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Advertencia: Si alguien tiene la culpa de esta historia y la siguiente son mis amigos, ellos son los pervertidos, no yo 😜. Así que les aviso que esta es de dos chicas y está algo incestuoso. Si, como lo leen. Cumplí con avisar por si acaso... 😳
Un abrazo, Alhec
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Toda mi vida he esperado por cumplir dieciocho años, ser por fin independiente, libre... Desde que tengo recuerdos he estado bajo las faldas de mi madre. Nunca me he mojado bajo la lluvia, andar descalza… Mis juegos de niña siempre fueron las muñecas, y mi única compañera de juegos mi prima favorita (la que no veo desde hace tiempo). Esta no es una fiesta de quince años, es una especie de reunión familiar para celebrar mi mayoría de edad. Han tocado la puerta. Abren. Es mi querida prima. Me ha abrazado cálidamente. Está lindísima, como ha cambiado desde la última vez que la vi. Juraría que su cabello es más dorado y sus ojos más azules.
Hemos conversado bastante. Me contó de sus locuras en la universidad y de lo mucho que se experimenta allá, aunque le da corte contarme más de eso. Hemos ido a mi cuarto, sale por un momento y vuelve con un bolso. -Te voy a enseñar a beber, después de todo ya tienes edad- dice mientas destapa una cerveza y se la lleva a la boca. La pruebo por primera vez, es amarguísima. Mi prima se ríe por el gesto de asco que acabo de hacer. Para no quedar mal bebo hasta que mi estómago ya no puede más. El vómito me subió hasta la garganta, pero aguanté y pedí otra. Ella no se quedó atrás y se bebió una del tirón. Tomé otra, me costó abrirla, y tragué hasta que no pude más. Mi contrincante se bebió tres seguidas, una detrás de la otra. No sé en qué momento me entró una risa infantil que no se me quitaba con nada, de todo reía. Peleamos con almohadas, me lanzó una, me conectó en la misma cara. Contraataqué con un golpe en su cabeza que la dejó tirada en la cama. Muerta de risa, ya vencida por el alcohol caigo encima de ella. Sus senos se hunden ante la presencia de los míos, su abdomen se contrae sus labios y los míos se hacen uno. Tiene los ojos cerrados, emite un extraño ruido para mi gran sorpresa besa mi paralizada boca. Intento alejarme, pero el alcohol me tiene inmovilizada. Su lengua roza mis dientes buscando pasar al otro lado mis piernas comienzan a temblar mientras un escalofrío me eriza los pelos. Su lengua no se contiene y continúa moviéndose. Debería, pero no siento asco ni remordimiento alguno y algo totalmente nuevo para mí comienza a ocurrirme. Soy virgen, así que esto es totalmente extraño para mí. La cosquillita es tal que involuntariamente he abierto la boca mientras esa lengua intranquila se abría paso hasta rozar la mía. Yo respondo chupando lo más que podía ese pedazo de carne mientras al hacerlo parte de su saliva entró en mi boca. Tragué con placer y aventuré mi lengua hacia lo desconocido. Mientras percibía cómo dentro de mi interior se tornaba caluroso y realmente húmedo. Mi ropa interior estaba mojada por completo y la cosquillita se volvió aún más intensa. Mis senos han comenzado a estirarse, mis pezones se han puesto duros y el menor roce de estos con la tela hace que arquee del gusto. Una mano ha comenzado a trepar por mi pierna y ha llegado hasta el muslo mientras chupo su lengua con más frenesí. No se ha detenido y me ha quitado la blusa para dejar mis senos al descubierto. Con sus manos se adueñó de esa parte de mi cuerpo. Con sus dedos apretó mis pezones y me sentí extrañamente caliente: mi respiración se enredó y el infierno que tenía entre mis piernas pedía a pálpitos que fuese llenado con algo. Mientras volvíamos a besarnos introduje una mano bajo mis ropas para acariciarme mis partes. Primero fue lento, pero después el roce fue