LXX

Alexa ha sentido una pequeña "punzada" durante la cena (no, no como la de Peter Parker según la tía May, una más especial), pero ha preferido dejarlo pasar.

Es hasta que Chris la invita a bailar una canción lenta, que Alexa siente aquel líquido bajando entre sus piernas. No es tan escandaloso como en las películas, pero no pasa desapercibido para los chicos Evans.

En pocos segundos Scott ha entrado en pánico y Chris está igual o peor.

Dodger decidió que es más seguro ir a esconderse debajo de la cama a esperar lo peor.

Alexa observa incrédula al trío de acompañantes, pues de tres no han hecho uno. A duras penas pueden ayudarla a entrar a la casa.

Ella toma su teléfono y le habla a su doctora quien le recomienda que espere un poco a que las contracciones tomen un ritmo específico, y le pide que le reporte cualquier cosa anormal, debido a la contingencia, prefiere que Alexa espere en casa el tiempo necesario.

La chica termina la llamada y siente una ligera molestia. Chris sigue estático en la sala y Scott ha ido a preparar una maleta con víveres (?).

Cuando logra que ambos hermanos se sienten, a cada uno les da una cachetada para que reaccionen.

—Hay una pequeña maleta ya lista, Scott, no necesitamos comida para que nazca un bebé. No te alteres —le pide ella a su cuñado —. Y tú, necesito que estés tranquilo —dice a Chris, que de igual forma sigue en shock.

—Bien, maleta lista —afirma Scott.

—¿De dónde se reinicia tu hermano? Está en pausa o algo así —murmura la chica —. Necesito que me ayude a tomar un baño.

Scott también le da una cachetada más a Chris, aunque más leve que la de Alexa, y este por fin reacciona. Ella les explica lo que ha hablado con la doctora y las instrucciones que ha recibido.

Un par de horas más tarde, ella se encuentra caminando con lentitud por los pasillos de la casa, seguida en fila por los chicos Evans y Dodger. Scott lleva el teléfono de Alexa en mano en donde registran la duración y separación entre cada contracción.

Esa noche Alexa duerme a ratos al igual que Scott y Dodger, Chris se mantiene despierto observando a su novia.

De pronto es él quien se siente inseguro. El miedo ante lo desconocido lo invade de pies a cabeza.

Toda su vida deseó convertirse en padre y ahora eso iba a ser realidad.

En unas horas tendría a aquel pequeño entre sus brazos, y aunque su corazón sólo deseaba que todo saliera bien con Alexa y el bebé, también estaba su inseguridad.

La ansiedad ante las cámaras, la fans y las multitudes era nada a comparación de lo que sentía ahora.

¿Y si no era lo suficientemente bueno? ¿Y si no era lo que Alexa esperaba? Porque es muy diferente ser el tío perfecto a un padre, era una gran responsabilidad y eso le aterraba. No iba a dormir el siguiente par de semanas.

Los 14 libros que leyó a escondidas de su novia acerca de cómo ser un buen padre no parecían suficientes. Aunque recordaba las palabras de su mamá que le decían que no existe un manual para la paternidad y que el mismo instinto lo llevará por el camino que él crea correcto.

Pero el miedo sigue en él.

—¿Qué tanto piensas? Te está saliendo humo de la cabeza y en cualquier momento explotas por sobrecalentamiento —le dice Alexa despertando, puede ver que sobrepasan las 8:30 de la mañana.

—En nada importante, cielo —afirma y suspira.

—Te conozco, Chris. Estás asustado, yo también lo estoy, digo, voy a parir —murmura intentando bromear —. Pero todo saldrá bien.

—Te amo —dice él y le da un pequeño beso —. Y adoro la seriedad con la que estás tomando las cosas.

—Estoy modo mamá, esto va en serio. Ya tendré tiempo para burlarme de la situación.

Luego de esto, las contracciones se vuelven más molestas y ella debe comenzar con los ejercicios de respiración.

Un par de horas después parten al hospital. Pero antes, tienen una pequeña conversación con Scott.

—Los esperamos en casa —le dice el Evans menor a Alexa y la abraza —. Ya te quiero conocer, bebecito —murmura con lágrimas en los ojos y dejando una muy suave caricia en el vientre aún abultado.

Luego abraza a su hermano con quien tiene una corta conversación secreta, y ambos vuelven a abrazarse.

Dodger mantiene su distancia de la pareja, pues está un poco asustado, sólo ante el llamado de Chris se acerca a ellos para despedirse.

—Volveremos pronto, pequeño —dice Alexa con una pequeña sonrisa —. Cuando vuelva conocerás al sujeto aquí adentro —y señala su pancita.

—Serás hermano mayor, Dodger —afirma Chris y acaricia al pequeño canino.

Minutos más tarde llegan al hospital designado, pues es uno de los pocos que se reservan para personas ajenas a la emergencia sanitaria.

Las horas le parecen eternas a Chris y su nerviosismo aumenta conforme lo hacen las contracciones en Alexa. En algunas ocasiones ella sufre ataques de risa ante el dolor y en otras, simplemente se mantiene realizando ejercicios de respiración.

Y la hora llega.

La pareja percibe todo como si de una película se tratara y ellos fueran simples espectadores. Chris no suelta la mano de su novia que se aferra a él en búsqueda de apoyo.

Y entonces sucede.

El fuerte llanto del bebé llena la habitación.

La pareja de inmediato rompe en llanto.

Chris se acerca a Alexa y besa su frente.

—¡Lo hiciste, mi amor! —exclama el actor —. Eres la mejor.

En ese momento colocan al bebé sobre el pecho de Alexa para el contacto piel con piel, apenas cubierto por una pequeña sábana que tapa su espalda y aún lleva el cordón. La joven no puede más que acariciar su pequeño rostro y manitas.

Chris se mantiene en silencio y llora de la emoción.

¡Por fin está aquí!

La doctora llama al actor para que corte el cordón, y luego de esto y que pueda tomar algunos segundos a su bebé, lo llevan para revisarlo.

Todo esto pasa en unos pocos segundos, pero para ellos parecen horas.

Mientras terminan el protocolo con Alexa, valoran que todo esté bien con el bebé, que se mantiene llorando. Chris vuelve con su novia y de nuevo toma su mano. Algunos minutos después le vuelven a pasar el bebé a Alexa para que lo alimente. Por suerte todo sale bien y el pequeño es alimentado.

Una vez que todo se ha calmado un poco, el actor sale unos momentos para avisarle a su familia y a la de Alexa. Con el último que habla es con Scott, quien no ha podido dejar de llorar en toda la llamada y logra contarle lo inquieto que se ha quedado Dodger.

—¿Cómo te sientes? —le pregunta él a la chica que acaricia las manitas del bebé.

—Tranquila. ¡Mira! Tiene todos sus deditos —afirma la joven con emoción.

—Es perfecto, cielo —responde Chris observando esa bella escena —. Y es nuestro.

—Un mini tú y un mini mí —murmura.

Casi de inmediato ella suelta un gran bostezo.

—Dijeron que debo descansar cuando él duerma, así que te quedas a cargo.

Chris sonríe y toma al pequeño bebé, con miedo. No era la primera vez que sostenía a un recién nacido, pero en este caso era muy diferente. Este era completamente suyo.

El bebé es aún más pequeño en los brazos de Chris y Alexa suelta unas cuantas lágrimas de emoción.

—¡Felicidades papá! —dice la chica un tanto risueña y somnolienta.

—¡Felicidades mamá! —responde él completamente feliz.


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