04.- Juntos

Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Advertencias: no.
Palabras: 1829.

04.- Juntos

Vacaciones. Aquel término extraño que le resultaba casi incomprensible había invadido su vida de repente.

En cierto sentido tenía un problema bastante grave, lo sabía, porque para él su vida entera se resumía en la música. Hacía tiempo había perdido el interés en conocer a gente. La gente siempre acababa decepcionándole, la mayoría se acercaba a él por interés. Insultantemente famoso, el método más rápido y eficaz para acabar en algún programa de cotilleos. El resto trataban de reformarle como si fuera el baño viejo y cochambroso de un bar. Él lo único que quería era una relación sincera con alguien que le quisiera tal cual era, pero tal vez aquella persona no existía.

—¿Estás bien?

Penny se plantó frente a él con cara de sincera preocupación. Había insistido en acompañarle, por si le necesitaba, y a él le había parecido genial, porque estar sin Penny era una tortura.

Suponía que tenía un aspecto deplorable, sentado en un taburete con el codo apoyado sobre la barra del bar y medio derrumbado sobre ella. Normalmente, Jagged Stone, disfrutaba de cualquier fiesta, pero no lo estaba haciendo de aquella, aunque la música fuese genial.

—Sí.

—Entonces ¿por qué parece que el mundo se esté derrumbando a tu alrededor?

—Estoy cansado, supongo.

Ella, con gesto acostumbrado, consultó la hora en la pantalla de su móvil que marcaba que eran poco más de las once de la noche. No era tarde, pero la diferencia horaria con París y el no haber dormido nada en el avión, acrecentaba el grito de su reloj interno para que se metiera en la cama, solo o acompañado.

—¿Quieres ir ya a la suite? —inquirió.

—No lo sé.

Jagged suspiró, en el rostro de Penny seguía aquella expresión preocupada que no quería ver.

—Olvídate de mí —soltó y movió las manos como si tratase de ahuyentarla—. La noche es joven. Ve por ahí y diviértete. Que yo me esté comportando como un anciano no significa que tú debas renunciar a pasártelo bien, conocer a alguien o lo que sea.

»Vamos, venga, largo. Baila y diviértete por los dos.

Se mostró reticente, pero finalmente se alejó para volver a mezclarse con la gente. Penny no era una persona de multitudes ni fiestas, aunque de vez en cuando salía para divertirse. Se la había cruzado en alguna fiesta y siempre se había mostrado como un ser libre, le gustaba verla así. Libre y disfrutando.

La siguió con la mirada. Un hombre alto, atractivo y musculoso con la piel bronceada se le pegó, él le rodeó la cintura con una de aquellas manazas y ella no mostró desagrado con su gesto. Jagged frunció el ceño. De acuerdo, Penny era una mujer preciosa, esperar que ningún otro hombre se fijase en ella era estúpido, absurdo, ridículo, patético e irreal. Que él fuese idiota no significaba que los demás lo fueran también. La vio reír cuando aquel desconocido le susurró algo oído.

Suficiente. Era hora de volver a su suite. Esperaba que se divirtiera.

Fang estaba durmiendo profundamente, tanto que ni le oyó llegar. Se metió en el baño para desmaquillarse, el hombre que pocos conocían se reflejó en el espejo. El rostro anguloso en el que destacaba el azul de sus ojos y los pómulos altos, también aquella nariz enorme que tanto odiaba. Nunca se había considerado guapo, aunque suponía que tenía cierto atractivo. Cuanto más se miraba al espejo menos se veía encajando en ningún lado.

—Viejo y deprimente —le lanzó al hombre del reflejo—. ¿Cómo iba a querer estar contigo?

Apagó la luz. Era hora de dejar de pensar en gilipolleces y meterse en la cama. Sin embargo, no logró conciliar el sueño. Cada vez que cerraba los ojos la imagen de aquel desconocido rodeando la cintura de Penny le asaltaba. No era tan estúpido como para no darse cuenta de qué era lo que le pasaba. Estaba celoso. No tenía derecho a estarlo, pero lo estaba.

