Venganza

A Bandera
…No ha sido fácil para mí desde el día en que mis padres me echaron de casa, con una mano delante y la otra detrás fue  muy doloroso dejar el hogar en el que viví, y todo por enamorarme de la persona menos indicada. La primera semana lloraba “de puro dolor”, pero los trozos de mi alma se fueron uniendo otra vez con el objetivo de hacerle pagar por todo. Pude ingeniármelas los primeros días con un dinero que había ahorrado y gracias a un párroco tuve la oportunidad de tocar el piano en su iglesia, donde a cambio de mis servicios obtuve un lugar donde comer y dormir. Todas las noches ensayaba  sin parar movida por mi odio y un día en una misa cuando toqué una melodía que yo misma había compuesto el destino había traído un crítico de música a la iglesia. Gracias a mi talento y a su ayuda pude ingresar a una de las academias más importantes de mi país. Fue en ese lugar donde compuse mi primera obra: Torturas. De eso hace ya dos años. Hoy es el estreno de una nueva composición, Venganza es su nombre. He vuelto a ver hoy al hombre que rompió mi vida. Ya es hora de mi presentación. Camino hacia el escenario, está repleto. Cierro los ojos “Nervios, por favor, no me fallen ahora” vuelvo a abrirlos. Tomo aire y empiezo a tocar... Ha  sido un éxito, todas esas noches en vela han valido la pena, pensé que mis dedos no tendrían la fuerza de acabar. Mis colegas de la Academia se acercan para felicitarme. Él también lo hace, noto en su cara angustia, seguro que sabe lo que le viene encima. Mejor aquí no, no voy a perder mi prestigio por un simple escándalo, él se merece algo mucho peor. Me saca conversación:
– Hola, ¿cómo has estado?- le respondo al saludo
- No han sido buenos años, pero aquí estoy, luchando por alcanzar mi meta (acabar contigo)
- Sí, yo todavía siento algo por ti (odio, claramente).
-Con tu permiso
Le dije cortésmente y me alejé de él mientras caminaba tratando de provocarle. Continúo con las actividades planificadas, pero no puedo dejar de pensar en ese, ese… ladrón que profanó mi dignidad y mi cuerpo. Ya me acosté, por alguna razón no puedo dormirme. Suena en mi cabeza su voz, y recuerdo claramente la primera vez de mi vida. Siento por mi piel el recorrido casi olvidado de sus labios y lengua. Aparece en mi boca el dulce veneno de su cuerpo y en mi interior retumba el doloroso placer que me hacía sentir. In voluntariamente me he excitado tanto como si un hombre real estuviese haciéndome el amor. Ahora que lo pienso hace rato que el sexo no forma parte de mi vida. Me toco bajo mi camisón, se siente tan bien… Laman a la puerta. Es él. Ya vestida y aún caliente le invito a pasar, al cuarto. Se sentó en la cama con la cabeza gacha ¿Cómo diantres supo el número de mi habitación? No me responde, yo ya no respondo.
–Perdóname- dice en voz baja y temblorosa mientas pongo deliberadamente mi mano en su entrepierna
– Abandoné el país porque mi hermana había muerto, todo fue muy rápido, intenté avisarte pero no pude y para cuando volví a tu casa ya tus padres te habían echado. Intenté buscarte, pero fue inútil… lo siento tanto- me dice esta vez a la cara, armado de valor y con numerosas lágrimas rodando por sus mejillas. Le creo, pero creo que la disculpa ha llegado tres años tarde y de todas maneras me desquitaré. Aunque por el momento me voy a entretener. Lo beso en la boca y me siento encima de él. Lo rodeo con mis brazos y continúo besándolo. No me corresponde, pero ya está cediendo. Comienza a excitarse. De un tiro quedé desnuda cuando me quité el camisón y comencé a desnudarlo a él. Por fin ha reaccionado como todo un un hombre y se levanta para quedar desnudo al igual que yo. Me ha cubierto de besos, abrazos y caricias. Me están entrando escalofríos  y mi saliva se está volviendo espesa. Ya no aguanto más, mi cuerpo descontrolado pide a pálpitos que entre en mí. Siento como parece escapar mi alma con cada entrar y salir. Él comenzó a ponerse colorado. Le besaré el cuello, eso sí que lo pone mal. Lo hago, creo que voy a tener un… un... ufffff! Lo tuve. Él ya está a puntito de caramelo. Aumento la velocidad, cierra los ojos para poder soltar su semen. No me parece. Me levanto de súbito. Abre los ojos extrañado mientras su miembro palpita como si fuera un pez fuera de agua. Me visto y así desnudo como está lo expulso se mi habitación. En frente de la puerta le doy su ropa. Antes de que le cierre la puerta en la cara le digo: “En esta planta solo estoy yo” Al fin cierro y me acuesto más ligera. Antes de dormirme he consultado mi futura venganza con la almohada (de todas mis ideas la más menesterosa es una muerte rápida) Al otro día, luego de estar lista para ir de compras abro la puerta. Está llena con las flores que me gustan. No puedo creer que aún se acuerde. Vacilo un rato pero estoy decidida a continuar cueste lo que cueste. He bajado a desayunar y aún no he visto a nadie, esto es raro… En los cristales observo a los inquilinos mirando con curiosidad. He notado un hermoso piano de cola en medio del restaurante. No sé de dónde pero él ha salido con un hermoso traje de gala totalmente blanco salvo por la rosa roja que trae en un bolsillo. Me saluda y me conduce a una mesa, me invita a sentarme, acepto y se dirige al piano. Empieza a tocar. Toca mi canción favorita. El Danubio azul. Simultáneamente los camareros entran a escena con numerosas bandejas doradas y se me acercan con manjares deliciosos y carísimos. En cada plato yace una bella tarjeta que con letras rojas suplica perdón. Desayuno y luego de que me siento satisfecha me acerco nuevamente a él. Le doy gracias por el desayuno, lo beso en la mejilla y me voy de compras. A partir de ese día se ha comportado como todo un “gentleman”  hacia mí. Nunca nadie ha sido tan atento conmigo.  Aun así, ya plagada de dudas voy a continuar. El otro día contacté con un droguero. Ya la máquina de mi venganza ha echado a andar. Me invitó a cenar y yo secretamente he añadido el veneno en su copa con vino. Yo disfruto mucho del mío, en él he vertido de manera satírica el antídoto. Ya se ha dado unos cuantos sorbos, se arrodilla, de su bolsillo saca una cajita negra, dentro contiene un anillo… No sé por qué a mi mente vuelven los recuerdos de aquella desgracia. Nunca olvidaré la cara de horror y asco de mi madre cuando me vio en pleno acto sexual con él, mi profesor de piano 
-¡Cásate conmigo!- me pide con brillo en sus ojos mientras me trae a realidad
– ¿Me perdonas?- pregunta.
Respiro hondo. Pienso y luego hablo…

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top