27: Ciudad de dioses
El sol se alzó brillante en la ciudad una vez más. Sin embargo, no para todos es exactamente lo que llamarían un día prometedor.
Genevieve se había quedado dormida, después de que Franco la llevara a casa. No recordaba mucho de anoche, pero un embriagante aroma exótico a narcisos y humo de cigarrillos que logro envolverla completamente. Lefebvre había olvidado su chaqueta antes de marcharse.
Ese pequeño y efímero instante fue suficiente para recordar que aquel joven marroquí, moreno de cabello quebrado y oscuro como el ébano seguía despertando sensaciones que ella creía superadas.
Tomó su teléfono para ver la hora. "8:30".
Algunos recuerdos de anoche le hicieron pensar en Wesley, y la idea de que Preston cometiera un acto exhibicionista en el que alguna vez fue su bar favorito de la ciudad.
Torció los labios y decidió llamar a Wes sin pensarlo dos veces.
—Bonjour. — Wesley respondió casi de inmediato.
— ¿Cómo estas Wes?— Genevieve soltó un suspiro irguiéndose en la cama.
—No lo sé, estas semanas han sido un completo desastre para mí.
—Ya lo creo. — la rubia rodó los ojos.
— ¿Quieres venir a desayunar conmigo?— La invitación de Wesley sonaba más por un acto de despecho, pero al final Genevieve sabía que el chico necesitaba hablar con alguien.
— ¿Que tienes en mente?— la rubia se puso de pie caminando a su armario.
— ¿Te apetece una caja de macarrons en Ladurée?
—Claro, apuesto a que Preston le gustara.
—En realidad, pondré en este desayuno mis ahorros para nuestra boda, a este paso no creo que llegue al altar.
Ambos soltaron una pequeña risa. — de acuerdo te veo en una hora.
Genevieve colgó la llamada e inmediatamente se cruzó con los mensajes de alguien poco convencional. Aiden.
"Bonjour, llámame cuando puedas es urgente".
Sin embargo, ella solo se limitó a dejar el teléfono a un lado y alistarse para tomar un baño.
Cada costura era perfecta en el vestido que Livia, la madre de Aiden había elegido para casarse. Capas de seda, tul y organiza que caían con suavidad, y a pesar de estar algo gastado, aún parecía el vestido de ensueño que él jamás se atrevería a cortar, pero ya había bocetado desde anoche que no pudo dormir tras descubrir al novio de su hermana salir entre los rosales de la casa envuelto en tierra y sangre.
Ya iría a pasar las tijeras cuando Dominico entró de pronto al taller de costura. — He vuelto.
Aiden zigzagueo con el filo, pero evitó cortar chueco la tela para después sentenciar a su hermano con la mirada. — ¿Te importa? Estoy a punto de arreglar el vestido para Bianca.
—No creo que se casen mañana. — Dominico que recargo sobre el marco de la puerta. — Baptiste no está en excelentes condiciones.
Aiden apartó las tijeras y se retiró las gafas que solía usar cuando tenía que confeccionar. — Es cierto ¿Saben qué ha sucedido?
Dominico se aproximó hacia su hermano y se detuvo frente a él, que estaba poniendo alfileres sobre un maniquí. — Según su versión de los hechos alguien corpulento lo atacó, no recuerda más, su agresor debió ser Stephano, y pensando que estaba muerto, seguro arrojó el cuerpo entre los rosales.
— ¿Asumes que fue la primera víctima?— Aiden frunció el ceño. — ¿Porque Stephano atacaría entonces a la casera?
—No tengo idea. — Dominico se encogió de hombros. — Quizá presenció algo, o solo sintió placer al hacerlo, después de todo era un asesino en serie.
—Pero ¿Porque mataría a todos esos modelos en el aniversario de Saint-Clare?— Aiden se puso de pie pensativo mirando a Domenico con una mirada llena de incertidumbre.
—No lo sé, no tenían nada en especial, solo quería asustarte, estaba furioso. — Dominico torció los labios. — Su hija murió en una pasarela, el principal sospechoso sale en un vuelo directo a Nueva York, y papá se alía con Clarice para quitarle la agencia de modelaje.
—Wow, wow, alto. — Aiden elevó ambas manos al cielo. — Ahora estás inventando una historia para justificarlo. — se cruzó de brazos.
—Pero, es creíble hasta cierto punto. — Dominico elevó ambas cejas con la convicción latente en su semblante. — solo piénsalo.
Aiden suspiro. Intentaba entrelazar las piezas de todo, pero el sonido de su teléfono irrumpió sus pensamientos. — Permíteme. — El chico contestó lo más rápido que pudo. — ¿Gen?
—Será mejor que tengas un buen motivo para hablarme. — la rubia contesto algo hostil.
—Créeme que no lo haría si no fuera importante. — respondió Aiden con el mismo tono. — ¿Crees que podamos vernos en algún sitio?
—Hoy no, quede de verme con Wesley en el Ritz para el desayuno.
— ¿Qué? ¿Porque?
—No está muy bien, desde anoche si es que puedes recordar.
Hubo un pequeño silencio que pareció eterno, el beso, Preston bailando en paños menores, Burke dejándolo en casa y su papá furioso.
—No, no recuerdo, pero no puedo hablar ahora, te veo allá. — Aiden termino la llamada y miró a Dominico que parecía tan confundido como para devolver el hilo a la conversación.
