Capítulo 12
-HARRY STYLES-
CUATRO LARGOS DÍAS. Entrando y saliendo del hospital, idas y venidas sin dormir nada. Los segundos pasaban, se convertían en minutos, se convertían en dolorosamente una cantidad interminable de horas. Estaba despierta; no estaba despierta. Podía verla; no podía verla. Necesitaba descansar; necesitaba compañía. Cuatro días empezaron a sentirse como cuatro años.
Esta no es la forma en la que pensé que conocería a los padres de Delilah. Esta no es la forma en la que pensé que estrecharía lazos con su hermano. Atrapado en una ruidosa sala de espera de hospital por horas, apenas parando un momento para comer. Estuvimos todos preocupados por ella. El doctor dijo que ella todavía no comía. No pasaría mucho tiempo antes de que tuvieran que forzarla, y esa no era la forma de conseguir que Delilah mejorara.
Su padre era un hombre intimidante, sin embargo, estaba seguro de que apenas era solo una fachada. Vi la manera en la que gentilmente susurraba a su mujer y mostraba afección hacia su hijo. No era un hombre cruel. Tuve la sensación de que el show era todo por mí, lo que era entendible. Me pregunté si sabían sobre el abuso por el que Delilah estuvo pasando. Lo dudé, porque estaba seguro de que Justin estaría ahora mismo seis pies bajo tierra si alguno de sus parientes militares le hubiera pillado.
En el cuarto día, estaba dormida cuando la visité. Me senté en la silla de su lado, instintivamente mirando sus constantes vitales. Su presión sanguínea era devastadoramente baja debido a su malnutrición, y tuve que forzarme a mí mismo a apartar la mirada. Una parte de mí sintió que fuera mi culpa que acabara de esta forma. Era su entrenador. Debería haber cuidado más de ella. Debería haberme asegurado de que estaba comiendo.
Aunque otra parte de mi sabía que no habría podido parar esto. No puedes meter a presión la comida en la boca de otra persona. Es malo para la salud mental, como el no comer lo es algo para la salud física. Intenté que tuviera sentido en mi cabeza, y sabía que había una pequeña forma de prevenir esto. Sin embargo, me pregunto... ¿podría haber impedido que esto sucediera?
El doctor estaba fuera cuando salí, cerré la puerta silenciosamente. Asentí y me iba a marchar, pero agarró mi brazo. Algo en sus ojos me dijo que toda esta situación no pintaba bien.
"Siento retenerte, pero tengo un par de preguntas. Eres su entrenador personal, ¿no?"
Fruncí el ceño, mis cejas se juntaron. "Sí, lo soy."
"Bueno, Delilah ha estado... murmurando cosas últimamente. Algo sobre que la gente se ríe de ella y cómo 'hacerles' desaparecer. Hasta ahora ya he preguntado a su familia y han dicho que no habían oído nada sobre ello, pero..."
"Dos veces," le dije, pasando una mano por mi pelo. "El lunes estuvimos en el parque y dijo algo sobre un grupo riéndose de ella, pero no vi a nadie. Entonces el jueves, antes de que se desmayara, dijo que les hiciera parar." Sacudí mi cabeza en confusión. "¿Qué pasa? ¿Es Delilah...esquizofrénica o algo?"
El doctor ofreció una sonrisa genuina. "Oh, no. No creo que sea tan extremo. Al parecer, Delilah está gravemente desnutrida. Rara vez la malnutrición causa alucinaciones, pero es posible. Los dolores de cabeza también tienen algo que ver. Sin embargo..." mordió su labio inferior y asintió para sí mismo. "Creo que está paranoica, lo que podría también jugar un factor en las alucinaciones. Pero no soy profesional, así que recomiendo que Delilah vaya a terapia."
Me froté las sienes. "Intenté decírselo, pero me ignoró por completo. No quería presionarla o molestarla."
"No puedes ayudar a alguien que no está intentando ayudarse a sí mismo," remarcó. "Tengo la sensación de que si Delilah no coopera pronto, se pondrá peor. Mental y físicamente."
Me dio una palmada en el hombro antes de entrar a la habitación de Delilah, dejándome con mis pensamientos. Dudé en volver a la sala de espera, sabiendo que su familia tendría que saber pronto lo que el doctor acababa de compartir conmigo. De todas formas no sentí como si tuviera el derecho de decir nada.
Espero que el doctor se lo diga. Y pronto.
