Capítulo 18

"TENGO ALGO QUE confesarte," dijo Harry una hora o dos después mientras nos tumbamos en el césped, su brazo sobre mis hombros y mi cabeza en el suyo. No estaba segura de cuándo nos pusimos en esta posición, pero estaba demasiado agusto para siquiera pensar en moverme.

"¿Otra confesión?" Reí cuando alcé la vista y vi sus mejillas enrojecer.

"Una menos... atrevida," murmuró tras considerar la mejor palabra para describirla. "Puede o puede que no haya conocido a Michael Myers de antes... Y puede o puede que no le haya pedido que me ayudara a meterte en la casa encantada."

Mordí el interior de mi mejilla. "No es tanto una confesión. Me di cuenta."

"¿De verdad?"

"Te estuviste riendo todo el tiempo, Harry."

Suprimió una sonrisa. "Tenía buenas intenciones."

"¿En serio?"

"Sí, " asintió, sus dedos acariciaban mi brazo. "Era una escusa para estar más cerca de ti."

Era mi turno de sonrojarme. "Bueno, te funcionó."

"Estoy orgulloso de todo lo que está ocurriendo esta noche."

"No te eches tantas flores."

"Lo siento."

Una brisa fresca hizo presencia, instintivamente causando que me acercara más a Harry quien al instante me abrazó más fuerte. Nunca pensé por un momento que esto se sintiera tan bien--completamente bien. Los momentos con Justin siempre acababan, y me sorprendí a mí misma cuando no sentí el más mínimo remordimiento al apostar por Harry. Quizás debería haber pensado sobre Justin, pero lo más probable es que él no estuviera pensando en mí.

Le empujé al fondo de mi mente, esperando que algún día fuera una tarea más fácil. Él aún seguía ahí, aún arrastrándome hacia él. Sin embargo, ahora tenía una defensa, alguien que me llevara al otro lado. El otro lado estaba ganando.

Pensé en lo de antes, en cómo Harry había mencionado a su ex y cómo siempre se había preocupado por ella. Era así para todo el mundo, ¿verdad? Cualquier período de tiempo podría mantener a dos personas juntas y mantenerlas pegadas. Justin siempre solía tener un lugar en mi corazón, incluso aunque lo había roto una y otra vez. No podía cambiarlo, y no estaba completamente segura de que quisiera. Olvidarlo parecía simplemente implausible.

Otro pensamiento haciéndose paso en mi mente me hizo hablar.

"Tengo una confesión, también."

"Casi me asusto de escucharlo."

Le golpeé en el pecho de broma. "Bueno, quizás no te lo diga."

Harry se movió lo más mínimo para que así ambos de sus brazos pudieran rodearme, y me mantuvo presa. "Bueno, no puedes irte, y yo no te permitiré ir hasta que me lo cuentes."

Quizás no quiero que me sueltes.

En vez de eso, dije, "Vale, tú ganas. Sólo porque puedo oler tu colonia y huele de maravilla, tanto que podría desmayarme."

Rió, pero aflojó sus brazos alrededor mía.

Sintiéndome ansiosa ahora, reuní todas mis fuerzas. "Quiero que sigas entrenándome."

Se echó hacia atrás un poco para poder mirarme, el ceño fruncido pero la mirada burlona.

Continué. "Sé que nuestras sesiones han acabado, pero no estoy en el peso que quiero estar..."

Ahora su expresión denotaba un poco de preocupación.

"Quiero perder peso," le dije. "De forma saludable. Y por mí misma esta vez."

Una sonrisa se hizo presente en su rostro, pero dudó. Alzó su dedo meñique y dijo, "¿Prometido?"

"¿En serio? ¿Una pinky promise?"

"La única promesa que no puede ser rota."

Le miré mal, pero enganché mi meñique con el suyo. "Lo prometo."

Hubo una pausa antes de que me volviera a acercar a él. Podía sentir sus labios justo sobre mi oído mientras susurró, "A propósito, creo que eres preciosa tal y como eres."

