19: Entre rosas y espinas
Las bodas son una ocasión única y muchas veces especial para mostrar nuestros mejores deseos y destilar veneno con los labios. Sin embargo, sea cual sea el motivo para inventar unos votos que se anulen antes del primer aniversario, la novia siempre debe ser la protagonista de su gran final.
— ¿Te gustan estas?— Bianca señaló un ramillete de rosas rosadas. Nick elevó ambas cejas, no era experto en flores, ni en ropa, mucho menos sabía la respuesta adecuada para una novia que apenas compraría un ramo a última hora. — Me gustan más las blancas. — Se encogió de hombros y le dedicó una tenue sonrisa a modo de disculpa.
Bianca se quedó un momento pensativa antes de responder. — Creí que esas solo se usaban en un funeral.
—No quisiera ofenderla. — Nick apartó la mirada contra el suelo. — Yo vine a cuidarla, no a elegir un ramillete.
La chica soltó un suspiro de cansancio. — bien, supongo que debí traer a un buen acompañante, pero a Baptiste le aburre, Aiden está ayudándome con el vestido y mi padre nunca puede.
—Ho quizá no deba elegir un hombre que venga a darle el visto bueno para el día más importante de su vida. — Nick apretó los labios esperando que la hermana de Aiden quizá explotara en cualquier momento como ya estaba acostumbrado a ver en el engañar terrible.
Bianca dejo el ramillete de rosas donde lo encontró y siguió caminando por la florería. — ¿Está diciendo que los hombres no son capaces de tener buen gusto cuando se trata de ramilletes?—
Nick alzó ambas cejas antes de seguirle el paso, pero algo había chocado contra el provocando que Bianca volteara de inmediato a su dirección. —Lo siento.
—No, no te preocupes, — Una voz conocida se apresuró a responder con la mirada baja, era una chica que se apartó de inmediato, falseando un poco por culpa de los estiletos.
— ¿Señorita Gallagher?
—Oficial Tanner ¿Que hace aquí?— Genevieve cerró los ojos en un intento por volverse a concentrar, sin embargo, al abrirlos y ver el semblante preocupado de Nick llego a sentirse lo suficientemente estúpida por haberse encontrado en un momento lo suficientemente incómodo para ambos.
—Viene conmigo. — Intervino Bianca caminando a un lado de Nick. — ¿Porqué se conocen?
—Tuve el placer de...
—Aiden le ordenó que me llevara a casa. — Genevieve interrumpió a Nick antes de que el pudiese responder. — En el camino nos conocimos un poco, solo eso. — Se acomodó el cabello sobre los hombros.
—Es muy amable de su parte después de lo que le hiciste. — Bianca le dedicó un gesto indiferente, dio media vuelta para seguir buscando más flores esperando que Nick siguiera con ella para terminar con la lista de cosas pendientes que debía llenar.
Nick cerró los ojos durante un momento con un aire que inspiraba la mayor paciencia del mundo antes de mirar nuevamente a Genevieve y sentir que sus brillantes ojos verdes le miraban directamente. — Los LeClair pueden ser a veces un dolor de cabeza.
—Lo sé. — respondió la rubia. — Pero admito que yo también eh tenido errores que no pueden remediarse en este momento. — Se cruzó de brazos. — Traicione a mi mejor amigo, por una estupidez.
— ¿Y te arrepientes? — Nick frunció ligeramente el ceño solo como un gesto repentino en su semblante, sin embargo Genevieve se limitó a guardar silencio mirando a Bianca de reojo desde el otro lado de la florería.
— Debería irme. — La chica platinada se abrió paso a un lado de Nick y el la siguió con una mirada confundida hasta perderla de vista en cuanto cruzo la puerta.
No pasó más de un instante, que el vibrar de su teléfono le hizo reaccionar. Un mensaje de texto desde el teléfono de Aiden.
"¿Te gusta jugar al guardaespaldas?".
Nick frunció el ceño. Abrió los mensajes para responder, pero un segundo timbre lo retuvo al divisar la imagen de un arma apuntando a Julian.
Seguido, comenzaron a llegar fotos del interior de la mansión LeClair, una tras otra con Aiden subiendo la escalinata de caracol en dirección al taller de costura.
— ¿Quién eres? — Nick susurró a regañadientes, fijando la vista en la pantalla y para su desgracia, Bianca estaba caminando de vuelta a su dirección.
— ¿Que sucede? Te vez pálido. — la hermana de Aiden lo miró con preocupación latente en el rostro. — ¿Y Genevieve?— preguntó insistente asomando la mirada por encima de su hombro.
—No tiene nada que ver con ella. — Nick la miró por un pequeño instante antes de correr a la salida. — Por favor, llama a tu prometido, tengo que atender una emergencia.
Bianca lo retuvo durante un instante. — ¿Emergencia? Tú ahora eres nuestro guardaespaldas.
Nick se zafo de su agarre insistente. — Y yo debo rescatar a Aiden antes de que suceda algo mucho peor. — Admitió antes de cruzar la entrada y dirigirse al auto que le llevaría de vuelta con el enfant terrible antes de que lo marcarán como un alfiletero.
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