***
Nathan vino y se sentó a mi lado después de visitar a su hermana. No habló durante un rato, simplemente siguió frotándose la cara. Había estado derrotado el primer par de días, diciendo que debería haberse quedado hasta que entrásemos al cine. Su padre le dijo que no había nada que él pudiera haber hecho que yo no hube hecho, y era confortante saber que ninguno de ellos me culpaba.
"¿Cuánto tiempo?" murmuró.
Le miré, figurándome que se refería a cuánto tiempo había estado sin comer. "Un tiempo....Nunca hablaba de ello conmigo. Todo lo que decía era que estaba bien."
Nathan asintió, frunciendo los labios. "El doctor ha dicho que la van a mantener hasta que empiece a comer y si no lo hace... Dios, no quiero verla con un tubo en la nariz."
"Yo tampoco."
"¿Acaso eso la ayudaría de verdad?"
Me encogí de hombros, indiferente. "Con el tema de la malnutrición, seguro. Pero ella no se sentirá mejor si no es lo quiere."
"¿Cómo conseguimos que quiera comer?"
Sostuve mi cabeza. "No creo que podamos."
Soltó un suspiro, entonces empezó a frotarse la cara otra vez.
"Quizás deberías dormir un poco," le dije. "Has estado aquí casi todas las noches. No hay nada que podamos hacer por ella mientras esté ingresada."
Asintió a mis palabras, pero la tensión persistía en su rostro. Estaba dudando entre dejar a los doctores hacer su trabajo, y quedarse para asegurarse de que hacían su trabajo lo mejor que podían. Podía entenderlo porque yo estaba atrapado en la misma posición. Sabía que no podía hacer nada beneficioso aquí, pero saber que ella estaba aquí era suficiente ayuda. No lo sé. Me gustaría creer que mi presencia tenía el mismo efecto de serenidad para ella así como ella me lo causa a mí.
Quizás me estaba ilusionando demasiado. A penas ha pasado una semana desde que Justin la dejó, y ahí estaba yo confesándole mis sentimientos. Pero lo sentí necesario. Delilah nunca creyó que hubiera alguien ahí fuera para ella, pero yo lo estaba. Y también su familia. Estar aquí para ella le hacía bien. Nunca la dejaríamos. No a menos que ella nos lo dijera.
"Dime una cosa," Nathan dijo, mirándome. "¿Ese bastardo empezó esto?"
Pensé en ello por un momento. No estaba segura de cuánto tiempo llevaba soportando el abuso, pero apuesto a que demasiado. Nadie llora así durante una noche entera. Ese tipo de cosas sucedieron por la constante infravaloración. La única razón por la que Delilah pagó por un entrenador era para poder perder peso para complacer a su novio de ocho años. Ni una sola vez había mencionado estar haciéndolo por su propia salud, siempre fue por él.
"Creo que jugó la mayor parte en esto," admití. "Pero no sé la historia entera, así que no puedo hacer suposiciones, ¿sabes?"
"Sé su historia y nunca me ha gustado," gruñó. "Algo me olía mal, siempre. Era dulce con ella en público, pero cuando peleaban... pensé que Delilah nunca dejaría de llorar. Él la chillaba—un montón. Y aun así, ella siempre volvía a él."
"Creo que ya lo ha aceptado. O al menos ya tiene conocimiento sobre ello."
"Sí, bueno, más le vale no cruzarse conmigo."
Reí, pero no porque la situación fuera divertida. Me reí porque interiormente estaba de acuerdo con él. Yo siempre intentaba evitar las confrontaciones, pero algunas estaban destinadas a ocurrir. Una pelea física no era mi intención, pero no creo que tenga problema. Si es sobre eso. Aunque en verdad yo sólo tenía unas cuantas palabras desagradables para él. No que le importen o escuche, pero quizás mi mente estará en paz al saber que al menos las dije.
Nathan, por otra parte, estaba seguro de que era lo que buscaba exactamente. Una pelea mano a mano. Estaba en la Armada. Podría aguantar cualquier tipo de lucha. Justin, la estrella del equipo de fútbol de la universidad, no soportaría ni un asalto.
Los padres de Delilah salieron de la habitación, parecían tan estresados como el primer día que el hospital les llamó. Fue un encuentro un tanto incómodo para mí, pero eran suficientemente amables que no les importó quién era, solo que traje a su hija para ayudarla. Su madre y su hermano me aceptaron con facilidad, pero su padre aún seguía muy distante conmigo.