***

Mantuve mi promesa con Harry en el transcurso de las siguientes semanas. Hicimos ejercicio en el parque como solíamos hacer, sólo que esta vez era cuando queríamos. Todavía trabajaba en el supermercado por las tardes y por las noches, pero Harry quedaba conmigo por las mañanas y estábamos tres buenas horas juntos. Quité todos los refrescos de mi dieta, toda la comida basura, e incluso Harry se las apañó para que probara otro batido de col.

Aún no me gustaba, pero era la mente-abierta lo que importaba.

Avergonzante como fue, Nathan apareció en una de nuestras no-oficiales sesiones. Por supuesto actuando militarmente, él y Harry estaban prácticamente corriendo en círculos a mi alrededor. Aunque Nat llegó a adelantar a Harry, y nos dejó a nosotros tirados en el césped intentando recuperar la respiración. Bromeó sobre que su sargento nos habría puesto en pie agarrándonos del cuello de nuestras camisetas.

"Esto no es un entrenamiento militar," discutí.

"De hecho estoy a punto de vomitar," se quejó Harry.

"Maricones," Nat se rió.

Los únicos días en los que Harry y yo no quedábamos para entrenar eran los sábados y domingos. Esos estaban reservados para simplemente quedar. El primer sábado, había recordado a Harry la cita de cine que aún me debía, y eso es lo que hicimos. El siguiente fin de semana Harry quedó conmigo en la librería, donde compramos el libro que me prometió. Era duro para él apartarme de las páginas el suficiente tiempo para entrenar esa semana, pero hubo merecido la pena absolutamente.

Pasaron tres semanas, y logré perder saludablemente doce libras. No era un proceso rápido, y eso era un poco desalentador, pero mi cuerpo empezaba a tomar forma a la vez que se quitaba grasa. Estaba empezando a sentirme más segura de mí misma--por supuesto con la ayuda de Harry. Me llamaba preciosa cada vez que tenía oportunidad, y cada vez mi corazón se hinchaba más y más, hasta que estaba segura de que estallaría.

Estaba realmente empezando a creerle, y quería recompensarle por todo lo bueno que había hecho por mí. No sólo por la película o el libro o incluso los cumplidos. Sólo por estar ahí. Quedarse a mi lado incluso cuando desesperadamente intenté persuadirlo de que no necesitaba a nadie.

Intenté preguntarle un día qué quería, pero me miró raro antes de reírse de mi pregunta. Cuando se lo dije era en serio, él dijo que no debería serlo.

"¿Es tan malo que quiera comprarte algo?" Cuestioné.

Se encogió de hombros. "Es malo que creas que quiero algo."

"Sólo quiero hacerlo. Tú me has dado mucho," dije en voz baja, casi avergonzada.

La sonrisa de Harry era cálida, aunque me pilló con la guardia baja cuando enganchó su brazo alrededor de mi cintura y me besó. Cuando se separó, su sonrisa era brillante. "Ahí lo tienes," suspiró. "Estamos en paz."

Él podrá haberlo aceptarlo, pero yo no.

Un par de días después, un número desconocido me llamó. Me preocupé un poco al principio, pensando que podría haber sido Justin o la chica con la que estaba saliendo (cuyo nombre no me molesto en recordar). Pero dejó un mensaje en el buzón, y simplemente era de la oficina de mi doctor diciendo que tenía una cita pendiente. Me llevó un rato recordar lo que él había dicho de que tendríamos otra cita en tres meses. Le vi un par de semanas antes de conocer a Harry, y era extraño pensar que tres meses habían pasado tan rápido.

Estaba sentada en la mesa de desayuno cuando escuché el mensaje de voz, el ceño fruncido apareció en mi rostro.

Mamá fue la primera en darse cuenta. "Delilah, ¿estás bien?"

"Sí, sólo..." El fruncimiento se acrecentó.

Nat juntó sus manos haciendo ruido. "Voy a tomarlo como una señal para dejaros a ti y a Mamá solas para que podáis hablar sobre... ya sabes, lo que sea que es."

Papá alzo su mano, empujando su silla hacia atrás. "Voy contigo, hijo."

