13: Un reencuentro inesperado
Una pérdida no es del todo triste. Los funerales casi siempre están llenos de hipocresía, la mayoría de las personas solo deciden quedarse al pie del ataúd para mirar el cadáver, sin saber realmente lo que sienten, aunque Stephano sabía que la muerte de su hija dejaba una sensación de alivio en muchas personas.
Había terminado de hablar con Aiden unos minutos atrás, justo antes de llegar a su oficina. En un imponente edificio en el distrito de La Défense, conocido como uno de los distritos de negocio más grande y moderno en todo Europa, alzándose en imponentes estructuras de cristal.
O como Stephano Lombardo solia llamarle "Su pequeño espacio personal".
Como todos los días, su asistente le tenía listo un expreso cortado doble, caliente, con un aroma penetrante, y algunas revistas.
Moda, economía, invitaciones y posibles contratos...
Entre el papeleo, un sobre rojo sobresalió llamando su atención.
Stephano lo tomó cauteloso, solo tuvo que esperar unos segundos para admirarlo como un polizon entre sus cosas antes de abrirlo con un aire de curiosidad.
En el interior había unas cuantas fotografías de su hija con sus amigos, y aunque todo indicaba que parecían pasarla bien, no eran la clase de fotografías que quisieras ver sobre las personas que mas amas en el mundo.
En la primera imagen, Gia abrazaba a Aiden en medio de una multitud en algún bar de mala muerte, con la mirada perdida y una sonrisa estúpida. Lo que indicaba que posiblemente habían bebido de más, a pesar de que Aiden aun parecía estar sobre sus cabales.
La segunda retrataba a Genevieve besando a Franco Lefebvre, el ex novio de Gia frente al arco del triunfo en una tarde nublada.
La tercera retrataba a las mismas personas, solo que Wesley estaba en ellas, incluso había otras donde Bianca y Baptiste aparecían ocasionalmente.
Algunas imágenes retratan momentos felices, otras quizá no tanto, pero sin lugar a dudas, una fotografía por sí sola puede hacer lo que muchas personas siempre se niegan a cumplir. Hablar con la verdad.
Cada una era parecía una escena más oscura al paso. Stephano veía a su propia hija corriendo por las calles de París a altas horas de la noche.
Algunas imágenes en el backstage el día de su muerte...
Por primera vez en mucho tiempo Stephano Lombardo se quebró. Recordar a la única persona que podía ser capaz de amar se había vuelto una completa desconocida para él.
Si es vedad que nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido, definitivamente él no tenía idea sobre quién era Gia, hasta ahora. Alguien quería revelar la verdad sobre su muerte, aunque para su desgracia, no sabía si la verdad empeoraría las cosas.
Decidido a ocultar las fotografías de golpe en un cajón, tomándose un momento antes de continuar con la planificación de la fiesta de reapertura para Saint-Clare. Solo esperaba que esto no fuese una broma de mal gusto. Tomó un sorbo del expreso que descansaba sobre su escritorio y con una ola de temor invadiendo su pecho abandonó la oficina para conducir a la agencia.
Cuando tú vida parece caer por la borda, nada es mejor que reinventarse, al menos para superar los años que creías desperdiciados. Genevieve caminaba por los campos elíseos, mirando las boutiques intentando recordar cuando había sido la última vez que se habría puesto algo que realmente la hiciera sentirse ella misma, sin vivir a la sombra de Gia, o Aiden, después de todo, ellos siempre habían sido el verdadero centro de atención desde su primer escándalo.
"Era tarde cuando Genevieve Gallagher caminaba buscando la salida de "Le Carmen" un bar cercano a Saint-Clair donde algunas bandas de rock tocaban en un hermoso escenario neoclásico, las alfombras roídas y los candelabros de cristal se llenaban de humo y olor a cerveza.
Gia ya estaba ebria como era su costumbre, sin embargo ahí estaba Franco, que en lugar de su novio, parecía más un hermano mayor cuidando que no cometiera estupideces, deleitándose con el resto de las modelos que habían decidido salir con ellos.
Fue entonces cuando un chico castaño de ojos brillantes entro sin saber muy bien lo que estaba haciendo, parecía serio, pensativo, como un chico tímido durante su primer día de preparatoria.
Jamás imaginó que Aiden alguna vez fuese aquel chico. Mismo que se dejó influenciar por la hija de Lombardo a los pocos minutos de llegar a la barra. El mismo que término subiéndose al escenario a bailar después de un par de tragos en el escenario".
Es increíble lo lejano que puede ser un recuerdo, y algo todavía más sorprendente era lo mucho que puede cambiar una persona en tan poco tiempo. Aiden llego siendo una oveja blanca, Genevieve se convirtió en una amiga y Gia se encargó de arruinarlo desde que decidió embriagarle por diversión.
Sin embargo sus pensamientos se vieron interrumpidos por un hermoso vestido platinado que se asomaba desde una alargada y brillante vitrina que la cautivó a pesar de pensar que hubiese recordado a su difunta mejor amiga en ese minúsculo instante. Si algo debía admitir, es que a pesar de todo, tener que vivir bajo el mismo techo desde que Clarice decidiera casarse con Stephano después de mantenerse viuda y tener tres matrimonios fallidos en los últimos años no era tan malo después de todo.
Tras una ola de pensamientos y sentimientos encontrados decidió entrar a la boutique. Se acomodó el cabello aprovechando el reflejo en el cristal, mismo que la distrajo por un par de segundos cuando divisó una silueta algo conocida detrás de ella.