Otra vez, era totalmente entendible, y no intenté comportarme de manera diferente con ellos. Delilah me dijo que fuera yo mismo cuando conocí a Nathan, y franco. No tenía la fuerza para actuar de otra forma. Simplemente me preocupé por Delilah como ellos, y eso no era suficientemente genuino. No estoy seguro de haber encontrado nunca algo que lo fuera.
"Tu madre está exhausta, así que Delilah y yo la convencimos de que necesita ir a casa y descansar un poco," dijo su padre, mirando a Nathan. "Vamos a parar a comer de camino a casa."
Nathan dirigió su vista hacia mí. "¿Tienes hambre?"
Alcé mis manos. "Oh, no, estoy bien. Pero gracias."
La madre de Delilah posó su mano sobre mi hombro. "¿Tú has descansado lo suficiente? Pareces casi tan mal como yo." Se rió un poco, mitad débil y mitad sincera.
Intenté convencerla. "Estoy bien, gracias. Delilah estaba dormida cuando entré antes, así que creo que me quedaré para hablar con ella un rato."
Su madre sonrió. "Gracias." Me acarició el hombro y se dirigió hacia la puerta de salida.
Nathan palmó mi espalda mientras se iba, y el padre de Delilah me dio una tensa sonrisa. Suficiente educado para mí.
Me dirigí a la habitación de Delilah, llamando a la puerta dos veces. Me permitió entrar, y se rió antes incluso de verme. "O soy popular o no te has ido a casa para dormir."
"Me has pillado."
Palmó la cama a su lado, y dudé antes de sentarme allí. Subí mis rodillas, echándola un vistazo. Estaba inconscientemente rascando la cinta adhesiva que sujetaba la vía intravenosa en su brazo. Gentilmente agarré su mano y la llevé a su regazo. Ella no hizo un segundo intento de escapar, pero estaba al límite cada vez que se despertaba. Su desconfianza en los doctores me desconcertaba, pero sabía que no podía preguntarla. Ella era un completo enigma para mí, y quizás lo fuera incluso para sí misma.
"Tu familia se ha marchado a casa," la informé.
"Lo sé. Yo les dije que lo hicieran," dijo.
"He estado comiendo comida rápida todos los días," admití. "Creo que podría perder mi título de entrenador."
Se encogió de hombros. "Eso te pasa por estar pegado a mí."
"Puedo vivir con ello."
"Hablando de gimnasia, ¿cuántos clientes tienes usualmente en un día?"
"Depende. Lunes, miércoles y viernes, soy todo tuyo por la mañana y por la tarde. A veces ayudo a gente de fuera del gimnasio. Los martes y jueves, tenía unas pocas personas pero prefieren hacer ejercicio en casa ahora. Pedí la semana pasada o la anterior que no me asignaran a más clientes hasta que te haya ayudado."
"¿Estás perdiendo dinero por mí?"
Rodé mis ojos, golpeé mi hombro contra el suyo de broma. "Lo sé. Parece un sacrificio, ¿verdad? Seguro que podrías decir que me gusta vivir la vida al límite."
"No." Rió. "No puedo decirlo."
"¿Ni siquiera para hacerme sonreír?"
"Ni siquiera."
Apoyé mi cabeza en la almohada, sonriendo para mí mismo. Ganar dinero no era una prioridad cuando Delilah estaba de por medio. Su bienestar y hacerla feliz eran los únicos pensamientos que llenaban mi mente, totalmente cegándome de todo lo demás de importancia. Aunque tenía dinero. No era ridículamente rico, pero sí tenía lo suficiente para estar a gusto. Tampoco gasto demasiado con frecuencia, así que quizás podría parecer que soy rico por todo el dinero que guardo en el banco.
Me di cuenta de que aún estaba agarrando la mano de Delilah. Pero no la había apartado, y ciertamente yo no iba a hacerlo tampoco si ella no me lo pedía. Bajé la vista a mi mano sobre la suya, maniobrando para poder enlazarlas. Tal gesto era increíblemente calmante para mí, y seguro que ella pensaba lo mismo.
Así que nos quedamos sentados un largo rato juntos, en silencio y relajados.
Sin embargo nuestro momento de paz fue efímero cuando el doctor abrió la puerta por segunda vez. Asumiendo que era él, me bajé de la cama para tomar asiento en la silla al lado de Delilah, así no estorbaría. Los dedos de Delilah se resbalaron de los míos, y yo agarré mis manos juntas en un intento por mantener la calidez.
La calidez no duró mucho.
Delilah se quedó sin aliento; yo alcé la vista.
Justin estaba de pie frente a la camilla.
☆☆☆☆
Novela original escrita en inglés por juliaxwrites
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