creciendo y el ritmo aún más mientras mis dedos se bañaban en un líquido pegajoso. Saqué esa mano y entré la otra. Probé a qué sabía eso chupando con mucho ahínco todos mis dedos. En ese momento una mano tocó mis nalgas. Me las acariciaba mientras me decía bajito que le quitara la blusa. Obedecí rápidamente y los besé, acaricié, mordí… mientras lo hacía era tanto su excitación que gritaba en voz baja cosas sucias. No sé cómo, pero me gustó bastante que me dijera esas cosas y se las devolví. Te vas a tragar mi saliva, hundiré mis dedos en tu cosa, luego en tu culo y lo lamerás después como una perrita, porque eso es lo que eres: una perra, una perra. Simultáneamente bajaba su falda, tanga y metía mi dedo índice en su húmedo, palpitante y caliente clítoris. Estaba rojito, brillaba aceitoso y alguna que otra gota dejaba correr. Entré y saqué el dedo varias veces. Luego la volteé, con mi dedo dibujé un círculo alrededor de su agujerito trasero y lo empotré de un golpe. Lo moví de arriba abajo, de izquierda a derecha, en círculos… Cortando sus jadeos volví a virarla y coloqué el dedo cerca de boca. Su lengua lo rodeó lentamente mientras se acercaban sus labios. Lo chupó lentamente mientras dejaba escapar un sonido de satisfacción.- Eso es mi perrita- le dije al oído mientras ella se abalanzaba sobre mí, quedaba yo debajo y me desnudaba con su boca. Su lengua fue directa a mi clítoris. Tan solo con el primer contacto dejé escapar un gran grito de placer. Me tapó la boca mientras me susurraba.” No grites putita, que nos pueden escuchar”. La palabra putita se quedó haciendo eco en mi cabeza mi cabeza al momento que ella recorría de arriba abajo mi sexo. Comencé a sudar, ella también y en algún momento sentí algo que entró por primera vez en mi estrechísima vagina, me dolió bastante, pero estaba tan excitada que pasó fugazmente y al momento pedí por más. Volvió a callarme a la vez que me complacía y volvía a decirme putita.-Dímelo otra vez- le pedí y ella lo dijo tantas veces como lo deseé. Reía para mis adentros de placer, de locura al momento que sus dedos iban i venían por mi no virgen cuerpo. En algún intervalo perdí toda la conciencia mientras me dejaba arrastrar por mi primer orgasmo. No existen palabras en ningún diccionario ni idioma que puedan explicar lo que yo sentí y disfruté. Sentí un pequeño, pero potente chorro de jugos saliendo disparado desde mis zonas erógenas mientras elogiaban mi primera polución, añadiendo la palabra putita, claro está. Posteriormente fue a mí a quien le tocó hacer disfrutar, era nueva en negocio, por lo que mi compañera me guiaba en todos los pasos –Méteme un dedo, despacio, así… así… despacio… ahora tu lengua, lame… – me decía. Cada instrucción me volvía loca, hasta el punto que introduje todos los dedos que pude en sus dos agujeros.
De repente se escucharon unos pasos, del susto recogimos la ropa y las latas, y todo mientras nos escondíamos en el armario. Continuamos besándonos hasta que la puerta se abrió. Eran mi madre y la suya, mi tía. Entraron con varias latas de cerveza, cada una abrió una y tragaron largamente. Estaban sentadas una al lado de otra cuando mi madre pasó su mano por una de las piernas de mi tía hasta tal lugar que le permitió decir. ”No llevas nada”. Mi tía imitó hasta el punto que añadió: “Tú tampoco”. Se fueron acercando hasta darse un largo beso. Se quitaron la ropa mutuamente, acariciaron sus pechos, el cuello, las vulvas y se tiraron en la cama. Mi madre rompió el silencio diciendo:” Dímelo otra vez” Mi tía sonrió y dijo claramente: “Putita”. De nuevo se quedó esa palabra resonando en mi cabeza: me acerqué a mi prima y la besé largamente mientras ella imitaba a su madre. En algún momento mi mamá y yo les gritamos a todo pulmón: ¡PERRA!
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