28: La caída

Pasar toda la mañana pensando en el tiempo perdido que Preston desaprovechó desde su llegada a París fue toda una revelación. No había tenido citas románticas, tampoco había tomado fotografías desde aquel día que Wesley y el hubiesen podido reconciliarse de la manera correcta, pero Aiden se había interpuesto como era su costumbre.

Pensativo, merodeaba por la suite del hotel usando el traje que habría elegido para casarse con Wesley en el civil, porque la iglesia se negaría. Sabía que no habían viajado al otro lado del mundo solo para firmar un papel que los uniera en matrimonio, pero casi siempre le gustaba probárselo desde que lo compró solo para darse cuenta de que era tan brillante como las aguas del Sena bajo la luna llena.

Sin embargo, cuando se lo probó esta vez, se percató que nunca lo llevaría para una "boda". No después de anoche que Wesley lo descubrió bailando en Le Carmen, y él le reprochara el beso que se había dado con su ex.

El pelirrojo miró por última vez el anillo de Tiffany's, que ya no brillaba con la misma intensidad como lo hacía hace meses que lo llevaba puesto.

Se planteó la idea de abandonar París. Dejarlo todo y buscar un nuevo inicio en cualquier parte donde Aiden no pudiera estar ahí para echarlo todo a perder, aunque eso significara perder a Wes.

Sebastian tenía razón, él jamás encajaría en un mundo que no era para él.

Días atrás Preston Archer hablo con Stephano, quien le habia ofrecido una gran suma de dinero para comenzar una vida nueva lejos de los burdeles.

Una vida lejos de todas las personas que lo habían lastimado desde su llegada.

El elitismo de Aiden, la indecisión de Wesley, la indiferencia de Genevieve...

Preston simplemente no podía encajar en un sitio donde no era bienvenido, y si estaba destinado a permanecer en el exilió, solo quedaba hacer caer al resto. 

Nick había recibido quizá el sermón más fuerte que le hubiesen dado con anterioridad. Alfred le había dado un ultimátum ahora que todo parecía pintar mejor para la vida de los LeClair, exceptuando la idea de que Bianca y su prometido tendrían que posponer la boda hasta que hubiese una mejora por parte de Baptiste.

Después de revisar la oficina de Stephano como era su costumbre, el oficial Tanner disfrutaba ir dos pasos delante de la situación. Había encontrado pruebas que podían incriminar a Aiden y a sus amigos, y por alguna extraña razón deseaba que el enfant terrible estuviera al día con lo que estaba sucediendo, omitiendo la posibilidad de que el fantasma de Gia Lombardo caminara libre entre las calles de la ciudad.

Entró a una pequeña cafetería para tomar asiento y poder ver con detenimiento el contenido de las imágenes que había encontrado aquella mañana. Nada más allá de jóvenes saliendo a fiestas y bares bebiendo cócteles, mimosas y champagne.

Nada interesante hasta llegar casi a la mitad del contenido. Donde Aiden, Gia y Genevieve parecían estar invirtiendo en sustancias ilegales en algún burdel de mala muerte. Había más imágenes tomadas desde otro ángulo donde Gia parecía salir y correr asustada en medio de las calles parisinas a altas horas de la noche, como si alguien estuviese intentando escapar.

Nick estaba observando algo perturbado las imágenes que pasaban frente a sus ojos, como si estuviese viviendo cada instante hasta llegar al día del asesinato, donde se mostraba a Aiden con las manos cubiertas en sangre.

Fue capaz de entender a leguas la obsesión de Julian Hawke.

Una vez que termino se inclinó hacia atrás sobre el respaldo de la silla guardando las fotografías en el sobre, con una sensación parecida a la adrenalina latente en su interior después de haber visto una película de horror con un final abierto. <<Maldición>>.

Tensó los puños sintiendo un escalofrío que le recorría entero.

Sin embargo, algo en la televisión capturó su atención. La programación de lo que sea que estuviesen transmitiendo en aquella cafetería fue interrumpida para dar a conocer la muerte de un hombre que era aparentemente influyente para el mundo de la moda. Stephano Lombardo.

El dueño y fundador de la agencia de modelos parisina Saint-Clare había fallecido a pocos minutos, y las causas eran enteramente desconocidas hasta entonces.

Los murmuras y especulaciones comenzaron a hacerse presentes en algunos puntos del café. Nick se puso de pie intentando parecer desinteresado, como cualquier otra persona que no le toma importancia a la vida de la élite francesa. Pero en realidad era su trabajo estar al tanto.

En cuanto Nick Tanner abandonó la cafetería guardando el sobre en los bolsillos de su chaqueta, caminaba con premura, tan confiado que restó importancia al liviano golpe de hombros que hizo girar a un chico pelirrojo sobre la acera.

—Lo siento...— mencionó el joven cuando giró y vio que Nick caminaba campante hacia algún sitio, que a su vez se encontraba unos metros adelante como para escucharle.

Y para notar que el sobre rojo había caído con una evidencia comprometedora de por medio.

Un sobre que obligo al joven pelirrojo de traje índigo metálico a ponerse en canclillas lo más rápido que fue capaz.

Aquel chico atractivo y sofisticado que miró el sobre con curiosidad, imaginando que no era más que una invitación o una carta de alguien especial, decidió restar importancia al objeto, sin embargo, como cualquier otra cosa, el contenido invitaba a ser descubierto.

Fue entonces que no pudo contenerse a echar un vistazo sin tener idea de que entre sus manos poseía la mejor arma para sobornar al chico que más detestaba en el mundo.

Preston Archer había agradecido salir aquella tarde rumbo al aeropuerto, y que el destino le hubiese presentado quizá, una gran oportunidad para quedarse y destruir a Aiden.

Sin embargo, cuando tienes el poder de hundir a quien más odias, debes pensar con cuidado cómo vas a ejecutar un acto final, porque un paso en falso puede arrastrarte con él hasta el infierno.


https://youtu.be/7CdEfL-XrSk

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