33: La vie en rouge

2 meses después...

París. La cuna del arte, siempre dispuesta a inspirar a todos aquellos que admiran su belleza incluso cuando el sol de invierno se posa en lo alto de la ciudad. El cambio de estación, y la transición del otoño a las nevadas que anuncian épocas de paz y amor en el mundo.

Nuevos comienzos, nuevos propósitos. Nuevas metas.

Los LeClair pasarían la navidad en el pent-house de Baptiste y su familia, en compañía de las Gallagher. Todo estaba listo. El olor a pavo relleno y pasta invadían el lugar. Aiden le había mencionado a Bianca que llevaría un invitado. Wesley le había enviado un mensaje a medio día, pero no se molestó en verlo. No quería que Burke imaginara que seguía hablando con su ex novio. Tal como era su costumbre con Preston Archer, la rata pelirroja de Brooklyn.

— ¿No te parece extraño que vaya a pasar noche buena con toda tu familia? — le susurro Burke a Aiden queriendo mantener la discreción, paseando la mirada por toda la casa.

—Llevamos saliendo dos meses, Burke, todo saldrá perfecto. — respondió Aiden manteniendo el tono de su conversación. — y ahora ¿Podrías disculparme? Debo usar el baño. — se separó y camino por un corredor, al fondo y luego a la derecha.

—Hey. — Una voz llamo la atención del cobrizo, encontrándose cara a cara con una chica alta de ojos verdes. — Te conozco, eres el chico del bar. — Genevieve esbozo una sonrisa amplia. —No pensé que Aiden y tu estuvieran saliendo.

Burke la miro fijamente conteniendo las ganas de huir, hasta que un chico moreno y alto se posó a lado de la chica rubia. — ¿Quién es él? — le miro de reojo con un semblante indiferente.

—Soy el novio de Aiden.

Franco elevó ambas cejas, pasando del disgusto al asombro en menos de un segundo. — En ese caso, estoy feliz por él, ese chico necesita cambiar de aires. — suspiro haciendo una seña para invitarlo a que se uniera con el resto de los invitados. — adelante, toma asiento, no te negaras a una copa de vino con nosotros ¿Cierto?

Burke reprimió una sonrisa entre sus labios y se encogió de hombros. —Ahora los alcanzo, esperare a Aiden para tomar un asiento en la mesa.

—Tonterías, no necesitas a Aiden para comenzar a brindar con nosotros. — sugirió Genevieve mirando a Franco de reojo con un semblante cómplice.

Aiden tomo un respiro cuando miro su teléfono una vez que se encerró en el baño. Necesitaba saber de Wesley, una parte de él se había preocupado por no saber nada desde hace meses sobre el chico neoyorkino con el que alguna vez celebro navidad en Manhattan, y sin más, solo abrió el mensaje como un niño ansioso abriendo los obsequios de intercambio.

Aiden.

Sé que no fue justo no haberme despedido cuando decidí volver a Nueva York, pasare la navidad con mis padres, espero que disfrutes la cena con tu familia, y puedas comenzar de nuevo, poder abrir tu atelier como siempre lo deseaste, así como también espero sigamos hablando a futuro.

Suerte.

Una sonrisa se formó en el semblante del castaño. Al menos sabía que Wes estaba bien, disfrutando del asombroso alumbrado en la quinta avenida y bebiendo chocolate caliente como era su costumbre, o eso quería imaginar.

El castaño camino al espejo que se posaba arriba del grifo. Se acomodó el cabello y aliso su suéter de velvetina rojo. Suspiro pesadamente antes de volver y darse cuenta de que Burke ya estaba bebiendo vino espumoso con su ex mejor amiga y su acompañante.

Aun recordaba a Franco Lefebvre. Sus exitosas columnas sobre la vida de Gia Lombardo y su círculo social. Fiestas, pasarelas, y amoríos que se volvían el foco de atención para el deleite público de quienes adoraban las historias de un difamador.

— ¡Aiden! — Franco se puso de pie para abrazarlo, como lo haría un buen amigo después de pasar mucho tiempo sin verse. —que agradable sorpresa. — le palmeo los hombros antes de mirar a Genevieve. — ¿No es esto grandioso? Todos juntos, como antes.

