Masajes
Siempre me han gustado los masajes, me relajan tras días de estrés...Hacía tiempo que, todos los fines de semana iba al balneario de la ciudad a por mi masaje, claro está, de esos de cuerpo completo, mientras estoy totalmente desnuda y aunque la mayoría de las personas encuentra ese tipo de masajes eróticos yo nunca les encontré nada excitante...Hasta que... Bueno mi masajista habitual era una chica, pero en esa ocasión fue un hombre, muy hot cabe resaltar. Borré cualquier pensamiento lascivo, lujurioso y orgásmico de mi mente y me enfoqué en relajarme mientras ya en toalla me tumbaba bocabajo en la mesa luego de darle una buena ojeada al culo de mi masajista. Él, diferencia de mi antigua masajista lo hacía con una fuerza tan varonil que provocaron en mi reacciones biológicas: comencé a ponerme húmeda. Continuó con su trabajo mientras yo lo hacía con mi excitación , que no paró hasta llegar al orgasmo. Como cruel testigo de mi clímax quedó en la tabla de masajes (de material impermeable cabe destacar). Por suerte para mi no se dio cuenta de la situación tan comprometedora en la que me puso, y eso me hizo fantasear con la idea de qué hubiera pasado si se hubiera dado cuenta, aquello provocó que me tocase y no parara de hacerlo hasta conseguir por mis propios medios lo que él sin saberlo supo hacer muy bien. El resto de la semana esperé ansiosa la siguiente sesión y al llegar, la disfruté como nunca. Cada vez los masajes eran mucho más acalorados y los orgasmos cada vez más intensos. Pero en la cuarta vez algo cambió: antes de terminar paró por un momento. Y, aunque estaba muy alejada de la realidad no pude evitar notar que colocaba el seguro en la puerta. De repente sentí cómo la toalla era abandonaba mi cuerpo de un tirón y aceite caía sobre mi cuerpo, especialmente mis glúteos, que posteriormente fueron trabajados de lo lindo por sus hábiles manos. Ya una vez bocarriba mis caderas fueron su siguiente objetivo, y luego mis senos. Supo complacer magistralmente mi cuerpo , pero yo cada vez deseaba más...
Un escalofrío de placer atravesó mi aceitado cuerpo cuando sentí sus dedos en mi clítoris, que cada vez fueron entrando un poco más en mi interior mientras la sensación me volvía a catapultar al cielo. Yo, por mi parte no me quedé quieta: todo ese tiempo me lo pasé acariciando el bulto que tenía en su pantalón. De repente, ya no pude aguantar más y dejé escapar unos cuantos gemidos mientras sentía una textura totalmente diferente redescubriendo mis zonas sensibles. Cuando sentí los lametazos no tuve ninguna duda de qué parte de su cuerpo era la que me estaba sacado los gemidos. Pensaba que la cosa no podía ir a mejor cuando fui cargada en peso, y en menos de lo que me dio tiempo a pensar qué estaba pasando ya sentía su deliciosa hombría acariciando la entrada de mi vagina. Le rodeé con mis brazos y mordí su labio esperando lo que venía, que no tardó en venir. Sonreí como una loca, tal sensación, ese nivel de placer nunca lo había sentido antes, escalofríos me recorrían en oleadas que parecían no acabar. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no caerme cuando me colocó de frente hacia la pared mientras me seguía bombeando. Sus embestidas se hacían cada vez más fuertes y profundas, hasta que sentí brotar su esencia en mi interior mientras su hombría convulsionaba en mi interior intentando llenarlo todo con su líquido, aquello fue en extremo suculento y fue el pequeño empujoncito que necesitaba para llegar al orgasmo. Una vez recuperada tomé mi toalla, me envolví en ella, le besé con todas mis fuerzas y le sususurré al oído “Ha sido el mejor masade de toda mi vida” y me alejé hacia las duchas.
De eso hace ya un tiempo. Todas mis demás sesiones han vuelto a ser con mi antigua masajista, aunque no descarto que le vuelva a ver...Y le deje darme uno de esos masajes que solo él sabe dar
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