses. Estaba cursando derecho, de todas formas no encajaba conmigo.

Justin todavía seguía en la universidad. Planeaba convertirse en una estrella del fútbol. Era un atleta en el instituto y estaba dispuesto a perseguir su sueño. Siempre le había apoyado. En el colegio, yo era la capitana del equipo de animadoras. Difícil de creer, lo sé, pero nunca he sido así...

Me las apañé para hacer una entrevista con el local del supermercado. Estaban dispuestos a trabajar con mi horario, en otras palabras, mis sesiones en el gimnasio. Sí, sorprendente, iba a seguir con el entrenamiento. Estaba pegada en mi mente, mi necesidad por cambiar. Un constante recordatorio de que simplemente no soy lo suficientemente buena. No todavía.

Tras salir del supermercado, estaba abriendo la puerta del coche cuando mi teléfono sonó. Bajé la mirada y me di cuenta de que era el número del gimnasio, mi pecho se encogió. ¿Debería responder? ¿Debería ir mañana y decir que nunca recibí una llamada? ¿Qué querían? ¿Qué dirían? Las opciones eran demasiadas como para pensar en ellas.

Llevándose el miedo lo mejor de mí, dejé saltar el contestador. Si era importante, dejarían un mensaje. Y lo hicieron.

Antes de entrar al coche miré la pantalla del móvil. No muy segura la desbloqueé, cliqueando el mensaje de voz antes de que me asustara por hacerlo.

"Hola, Delilah. Soy Harry. Esperaba que lo cogieras y así podría confirmar si ibas o no a volver, pero seguro y espero que lo hagas. Recuerda que el cambio conlleva un duro trabajo, y no es nada por lo que tener que avergonzarse. Si estás interesada en volver, nos vemos en el parque mañana a la hora que tenemos la sesión. Creo que tendrás la mente más abierta en un ambiente diferente. De todas formas, buenas noches. Te veo mañana."

Sonaba simpático, casi enfermizo. Debería haber borrado el mensaje de voz, pero por alguna razón no lo hice. Metí el móvil en mi bolsillo, y entré al coche con el refrescante aire acondicionado.

La idea de ir al parque no me resultaba agradable. Hacer ejercicio en frente de otros extraños, exponer mis inseguridades a la vista de los demás. Ya era bastante malo que Harry tuviera que ser testigo. Sus pobres y preciosos ojos nunca podrán volver a ver lo que vio ayer.

Más tarde esa misma noche, me fui a dormir con la duda. Si estaba haciendo lo correcto o lo incorrecto al seguir con un entrenador. ¿Funcionaría o sólo estaría perdiendo el tiempo? Pero una pregunta realmente me golpeó la cabeza y el corazón: ¿por qué Justin no había venido a casa?

***

Harry estaba tumbado en un banco cuando llegué, su brazo apoyado en su frente y una rodilla flexionada. Junté mis manos delante de mí, estaba nerviosa de repente. Había sufrido la escena de uno de mis bajones, y todavía "esperaba" que deseara seguir intentándolo. Quería creer que era sincero, pero una parte de mí no podía.

"Siento llegar tarde," dije en voz baja.

Harry movió su brazo, intentando tapar sus ojos del sol para poder ver. Pensé que le vi sonreír, pero probablemente era solo la expresión de su cara por entrecerrar los ojos. "No llegas tarde," comentó, entonces se llevó una mano a la frente para poder revisar su reloj. "A menos que queramos ser exactos, entonces llegas dos minutos tarde."

Qué gracioso. Llegué dos minutos tarde cuando quedé para cenar con Justin y parecía que quería estrangularme. Llego dos minutos tarde al entrenamiento y Harry estaba riendo.

"¿Planeas quedarte tumbado en el banco todo el día? Porque tengo un máster en estar tumbada," intenté bromear.

Supongo que funcionó porque sonrió antes de sentarse, pasando una mano por su pelo. "He de decir que si logras superar esa sesión conmigo--sin hacer trampas--podremos tener un momento de descanso."

