Epílogo
Meses después...
Dicen que el tiempo puede curar todo, pero en realidad solo amortigua el peso de nuestras acciones.
Pasaron semanas antes de que Gia Lombardo recuperara su herencia y las cuentas bancarias de Alfred Le Clair y Clarice Gallagher fueran congeladas por completo y ambos terminaran en prisión por los cargos de complicidad y fraude.
Pasaron meses para que aquella mansión en los campos Elíseos fuera embargada, Saint-Clare fuese clausurado definitivamente, y tanto ella como Dominico se convirtieran en padres de una pequeña que llamarían Livia, como su madre.
Baptiste Jouvet fue revocado de su derecho al heredar la fortuna familiar uva vez que sus padres fueron conscientes de que su amado hijo pasaría un largo tiempo bajo la supervisión de su doctora en un psiquiátrico de alta seguridad al sur de Francia.
Franco Lefebvre seria recordado como el asesino de Saint-Clare, y su cuerpo descansaría junto al de Stephano, en una lápida de concreto opacada por las sombras del gran mausoleo de Lombardo.
Nadie lloró por Preston Archer...
Manhattan, Nueva York.
Es difícil aceptar que una de las personas que creías amar han partido dejando asuntos inconclusos en vida. Aiden a veces sentía culpa al recordar los restos de Burke Hoffman y haber cargado con la responsabilidad de reconocer sus restos en la morgue.
Un cuerpo consumido por las llamas, la mitad del rostro al rojo vivo, con la carne expuesta y una mirada perdida que reflejaba la peor de las penumbras.
Después de algunos protocolos, la policía había encontrado una libreta con pequeños fragmentos dirigidos a su persona, versos de una obsesión ligeramente enfermiza hacia el joven que alguna vez llego a ser llamado enfant terrible.
Tras el inminente arresto de su padre Aiden LeClair decidió volver a Manhattan, vivir en un cómodo apartamento con una vista impresionante a Central Park, con un dormitorio, un estudio para seguir diseñando vestidos de ensueño, y con la única compañía de Donatella, el mini pig que decidió acoger.
Ocasionalmente Genevieve le mostraba algunas fotos de Nick, que había sobrevivido a las numerosas lesiones en el Garnier, y ella que finalmente parecía estar realmente feliz.
Jamás hubiera imaginado que una de sus mejores amigas y su guardaespaldas hubiesen decidido salir como una pareja. Solo pensarlo le pareció de cierto modo emocionante
Sin embargo, algo que realmente le resultaba reconfortante e inspirador desde ya hace algún tiempo, era asistir al museo metropolitano de arte, donde los padres de Wesley habían exhibido su primer y única colección. Los icónicos vestidos que lo habían lanzado a la fama y lo habían sentenciado al peor de los infiernos.
Doce vestidos vistos como piezas de arte en una sección de uno de los museos más importantes de la ciudad, pisando los mismos corredores donde han estado Diana Vreeland y Anna Wintour, cruzando las mismas escaleras donde Wesley alguna vez anuncio su compromiso...
Aiden LeClair visitaba esa pequeña sala en su honor, cada último viernes de mes durante la noche cuando las personas comenzaban a escasear en las salas de exhibición. Sin imaginar que en algún momento, una persona decidiese posarse a su lado, opinando sobre sus diseños.
—Creo que, quien halla diseñado creaciones tan sublimes, es un genio.
Aiden volteo por inercia y reconoció al instante el rostro de Wesley Goldman. Ojos grises, cabello negro, labios rosados y ligeramente curvos, como si buscaran sonreír.
— ¿Cómo me encontraste? — Aiden frunció el ceño mirando al joven neoyorkino como si de un fantasma se tratase, con un jersey de cuello mao y pantalones ajustados, un conjunto negro en su totalidad.
—Creo que tus vestidos, se están volviendo algo conocidos entre las amigas de mi madre. — Wesley esbozo una media sonrisa. — y la exposición nunca deja de ser visitada por quienes siguen nuestra historia. — admitió con cierto orgullo en sus palabras.
—Que conveniente. — Aiden elevó ambas cejas sin poder evitar mostrar una media sonrisa. — y justo ahora ambos volvemos al inicio de todo.
Wesley negó soltando una risa poco forzada. — ¿Qué quieres decir con eso exactamente?
—Nada. — Aiden le restó importancia. — solo pienso que es una extraña coincidencia después de tanto tiempo.