Cuando nos quedamos solas, vino a sentarse a mi lado, dejando un mechón de pelo tras mi oreja.

"Tengo que ver al Doctor Phillips otra vez," murmuré.

Mamá soltó un suspiro que parecía de alivio. "Oh, dios mío... Pensé..." Hizo caso omiso de su propio comentario. "Cariño, lo has estado haciendo muy bien. Estoy segura de que él dirá lo mismo."

Crucé mis brazos sobre mi estómago inconscientemente. "Es por la manera en la que dice las cosas. Como si fuera una cría y me estuviera regañando. Me hace sentir peor."

"De acuerdo," dijo, posando su brazo sobre mi hombros. "Ve antes de Acción de Gracias, así te quitas el trabajo en las vacaciones."

La miré mal, aunque tenía razón. Toda mi familia se reunía por vacaciones y cuando cocinábamos, nos lo tomábamos en serio. Había comida para un mes, pero nos llenábamos tanto que las sobras sólo duraban una semana. Lo que aún era mucha comida. Y Acción de Gracias era la próxima semana, así que me pillaba justo a tiempo al tener la cita mañana.

Viendo que no estaba demasiado satisfecha, rió entre dientes. "Vale... Puedes decir a Harry que vaya contigo. Apoyo moral y esas cosas."

Tenía razón, otra vez. No es como si pudiera ocultarle mi peso, así que no habría ningún juicio por su parte. También, con mi disgusto hacia los doctores, estaría bien tener a alguien de confianza. En caso de que me pusiera demasiado sensible o el Doctor Phillips fuera demasiado directo. O quizás sólo yo estaba exagerando las cosas.

Manteniendo esto en mente, llamé a Harry más tarde ese día. Me senté en el columpio que apenas podía mantenerse colgado. Crujió con el más mínimo movimiento, y supe que era porque yo aún era más grande de lo que me gustaría, pero intenté ignorar el hecho y escuchar el pitido de la línea.

"Hola, preciosa."

Su profunda voz mezclada con el cumplido podría haber hecho a cualquiera babear. Me las apañé para sonreír, sin embargo mi corazón estaba bombeando deprisa e intentando calmarse.

"Hola," dije en voz baja. Un viento fresco provocó que me dieran escalofríos, y bajé las mangas de la camiseta hasta mis manos.

"Justo estaba pensando en ti." Gruñó un poco, como si estuviera cogiendo algo pesado. "Oh, y Zac se propuso a Gemma la otra noche. Aparentemente, han estado pensando en ello por un tiempo." Resopló otra vez, un ruido seco me confundió aún más.

"Me alegro por ellos," le dije. "¿Pero qué estás haciendo ahora, y por qué eso te hizo pensar en mi?"

"En el orden de tus preguntas, mis respuestas son: estoy ayudando en la mudanza de un amigo y siempre pienso en ti." Tomó aire. "Parece que algo te está molestando."

"¿Es tan obvio?"

"Eso, o que soy bastante bueno en identificar el tono de molestia en una voz." Harry murmuró algo a alguien, entonces preguntó, "¿Qué te pasa?"

Arrugando la nariz por el mero pensamiento, bajé la mirada a mis pies que hacían un hoyo en la arena. Resitué el móvil en mi otra oreja, intentando mantenerme ocupada. "Tengo una cita con el médico mañana."

Hubo una pausa antes de que hablara otra vez. "¿El doctor que te clasificó como 'obesa' cuando nos conocimos?"

"Sí, ese mismo."

"¿Y quieres que vaya contigo?" preguntó, sorprendido. No repulsivo o molesto, sino sinceramente sorprendido.

"Sólo si puedes. Es decir, si estás ayudando en la mudanza de un amigo, no pasa nada. Es sólo que no quiero ir y aunque quizás, si tú fueras, sería un poco más fácil porque no me cae muy bien, los doctores en general, y--"

Me cortó con su risa. "Delilah, has estado cerca mío demasiado. Estás cogiendo mi hábito de liar las cosas."

"Lo siento."

"No quise decir que no iría," aclaró. "Claro que iré, si tú quieres. Es sólo que no me esperaba que quisieras que fuera. Sé que puedes ponerte un poco... sensible. Ya sabes, con el tema del peso y esas cosas."