Mis mejillas se enrojecieron, y esperé que pensara que había sido por culpa del sol. "Descansar significa vaguear."

"Técnicamente," dijo, restando importancia. "Sé que la respuesta va a ser probablemente negativa, pero, ¿estás lista para hacer ejercicio?"

"No."

"Maravilloso."

Se levantó, quedando más alto que yo. Tuve que apartar la mirada para no sentirme tan baja. "¿Por qué estamos en el parque? ¿Al sol?

"Mira a tu alrededor, Delilah. ¿Qué ves?"

Crucé los brazos frente a mi pecho, un poco confusa como si esto tuviera algo que ver. Pero hice lo que me pidió.

Había un club de yoga, no muy lejos, cerca de un estanque con un grupo de patos. A la derecha había un hombre trajeado en un banco, con un periódico frente a su cara y una mujer de mediana edad sentada al lado contrario de él, parecía que estaba en mitad de una discusión a través del móvil. Un padre y una hija alimentando a los patos del estanque. Dos chicos de la universidad tirando una pelota de fútbol.

"Veo gente," le dije, encogiéndome de hombros.

Me miró. "Muy observadora."

"No sé qué es lo que quieres que vea."

"Inténtalo de nuevo."

Me preparé para discutir, pero sinceramente parecía ser persistente con el asunto. Algo quería que viera, y probablemente no me lo diría a menos que lo encontrara por mí misma...

Así que dirigí la mirada a mi alrededor para seguir buscando.

Una chica sentada en el césped, con libros esparcidos frente a ella. Una columna de papeles que se volaron. Un hombre mayor pasó al lado de una mesa de picnic, con un sándwich a medio acabar frente a él. Estaba a punto de darme por vencida y mandarlo todo a la mierda cuando vi algo más.

Un hombre fuerte de más o menos mi edad, con cascos en su cabeza. Llevaba una camiseta larga que prácticamente le llegaba a las rodillas, sus pantalones eran incluso más largos. Estaba empapado de sudor de la cabeza a los pies, y aun así seguía corriendo por el parque, solo se paró a beber de la fuente. Parecía que podría colapsar en cualquier momento y no se pudiera levantar, aunque su determinación era evidente e inspiradora.

"Lleva aquí dos horas," dijo Harry, haciendo que mi vista regresara a él. "Corriendo alrededor del parque. Se fue un instante y regresó con una ensalada. Se la comió, bebió agua y empezó a correr otra vez. Es como un libro abierto. ¿Por qué crees que se esfuerza tanto, Delilah?"

"Quiere cambiar," dijo, en un tono de voz apenas audible. "Está cansado de mirarse al espejo y ver lo que ve."

Harry estaba mirándome, pero yo había dirigido mi vista de nuevo hacia el hombre que corría. "Le dije que debería descansar, poco antes de que llegaras. Me contestó que si se sentaba más de lo que había estado mientras comía, no se levantaría de nuevo. Empezó una dieta, hace apenas una semana. Eso es todo lo que llegó a decirme antes de que se marchara."

"¿Sabías que estaría en el parque?"

"Estuvo aquí el otro día cuando vine por el cumpleaños de mi sobrina." Me dijo. "Se acercó a nosotros y preguntó si podíamos darle un poco de agua, así que le ofrecimos un par de botellas. Dijo que normalmente se traía la suya propia, pero se le olvidó. Así que asumí que venía aquí con regularidad, y estaba en lo cierto." Sonrió orgulloso. "Pero pensé que un ambiente diferente sería más motivador para ti. Un gimnasio puede ser abrumador e intimidante, con otras personas, generalmente con buen físico, mirándote. ¿No crees?"

"Odio los gimnasios," admití. "Especialmente por ese motivo. Pueden ser bastante juzgantes."

"Ese es el punto, Delilah. Crees que todo el mundo está juzgándote, llamándote de todo, pero eres la que dice esas cosas. La mayoría del tiempo, estas personas--" Abrió sus brazos para dar más énfasis. "--estas personas están más interesadas en sus propias vidas. Difícilmente te miran dos veces, si es que lo hacen una. No les importa, Delilah. Eres una extraña para ellos."