—Joder. ¿Por qué eres tan imbécil?

Salió de la suite, en pijama, Penny estaba harta de verle en pijama. Golpeó la madera de la puerta con los nudillos y esperó lo que se le antojó toda una eternidad. Empezaba a arrepentirse de haber salido de su suite para visitarla. Penny podría seguir bailando, estar ya durmiendo o haber conocido a alguien interesante durante la fiesta. Sin embargo, la puerta se abrió y ella se asomó envuelta en su albornoz y con el pelo mojado.

—Jagged, ¿necesitas algo?

El escenario en el que Penny acababa de compartir ducha con el atractivo hombre musculoso de piel bronceada con el que la había visto bailar se dibujó en su cerebro para torturarle.

—¿Quieres pasar? —inquirió al ver que no decía nada. Entró por inercia y se sobresaltó al oír la puerta cerrarse tras él—. Perdona por recibirte con esta pinta, un idiota me ha echado por encima una jarra de cerveza.

—Tranquila, yo estoy en pijama —murmuró relajado al saber que estaba sola.

Se preguntó qué habría bajo el albornoz, si habría llegado a ponerse la ropa interior. La miró a los ojos y ella le sonrió.

—¿Qué necesitas?

A ella. La necesitaba a ella. A la única persona que nunca le juzgaba, a la que cerraba los ojos y mecía la cabeza suavemente mientras le oía tocar. Sin embargo, dijo:

—Hablar. Si no estás demasiado cansada.

—No, claro. De hecho, iba a poner un rato la tele para ver si me daba sueño.

Jagged le sonrió de medio lado.

—Ya entiendo, no hay nadie mejor para aburrirte que el cabeza hueca de tu jefe.

—Oh, venga, yo no he dicho eso —pronunció, aunque sabía que era una broma.

Él rió cómodo y se sentó en el sofá, ella le imitó relajada.

—Penny, ¿este trabajo te gusta de verdad?

—¿Te refieres a lo de viajar, conocer sitios nuevos y estar rodeada de música?

—No, me refiero a eso de tener que estar pegada a mí prácticamente el día entero. Buscando estupideces y con la correa de Fang enredada en la mano.

—Sí, me gusta —contestó con sinceridad—. Si alguna vez me hubiesen preguntado si me veía haciendo este trabajo habría dicho que ni muerta. Pero me encanta.

Jagged captó las palabras que no había pronunciado y que eran las mismas que no pronunciaba a él cuando le preguntaban si no le molestaba tenerla todo el día pegada a él.

—Es por las suites de lujo, ¿verdad? —bromeó alegre.

—Por supuesto —le siguió la broma.

Penny sabía que Jagged hacía tiempo que había intuido sus sentimientos por él y no le importaba ni le molestaba que así fuera, por eso mismo no se preocupaba en fingir que no existían.

—Penny, voy a hacerte una pregunta y quiero que seas totalmente sincera conmigo.

Ella asintió. Era absurdo pedirle sinceridad a quien siempre era sincera con él.

—¿Me cambiarías?

—No entiendo a qué te refieres con eso.

—Bueno, no me refiero a mi físico, al tío flacucho con una nariz que tiene su propio campo gravitatorio, porque eso es lo que hay. —Penny rió. Ella siempre le decía que su nariz estaba bien, que tenía carácter y no era tan grande como él se empeñaba en decir—. Me refiero a como soy, mi carácter, ese tipo de cosas.

—No sé muy bien qué esperas que te diga —declaró encogiéndose de hombros—. Eres como eres y estás bien así. La mayor parte del día tienes un carácter genial, es fácil relacionarse contigo. Pero también eres muy maniático, caprichoso y algo infantil —continuó encogiéndose de hombros—. Aun y así eres justo. Sabes pedir perdón y solventar tus errores. Eres una buena persona.