"Cierto, pero ya lo has visto. No es como si quisiera ocultártelo."

"Así que este doctor," dijo Harry, "¿es un idiota?"

Moví el columpio, balanceándome un poco. "No lo sé. Quizás he sido tendenciosa. Es muy directo, supongo. Dice las cosas como son."

"Lo que puede ser una buena o mala cualidad."

"Exacto."

"¿A qué hora es la cita?"

"A la una y media de la tarde."

"Estaré allí."

Sonreí. "Gracias."

Podía imaginarle devolviéndome la sonrisa. "Nunca tienes que agradecerme nada, Delilah."

***

Estaba temblando. Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta para intentar mantenerlas quietas, pero no funcionaba. Hacía viento en la calle, además del frío aire lo cual normalmente disfrutaba. Pero hizo que mis temblores acrecentaran. No debería haber estado asustada. Sabía mi peso y que había perdido la mayor parte.

Aún así había algo en ver al doctor que al instante me ponía de los nervios.

Esperé a que llegara Harry, moviéndome mientras intentaba empujar mi chaqueta incluso más abajo para cubrirme. Llegó justo a tiempo, como me imaginaba, vistiendo su atuendo usual de pantalones pitillo y una camisa medio abrochada. Verle me calmaba, pero sólo un poco.

"Estás tiritando, Delilah. ¿Por qué narices estabas aquí fuera?" me regañó, aunque me rodeó con sus brazos mientras lo decía.

"Estaba esperándote," murmuré con la cara en su pecho.

"Soy capaz de entrar yo solo," bromeó, besando mi cabeza.

No creo que pueda llegar a acostumbrarme a tales pequeños pero dulces gestos.

Abrió la puerta para mí, entonces encontró un sitio mientras iba a firmar los papeles. El recepcionista, un chico que apenas parecía tener dieciocho años, me dijo que sería en diez minutos. Le asentí, sonreí, y caminé agradecida para sentarme con Harry. Al principio, me sorprendí cuando sentí su mano en mi rodilla, pero luego me relajé. Me arrepentí de saltar porque Harry me miró inmediatamente preocupado.

Tomando aire, me encogí de hombros. "Aún no me acostumbro a los pequeños gestos como ese. Justin solía..." Pero me paré a mí misma porque no quería recordar cómo Justin siempre acariciaba mi rodilla un poco demasiado fuerte, y no pensé que Harry quisiera escucharlo.

"Bueno," dijo, "acostúmbrate, porque los pequeños gestos me importan tanto como los grandes." Y la sonrisa que me dio mostraba sinceridad.

Concluyendo que me gustaban los pequeños gestos también, apoyé mi cabeza en su hombro. Me sorprendí con cómo de agusto estaba con él, pero feliz al mismo tiempo. Estar agusto con alguien mostraba cuánto confiabas en él, y no creo que alguna vez haya confiado en Justin tanto como en Harry.

No era la única en la sala de espera del doctor que traía apoyo moral, como dijo Mamá. Había otra chica más o menos de mi edad con el que creo que era su novio, luego había un chico adolescente con su madre, y tres mejores amigas enseñándose algo en las pantallas de sus móviles. Ninguno de ellos parecía tan ansioso como yo, pero sabía cómo de bien la gente puede ocultar sus sentimientos más profundos.

"¿Qué pasa si me dice que aún soy demasiado gorda?" Pregunté con voz débil, imaginando la expresión que pondría el doctor.

Harry me acarició amablemente, y otra vez recordé cuán diferentes él y Justin eran. "Si lo hace, es obviamente un idiota y probablemente debería ser despedido por mentir a sus pacientes."

"Lo digo en serio, Harry."

"Yo también."

Mordí el interior de mi mejilla, girando mi cabeza para que mi barbilla estuviera en su hombro. Se giró hacia mí. "No quiero que me humille... otra vez."

