Viajar En Guagua

A Danny

Nunca la conocí, ni siquiera me dijo su nombre: solo recuerdo de ella lo apetitosa que estaba y los momentos placenteros que disfrutó junto a mí…
Venía algo atorado en esa guagua, personas por acá, empujones por allá… una típica guagua cubana. Entonces en una parada, luego que algunas personas bajasen y muchas más subiesen entró ella a escena. Procedo a describirla: era rubia, alta, guapa, tetona… Tenía un cuerpo de mulatona que es casi imposible de ver en una mujer de piel blanca. La cosa fue que se colocó delante de mí, muy, muy delante de mí... Al principio no le di importancia “Seguro ella se da cuenta”-me dije a mi mismo y continué con mis pensamientos. En la siguiente parada intenté alejarme pero ella lentamente volvió a acercárseme. Pensé que eran cosas mías, pura casualidad. Luego ella se volteó, me giñó un ojo lascivamente y volvió a enderezarse. Se pegó contra mí a propósito y con cada curva y empujón aprovechaba para restregarse contra mi pantalón. Mi sorpresa fue mucha; pero luego empezó a menguar mientras aumentaba mi excitación cada vez más y todo lo que eso conlleva. Lentamente, liberado de mis miedos por la testosterona, fui palpando sus muslos hasta donde la falda súper apretada que traía me lo permitió. Ella aprovechando la oscuridad de la noche invadió con sus manos  mi pantalón, masajeando por encima del bulto que la erección había provocado. Aquello liberó al neandertal que todos los hombres llevamos dentro y con cada mano tomé posesión de sus grandes y esponjosos senos. Los masajeé continuamente  y pude notar la respiración descontrolada y carnal que ella dejaba escapar por su nariz. “Qué lástima”-me dije: la próxima parada era la mía. Al detenerse la guagua, sin pensar siquiera la tomé por el brazo y ella obediente y risueña, como inocente ovejita  me siguió hasta el apartamento. Por el camino no intercambiamos ni una palabra. Ella dejaba para mí sus senos y yo para ella toda mi hombría. Legamos y, mientras abría me rodeó con sus brazos como una pulpa y me rechupeteó la oreja y el cuello. Eso me puso a cien y me volteé. La puerta se abrió  y yo, mientras la besaba y le metía la lengua hasta la campanilla, con mis manos sobaba sus riquísimas nalgas. Así la fui entrando a mi madriguera(😈) Sin soltarla siquiera encendí la luz. Con impresionante fuerza se separó de mí, pasó su lengua por sus labios y desnuda quedó frente a mí. Que cuerpo tan espléndido, tan blanco, tan terso, tan excitante... En un santiamén me quité todo de la cintura para arriba y cuando iba a desabrochar mi cinturón volvió a acercarse, lo desabrochó y por un rato jugó con mi pene a punto de estallar por encima del pantalón. Se colocó de rodillas lentamete y bajó mi pantalón para quedarse observando el bóxer. Asombrada por lo empapadísima que estaba la tela de un líquido que comenzó a excitarla (lo sé porque con una mano empezó a tocarse.) Liberó por fin al aprisionado. Jugó con él por un ratito, masajeándolo de arriba abajo lenta y suculentamente. Luego su boca, sus labios se fueron acercando. Se contuvo durante un momento y como si lo tuviera planeado comenzó a realizar la maniobra aumentando el ritmo y la intensidad en cada succión. Yo cerré los ojos, disfrutando de lo lindo, hasta que esa sensación cesó por unos segundos. Lo supe y ni siquiera tuve que preguntarle. La acosté en el piso, abrió sus piernas y me mostró la entrada de su vagina. Aproveché el momento  y me deshice de lo que me quedaba de ropa e introduje un dedo en el lugar. Comenzó a retorcerse de placer y comencé a utilizar la lengua mientras ella gimoteaba más y más. Lamía, besaba y chupaba su vulva como si estuviese hecha de dulce. Gritó cada vez más alto haciéndome entender qué era lo que quería . Me coloqué en posición, con ella debajo  y antes de dar la primera estocada jugué por un momento con sus tetas para volverla más loca aún: pellizqué sus pezones, los lamí y al fin entré en su cuerpo. Entró como un torpedo y se sentía muy bien allá dentro, húmedo, cálido, apretadito… Los movimientos fueron lentos al principio pero cobraron fuerza con cada estocada. Pude leer en su cara que disfrutaba tanto como yo y de cuando en cuando se contraía en convulsiones orgásmicas. Cambiamos, yo debajo y ella arriba. Se movía aún con más fervor que yo: de arriba hacia abajo de una manera increíble, en un perfecto movimiento de caderas. La besé incontables veces mientras los jadeos y gritos amenazaban por despertar a todo el mundo. Cuando ya sentía que llegaba la hora me levanté, la cargué en pedo y la puse de espaldas a la pared más cercana. Acabamos en un explosivo megaorgasmo de pie, sin el apoyo de ninguna pared. Sentí salir mi semen a borbotones como nunca lo había hecho: el mejor que había tenido hasta ese momento. Ella colocó sus manos en mi cara y me dio el beso más apasionado de mi vida. Luego pasamos al baño, donde repetimos la escena de pie. Ya tarde en la noche se marchó luego de dejarme un número de teléfono. De eso hace ya un mes y esta es la undécima vez que nos volvemos a ver, en la guagua… Ya está delante de mí, con su contoneo habitual. “ Aún no hemos intercambiando una sola palabra, y aún así nuestros cuerpos parecen saber que quiere el otro” Pienso e introduzco mi mano bajo otra minifalda súper apretada
                                 

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