Capítulo 11
Andreu continua con su recuperación, su cuerpo responde a los medicamentos y no parece haber secuelas graves debido al golpe que sufrió. Sin embargo su abogado está un poco cansado de oírlo hablar acerca del amigo imaginario de su hijo.
—Estoy casi seguro que fue él, yo lo vi, había humo pero-
—Señor Velázques, por favor. Lo último que necesitamos es que la otra defensa agregue demencia a su expediente —responde Oca—. Concéntrese en los hechos, ¿qué pasó exactamente?
—Bueno, estaba cocinando, luego fui a ver a Matt. Él dormía y entonces comencé a sentir algo quemado, era la cena. Cuando fui a ver todo estaba chamuscado y apagué la estufa. Había mucho humo debido a eso, entonces lo vi, creí que era un ladrón y corrí hacia mi celular —Andreu hace una pausa al recordar perfectamente ese momento al igual que su cuerpo—. Tomó mi brazo y lo rompió, como si fuera una delgada rama, lo primero que pasó por mi mente fue Matt. Después él metió mi mano dentro de la olla. Cuando me soltó lo primero que hice fue correr, tomaría a mi hijo y escaparía pero me jaló del cabello. Luego recuerdo que ya estaba en el hospital.
Al terminar su relato él mira al abogado, quien termina de anotar algo en una libreta. Este deja la pluma y lo mira.
—Tenemos suerte que recuerde algo luego del fuerte golpe que sufrió —comenta al principio—. Se oye como un ajuste de cuentas. ¿Tiene enemigos?
—No.
—¿Alguna mafia, drogas?
—No, se lo juro.
—¿Y su pareja? —pregunta, entonces recibe la mirada fúrica de Andreu—. Si queremos incluir a un tercero debemos encontrar una buena razón por la cual quisiera hacerles daño. Un ex novio tal vez.
—Noelia no lo haría, es muy correcta debido a la crianza de sus padres. No hay nadie.
—Entonces un robo que salió mal.
—No quiero mentir, ya se lo dije fue... —Andreu niega una y otra vez, su cabeza apunto de estallar por el estrés.
—Un secuestro, piénselo, un demente entra a la casa para llevarse a su pequeño al creer que no hay nadie y lo encuentra a usted. Esto lo molesta y lo golpea, luego llega su pareja, haciendo que la situación se le salga de control y también la golpea para escapar.
—Eso se oye creíble —murmura el hombre, luego suspira. Su conciencia en desacuerdo. Sabe lo que vio, pero si dice la verdad los demás pensarán que está mal y eso lo alejaría mucho más de su familia.
Hace poco él salió de un juicio en donde, la mejor amiga de su pareja, quién también es abogada, lo acusó de golpear a Noelia. Quedando ante los demás como un hombre violento y agresivo, sintió que sus heridas no fueron suficiente para demostrar su inocencia. Es más, la mujer dijo que él se había lesionado intencionalmente para quedar libre de toda sospecha.
Eso provocó que su paciencia acabara, gritó ante todos que no lo había hecho mientras derramaba lágrimas. La frustración fue demasiada que terminó colapsando en un lugar y momento inapropiado. La juez interrumpió el juicio, ya que ni podían continuar luego de semejante exhibición. Para los ojos de algunos vieron a un hombre de familia desesperado, para otros, un monstruo queriendo comprar su compasión con lo métodos más bajos y repetitivos.
—¿Cuándo podré ver a mi familia? —pregunta, haciendo que los ojos de Oca lo miren. Él está planeando su próximo movimiento, debe ser cuidadoso y preciso, como una jugada de ajedrez.
—Yo no pensaría en eso todavía, estamos en medio de una guerra y no debemos darle armas a los enemigos.
—¿Puedo saber dónde están al menos?
—No debería decírselo, pero lo último que supe es que su pareja continúa en el hospital y que el niño está bajo el cuidado de sus abuelos. —La respuesta, lejos de confortar a Andreu, hace que sus nervios sean la peor de las torturas.
—¿Mis padres o los de Noelia?
—¿Cuál es la diferencia?
La diferencia es abismal, puesto que Matt es un niño bastante mimado y que sus abuelos no tienen la paciencia para soportar todos sus caprichos. En especial los padres de Noelia, ella es tan fuerte y temeraria debido a las interminables peleas que llevó contra sus padres desde que era pequeña. Ellos querían asegurar su futuro por lo que decidían todo, incluso cuando ya era capaz de tomar sus propias decisiones.
