17: Golden demon
Preston había logrado abandonar Saint-Clare, gracias a Sebastian, que lo condujo a una de las múltiples salidas que tenía aquel lugar, donde el tránsito se volvió pesado, y los oficiales cerraban el paso mientras los paramédicos sacaban los cuerpos uno a uno. — No puedo creer que me dejara.
<<Era obvio>>. El pelirrojo cerró los ojos durante un momento, intentando que su mente borrara la escena donde Wesley se desvanecía con Aiden entre la multitud.
—Puede que no fuese su intensión. — Sebastian se acomodó su chaqueta caminando a la par de Preston. — no teníamos muchas opciones para movernos. — buscó entre los bolsillos de su pantalón, donde tenía su teléfono y la billetera. — No conozco a Wesley lo suficiente, pero por lo que cuenta de ti, parece que le has puesto el mundo de cabeza.
Preston rodó los ojos exhausto. — Wesley puede decir tantas cosas.
Sebastian frunció el ceño al descifrar los celos en las palabras del chico. — Yo sigo pensando que actuó acorde a las circunstancias.
El pelirrojo soltó una carcajada un tanto forzada. — Claro, como nosotros, que estamos caminando sin rumbo con un asesino suelto por ahí.
—Estamos locos. — Sebastian elevó ambas cejas con un semblante burlón antes de detenerse frente a la acera para silbar como todo un profesional y que un taxi se acercara por fin. — Es mejor que regresemos al hotel, también me hospedé en el Ritz, pero mi vuelo sale mañana de vuelta a Londres.
El taxi se detuvo justo frente a ellos, y Sebastian le hizo un gesto para que entrara primero. El pelirrojo no perdió más tiempo y entro junto con él, sin embargo su teléfono vibro en el bolso de su chaqueta.
" Wesley".
Preston respondió al segundo tono. — ¿Wes? ¿Dónde estás?
—Eso mismo desearía preguntarte.
—Logré salir de la agencia y tome un taxi de vuelta al hotel. — Preston miró de reojo a Sebastian con un semblante lleno de preocupación.
— ¿Te fuiste sin preocuparte por saber dónde o cómo me encontraba?— Wesley bufó con desgano al otro lado de la línea.
<<Como si tú hubieras hecho lo mismo por mi>>.— Te vi con Aiden, supuse que estabas bien. — Preston dejó escapar un suspiro exhausto. — ¿Cómo está él? Aún no debió recuperarse del disparo inoportuno del oficial Hawke, no entiendo porque asistió al evento de Stephano. — frunció ligeramente el ceño. — Pero, me pone mejor saber que estás a salvo ¿Te veo en el Ritz?
Hubo una pequeña pausa antes de que Wesley pudiese decir algo más.
—En cuanto termine el peritaje, supongo. — Suspiró pesaroso. — Cuando salí a ver si era seguro algunos oficiales ya estaban buscando algo, de hecho hallaron un cuerpo con herida de bala en la cabeza, es todo tan extraño...
—De acuerdo. — El semblante de Preston se ensombreció por un segundo apegado al teléfono. — Te veo más tarde, te amo.
—También te amo "ma petite fleur rouge".
Preston esbozó una media sonrisa al escuchar su última frase antes de terminar la llamada, aunque no pudo evitar que sus mejillas adoptaran un leve rosado cuando recordó que Sebastian seguía ahí. — Lo siento. — se disculpó sin poder encontrar algo bueno con lo que excusarse.
—Descuida. — Sebastian negó. — Wesley siempre ha sido muy romántico, incluso antes de salir con Aiden, él ya había tenido una novia con el que era ridículamente cursi. — Bufó. — Es una prima cercana de Aiden, de hecho. — Frunció el ceño pensativo. — se llamaba Irina si no mal recuerdo.
—Vaya. — Preston elevó ambas cejas con algo de sorpresa. — Parece que los LeClair tienen historia en todas partes.