Wesley se giró un poco y ofreció su brazo para que Aiden lo tomara, un gesto que tardo un poco en ser correspondido. —Es el destino, quizá podamos tener la oportunidad de conversar un poco si no te molesta la idea.
Aiden accedió, y una vez que tomó su brazo comenzó a caminar a la par de su inesperado acompañante. — Claro ¿Sigues modelando?
Wesley elevó ambas cejas. — En realidad muy poco, sabes que mi verdadera pasión se encuentra en el diseño gráfico, y pretendo abrir una agencia de publicidad.
Aiden sonrió de forma sincera al escuchar las palabras de Wes. — al fin conseguirás lo que siempre has soñado.
—Solo la mitad. — Wesley respondió sin mucho ánimo, mientras ambos caminaban de vuelta a la salida del museo.
Aiden frunció el ceño. — No seas dramático.
—Ho, mira quien habla. — Wesley rodo los ojos con una sonrisa irónica y se detuvo al pie de la escalera. — ¿Qué hay de ti? — preguntó mirando con el intensó gris en sus ojos iluminados por el destello de las luces en la ciudad.
—Recibí una invitación para la próxima semana de la moda en Nueva York. — admitió Aiden. —pronto abriré una boutique cerca de la quinta avenida.
—Me alegro por ti, al menos parece que igualmente has logrado lo que tanto deseaste. — Wesley respondió suavizando su expresión, admirando a Aiden como si estuviera esperando algo más de su parte.
—Me has seguido ¿Cierto? — Aiden pregunto ingenuo y convencido, esperando que Wesley dijera o hiciera algo inesperado de un momento a otro, y la idea le erizo la piel bajo su blazer azul marino.
—En realidad no. — Wesley respondió con franqueza. — a veces vengo a ver la exposición, porque desde el último instante que te vi, supe que este sitio siempre tendría un pequeño espacio tuyo.
Las oportunidades van y vienen, como las personas, y cuando dos de ellas están predestinadas, a veces el destino encuentra la manera de volverles a juntar de cualquier modo.
—Wes...
La voz del chico parisino se quebró al pronunciar su nombre. Era un gesto cautivador imaginar que después de tanto tiempo todo podía tener arreglo, como si nada se hubiera interpuesto en lo absoluto, y de pronto pudo notar que el perdón no era una cualidad que se destacara en su persona.
—Dame la oportunidad de volver a conquistarte.
La última frase de Wesley, mucho más que una proposición, parecía la súplica de una segunda oportunidad para remediar el daño causado después de su inminente infidelidad.
Con los ojos cristalinos Aiden se limitó a cruzar sus brazos imponiendo una barrera deseando mantener un semblante completamente sereno, pero fueron tantas emociones las que cruzaban por su cabeza al reencontrarse con el único hombre que había amado realmente.
— Aiden, no te pediré que te cases conmigo esta noche. — Wesley lo tomó por los hombros. — Pero creo en el destino, creo en las segundas oportunidades. —El chico de ojos grises titubeo por un instante. — Si tu aceptas yo quiero volver a lo que éramos antes. Desde París, no he vuelto a pensar en alguien más.
Era injusta la manera en la que Wesley estaba pretendiendo llegar nuevamente hacia Aiden, pero el joven parisino no podía ceder ante sus palabras. Errar es humano, Wesley había errado tanto como él, pero aquella noche Aiden fue consciente de que los vestidos, los desfiles y el resto de su vida no valdrían nada sin una persona con quien compartirla.
por fin tendría la oportunidad que buscaba, volvería a las pasarelas, iniciaría una nueva vida, y aun después de atravesar un infierno, la posibilidad de tener un anillo de compromiso, y a su primer y único amor se percató igualmente de que todo lo que había soñado estaba sucediendo, que a lado de Wesley Goldman podía superarlo todo.
Y con el poco aliento emanando de su pecho, solo fue capaz de terminar la única palabra que necesitaba.
—Acepto.
Wesley tardó un par de segundos en reaccionar ante la respuesta positiva de Aiden. — ¿De verdad? — elevó ambas cejas atónito, como si esperase cualquier otra reacción, menos la que deseaba, y sin medir sus impulsos solo se sintió capaz de tomar a Aiden girando sobre la escalinata por sorpresa, besando sus labios nuevamente en el MET.
Un beso que daría inicio a un comienzo distinto para ambos.
FIN.
https://youtu.be/O4uD6o9XxLs
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