— ¿Podemos hablar más tarde?— Aiden caminó hacia la salida.
— ¿No tienes un vestido que terminar?— Dominico frunció el ceño.
—Esto es importante, créeme. — esbozó una sonrisa sin muchos animos. — Además con Baptiste en el hospital puede que pospongan la boda unos días más.
Después de una gran decepción amorosa, te hundes en un baño de burbujas y bebes champagne mientras intentas aliviar el dolor, pero Wesley Goldman prefería olvidarse del alcohol y aliviar su corazón roto con queso y caviar.
En el lobby del hotel, Wesley pidió mesa para dos personas mientras echaba un vistazo al lugar. Ostentoso, lleno de cristales brillantes que lucían como diamantes, lo último en lo que quería pensar cuando recordaba el anillo de compromiso de Preston.
Una voz conocida le hizo voltear. Genevieve había llegado a su encuentro con Wes. — Aiden viene en camino.
El chico de ojos grisáceos elevó ambas cejas, un comentario que le habría tomado como un balde de agua helada. — ¿Le dijiste que vendrías conmigo? — la sorpresa y la desilusión se hicieron presentes en su semblante. — Gen, yo tenía ganas de hablar con una amiga solamente.
Genevieve le restó importancia. — él no me llamaría ahora solo porque sí.
A la cercanía, un chico con un llamativo suéter de terciopelo rojo y gafas Saint-Laurent se aproximaba a su encuentro. Aiden había llegado por su propio pie a la pastelería más famosa en la ciudad, y tenía suerte de encontrar a las dos personas que le habían traicionado de la peor manera aún esperando una mesa en recepción.
Con paso decidido se acercó esbozando una gran sonrisa, fría y satisfactoria. — Bonjour.
—Buen día Aiden. — Wesley se apartó un poco con desgano incapaz de ocultar el disgusto de verle después de todo.
— ¿Porque la cara larga? ¿Te abandonó tu rata pelirroja?— El castaño elevó una ceja y miró de reojo a Genevieve antes de suspirar ante la desaprobación de la rubia ante el comentario. — de acuerdo, solo vine a contarles algo importante...
Una recepcionista pasó por los tres chicos interrumpiendo la conversación y los llevo a una mesa para cuatro, la única disponible por suerte.
—Tenemos toda la mañana. — musitó Genevieve con resignación.
Después de tomar asiento, los macarrons de rosas, algodón de azúcar y el deleite de un espresso caliente existía la única oportunidad que Aiden tendría para hacer lo que tenía en mente.
—Anoche, papá me dijo que Stephano se encontraba en coma.
El chico de cabello negro y la rubia voltearon a su dirección atónitos.
— Encontré a Baptiste moribundo en el jardín trasero de mi casa, estoy harto. — Aiden prosiguió, y seguido únicamente soltó un bufido sin ganas.
Genevieve frunció el ceño. — ¿Stephano está mal y mamá no me ha mencionado nada al respecto?
Wesley posó una mano sobre el hombro de Aiden restándole importancia al asunto. — Todo terminó ¿De acuerdo? El irá a la cárcel cuando le den de alta.
El castaño negó con suavidad. — Nick me ha notificado que esta mañana iría con el oficial Dugés con una orden de cateo a su casa, después pasarían a la oficina.
— ¿Y eso es malo? — Genevieve se irguió sobre la silla. Wesley se limitó a guardar silencio.
Aiden torció los labios antes de responder. — El oficial Tanner salió temprano esta mañana por su cuenta, estaba arreglando algunas cosas en el taller de costura cuando me habló y dijo que había encontrado algo...
— ¿Que fue?— Insistió Wesley con firmeza.
Aiden trago nervioso.
— ¡Dilo de una vez!— Le reprendió Genevieve susurrante para que los otros comensales no pudiesen escuchar su descontento ante la lentitud del chico.
—Evidencia, fotos. — El castaño se encogió de un hombro. — Ya saben, de la última noche de Gia, un sobre que apareció sobre el escritorio de Stephano Dior sabe cuando.
—Por todos los cielos, mi padrastro era un stalker. — Genevieve se llevó una mano a la altura del pecho reprimiendo el miedo en su semblante.
—No, no es eso. — Aiden rodó los ojos. — quiero decir, si Stephano no sabía lo que había sucedido con Gia, alguien quiso contarle la "verdad".
—Pero quien haya querido contarle lo ocurrido debió haber estado presente en todo lo que hacíamos. — Wesley se llevó una mano a la frente como si deseara recordar algo.
—Tenemos que recuperarlas. — Genevieve aparto la mirada. — O esta vez podríamos ir a prisión, y lo saben.
—Monsieur, la cuenta. — un mesero pasó extendiendo un estuche de piel con un ticket. Wesley lo abrió con desgano y en el interior, además del ticket había un sobre rojo.
— ¿Qué es esto? —El chico de ojos grises lo abrió inmediatamente y al sacar el contenido observaron una fotografía de Gia Lombardo con una frase en el reverso.
"Nos veremos pronto".
Cuando intentas ocultar un secreto entre amigos, siempre existirá un traidor...
Todos tenían su propia verdad sobre lo que ocurrió con ella, pero solo una justificaría lo ocurrido, y todos estaban inevitablemente involucrados en los hechos.
Nadie sale limpio cuando se reciben puñaladas por la espalda...
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