Estando tan cerca, Harry apenas tuvo que inclinarse hacia delante para conectar nuestros labios. Fue corto, pero pasional a la vez. "Eso no ocurrirá, ¿vale? Estás dándole muchas vueltas, y creando falsas escenas en tu mente antes de siquiera haber escuchado lo que tiene que decir. Quizás se ha vuelto más inteligente en el trascurso de estos tres meses."

"O más tonto."

"¿Por qué no me dejas nunca animarte?"

Reí. "Lo siento. Eres demasiado alentador. Me siento tan inspirada."

Sonrió triunfalmente. "Sí, así me gusta más."

Rodé mis ojos justo cuando escuché mi nombre.

"¿Quieres que espere aquí fuera?" preguntó.

Una mirada a la expresión fría de la enfermera y ya estaba cogiendo su mano. "No te pedí que vinieras sólo para esperar, ¿vale?"

La enfermera era una mujer mayor de labios finos y estrictos ojos de color miel. Parecía que estuviera juzgando a todo el mundo y todo lo que estuviera en su campo de visión. Inintencionadamente tragué, mi pecho se oprimió cuando esos ojos se posaron en los míos. Ella intentó sonreír, pero era demasiado forzada y la hizo ver más enfadada, como si estuviera conteniendo los insultos.

Antes de guiarnos a la habitación, nos llevó al área donde estaban la báscula y la escala de altura. Me quité las converse, dí la espalda a la pared hasta que mis talones la golpearon. Confirmó que no había crecido, lo que ya era un hecho. Entonces me hizo subirme a la báscula y cerré los ojos, sin querer verlo. Cualquier número que fuera sería alto para mí.

Harry cogió los zapatos por mí, y seguimos a la amenazante enfermera a una sala. Allí me dijo que me sentara en una silla que parecía de dentista y esperase a que llegara el doctor. No dijo nada más cuando se fue, cerrando rápidamente la puerta tras de sí.

Me puse otra vez los zapatos y estaba en mitad de proceso de atarlos cuando Harry preguntó, "¿Quieres saber tu peso?"

¿Quiero?

"No sé."

Pasó una mano por su pelo. "Has perdido un montón de peso desde que me conociste, Delilah."

"Bien. Lo necesitaba."

Pero supe que el doctor me diría que había cogido peso, y prefería escuchar los números por boca de Harry. Al menos no sonaría como si estuviera muriéndome, no importa cuáles fueran los números. "¿Cuánto peso?"

Cogió aire. "62 kg."

"¿62 kg?" Pregunté, como si necesitara confirmarlo.

"Sí."

Repetí el número varias veces en mi cabeza, entonces lo comparé con el peso que tenía en el instituto. "51 kg."

"¿Qué?"

"Necesito pesar 51kg. Ese era mi peso en secundaria, y así es cuando era feliz con mi físico."

Los ojos de Harry se agrandaron. "Delilah, eso es muy poco. Parecerías un palo y huesuda con ese peso. Te ves bien así, pero si todavía quieres ser más delgada, no te sugeriría bajar más de 56kg. Quizás 54, pero incluso eso sería arriesgado."

"Aún no me gusta mirarme en el espejo, Harry." Mi voz salió casi en un susurro, y dejé caer mi cabeza. "Es más fácil ahora, pero... Aún no me gusta."

Suspiró, tomando un paso más cerca para alzar mi barbilla y que nuestros ojos se encontraran. "Delilah, estoy preparado para decirte lo preciosa que eres un millón de veces hasta que me creas. Pero por favor, confía en mí cuando te digo que pesar menos de 56kg sería insano. Y me prometiste que querías bajar peso de forma saludable."

Junté mis labios, aunque no pude cambiar mi opinión. "Lo perderé de manera sana," le dije. "Pero tengo que pesar eso, Harry. Lo necesito."

Antes de que pudiera discutir como sabía que iba a hacer, hubo un rápido golpe en la puerta antes de que el doctor entrara. Harry se apartó y metió las manos en sus bolsillos, su mandíbula tensa debido a nuestra conversación. No me gustaba enfadarle, pero necesitaba entender que no me quedaría agusto hasta que pesara 51 kg.