Genevieve frunció el ceño confundido, volteo de inmediato creyendo que había sido un espejismo, aunque para su sorpresa al otro lado de la calle se encontraba quizá el hombre por el que alguna vez habría suspirado.
Aquel chico de cabello oscuro, desordenado y tez morena notó su presencia a la lejanía, y con un gesto de sorpresa no tardó en sonreír de aquella forma encantadora que solo él podía poseer. Franco Lefebvre era la clase de chico que podía atraparte con la mirada. — ¡Por todos los cielos no puedo creer que nos hayamos encontrado!
Genevieve abrazo al chico casi por obligación, a pesar de saber que no lo había visto en meses, o al menos no planeaba hacerlo nunca, pero
—Debo admitir que no esperaba volver a verte desde lo que hiciste.
El chico de cabello negro frunció aquellas cejas pobladas que permitían sobresaltar sus hermosos ojos. — ¿Mostrar la verdad al mundo es un crimen? Aiden debería pagar por sus acciones.
—Muy gracioso. — la rubia musitó con un aire de sarcasmo. — Lo que hiciste no fue contar la verdad, fue inventar una historia para la revista que te hecho después de que el decidiera vender sus estúpidas fotografías. — Le dedicó una mirada severa al chico frente a ella.
—Ho, perfecto, parece como si el tiempo no hubiese pasado, me sigues tratando como un idiota. — El chico esbozó una media sonrisa llevándose una mano a la nuca. — Por lo que yo recuerdo, yo hice el artículo de Aiden basándome en tus respuestas durante el interrogatorio de hace un año.
Genevieve resopló con desgano. — No quiero hablar del tema ¿De acuerdo?
—Bien. — el chico estiró ambas manos como si se rindiese contra una discusión que evidentemente no ganaría jamás. — Pero me ha encantado encontrarme contigo, deberíamos hablar más, como en los viejos tiempos. — Le guiñó.
—Lo siento, pero estaré en una fiesta de reapertura esta noche, y Aiden estará conmigo.
—Ho, el enfant terrible...
—Sí, así es. — Genevieve interrumpió dedicando una mirada indiferente al chico. — Y eso significa que no podré atenderte hasta entonces.
—Seguro estás hablando sobre el evento que Stephano está organizando hoy, de hecho me pidió que lo cubriera como un debuta mi nuevo empleo. — el chico se encogió de hombros sin saber cómo continuar la conversación.
—Lo lamentó Franco, pero no pienso aclarar nada contigo.
—De acuerdo... — Respondió el con desgano. — Creo que no se puede recuperar todo lo que perdí.
Genevieve dejo que una sonrisa irónica se asomara en su semblante. — Yo nunca fui tuya.
—Lo fuiste, aunque intentes negarlo sabemos lo que ocurrió entre nosotros, Gia únicamente era una piedra en el camino...
—Era tu novia. — Genevieve lo interrumpió. — Era como mi hermana.
—Eso no te importó cuando nos quedamos a solas en mi departamento ¿Cierto?— Franco esbozó una media sonrisa complaciente, como si aquel argumento fuese suficiente para terminar la discusión, pues la chica que estaba frente a sus ojos apartó la mirada en dirección a la avenida.
—No significó nada. — Genevieve volvió la vista para encararlo. — Por todos los cielos los hombres no superan nada.
Franco intentó controlar las ansias que comenzaban a invadir su cuerpo, ver a la chica que siempre quiso para él estaba frente a sus ojos después de mucho tiempo, como si la vida le estuviera regalando una segunda oportunidad para arreglar todos sus errores. — No te dejaré ir tan fácil.
—No me dejas opción. — susurró. — Aiden y yo apostamos. — musitó con sequedad. — Me dijo que las posibilidades de que me acostara contigo, eran las mismas posibilidades que tenía para terminar su relación con Wesley.
Franco frunció el ceño pensativo.
— Bueno, más que una posibilidad parecía una premonición. — Hizo una pequeña pausa para admirar el rostro angelical de Genevieve.
— No te creo nada. — Franco bufó con desdén.
La rubia rodó los ojos. — Ahora entiendo porque fue tan fácil hacer que borraran tu columna de Vanity Fair. — Le dedicó una sonrisa forzada. — De nada sirve tener talento si eres un completo idiota. — añadió con un tono amargo en sus palabras. — Si Aiden tenía razón en algo, quizá era cuando decía que solo querías a mi hermana por la fortuna de Stephano Lombardo, y para seguir escribiendo sobre nosotros. — Se acomodó el cabello con un movimiento petulante y delicado. — Nunca deseaste abrir los ojos. — Suspiró. — No te amé, nunca te quise y jamás fui completamente tuya.
Franco negó suavemente con una mirada desafiante. Tomo a Genevieve con firmeza de la muñeca y la acerco contra su pecho, sintiendo aquel perfume de magnolias que podía volverle loco, y en un movimiento inesperado junto sus labios robándole un beso casi desesperado.
Genevieve forcejeo para apartarse de él, intentó empujarle por los hombros, un acto que hasta unos segundos se volvió completamente inútil.
Nada es peor que tu crush te corresponda cuando tú ya perdiste el interés en él, sin embargo, cuando la tentación logra envolverte, llega la confusión, y entonces cuestionas si realmente solo vivías en la negación para no salir herida.
—Te veo más tarde, debo ir a arreglarme para el evento de esta tarde. — Soltó Genevieve dándole la espalda.
—Pasó por ti. — Franco respondió antes de que la perdiera entre la multitud, pero ella solo siguió de largo.
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