Nunca lo había pensado de esa manera. De todas formas, sabía lo que sentía, y sentía esas miradas. Sentía las palabras burlonas. No podía ser mi imaginación. La gente odia a la gente que no es delgada. Te conviertes en un estorbo para los que te rodean, un gordo obstáculo que no pueden saltar.

"¿Ves que alguien te esté mirando ahora mismo?"

Fruncí mis labios, mirando a todos lados. "No."

"Exacto."

No podía negar que su pequeño discurso me había hecho sentir un poco mejor. Pero no estaba totalmente convencida. Había vivido esta vida por mucho tiempo como para poder borrarla tan fácilmente.

Harry juntó sus manos haciendo que sonaran. "Ahora a hacer ejercicio. Estás lista, ¿verdad?"

Dudé solo un momento antes de asentir.

Él sonrió. "¿Qué dices de un paseo alrededor del parque? Un calentamiento, así podemos hablar."

No quería hacerlo, pero me obligué. Harry guió el paso de manera generosa, haciéndolo fácil para que lo pudiera seguir. Típicamente, hacer footing era demasiado. Mi "calentamiento" era reunir fuerza suficiente para levantarme de la cama por las mañanas. Limpiar la casa era el único ejercicio que hacía en el día. A veces salía a recoger el correo, si Justin se olvidaba de hacerlo. Aunque Harry no necesitaba saber estos pequeños detalles.

"¿No encuentras esto un poco relajante?" preguntó Harry.

"Honestamente no. De hecho, lo odio."

Rió, y me pregunté cómo es que tenía el aire suficiente para hacerlo. Bueno, obviamente porque su estómago no era más grande que él, como el mío. Sonreí falsamente. Estábamos congeniando bastante bien, y eso era más de lo que pedía... Podría haberme tocado una mojigata que pensara que está en el más alto pedestal de todos. O un estúpido que prestara más atención en desarrollar sus músculos aún más. Pero no, había tenido suerte de que me tocara un buen ser humano.

Harry era sincero. En cuanto terminamos de dar una vuelta alrededor del parque, algunos ejercicios y lo básico (de hecho intenté dar lo mejor de mí sin venirme abajo), nos tiramos al césped. Yo estaba boca abajo, con mi cara enterrada en mis brazos mientras que él estaba boca arriba, casi en la misma postura en la que le encontré esta mañana.

"Estás actuando como si hubieras corrido cinco millas y hecho cuatrocientas dominadas," remarcó, aunque en un tono juguetón.

"Al menos así lo he sentido."

"Estás siendo dramática."

"Menuda manera de decirlo."

Levanté mi cabeza y le miré. Tenía los ojos cerrados, una sonrisa en sus labios. Debe de haber sentido que le estaba mirando porque estaba alerta en pocos segundos, con su mirada bloqueada en la mía. Mis mejillas enrojecieron, así que culpé al calor.

"Debería odiarte por haber puesto mi vida en peligro al traerme al parque."

Sonrió bromeando, "¡Oh, qué horror!"

Rodé mis ojos justo cuando sonó mi alarma. Me levanté, leyendo la nota y queriendo golpearme. Había olvidado completamente la entrevista en el supermercado. Todavía tenía que volver a casa y ducharme, y era dentro de una hora.

"Tengo que irme," le dije, levantándome. "Hemos acabado, ¿verdad?"

Harry se incorporó apoyándose sobre sus codos, frunciendo el ceño. "Sí, hemos acabado. ¿Va todo bien?"

Asentí. "Tengo una entrevista de trabajo."

Los extremos de sus labios se alzaron. "Que tengas suerte."

"Gracias."

"Te veo el viernes, ¿verdad?"

Sonreí, asintiendo otra vez. "Sep. Te veo el viernes."

☆☆☆☆

Novela original escrita en inglés por juliaxwrites

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All the love, A.











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