Burke pudo notar la incomodidad en Aiden, y lo cierto es que él tampoco estaba disfrutando mucho la velada, hasta que Dominico intervino en la conversación para avisar que todos podían pasar a la cena.

—Dominico...— Franco suavizo su expresión y el hermano mayor de Aiden le dedico una sonrisa casi forzada. Burke y Genevieve parecieron soltar un suspiro de alivio cuando Franco se llevó al hermano de Aiden lejos para conversar de cualquier cosa.

Aiden se encogió de hombros con resignación. —Sigue siendo tan insoportable como siempre.

—No es verdad. — Genevieve frunció el ceño. — Franco accedió a venir esta noche, sabiendo que prácticamente destruiste su carrera.

—Por favor. — Aiden puso la mirada en blanco. — Solo uso a Gia para su beneficio. Nos traiciono a todos.

—Gia nos traiciono a todos. — Genevieve se posó frente a Aiden un tanto desafiante, el castaño frunció el ceño, nunca había sido tan hostil. — ¿O acaso olvidas que por su culpa Stephano se empeñó en verte morir?

—Eso pudiste evitarlo si no hubieras respondido en mi contra durante los interrogatorios. — Aiden tensó la mandíbula. Ahora la rubia suavizo su expresión, como si viniese a su memoria algo que hubiese deseado jamás recordar — Y ahora, si me disculpas...— tomo a Burke del brazo. — vamos a cenar tranquilos.

La rubia miro al castaño y a su novio caminar al comedor, donde Margot, Alfred y Clarice conversaban entre risas junto a Baptiste, mientras Caterina ayudaba a Bianca poniendo los platos sobre la mesa.


Navidad, el momento para convivir con quienes más amamos, o de estar con aquellos, con los que ya estamos acostumbrados a llamar "seres queridos". Las serpientes también pueden ahogarse en su propio veneno.

Las luces recorrían los campos elíseos titilantes, entre brillo y color como todos los años. Nick Tanner caminaba por la avenida solo para disfrutar el alumbrado después de comer un pedazo de pastel en la cafetería donde a él le gustaba pasar sus ratos libres cuando no estaba en la estación de policía o tomándose un respiro de Aiden.

Aunque debía admitir que ser guardaespaldas era lo más emocionante que le había ocurrido desde hace mucho tiempo. Y lo único que había valido la pena era cruzar algunas miradas con Genevieve. Aquella chica de melena rubia y piernas alargadas. Una mujer hermosa e inalcanzable para alguien de su posición.

Siguió caminando hasta llegar al arco del triunfo, observando a varias personas repartiendo volantes, y algunos murmuros que especulaban con ansias la apertura de una nueva exposición de arte titulada La vie en rouge, un vistazo a la emblemática vida de un grupo de jóvenes en la elite francesa.

Nick frunció el ceño aproximándose a una de las personas que repartía los volantes. Solo para corroborar que su peor pesadilla llegaba como un golpe en el estómago que te deja sin habla. Debajo del título solo alcanzo a leer un slogan y el nombre del supuesto artista.

"La vie en rouge"

"La caída de Aiden LeClair".

Por: Preston Archer.

Nick observo el papel, arrugándolo en su puño por inercia después de concluir que las fotos habían caído en manos de alguien que había decidido lucrar con la evidencia que él había encontrado en la oficina de Stephano. Hasta el momento conocía el nombre del autor, pero solo eso, y aunque deseara recuperarlas, si alzaba la voz, tendría que entregar su placa, y una gran explicación...


Durante la cena, todos hablan y reían mientras el jazz de fondo invadía los sentidos de Burke, que parecía un tanto fascinado y asustado por la manera en la que todos parecían compartir en noche buena. Recriminándose la idea de haber dejado a Donatella sola en casa. — Hey, deja de ver tanto el teléfono.

La voz de Alfred lo privo de sus pensamientos mientras divisaba a Dominico ocultando su teléfono bajo la mesa. —Lo siento, creo que debo ir al hospital. — el hermano de Aiden se encogió de hombros. — Es una pena que las personas tengan que morir a diario...

