10: Flashback
María Antonieta había sido enviada a la guillotina para pagar sus acciones, en cambio Aiden recibió un castigo peor. Un mareo continuo que lo acompañó directo al hospital cuando los paramédicos lo subieron en aquella incomoda camilla.
El impacto de la bala perforando su hombro lo había puesto en estado de shock. El sudor en la frente se sentía frío y la herida punzaba continuamente sin hacerle sentir dolor alguno por la adrenalina que le corría entero.
La voz de Alfred parecía insistente mientras sujetaba la mano de Aiden para mantenerlo despierto. Si no hubiese sido por Wesley quizá hubiese perdido más sangre de la que ya había derramado.
El sentimiento de pérdida es como una carga sobre los hombros que Alfred no deseaba volver a experimentar.
Aquella noche la lluvia cubría las calles parisinas como una cortina que apenas permitía observar unos metros más allá desde el parabrisas. Nick le había sugerido a Wesley que se marchara con Preston de vuelta a donde fuera. Clarice también se había marchado a casa una vez que las ambulancias abandonaron la mansión.
Durante el trayecto Aiden fijó la vista hacia el techo mientras le revisaban el pulso.
¿Quién hubiese imaginado que algún día sería un blanco para la policía francesa?
Uno de los médicos logró cegarlo un poco con la lámpara puesta en su cabeza. Era tan brillante, que el castaño no pudo evitar recordar los reflectores durante la pasarela que lo impulsó a la fama y arruino su carrera en la misma noche.
Los aplausos, la prensa tomando innumerables fotografías y los padres de Wesley, Kenneth y Charlotte Goldman esperando invertir en su colección para mostrarla en el MET de Nueva York.
Todo al mismo tiempo. Todo, como parte de un sueño que parecía jamás haber ocurrido.
Al llegar los paramédicos sacaron la camilla con cuidado. Aiden sintió unas cuantas gotas de agua helada sobre el rostro mientras se hundía en la penetrante oscuridad pensando en la que sería su próxima colección si es que salía de esta situación.
Entrando a la sala de espera, le pidieron a Alfred que debía tomar asiento para esperar noticias acerca de su hijo, pero solo se dejó caer en uno de los incómodos asientos de piel llevándose ambas manos a la cabeza.
— ¿Alfred?— Una voz conocida resonó en sus oídos llamando su atención. El padre de Aiden alzó la vista con el ceño fruncido divisando un hombre robusto y calvo, con ojos espectrales y un traje de tweed azul marino. — ¿Qué haces aquí Stephano?
— ¿No supiste lo que sucedió?— Stephano se llevó una mano a la altura del pecho con un aire de sarcasmo.
—Te da gusto que Aiden esté en el hospital ¿No es verdad?— Alfred se puso de pie para encarar a Stephano en la sala de espera, pero aquel hombre robusto realmente parecía no comprender el punto.
— ¿Aiden está mal?— frunció el ceño. — No tenía idea. — bufó cruzándose de brazos. — En realidad estoy aquí por algo bastante grave. — asintió. — no quiero que Saint-Clare vaya a la ruina, pero parece que uno de mis modelos apareció muerto en el aeropuerto. — su semblante volvió a tornarse serio. — de hecho, estaba considerando en tu hijo como un posible reemplazo.
Cuando se trataba de negocios, Stephano siempre llamaba como suyo a cualquier rostro que pudiese aparecer en fotografías para una editorial o con talento para desfilar.
Entre sus multiples negocios, destacaba ser uno de los mejores agentes de modelos, desde Jhon Casablancas, razón por la cual Clarice vió la oportunidad de lanzar a Genevieve para tener un lugar como modelo en Saint-Clare.
Alfred elevó ambas cejas algo sorprendido por la frialdad y la facilidad que tenía Stephano cuando se trataba de no perder un solo centimo. — Bien, pues Aiden no está en condiciones, y sabes perfectamente que él dejó ese pasatiempo hace mucho.
—Claro, entiendo, los desórdenes alimenticios no son...
—Suficiente. — Alfred sintió que la cabeza comenzaba a punzarle. — No es por eso, mi hijo tiene una bala en el hombro izquierdo.
Stephano se quedó en silencio durante un momento, después de haber permanecido conciente sobre el sufrimiento que le provocaba a Alfred recordar los arranques de ansiedad que Aiden sufria cuando llevaba semanas sin nada en el estomago.
Sin embargo un joven se acercó a su dirección. Castaño, alto y de ojos turquesa que reflejaban la luz en la sala de espera. Alguien a quien Nick parecía escoltar hasta que terminara por identificarse. — Disculpe señor Lombardo, vengo para la identificación del cadáver.
Alfred y Stephano voltearon a su dirección, y el padre de Aiden pareció palidecer al reconocerlo. <<No puede ser>>. — ¿Dominico?
El hombre que volteó al escuchar su nombre no tardó en esbozar una sonrisa forzada en su semblante. Su incomodidad era inminente — Hola papá.
¿Qué puede ser más doloroso que el rechazo de un hijo? Quizá para Alfred encontrarse con Dominico en el hospital no era la mejor forma de reencontrarse. Stephano le había localizado. Uno de los mejores médicos forenses que ahora estaría encargado de examinar el cadáver del supuesto modelo que desapareció aquella tarde en el aeropuerto.
—Al fin te dignas a aparecer. — Alfred aún parecía un tanto sorprendido ante la situación. — Ni una llamada, ni siquiera un e-mail. — soltó un bufido sin ganas.
Nick decidió apartarse, no quería presenciar otra escena por parte de los LeClair aquella noche.
— ¿Y no te da gusto verme ahora?— El semblante de Dominico se ensombreció. Sabía que alejarse no había sido la mejor manera para confrontar la fama desenfrenada que Aiden traía a su familia, sin embargo, esperaba un mejor recibimiento por parte de su padre.
—Es increíble. — Alfred musitó con un aire de sarcasmo. — iré a ver si Aiden ya despertó.
— ¿Qué sucede con él?— Dominico pregunto desconcertado de un momento a otro. — ¿Sigue mal?
—No creo que eso te haya importado mucho los últimos dos años. — Respondió Alfred antes de dar media vuelta para caminar hacia el ascensor.
— ¡Papá que le pasó a Aiden!— gritó Dominico a la lejanía. Sin embargo la respuesta, solo fue el silencio fúnebre del hospital.
—Déjalo. — Stephano puso una mano sobre su hombro. — Haz venido por trabajo ¿no es así? La morgue está esperando.
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