—No me gusta —murmura Matt mientras revuelve la sopa verde que su abuela dejó frente a él.
—No se juega con la comida —responde su abuelo.
—Quiero papas fritas o chocolate.
—Eso no es alimento, el chocolate es dulce. El dulce pica tus dientes, tu boca se pudre sin que lo sepas y luego ya no puedes hablar porque se te cae. ¿Quieres eso?
El pequeño niega rápidamente y luego cubre su boca, entonces se obliga a tomar la sopa. Sin embargo el sabor es igual de desagradable que su aspecto. Toce por falta de aire y termina salpicando la mesa.
—Limpia eso ahora —le ordena su abuela dándole un trapo—. Luego debes comer todo, sino te gusta es porque no tienes hambre.
Matt asiente, un poco asustado por las palabras de la mujer. Además, cuando está secando las gotas de la mesa, por estar al pendiente de ella, empuja el plato completo y este estalla en pedazos contra el suelo, dejando un gran charco de sopa a sus pies.
—¡Mira este desastre! —exclama su abuelo. Matt termina encerrado en su cuarto con su mano roja, fue castigado por su error y debe dormir sin cenar ya que desperdició su parte.
—Mamá, papá —susurra antes de caer dormido. Kaneís lo observa en silencio, atormentado, se siente mal al ver las lágrimas secas del pequeño.
—Yo... Lo lamento. —Coloca su mano sobre el rostro de Matt, cubriendo su boca y nariz mientras hace una leve presión.
En ese momento él siente que Kaneís está siendo algo que no debería hacer. Intenta detenerlo, pero no cuenta con que White está decidido a hacerlo. Kápoios lo mira confundido, está dándole la espalda, sin embargo puede notar el gran esfuerzo que está haciendo.
—¿Qué ocurre? —se pregunta. Entonces busca alguna manera de moverse, su cuerpo ya no es el mismo. Está hueco por dentro y con cada movimiento la porcelana se agrieta, provocando que su piel se quiebre en pedazos.
—¿Cómo demonios me movía en el otro lado? —maldice entredientes, esa pregunta le abre los ojos hacia algo que no había visto anteriormente. Algo que no había considerado siquiera—. ¿Cómo? Kaneís es controlado por él, pero tampoco puede estar en dos lugares al mismo tiempo. Entonces... ¿Quién me mueve? ¿O qué?
Al estar perdido en sus pensamientos Kápoios apenas notó su mano rasgándole la cabeza debido a su conflicto. Sus ojos se abren grandes por la sorpresa, las grietas de su cuerpo comienzan a cerrarse. Entonces, sin dudarlo un segundo más, corre hacia la otra presencia y lo toca. Estaba por obligarlo a que lo sacara de allí y que dejara en paz a Kaneís. Pero su vista de repente cambió, apareciendo en la habitación junto a Matt, asfixiándolo.
—Basta —su voz hace eco.
—Tú —Kaneís le responde de manera fría—. ¡Ya tengo suficiente con uno!
—Quiero ayudar, suelta al niño, por favor.
—No, s-si yo lo hago y no él... P-Puede que esto acabe. —Kápoios oye su voz débil.
—¡Debe haber otra forma, suétalo! —exclama al ver que el niño comienza a agitarse debido a la falta de aire.
—No estás aquí como la última vez —murmura manteniendo su vista en Matt—. Dormirá tranquilamente solo que no volverá a despertar. Ya he hecho esto antes, Kápios. ¿Cuál es la diferencia?
—Tú decides hacerlo.
Matt respira hondo luego de que la presión desapareciera. Continúa dormido y Kaneís esta sentado a los pies de la cama.
—Maldito, ¡¿cómo hiciste eso?! —Kápoios es empujado con fuerza, golpeándose la espalda contra el piso sucio y cubierto de raíces oscuras.
—Salvé tu comida, ¿así es cómo agradeces? —responde, maldiciendo en sus pensamientos ya que su cuerpo volvió a ser tan frágil como un cristal.
—¿Cómo pudiste moverte? Es imposible, Kaneís nunca... —él deja la frase al aire y voltea—. Kaneís nunca me había desobedecido de esta manera.
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