—¿Y mi obsesión con la música?

—Eres músico, si algo debe obsesionarte es la música.

—¿No crees que me olvido de todo lo demás en favor de la música?

Penny suspiró, movió las manos en el aire como si quisiera atrapar entre ellas las palabras correctas para decirle.

—¿Qué es lo que intentas preguntarme, Jagged?

—¿Acabarías odiándome si estuviéramos juntos?

Ella rió con suavidad.

—Nos pasamos el día juntos —apuntó a lo obvio.

—Ya me entiendes —soltó sintiéndose nervioso—. Juntos.

—La única manera que existe de estar más juntos es que nos cosan los pantalones por la pernera.

Jagged hizo una mueca de disgusto ante esa idea. Penny se estaba valiendo de la ambigüedad del término "juntos" para obligarle a ser claro. No podía culparla por ello.

—Tú ganas —murmuró—. Juntos, en pareja.

—¿Me lo estás preguntando en serio o sólo es la última idea extraña que te ha asaltado mientras te desmaquillabas?

—Te lo pregunto en serio —declaró obviando el hecho de que, precisamente, había sido desmaquillándose cuando se lo había planteado—. Como alguien que está cansado de fingir, pero que tiene demasiado miedo a acabar en manos de otra persona más que quiera reformarle.

—No soy una tienda de reformas —contestó con tono divertido—. Ya te lo he dicho. Eres como eres y estás bien así. Me gustas tal cual, con tus virtudes y tus defectos y eso no es algo que pueda cambiar al darle otro significado a la palabra "juntos", tampoco algo que varíe en función del tipo de relación.

—Entonces, ¿quieres estar conmigo?

Penny rió, volvía a ser ambiguo, estaban juntos en la suite, estaba con él. Y ella estaba disfrutando un poco de torturarle.

—¿Quieres...?

—Cállate antes de que acabes pidiéndome matrimonio por accidente. Quiero estar contigo, juntos, sin que nos tengan que coser los pantalones.

Jagged le sonrió, se inclinó para alcanzar sus labios. La mano de Penny se plantó sobre su pecho impidiéndole cerrar la distancia entre ellos.

—Pero te advierto una cosa, no soy el tipo de mujer que se toma una relación como un juego. —Bajó la mano con suavidad para dejarla reposar en su regazo—. No estoy dispuesta a jugar al ahora sí, ahora no. Así que piénsatelo bien antes de cerrar la distancia entre nosotros, porque si no vas en serio...

—Voy en serio. Totalmente en serio, Penny.

Se inclinó de nuevo, dejando una breve distancia entre sus labios, con sus respiraciones chocando. No la cerró.

—Te quiero, Penny. ¿Tú me quieres a mí?

—Sí. Te quiero, Jagged.

—Ah, no, eso no está bien. Puedes hacerlo mejor.

—Te quiero, Jared.

Porque si Penny tenía que decirle que le quería debía ser a él, a la persona normal y corriente, no al idiota con exceso de maquillaje y una guitarra que se subía a un escenario. Mucha gente le decía «te quiero» a Jagged Stone, eran «te quiero» vacíos de un amor auténtico, sólo los llenaba la admiración hacía una persona que no existía fuera de un escenario. De Penny quería esos sentimientos reales, igual que los suyos por ella.

Cerró la distancia en un contacto tímido, dándole la oportunidad de echarse atrás, pero Penny no lo hizo. Le correspondió, aceptando dar inicio a aquella relación que, tal vez, no estaba empezado del modo más ortodoxo.

Fin

Notas de la autora:
¡Hola! Llevo unos días en cama con fiebre por la gripe y hoy es el primer día que me ha apetecido escribir algo. Es una historia un poco tonta, pero mi cerebro no da para más ahora mismo.


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