—No es para tanto. — Sebastian le restó importancia. — Irina era una chica excesivamente vanidosa, petulante, ni siquiera le llegaba a los talones a Aiden.
—Nadie nunca parece estar a la altura de Aiden. — Lo interrumpió el pelirrojo con un sequedad en sus palabras. — No entiendo que lo hace un ídolo.
—Yo sí. — Sebastian río sin ganas. — Lo conocí en la universidad. — se encogió de hombros. — Te sorprendería si te digo que después de la graduación el chico tímido que solía ser, desapareció. — se encogió de hombros. — Presentó una colección en la semana de la moda en París, salió con uno de los chicos más codiciados del mundo, su familia es Billonaria, si, con "B" y siempre se destacó por las historias que escribía Franco Lefebvre sobre su vida privada. — pusó la mirada en blanco. — ya sabes, fiestas, alcohol, posibles desórdenes alimenticios.
Preston sintió que la cabeza comenzó a punzarle de repente. No toleraba oír hablar de un monstruo como Aiden, como si fuese la víctima de toda la situación o una figura aspiracional para otros. Estaba seguro de que no podía ser más falso queriendo llamar la atención pasándose por un mártir la mayoría del tiempo.
Aiden LeClair era simplemente insufrible desde cualquier ángulo.
—Pero ahora soy yo el prometido de Wesley Goldman.
Sebastian pagó una vez que el taxi se detuvo frente al imponente hotel Ritz que brillaba fascinante bajo la noche estrellada. — El inesperado amor de Wes, un chico desconocido para el mundo.
—Sí, eso. — Preston elevó ambas cejas. — sin nada interesante de por medio. — Río un poco esperando a que su acompañante también lo hiciese.
—Es mejor así. — Sebastian respondió casi como si deseara darle un consejo. — Si quieres esta vida debes aprender, que mientras menos des de qué hablar, nadie tendrá forma de destruirte, aunque si deseas ser el señor de Goldman, te sugiero que no hables de más, Wesley me confió la verdad de cómo se conocieron. — Se llevó una mano a la nuca. — Y debo admitir que "Golden demon" es un nombre muy original para un bailarín como tú. — Torció los labios. — Nunca imaginé que Wes terminaría en algún bar de mala muerte, pero apuesto que durante la noche, Brooklyn se llena de ratas como tú.
Sebastian Bissett sabía que era mentira. Él mismo habia investigado a su mejor amigo, y habia investigado a Preston mejor que nadie con tal de reverlarle a Aiden toda la información que necesitaba para abandonar a Wesley.
Durante los días en los que se llevó a cabo el MET gala y la semana de la moda en París.
Preston bajó la mirada sintiéndose estúpido, y expuesto por primera vez en mucho tiempo, no era capaz de creer la manera en la que Sebastian se estaba dirigiendo a él, mucho menos que Wesley le hubiese contado de un pasado que al pelirrojo le costó confesar antes de si quiera imaginar un posible futuro a su lado y una boda en París.
—Seamos sinceros ¿Cuánto tiempo pasara para que te haga lo mismo que le hizo a Aiden?
<<No tengo idea>>. Preston alzó la vista dolido, sin embargo Sebastian lo dejó a los pies de la brillante y majestuosa recepción de aquel hotel, con la mente hecha girones y el corazón roto.
A veces el amor es como un golpe de realidad, duele, nos confunde y nos deja pensando que quizá ese es el sentimiento más doloroso, la caja de Pandora que desata el peor de los males y sustituye la esperanza con celos.
Llevo una mano a los bolsillos de su chaqueta y en la bolsa, tomo un trozo de papel que había doblado accidentalmente. La tarjeta de presentación que le había ofrecido Stephano Lombardo apareció como una brillante oportunidad. Miró de reojo a varias direcciones, como si estuviera propenso a ser descubierto por hacer algo prohibido...
Y no tardó en marcar el número como su ultimo recurso.
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