Aiden puso la mirada en blanco. — No todo el mundo necesita una autopsia. — le recrimino con obviedad.

Dominico tensó la mandíbula. —Chicos. — Bianca reprendió antes de dar un sorbo a su copa. — Lamento que debas abandonar la cena, pero al menos quédate para el brindis.

Baptiste volteo y beso a Bianca en la mejilla. — ¿Por qué es tan importante el brindis cielo? — su semblante se frunció ligeramente, sin embargo, ella se limitó a mirar en dirección a Alfred dando a entender que era momento de compartir algo importante sobre la mesa.

—Clarice. — Alfred llamo a la madre de Genevieve interrumpiendo una conversación entre ella y Margot. — ¿Podrías venir para dar la noticia en conjunto?

Clarice se puso de pie caminando con elegancia hasta el padre de Aiden. Siempre petulante, siempre hermosa y perfecta. — ¿Tan pronto? — susurro posándose a lado de Alfred para mirar a todos a lo largo del comedor.

—En realidad la espera es nula. — reitero Alfred mientras todos parecían poner su atención en ambos. Franco no tardo en bajar el volumen de la música.

—Voy a adivinar. — Aiden esbozo una sonrisa lo suficientemente forzada para que le pesara la curvatura en la comisura de sus labios. — ¿Se van a comprometer?

Caterina se limitó a reprimir una carcajada, pero no tardo en recobrar la seriedad al ver la mirada desaprobatoria de Margot a la imprudente suposición de Aiden, y corroboraba a la idea de que su conducta era simplemente inapropiada.

—No...— Clarice susurro con desdén. — Dado a los sucesos en el funeral de Lombardo, se tomaron cartas en el asunto, Gia no mostro interés en pelear el testamento y yo, siendo su esposa, al dar lectura de los bienes, se llegó a la conclusión de que Saint-Clare pasaría a mis manos.

— ¿Eso es bueno? — Genevieve miro a su madre con desinterés. —la agencia está destinada a la ruina, la reputación que gano en el intento de reapertura dejo a todos sin ganas de volver a pisar ese lugar. — tomo de su copa mientras Franco le dedicaba una mirada desconcertante. Realmente le sorprendía que Genevieve imaginara algún día que heredar parte del imperio de Lombardo era prácticamente como no haber ganado nada en lo absoluto.

Alfred intento disimular su disgusto ante el comentario de Aiden y Genevieve. — Realmente, queríamos avisarles que Clarice y yo seremos socios y repartiremos las ganancias de la agencia a la mitad. — volteo a ver a Baptiste. — y una pequeña comisión será tuya si deseas unirte al puesto como director de Saint-Clare.

— ¿De cuánto estamos hablando? — Margot retomo el interés en la conversación. Después de todo, el compromiso se basa en los bienes que puedes ganar, de quien decides compartir el resto de tus días.

—El veinte por ciento de las acciones. — Alfred respondió sin titubear. Sin dejar de mirar a Baptiste que frunció el ceño y volteo a ver a Bianca un tanto desconcertado.

—Concuerdo con Genevieve. — Aiden alzo la voz una vez más. — Solo causaran más polémica al respecto. — elevó una ceja sintiendo que Burke apretaba su mano por debajo de la mesa advirtiendo que una respuesta así, no era tan prudente. Sin embargo, Aiden jamás había conocido ese término.

—A mí me parece estupendo papa, después de todo, ahora Saint-Clair será el negocio familiar. — Dominico interrumpió y alzo su copa de vino a la que aún le quedaba un pequeño sorbo. — Ahora si me disculpan, no puedo llegar tarde al hospital. — elevó ambas cejas poniéndose de pie. — Nos vemos mañana por la tarde. — afirmo antes de marcharse.

Franco alzo la copa cuando el hijo mayor de Alfred desapareció tras un portazo, y un silencio incómodo y penetrante se apodero de la estancia. Exceptuando por un pequeño tintineo que hizo vibrar el teléfono de Aiden que le obligo a divisar la pantalla al ver que se trataba de Nick y una captura sobre la sugerente exhibición que se llevaría a cabo en una sala exclusiva de la gran opera de París.

¿Qué sería de noche buena sin una sorpresa para Navidad?


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