Después de un breve saludo y la presentación de Harry, el Dr. Phillips parecía tan despeinado como siempre. Su pelo siempre estaba desordenado, de una forma y de otra, y sus azules ojos siempre tenían esa mirada confusa como si no estuviera seguro de quién era. Se afeitó la barba desde la última vez que le vi, y ahora había optado por un bigote. Su sonrisa siempre torcida y su cabeza siempre ladeada. Agarraba las cosas con tanta fuerza que sus nudillos se ponían blancos.

"Me alegra verte de nuevo, Delilah. ¿Cómo has estado?" Su voz siempre tan áspera; siempre temblorosa como si estuviera al borde de las lágrimas.

"Bien," respondí vagamente.

"Me alegra que tomaras mi consejo de tener un entrenador personal. Puedo notar la diferencia," remarcó, sus ojos me inspeccionaban mientras hablaba. "Sin embargo, el peso no debe ser tu único problema."

Instintivamente, me abracé a mí misma.

Pretendía no darse cuenta, ojeando mi historial. "Tengo algunas preguntas. En tu última visita--sólo hace tres meses, te recuerdo--pesabas más de 81 kg. Has perdido una cantidad de peso considerable desde entonces, y aquí dice que estuviste hospitalizada hace un mes. Me gustaría pensar que el informe de deshidratación y de hambruna están mal, pero sería esperar demasiado."

Tragué, apartando la mirada. "Tuve algunos... problemas, pero estoy bien ahora."

"Eso espero, pero de nuevo, ¿te importa si sigo?" Rió entre dientes, como si estuviera charlando con un crío, y ojeó otra página del informe. "Tu peso y tu altura son normales, pero te recomiendo bajar un poco más. En el caso de que lo mantengas, claro. Sería una pena verte subir a la escala de obesidad otra vez, o acabar teniendo bulimia. Sólo son consejos."

Anotó algo antes de volver la mirada hacia mí. "¿Alguna pregunta?"

Harry nos sorprendió a ambos al hablar. "Yo tengo una."

El Dr. Phillips se inclinó sobre la mesa, como si estuviera intentando parecer más imponente que Harry, aunque no lo consiguió. "Adelante."

"Odio ser tan directo, pero considerando que pareces entender las cosas mejor de esta forma, ¿siempre eres tan gilipollas?"

"¿Disculpe?"

Harry alzó las cejas. "Tu trabajo no es compartir tus ignorantes opiniones, como la imagen de Delilah o de las bulímicas sólo para captar atención. Corrígeme si me equivoco, pero no creo que la gente te pague para ser humillante y rebajado."

No estaba segura de si debería hablar o no, así que no lo hice. Sabía que la parte de la bulimia le afectaba por Gemma, y Harry tenía toda la razón. No pagaba a este hombre para hacerme sentir mal conmigo misma. Siempre me había mirado un poco demasiado mal, y una vez me sugirió que me operara la nariz para hacerla más pequeña.

El doctor ni siquiera parpadeó. "Mis disculpas si le he ofendido, pero usted no es mi paciente. No tenía ni que venir."

"Pero lo hice, porque Delilah me lo pidió. Dijo que la hacías sentir incómoda, y ciertamente puedo verlo. No has apartado tus ojos de ella por más de cinco segundos desde que entraste. Ahora, a menos que quieras ser denunciado, te sugiero que empieces a ser profesional. Y como hemos terminado, mi segunda pregunta es: ¿podemos irnos?"

Esta segunda vez, ser nombrada hizo que el Doctor Phillips estuviera menos seguro de sí mismo. Aclaró su garganta, evitó mirar a Harry. Arrancó el papel de mi chequeo médico y me lo ofreció, asegurándose de mantener sus ojos en otra parte.

"Gracias por su tiempo," gruñó Harry, y dejamos al doctor aturdido en la sala.

Después de firmar, Harry me llevó hasta el coche. Dándome cuenta de que aún estaba agitado, pregunté, "¿Estás bien?"

Su única respuesta fue, "Deberías ir buscando un nuevo doctor."

☆☆☆☆

Novela original escrita en inglés por juliaxwrites

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